-¡Vaya, impresionante! – exclamo Scotty mirando el edificio central de la Comcast.
- Sí, impresionante.
Transpusieron las puertas del elegante edificio, por dentro mantenía el mismo estilo perfeccionista y elegante, pero a la vez acogedor. Una mujer atractiva de mediana edad se acercó hasta ellos. Vestía un traje sastre formal y una agradable sonrisa iluminaba su rostro.
- Detectives Valens y Jeffries de homicidios, necesitamos algunos datos sobre Anne Lynch.
- No es un poco tarde para eso caballeros, el caso se cerró hace años.
- Alguien me dijo: “ lo que no me gusta es que no paguen los malos” , pues a mi tampoco me gusta, no importa el tiempo que haya transcurrido – le dijo Scotty.
- Bien, será mejor que vayamos a mi oficina – La mujer fue delante de ellos para guiarlos, cuando llegaron a la amplia y cómoda habitación los invito a tomar asiento y les pregunto si deseaban algo de beber.
- No gracias, estamos bien.
- Soy Janne Turner, relacionista pública de esta sucursal. Díganme qué necesitan saber.
- Usted debe de recordar a Lynch, trabajo casi siete años para ustedes – Scotty se había quedado de pie admirando la vista que se tenía de la ciudad desde el edificil.
- ¡Anne, Anne!, alguien difícil de olvidar.
- ¿Por qué lo dice Sra. Turner? – le preguntó Will.
- Era una profesional de primera, puntual, eficiente, inteligente… y sin embargo.
- ¿Y sin embargo? – insistió Jeffries.
- Había algo extraño en ella; a menudo era una persona agradable, pero cuando estaba bajo presión o se sentía de alguna forma amenazada reaccionaba de una manera casi podría decir que violenta.
Recuerdo cierta ocasión en que uno de los compañeros más cercanos a Anne, quiso jugarle una broma y se acerco a ella silenciosamente, le puso una mano sobre el hombro. ¡Dios!, todavía no puedo olvidar la expresión de rabia en sus ojos; empujo al chico lejos de ella, mientras le gritaba - ¡No vuelvas a tocarme maldito, no vuelvas a tocarme o te matare! Todos nos quedamos desagradablemente sorprendidos.
En otra oportunidad cuando uno de los jefes que la presionaba por la entrega de unos programas para uno de los clientes, ella simplemente explotó, le dijo que “si quería el maldito trabajo realizado de manera correcta, tal como lo había solicitado el cliente que esperará o que bien podía irse al demonio” Sanders tuvo que tragarse aquello, no podía despedir a Lynch, era muy talentosa, y profesionales como ella no se dan todos los días. Pero si quiere que le sea sincera, aquel tipo se lo merecía, siempre trataba al personal con cierto aire de superioridad y le encantaba intimidar a la gente.
Además hubo otros pequeños incidentes de menor importancia, Anne parecía estar siempre a la defensiva. Era poco sociable, pero eso si, muy educada y amable, salvo por esos… no sé cómo llamarlos – la mujer sonrío de repente – Saben algo, cuando estaban aquí dos de sus amigas Helen y Samantha, las conocía porque llevo años trabajando aquí, era como si Anne se transformará, la veía hacer bromas y reír como no lo hacía con nadie aquí. Miren, todavía conservo algunas fotos de ellas.
Scotty se había acomodado en un escritorio para observar mejor las fotografías, Janne estaba de pie ligeramente inclinada sobre él.
- ¿Por qué las conserva?, es extraño, si ella no era su amiga, y por lo que dice tampoco le tenía ningún afecto en especial.
- Simplemente se quedaron allí, olvidadas entre las pocas cosas que la policía no se llevo consigo y yo decidí quedarme con ellas. Es cierto que ella no era mi amiga, pero aunque nunca fue reciproco, yo llegue a tomarle cariño; a pesar de esa forma de ser suya queriendo siempre alejar a todos y a sus repentinas explosiones, me daba la impresión de ser una persona tan vulnerable, tan necesitada de afecto.
- ¿Y qué me dice de su esposo John? – le pregunto Will.
La mujer vacilo antes de contestar a la pregunta que Jeffries le hacía, sus ojos vagaron por la habitación y se mordió ligeramente los labios.
- ¿Vamos Sra. Turner, qué sucedía con John Lynch?
- No es sencillo de explicar, estoy segura que no la maltrataba físicamente, ni psicológicamente tampoco. Pero era un hombre tan frío, cuando venía a recogerla a la compañía, ni siquiera le daba un beso. La saludaba como podría saludarse a un buen amigo, y si ella tardaba porque tenía trabajo pendiente, se quedaba en el lobby leyendo algunas revistas. Ella le importaba, eso no me cabe duda… pero no sería la clase de hombre que me gustaría tener de compañero.
- ¿Podría mostrarnos la oficina de Anne? – le dijo Scotty.
- Ahora la ocupa Mackena, además no creo que encuentren nada en ella, fue completamente renovada luego que ocurrió aquello.
- Por favor Janne – le volvió a pedir Valens con una esas sonrisas que sabía utilizar muy bien con el sexo opuesto.
- ¡Está bien, es en el piso trece, vengan conmigo!
Scotty llevaba consigo las fotografías que la relacionista le había mostrado. La mayoría de ellas habían sido hechas en la habitación a la que se dirigían. Realmente lucía completamente diferente. Nada quedaba de Anne allí, por fortuna el tal Mackena no estaba en el lugar, así que Valens pudo recorrerla a su antojo, comparando cada lugar con lo que veía en las fotos. De pronto se topo con algo familiar, un mueble pequeño, parecía no encajar dentro del estilo que le había dado su actual ocupante. Era de cedro, alto y esbelto, con un pequeño cajón en el centro y sobre este una caja de música, tan delicada y hermosa como el mueble sobre el que descansaba.
- ¿Vaya, esto no parece encajar con Mackena? – le dijo Scotty tomando entre sus manos la caja.
La mujer sonrío e hizo un gesto dándole a entender que ella tampoco comprendía porque aquellas cosas estaban todavía allí. Scotty la abrió y una triste melodía envolvió la habitación.
- Scotty, esa es un aria de la ópera Madame Butterfly, “Un bel di vendremo”. La interpreta ella con la esperanza de que su amado Pinkerton retorne.
Valens lo miro asombrado, no sabía que su compañero gustara de las óperas.
- ¿Madame Butterfly?
- Por qué lo sé no viene ahora al caso – le respondió ignorando la sonrisa de su compañero – alguna vez la escuche y se me quedo grabada. Leí también sobre la historia de Cio Cio Sam o Madame Butterfly.
- Suena triste – dijo Scotty – mientras cerraba suavemente la caja.
- Sí, es una historia triste, la protagonista se suicida al final – vio brillar los ojos de su compañero, dejar la caja en su lugar y dirigirse nuevamente a la ventana, como para calmar sus emociones.
- ¿Hay forma de abrir este cajón? – dijo Jeffries a la mujer.
- No lo sé, quizá Mackena tenga la llave.
- Hágalo venir por favor Sra. Turner.
Turner salió rápidamente de la habitación en busca de Arthur Mackena.
Se trataba de un hombre atractivo cercano a los cuarenta años, vestido de forma impecable. La presencia de los detectives pareció sorprenderlo más no incomodarlo.
- Detectives Jeffries y Valens, queremos hacerle algunas preguntas señor Mackena.
- Bien, pero les agradecería que fueran breves, estoy a punto de entrar a una reunión.
- ¿Conoció usted a Anne Lynch? – le pregunto Will.
- Muy superficialmente, yo llegue aquí apenas un año antes de que ocurriera… bueno, de que fuera asesinada.
- Usted debe saber que era la oficina asignada a Anne, ¿verdad? – continuo interrogándolo Jeffries.
- Así es, al principio me resultaba un poco chocante, pero luego que la gerencia ordeno su renovación, me sentí bien en ella.
- Sin embargo conservo estos objetos, ¿por qué no se los dio a su esposo? – le dijo Scotty apoyando su mano sobre el mueble – no encaja en absoluto con su estilo.
- Lo sé, pero es tan hermoso, sé que estuvo mal el quedarme con él.
- ¿Tiene la llave de la gaveta?
- Espere, creo que la tengo por aquí, pero no hay nada dentro - el hombre busco en uno de sus cajones de su escritorio y le entrego una pequeña llave.
Scotty probó la llave y el cajón cedió al instante, lo revisó cuidadosamente, entonces su mano topo con una ligera saliente en el fondo, se ayudo con la punta de una tijera para levantarlo. El cajón tenía un doble fondo, dentro encontró varias cartas y fotos antiguas.
- Las encontré porque estaba buscándolas. Tendremos que llevárnoslas como evidencia.
- Todo este tiempo estuvieron allí y yo sin enterarme.
- ¿No tuvo oportunidad de conocer a Anne?
- Cruzamos algunas palabras; todos decían que era emocionalmente inestable y que sería prudente de mi parte no provocarla. Sin embargo, a mí siempre me simpatizo, era callada y no tenía mucha paciencia, pero por lo general era una buena compañera. Creo que por eso decidí quedarme con ese mueble, al fin y al cabo nadie lo reclamo.
- Gracias señor Mackena y a usted Janne – Scotty le extendió su tarjeta – por sí recuerdan alguna cosa importante.
Cuando salieron del edificio Scotty llevaba en una bolsa sellada lo encontrado en el mueble. Caminaba en silencio, parecía estar profundamente sumido en sus propios pensamientos.
- Una mujer inestable, dañada, como lo estaban Helen y Samantha.
Comento Will clavando la mirada en su compañero, pero este no le respondió. Cuando estuvieron dentro del auto y empezaron el viaje de retorno, Scotty abrió la bolsa y comenzó a repasar las fotografías, luego comenzó a leer las cartas. Paso un largo rato antes que volviera a hablar.
- Creo que lo que averigüen Lilly y Kat solo va a servir para confirmar lo que está escrito aquí. Todas son cartas de Samantha, ellas mantenían correspondencia… ¡que locura!, quién escribe cartas en estos tiempos de correos electrónicos – Scotty inconcientemente las sostenía contra su pecho.
- ¿Qué sucede, te encuentras bien?
- Tengo un presentimiento Will. Tres mujeres de vidas aparentemente normales; todas exitosas profesionales, sin apremios económicos. Eran fuertes, Helen lo demostró al salir de todo ese infierno, al igual que Sam, mujeres que parecían tenerlo todo… y sin embargo, no era suficiente. Solo se tenían a ellas Will, solo a ellas.
Jeffries orillo el auto para volverse hacía Scotty y mirarlo a la cara, comprendía bien por qué todo aquello lo afectaba tanto.
- Scotty, tú la amaste mucho, yo sé cuanto sufriste cuando tuviste que volver a internarla, pese a la promesa que le hiciste de no hacerlo, pero sabías bien que era lo mejor para ella.
- ¿Lo mejor para ella, por eso escapo del hospital e hizo aquello?
- Cada uno vive su vida de acuerdo a sus deseos, no podemos decidir por ellos. Perdónate Scotty, porque de lo contrario vivirás en esa especie de pozo oscuro por siempre y arrastraras a Lilly contigo.
- Eso no, amo a Lil, yo no quiero esto para ella.
- Elisa tomo una decisión en la que tú no podías intervenir de manera alguna. Ya es tiempo de dejarla marchar y esta vez para siempre. Hazlo por tu bien y por el de Lil.
Will conocía a Valens, no era dado a las demostraciones de aprecio y menos en público, así que solo le ofreció su mano y la retuvo en la suya con fuerza.
- Conozco bien estas calles, no será difícil dar con “el lugarcito” de Lynch – le comentó Miller a su compañera. Recordaba su época en narcóticos y la adrenalina de los tiroteos y persecuciones.
- También yo las conozco, Kensington, el paraíso de los traficantes.
- ¿A quién buscamos primero, al tipo de los tatuajes o al que sirve los tragos? – pregunto Kat.
- Vamos de visita por los bares.
Ambas estuvieron recorriendo las calles mostrando la fotografía de Lynch. Algunos fingían no haberlo visto nunca, pero ellas sabían que mentían, aquella era esa clase de gente que no está dispuesta a meterse en problemas. Pero siempre existe alguien dispuesto a hablar, el motivo que los lleva a hacerlo requeriría otra investigación, lo único importante es dar con ellos.
- Detectives Rush y Miller de homicidios, ¿conoce a este hombre?
- Quizá, ¿por qué lo buscan?
- Soy yo quien hago las preguntas – le dijo Lilly mientras se sentaba frente a la barra.
- No, ahora que lo pienso bien, no lo conozco de ningún lado.
- Mira, estoy segura que haces más que vender tragos en este lugar, puedo llamar a narcóticos – Rush le mostró su celular con una sonrisa sarcástica – por aquí tengo el número de un compañero que trabaja allí, le puedo pedir que se de una vuelta, ¿quieres que le llame?
- ¡Espere, espere! – el hombre le clavó una mirada llena de rabia – creo que lo recuerdo, ha venido muchas veces aquí.
- Y cuál es el misterio, no entiendo por qué no lo dijo desde el principio. No es ilegal venir a tomar unos tragos – le dijo Miller acercándose también a la barra.
- Bueno, es que aquí… ¡miren yo no tengo nada que ver con esto!, a este lugar vienen esos “chicos bonitos” a ofrecerse, no me agrada que vengan a hacer sus negocios aquí; pero después de todo es bueno para el mío, los hombres que los buscan les compran todo lo que piden, y luego se marchan con ellos.
- Ya, claro, ¿para que entrometerse en sus asuntos? Dime, Lynch era uno de estos hombres, ¿no es cierto?
- ¡Mierda!, si se llega a saber que he hablado con ustedes todo el negocio se va a ir al trasto. Sí, John era uno de ellos, venía todos los viernes sin fallar, bebía unos tragos, buscaba a su jinete y se marchaba.
- ¿Tenía algún favorito o le daba igual?
- Estos tipos les gusta la variedad, salvo que se hayan enamorado de su puta, o se trate de gente importante, porque entonces pueden darse por perdidos. Pero aún en estos casos, los chicos deben ir con cuidado, porque estos hombres encontrarán la forma de silenciarlos.
- ¿Y a Lynch le ocurrió lo primero o me equivoco? – le sugirió Lilly mientras jugueteaba con el celular.
- El muy estúpido se enamoro de uno de estos hijos de la calle, Carlos, un chico español. A mi no me van esas cosas, pero debo admitir que era el mejor de los que venían aquí.
- ¿Me imagino que no debe saber dónde ubicar a Carlos? – le dijo Miller.
- Esos chicos llegan con la noche y se marchan con ella. No puedo decirles más.
- Bien, le agradecemos su “amable” colaboración.
Rush y Miller abandonaron el bar. Aquellos lugares lucían tan diferentes; en las mañanas parecían lugares tranquilos, solo con la noche se llenaban de vida, solo al anochecer acudían sus habituales visitantes arrastrando sus sórdidas existencias.
- Tendremos que venir a buscar a Carlos cuando anochezca, por lo que dice el tipo del bar no debe se muy difícil de reconocer – le comentó Kat a su compañera resignada a tener que quedarse por el lugar.
- No somos las más indicadas para este trabajo, será mejor que ocupemos nuestro tiempo en dar con el lugar donde las chicas se hicieron los tatuajes – le respondió Lilly.
- No será difícil, es un trabajo fino, eso no lo encuentras mucho por aquí, solo en el "Eddie" – le dijo con seguridad Kat.
- ¡Vaya!, ¿y cómo sabes eso? – la miro entre divertida y sorprendida Rush.
- Porque tengo uno que me hicieron allí.
- No quiero saber dónde – continuó Lilly sin dejar de reír – ¿para dónde vamos?
- Sigue por la Quinta hasta Lawrence.
Era un lugar amplio, con agradables instalaciones. Las paredes estaban repletas de los más extravagantes diseños, pero todo lucía ordenado y limpio, con salas individuales en las que trabajaban los encargados de hacer los tatuajes. Nada era parecido a lo que Lil se había imaginado, algo como arrancado de una página de terror.
- ¿Y bien, qué piensan hacerse estas bellezas? – les dijo un hombre joven acercándose a ellas.
- Detective Miller y Rush – la sonrisa se le congelo en los labios.
- Nos interesa este diseño en particular – Rush puso sobre el mostrador la foto del brazo de Anne Lych.
- ¡Dios!, qué es eso – el hombre estaba visiblemente turbado con la visión de aquel brazo pálido y rígido en el que resaltaba con más nitidez la elaborada figura de una mariposa azul.
- Pensamos que es un trabajo suyo – casi afirmo Miller, saco las fotos de las tres mujeres y las alineo una junto a la otra – ¿Tal vez las hizo para ellas, las recuerda?
El hombre tomo la foto y la observo con atención a pesar del evidente desagrado que le causaba. Luego fue mirando una a una las otras tres.
- Eso fue hace mucho tiempo ya. ¿Se trata de las mujeres que encontraron muertas, no es así?
- Sí, así es. Helen Evans, Anne Lynch y Samantha Moore.
- Lo recuerdo porque fue un trabajo bastante elaborado el que querían. Una de ellas lo había diseñado, la rubia creo. Se reían y alborotaban el lugar como adolescentes.
- ¿Tiene un registro de cuándo fue hecho?
El hombre consultó un grueso libro que tenía a un lado, sus dedos pasaron las páginas, y luego su índice vago entre las líneas de nombres que había escrito en ellas.
- Ellas vinieron el 13 de noviembre del 2004, pagaron en efectivo. Iban tan bien vestidas y estaban tan entusiasmadas en hacerse el tatuaje que no dudaron en pagar lo que les pedía.
Lilly se inclino sobre el libro y comparo las firmas con unos papeles que llevaba consigo.
- Sí, se trata de sus firmas. ¿Le hicieron algún comentario en especial?
- Una de ellas, la morena, era hermosa realmente… dijo algo como que ellas eran así, como las mariposas, que estos bichos tenían existencias cortas, que sus destinos ya estaban escritos, que el azul era un color triste… y no sé cuantas locuras más.
- Gracias por su ayuda. Quizá necesitemos ese registro – le dijo Rush haciendo un gesto con la cabeza señalando el pesado libro.
Lilly conducía de regreso al Departamento, ambas iban en silencio sacando sus propias conclusiones sobre las entrevistas que habían tenido aquel día. Por sus expresiones estas no debían ser agradables.
Nick se paseaba por la lujosa sala de recepción de la afamada editora, observaba las portadas de los libros que se lucían en los acristalados muebles; cuando de pronto una mujer atractiva pero poco gentil se acercó a él.
- ¿Pero qué hace ahí, venga conmigo?, debo entregarle los artículos para la aprobación de la Eselvier Magazine
- Creo que se confunde señora, soy el detective Vera de homicidios – la mujer hizo un gesto de impaciencia.
- ¿Y qué tengo yo que ver con homicidios, que yo sepa no han cometido ningún crimen en esta sucursal?
- Se trata de Helen Evans, murió hace seis años.
- ¿Seis años?, y recién ahora están investigando. Por favor detective, no me haga perder el tiempo, esos artículos debían haber ser recogidos hace una hora ya, debo averiguar el motivo del retraso.
- Señora…
- Amanda Weston, soy encargada en jefe de la revista.
- Bien, señora Weston, sé que su tiempo es valioso, al igual que el mío, así que seré breve.
- ¿Conoció usted a Helen Evans?
- No es correcto hablar en la recepción, acompáñeme a mi oficina.
Parecería una habitación arrancada de alguna revista de decoración, todo era perfecto como la persona que la habitaba. Amanda tomó su puesto tras el escritorio y se dispuso resignada a concederle unos minutos de su tiempo al detective.
- Sí, conocí a Helen Evans, una mujer inteligente, intuitiva… lástima que terminará como lo hizo.
- ¿Era amiga de ella? – la vio esbozar una sonrisa despectiva en su rostro.
- Eh, he dicho que era una excelente profesional, no que tuviera ningún tipo de relacional personal con ella, apenas si cruzábamos palabra. Pero siempre me dio la impresión de ser una mujer débil. Andaba por allí con ese aire de tristeza que me era insoportable. No me interesa la gente que no entiende que esto es una jungla y que hay que actuar en consecuencia.
- ¿La vio o hablo con ella antes de su asesinato?
- Bueno, creo que ese día estaba más extraña de lo normal. Me pidió unos días libres, y no tenía razón para negárselos; era una excelente empleada, puntual, inteligente. Era habitual que viniera a recogerla su hermana… no recuerdo bien el nombre, creo que era Kate. Cierta vez tuvieron una discusión en su oficina, tuve que intervenir porque sus voces se escuchaban desde el corredor. La pobre Helen me pidió disculpas y me dijo que aquello no volvería a repetir. Confíe en su palabra… a los dos días me entere de lo que le había ocurrido – por primera vez Vera vio tristeza en el rostro de aquella mujer decidida e implacable – en cierta forma no me siento bien con ello, no sé, si hubiera prestado más atención a lo que le ocurría a Evans.
- Nunca es tarde para cambiar señora Weston. Gracias por su tiempo.
Dejo a la mujer sumida en sus pensamientos, había apoyado su rostro entre sus manos y al parecer después de mucho tiempo había empezado a entender que las personas son algo más que nombres en una nómina.
- Todo apunta como sospechoso en estos asesinatos a Lynch, tenía motivos suficientes para desaparecer a su esposa, como debía suponer Anne y Samantha estaban al tanto de todo; así que debía deshacerse de ellas también. Aunque lo de Samantha resulte un tanto forzado, sabemos que ella cometió suicidio. Debemos conseguir una orden para revisar minuciosamente las casas de Helen y Samantha, estoy convencido que hallaremos algo en ellas. Lo que averiguaron Valens y Jeffries resulta importante; la caja de música con esa aria en especial, no me extrañaría encontrar algo similar entre las pertenencias de las otras dos mujeres, además de las cartas de Samantha. Creo que Scotty ha leído lo suficiente sobre ellas para darnos una idea de quién era Lynch en realidad, ese hombre tiene mucho que aclarar; debemos averiguar acerca del tal Carlos… creo que el más indicado eres tú Valens, debes indagar sobre este chico.
- ¿Yo?, y por qué yo – se quejo Scotty
- No veo a Will y Nick en ello – le respondió Stillman.
- Bien, iré a ese bar y veré qué puedo conseguir – le respondió algo enfadado.
Stillman siguió con la mirada a Valens y movió negativamente la cabeza; era un excelente detective, pero incapaz de manejar su impaciencia y en ocasiones su ira.
- Espera Scotty, todavía no hemos terminado – cuando vuelvas, iras con Lilly por Kate, creo que esa chica no ha dicho toda la verdad. Will y Vera, en cuanto tengamos las órdenes de registro irán a ver qué encuentran en las casas de Samantha y Anne – Stillman espero unos segundos y luego agrego dirigiéndose a Valens – Necesitamos algunos detalles acerca de lo que decían las cartas que hallaste en la oficina de Evans.
Scotty le extendió un fajo de cartas a manera de respuesta – Léalas por sí mismo.
- ¿Qué sucede contigo? – le dijo el teniente con cierto tono de enojo en la voz.
- Lo siento jefe, no debí responder así, pero no quisiera tener que volver a leerlas.
- Esta bien Scotty, encuentra a ese tal Carlos, es importante lo que tenga que decirnos.
Kat y Lilly se quedaron con Stillman, este tomo el grupo de cartas que tenía en las manos y los distribuyo entre ambas.
- Veamos sobre qué se escribían Anne y Samantha.
Después de varios minutos de repasar los escritos, todos levantaron la vista y se quedaron observándose entre ellos. Los hechos tomaban un giro inesperado.
- Así que el correcto señor Lynch tenía su lado oscuro como nos lo dijo el tipo del bar. Ahora muchas cosas cobran sentido. El por qué nunca acompañaba a su esposa en las reuniones y más bien tenía prisa por marcharse, la razón por la que estaba alejándola de su vida, la tristeza de ella, lo que dijo en aquel brindis – Lilly había hecho un resumen de los hechos.
- John la engañaba, pero no con otra mujer, era Carlos el amor secreto de Lynch. Anne lo descubrió y se le contó todo a Sam. Lo supo desde el principio, y todos ese tiempo callando y fingiendo; pobre mujer, debe haber sido una carga más allá de su frágil equilibrio emocional. Ella era la más débil de las tres – Kat había arrojado las cartas sobre el escritorio y no pudo evitar que la amargura se apoderará de ella. Podía ver el mismo sentimiento reflejado en el rostro de Stillman y Rush.
- Scotty traerá a Carlos, su declaración es ahora sumamente importante. Tenemos dos sospechosos ahora, Lynch y ese muchacho; ambos debían querer librarse de Anne para marcharse a otro estado y continuar con su idilio – el teniente mantenía la mirada fija en los papeles que aún mantenía en sus manos.
Eran más de las once de la noche cuando Valens ingreso al bar donde encontraría al hombre que estaba buscando. Se sentía incómodo y en más de una ocasión quiso salir a toda prisa de aquel lugar, le inquietaba la forma en que lo miraban y las risas apagadas que escuchaba a sus espaldas. Además de las muchas ocasiones en que tuvo que poner a raya a aquellos jóvenes que no cesaban de pedirle que les invitara un trago o evitar que trataran de ponerle las manos encima.
- ¿Tienes algún problema?, ¿es que no te gusta lo que ves?
- Espero a alguien – les dijo Scotty intentando sonreír con naturalidad.
Entonces escucho a sus espaldas un gran alboroto. Muchos ojos se volvieron hacía el recién llegado, y los de Valens junto con ellos. Su mirada oscura se topo con los ojos claros de un hombre; debía andar por los veintitres años, la barba de tres días, los labios sonrosados y carnosos. Las cejas pobladas por encima de aquellos ojos de animal que conoce su territorio y va tras su presa. Su mirada era tan intensa que Scotty sintió que un escalofrío lo recorría. De inmediato el olfato de Carlos detecto el aroma de carne fresca. Se acercó a la barra sin dejar de observarlo.
- No te había visto por aquí antes. ¿Esperas a algún amigo, o quieres compañía?
- Te esperaba a ti – le dijo Valens.
- ¡Vaya!, debo sentirme halagado entonces. ¿Qué estas bebiendo?
- Una cerveza ¿te apetece una?
- ¿Cerveza?, no gracias. Bueno, si quieres podemos quedarnos un rato a charlar, o prefieres que vayamos a pasarla bien – el joven sonrío ante la turbación de su ocasional “cliente”, se notaba que jamás había hecho algo como aquello – Vamos a tú departamento, allí nos entenderemos mejor. Soy muy bueno en lo que hago – le susurro, mientras su mirada lo recorría con malicia.
Ambos se levantaron, Scotty sintió la mano de Carlos deslizarse suavemente por su espalda; y luego su aliento cálido sobre su cuello y el contacto de unos labios en él.
- ¡Basta! – le dijo, conteniendose a duras penas para no darle un puñetazo – sabes, soy algo reservado y prefiero que lleguemos a mi departamento.
- Eres bastante extraño, pero eso te hace más interesante. Bien, cuando quieras.
Llegaron hasta el auto, este le abrió la puerta y lo hizo subir. En el asiento trasero estaban sus compañeros que no tardaron en ayudar a Scotty a reducir al joven y esposarlo.
- ¿De qué se trata todo esto?, no hablaste de ninguna orgía. Si eso es lo que quieres, por mi está bien, pero no tenías porque mentir… solo que esto te va a costar una buena pasta.
- Detective de homicidios – le dijo, mostrándole su placa – y lo siento, pero la policía tiene presupuestos muy limitados, así que lo de la orgía tendrá que esperar.
El hombre se revolvió en su asiento tratando de alcanzar a Valens. Cuando estuvieron lo suficientemente alejados del lugar, Vera y Jeffries se bajaron del coche e intercambiaron lugares. Ahora Carlos iba bien custodiado por Will.
- Tú te ofreciste voluntariamente para esto, ¿te gusta verdad?, eres uno de esos cobardes que no termina de decidirse si salir o no del closet.
Jeffries le apretó el brazo con fuerza, empujándolo contra el asiento delantero.
- Mejor cierras la boca, ya tendrás tiempo de hablar hasta cansarte.
Carlos no volvió a pronunciar una sola palabra hasta que llegaron al Departamento de Policía. No entendía los motivos de su detención. Por qué podía buscarlo la gente de homicidios.
- Lil, Scotty y tú encargarte de ver qué pueden obtener de ese Carlos, Lynch me espera en la otra sala, tengo aquí las cartas de Samantha, veremos cómo reacciona cuando sepa que sabemos su secreto y de que tenía motivos suficientes para asesinar.
- De acuerdo jefe – Rush no pudo evitar reírse.
- ¿Qué sucede?
- Scotty me ha contado lo que tuvo que pasar en ese lugar, no creo que le vaya a hacer mucha gracia tener de nuevo frente a él a nuestro sospechoso.
Stillman no tuvo que hacer volar demasiado su imaginación y sonrío tratando inútilmente de ponerse serio. Lil tomó unos expedientes y se dirigió a la sala donde tenían detenido a Carlos, a los pocos minutos entro Scotty.
- Detectives Rush y Valens – se presento Lil.
- Vaya, ya veo que no puedes vivir sin mí. Pero te perdono la trampa que me tendiste, me gustaste desde que te puse los ojos encima, te hubiera hecho lo que quisieras gratis. ¿Y quién es Blondie?, la tipa que te tiras para demostrarte que eres muy macho.
- Ten cuidado con lo que dices o la vas a pasar mal. Tú vienes de España, seguro que estas aquí de ilegal, podríamos hablar con Migraciones, a ver qué tal te va en tu viaje de deportación, papito – estas palabras se las había dicho en español, susurrándoselas al oído – ¿Cuál es tu verdadero nombre?
- Gabriel Armenteros, vine de Madrid hace tres años. Ya otros amigos me habían hablado que podía conseguir mucha pasta, que a ustedes los norteamericanos les gusta el “fuego latino”. ¿Tú naciste aquí ? eso es seguro, pero tus padres no eran gringos, ¿cierto?
- No te trajimos para hablar de mis orígenes. ¿Conoces a este hombre? – le dijo mientras arrojaba la fotografía de Lynch sobre la mesa.
- No, no sé de quién se trata, no lo he visto nunca – Valens le sujeto con fuerza la cabeza y lo obligo a mirar la fotografía.
- Creo que no has mirado bien Carlos, ¡mírala!
Lilly avanzó hasta su compañero separándolo del otro.
- Sabemos que lo conoces y que era cliente habitual tuyo, tenemos un testigo de ello. Así que ahórrate las mentiras – le dijo Rush situándose entre ambos hombres.
- Sí, maldita sea, lo conozco.
- ¿Desde cuándo eras su “amigo”? – continuo Lil.
- No sé, hará un año y medio que nos encontramos en ese bar. En mala hora se cruzó en mi camino.
- ¿Qué quieres decir con eso? – Scotty ya más calmado había vuelto a retomar el interrogatorio.
- Ese hombre se obsesiono conmigo; al principio me sentía bien, no es un tipo desagradable, porque hay ocasiones en que esto puede ser repugnante. Me busca todos los viernes, me lleva a buenos sitios, me compra ropa de marca y estaba pensando en adquirir un departamento para nosotros. Todo estaba bien hasta que un día se apareció en mi casa, un lugar que tenemos alquilado con otros chicos, no sé cómo pudo averiguar dónde vivía. Empezó a buscarme a cualquier hora, a celarme, a llamarme al celular, decía que me quería en exclusiva. Aquello se convirtió en un infierno, ese hijo de perra no me dejaba en paz. Creo que su mujer sabía todo o por lo menos lo sospechaba, yo no quería meterme en líos, así que le dije que no quería verlo más.
- ¿Qué te hace pensar que ella sabía algo? – le dijo Lilly inclinándose ligeramente sobre él.
- Así como yo estoy aquí porque alguien hablo, de seguro algún rumor llego hasta ella. Además las mujeres no son estúpidas, saben bien cuando las están engañando, aunque se empeñen en cerrar los ojos.
- ¿Viste a su esposa alguna vez? – ahora era Scotty quien preguntaba.
- Si, sabía dónde trabajaba Anne, él a veces iba conmigo a recogerla, yo me bajaba unas cuadras antes. Tenía curiosidad por conocerla, así que una vez lo seguí y pude verla. Muchas veces me quedaba cerca al edificio para observarlos, me interesaba saber cómo era con ella.
- ¿Y lo supiste? – Lilly había acercado una silla al joven.
- Sí, la trataba como si fuera el equipaje que pones en el maletero. No la besaba, apenas si le dirigía un saludo. Una vez sus ojos marrones se cruzaron con los míos, y ella me sonrío… ¡me sentí una mierda!, yo me acostaba con el marido y ella me sonría. No volví a verla más, y de nuevo le dije a John que quería terminar con lo “nuestro” por llamarlo de alguna forma – Carlos se estremeció como si lo acometiera un escalofrío.
- ¿Te sientes bien? – le preguntó Lilly.
- Sí, solo recordaba la sensación que sentí cuando ella me miró, era como si me reconociera y me perdonará. Siento mucho que muriera de esa forma. Ese día yo estaba fuera, necesitaba alejarme de Lynch y fuimos con unos amigos hasta Delawere.
- Tendrás que quedarte un rato más aquí, tenemos a Lynch en la otra sala – le dijo Scotty, de pronto el otro tiro de su brazo, Lil se puso alerta de inmediato.
- No voy a intentar nada. No me gusta este lugar es tan frío, ¿tendrás alguna manta?, por favor.
- Veré que traigan algo para abrigarte y una taza con café – el otro lo soltó y clavo sus ojos claros en los de Valens; solo que ahora había desaparecido la fanfarronería de ellos, en su lugar solo quedaba miedo y ansiedad.
- Lil, nuestra hipótesis de que Lynch y Carlos hayan planeado y ejecutado los asesinatos está perdiendo peso. Ese chico puede ser muchas cosas, pero no un asesino.
- Pienso como tú Scotty, o es un actor consumado.
Stillman estaba frente a John Lynch, podía percibir su nerviosismo en el sudor sobre la frente y en la forma en que se estrujaba las manos. Aquel hombre tenía mucho que esconder, pero él era un policía experimentado, y pronto le iba a arrancar toda la información que necesitaban. Scotty y Lilly lo observaban a través del espejo.
- ¿Sabe qué es esto? – le dijo mostrándole el fajo de cartas de Samantha.
- No, no sé de qué se trata.
- Son las respuestas a las cartas que Anne le escribía a Samantha Moore, sabe, en casi todas hablan de usted.
- ¿Sobre mí dice, qué podrían hablar ellas sobre mí? – su nerviosismo era cada vez más notorio.
- ¿En verdad no sabe qué pueden decir en ellas?, he resaltado algunos parrafos que estoy seguro le ayudaran a recordar – Sillman tomo una de las cartas y empezó a leerla en voz alta: “Anne, no puedo seguir viéndote en ese estado, me es insoportable. Habla con John de todo, pídele el divorcio, no se atreverá a negártelo, además debe ser algo que esta deseando de hace mucho”. Aquí hay otro cita más explicita: “Cuando me contaste aquello, no pude dormir toda la noche, deseaba estar a tu lado, pero no podía mi querida Anne, por eso ahora te escribo estas líneas. Me decías que habías llegado a casa de improviso, subiste al dormitorio y allí estaba John teniendo sexo con otro hombre. No puedo ponerme en tu lugar e intentar sentir lo que experimentaste en esos momentos. Me imagino que es como si algo se hiciera pedazos dentro de ti; y por unos segundos no puedes moverte, no puedes llorar, ni gritar. Sé lo que es sentir que algo se nos muere por dentro, sin poder hacer nada para evitarlo…”
- ¿Puede decirme que aún no sabe de qué le estoy hablando? – Stillman le arrojo las cartas encima – usted tenía un amorío con Carlos, o mejor dicho con Gabriel Armenteros, llego a obsesionarse con aquel hombre al punto que hubiera hecho cualquier cosa por evitar que lo abandonara, incluso deshacerse de su esposa. Era sencillo matarla y hacer parecer que se trataba de un robo. No puedo todavía vincularlo con la muerte de las otras .
El hombre pareció despertar y se puso de pie visiblemente alterado, Scotty abrió la puerta, pero Stillman le hizo una señal indicándole que todo estaba bien.
- Yo amaba a Carlos, es cierto, siempre tuve esas tendencias y se las oculte a mi esposa, pero ella era una mujer inteligente, sé que algo debió intuir. ¡Pero yo no la mate!, ¡Yo no mate a nadie!
- ¿Dónde estaba esa noche?
- En casa de un amigo, ese día Carlos estaba fuera de la ciudad.
- ¿Cuál es el nombre de ese amigo?
- Es un abogado de cierto prestigio, estábamos reunidos con otras cuatro personas. No deseo involucrarlas en esto.
El teniente avanzó hacía el hombre y lo tomo del cuello de la camisa, mientras lo sacudía con fuerza.
- El nombre Lynch – Stillman lucía implacable, Rush y Valens no recordaban haberlo visto tan alterado.
- Mathew Templex – pronuncio sofocado, entonces Stillman lo soltó.
- ¿Dónde podemos hallar a ese Templex?
- Antes vivía en el 224 de Race street, cerca al Hotel Sheraton, no sé si aún seguirá viviendo allí.
- Será mejor para usted que continué viviendo allí y que confirme lo que ha dicho, es su única coartada.
- ¿Tiene aquí a Carlos?, ¡déjeme verlo por favor!
- Sabe Lynch, ¡váyase al demonio!
Fue la propia Kate quien les abrió la puerta a los detectives. Lucía más relajada y aquello la hacía verse más hermosa. Tomo asiento y los invito a hacer lo mismo, sus brazos descansaban sobre el respaldar del sillón y sus ojos estaban fijos en los de Scotty.
- Me alegro que seas tú quien haya venido, pensé que enviarían a otro de tus compañeros.
- Lilly también ha venido conmigo, ¿la recuerdas? – la joven apenas si le dirigió una mirada y siguió concentrada en Valens.
– Claro, discúlpame ¿cómo esta Lilly?
- Bien, gracias por preguntar Kate.
- Entiendo que han venido para revisar las pertenencias de Helen. Cuando me mude a casa de mi tía traje todo conmigo; mi habitación es bastante amplia, así que permitió acomodar ordenadamente las cosas de mi hermana – Kate se levantó de pronto de su asiento y tomo la mano de Scotty – ven es por aquí – le dijo mientras tiraba de su mano
- Espera Kate, debo subir con mi compañera, nunca trabajamos por separado cuando estamos haciendo una investigación en particular – la joven miró a Lilly con fastidio, y sin soltar la mano de Valens se dirigió a ella.
- Y bien, tengo clases en una hora ¿qué estas esperando para subir?
- Kate, no tienes por qué hablarle así.
- Lo siento, no tuve esa intención.
La habitación era realmente grande. Todo en ella estaba impregnado de feminidad y belleza. Kate los guió hasta una puerta que conducía a otra habitación más pequeña, en ella estaban ordenadas las cosas de Helen; a no ser por la ausencia de una cama, cualquiera diría que estaba ocupada por alguien.
- Pueden empezar por dónde quieran, pero les ruego que no revuelvan demasiado las cosas. Todo lo que hay aquí es muy importante para mí.
– No te preocupes, trataremos de desordenar lo menos posible – Le respondió Lilly con una sonrisa.
- ¿Desean algo?, tengo unas sodas y puedo hacerles unos emparedados si desean.
- Las sodas están bien Kate, gracias – le respondió Scotty, que se había acomodado en un sillón y revisaba unos papeles. Lilly estaba de pie buscando en las gavetas de un armario que parecía pertenecer al mismo estilo del mueble que habían hallado en la antigua oficina de Anne. Scotty se lo hizo notar a Lilly, pero esta permaneció en silencio
- Me parece que estas enojada, lo siento. No deberías prestar demasiada atención a su comportamiento.
- Y tú no deberías ser tan condescendiente con ella, no te das cuenta que alientas lo que sea que cree sentir por ti.
- Estas llevando las cosas demasiado lejos Lil, Kate es solo amable conmigo.
- La forma en que te mira no es gentileza – una sonrisa sarcástica curvo sus labios.
- Bien, de ahora en adelante tú llevaras las conversaciones con ella, ¿estas de acuerdo? – Valens estaba concentrado sacando cosas de un baúl.
- Sí claro, y ella esperará a que me este duchando para saltarme encima – su compañero empezó a reírse.
- Eh, Lil, mira esto – Scotty había encontrado una caja de música exactamente igual a la de Anne. "Berman Music Store", deben haberlas comprado el mismo día, llama al Departamento y ve qué puede averiguar sobre este lugar – levantó la tapa y aquella misma música empezó a vibrar.
- Es tan triste – dijo Lilly.
- Yo dije lo mismo cuando la escuche por primera vez. Es un aria de la ópera "Madame Buterffly", la canta ella, esperando el retorno de su amado. Y no me preguntes más porque esto lo sé por Jeffries.
- También he encontrado algo – Rush, se sentó junto a su compañero con un fajo de cartas atado con una cinta – no podemos leer esto aquí, Kate querría verla y no sabemos qué...
Scotty estaba a punto de darle un beso, cuando el sonido de la puerta los alerto, él le hizo un gesto para que Lilly escondiera las cartas. Kate apareció con una pequeña bandeja; un par de latas de soda y unos panecillos estaban puestos sobre ella.
- Ya sé que no querían nada, pero tía Rachel hace unos panecillos de canela irresistibles. ¿Han encontrado algo?
- Está caja de música, algunas fotos… tendremos que llevárnoslas. No te preocupes Kate, te devolveremos todo lo más pronto posible, sabemos lo que significan para ti – le dijo Scotty tomando una de las latas y un panecillo.
- ¿Y tú no quieres nada? – le pregunto a Lilly.
- Solo tomare la soda, gracias.
- ¿Se tardarán mucho todavía?
- No, ya hemos terminado – Lilly recogió algunos libros que habían quedado en el suelo, este movimiento distrajo a la joven, entonces Scotty guardo las cartas en uno de los bolsillos interiores de su gaván que estaba colgado en una percha – Espero que no hayamos desordenado mucho.
- No, todo parece estar bien.
- Gracias por tu colaboración Kate, te mantendremos informada de cualquier avance – le informo Scotty, que parecía haberse convertido en el único capaz de hablar con ella.
- Promete que me dirás la verdad, ¡sea lo que sea!, no intentes ocultarme nada – había en su mirada algo de amenazador, Scotty empezó a creer que Lilly tenía razón cuando le decía que no estaba completamente cuerda.
Ambos se dirigían a la puerta de salida cuando Kate se interpuso frente a ellos.
- No te he escuchado hacer promesa alguna Scotty. Esto no es un juego – la mujer respiraba agitadamente, parecía fuera de control – la mirada entrenada de Lilly abarco el lugar en busca de algo de lo que Kate pudiera echar mano para atacarlos, a unos diez pasos de ella, sobre una consola estaba un macizo candelabro.
- Scotty a las cinco tenemos que recoger el nuevo equipo de luz – la mirada de su compañero ubico el objeto con rapidez, avanzo lentamente hacía la joven y puso ambas manos sobre sus hombros para inmovilizarla.
Lilly se movía lentamente en dirección al candelabro, Kate estaba tan concentrada en su conversación con Valens que no repara en ella.
- Tienes razón ¡prometo que sabrás la verdad! – pero esto en vez de aplacarla pareció enfurecerla aún más, se deshizo de Valens y empezó a retroceder hasta toparse con el mueble, sus manos buscaron el candelabro y lo esgrimió intentando golpearlo.
- ¡Mientes!, ¡mientes! Te odio, te odio como odio a Helen, ella también me mintió. Prometió quedarse a mi lado, cuidar de mi por siempre, y me dejo… me dejo sola y yo no sé vivir sin ella.
Lilly había desenfundado su arma y la apuntaba en dirección a la joven.
- Suelta eso Kate, no quiero lastimarte ni que lastimes a nadie, ¡suelta eso! – le dijo con voz tranquila pero firme.
El pesado objeto resbaló de sus manos hasta el piso. Lilly aprovechó para esposarla.
- No estas detenida Kate, hacemos esto por tu propia seguridad, te llevaremos con una asistente social mientras vemos cómo podemos ayudarte, ¿estas de acuerdo? – a Scotty le dolía verla en aquellas condiciones.
- ¡Perdóname!, nunca te hubiera lastimado. No querrás volver a verme.
- Comprendo mejor de lo que crees las razones de tu comportamiento, no estoy enojado contigo, te hice una promesa y voy a cumplirla. Debes entender que Helen tampoco lo hizo, lo que le ocurrió no fue su culpa. ¿Te sientes mejor?
Kate hizo un gesto afirmativo y se dejo conducir tranquilamente hasta el auto.
Vera y Will habían regresado de la casas de Samantha Moore y Anne Lynch, encontraron a todo el equipo dispersos por sus escritorios; consultando sus notas, examinado los archivos; las tres cajas se amontonaban a un lado completamente vacías. Era más de las nueve y los recién llegados entendieron que le esperaba una larga noche.
- ¿Hay suficiente café para otros dos?, traemos más información – dijo Nick atrayendo la atención del grupo.
- ¿Qué han encontrado? – les respondió Stillman acercándose a ellos.
Will le mostró una bolsa para evidencias; contenía un tercer fajo de cartas y otra caja de música.
- Fuimos a la Berman Music, reconocieron enseguida a las tres mujeres, porque el pedido era bastante inusual, el encargado nos dijo que nunca antes habían fabricado cajas con esa pieza en especial; pero lograron reproducirla en el cilindro giratorio, tuvieron que adicionar un muelle para completar el aria, además de los acabados. Cada una costo $ 1,000.00, las compraron seis meses antes de sus muertes, pagaron en efectivo y al parecer quedaron satisfechas con el trabajo. Había un detalle en especial que también hizo que el costo aumentará, ustedes deben haberlo observado ya en las otras – Will abrió la caja y en el centro volando una bella mariposa azul, era tan real que parecía que en cualquier momento se echaría a volar por la oficina.
Todos se acercaron para ver de cerca aquella maravilla, el soporte donde reposaba la mariposa era tan fino que parecía no existir. Scotty abrió las otras cajas y con un gesto les hizo reparar en ellas.
- Estas no tiene ese adorno adicional – las examinó cuidadosamente – y al parecer nunca lo tuvieron. Esa fue la que hallaron en casa de Samantha… por qué la de ella era especial.
- Nos entrevistamos con el tal Templex, el amigo con el que dice haber estado Lynch la noche de la muerte de su esposa. La coartada es cierta, no solo él sino otras cuatro personas pueden atestiguar que estuvo en Race street aquella noche. También es cierto lo que dijo Carlos, nos hemos dado una vuelta por el bar donde “trabajaba”. No hubo necesidad de preguntar nada, la respuesta se dio durante la conversación, ellos hablaban que no lo podíamos retener por mucho tiempo porque les arruinaríamos el viaje de vuelta a Delaware.
Stillman dio un puñetazo sobre el escritorio, sin Lynch como principal sospechoso prácticamente volvían a cero.
- ¿Y qué me dicen de Kate?, hoy Scotty y yo presenciamos de lo que es capaz de hacer esa “dulce dama”. La hemos dejado bajo el cuidado de una psiquiatra, la joven está bastante perturbada. Adisson piensa que por el momento es mejor que permanezca sedada, todo parece indicar un cuadro bipolar, estas personas pueden ser bastante peligrosas para sí mismas y para otros cuando no se medican. Quizá en uno de estos periodos maniacos mato a Helen y luego no supo qué hacer. Es muy inteligente y bien pudo montar toda la escena para simular un robo. ¿Recuerdas lo que nos dijo Vera sobre la discusión que tuvieron en el trabajo?
- Sí, pero ¿qué pasa con Anne y Samantha? – le dijo Scotty a quien esa idea le parecía imposible.
- El forense no ha dejado dudas sobre la muerte de Samantha, su suicidio esta confirmado. Otra persona pudo haber matado a Anne - dijo Lilly para confirmar su teoría.
- Aún nos falta leer las cartas que encontramos en el dormitorio de Kate y esas que traen Will y Nick de casa de Samantha.
Stillman separo dos grupos para revisarlas; él, Lilly y Scotty se encargarían de leer las de Moore; Will, Nick y Kat leerían las de Evans.
- Helen jamás logro superar el trauma sufrido por el abuso de su padre: “Sam, ya no puedo más con esto, sé que te sonara espantoso, pero entre nosotras no existen secretos. Hay días en que quisiera tomar un cuchillo y deslizarme hasta mi antigua casa, y mientras mi padre este dormido hundírselo una y otra vez hasta no escucharlo respirar, a ella quizá la perdonaría, en el fondo es otra víctima. Hace ya varias noches que tomo las llaves del coche y salgo a dar una vuelta, no quiero que Kate me escuche llorar, gracias a Dios siempre duerme profundamente. Ese maldito me echo a perder la vida, no puedo soportar que ningún hombre se acerque a mí. He intentado seguir tu consejo de ver un especialista, pero el solo pensar que debo hablar con un extraño de todo ese horror me asquea al punto de que tengo que orillar el auto para vomitar. ¿Y si creen que debo internarme?, eso no podría soportarlo Sam, no, además quién cuidaría de Kate…” Escuchen esto: “Kate es tan difícil de sobrellevar, hay ocasiones en que me asusta realmente, reacciona a los pequeños desacuerdos que podamos tener con violencia… Sam, hay tanto odio en su mirada. Otras veces se sume en profundas depresiones, no quiere salir con sus amigos, no va al Conservatorio, ni siquiera se levanta de la cama para comer o asearse. Y luego esta eufórica, parece que se va a llevar el mundo por delante, sé que lo haría porque es una joven brillante. Pero es un ciclo terrible, me he informado sobre ello y creo saber lo que tiene mi hermana, pero en cuanto le menciono el ir a un terapeuta de inmediato me saca en cara que yo lo necesito más que ella. No debería decir esto, pero a veces quisiera huir de Kate, la amo mucho, tú bien lo sabes, pero es complicado tratar de salvar a alguien cuando no puedes salvarte ni a ti mismo” Al parecer la pobre Helen estaba al borde de un colapso – era Miller la que había leído estos párrafos.
Will, levanto las hojas que sostenía. Todas las miradas pasaron de Kat a él.
- Helen estaba decidida a ayudar a su hermana fuera como fuera: “Sam, he decidido que Kate pase una temporada con tía Rachel, ella ha sido siempre tan buena con nosotras desde que nos marchamos de casa; nunca le conté las verdaderas razones, ahora pienso que cometí un gran error, ella lo hubiera denunciado y ahora estaría pudriéndose en prisión. Ella nos ofreció su casa pero yo me negué, quería salir adelante por mis propios medios. Pero ahora necesito un respiro, tomarme un tiempo para mí, Kate la quiere mucho, dice que es muy divertida y amable. Esto me alegra porque quizá no sea tan difícil convencerla para que se quede unos días con ella”
- Y esto parece el desenlace – termino diciendo Nick – “Ya he hablado con tía Rachel y está feliz en tener a su sobrina consigo, aprovechare estos días para contactarme con el mejor terapeuta de Philly e iremos juntas al principio, luego podré dejar que continúe la terapia sola, ella tiene una esperanza, todo el mundo por delante” Pero al parecer las cosas no salieron como Helen esperaba: “Ha sido terrible mi querida Sammy, no sé qué haría si no pudiera contar contigo y Anne. Apenas le mencione que quería tomarme unos días de descanso, ella empezó a hacer mil planes para nosotras; hablaba sin parar sobre ir a Nueva York… cuando le dije que pensaba ir sola, Dios, empezó a lanzarme lo que encontraba a mano, me gritaba que lo que en realidad quería era deshacerme de ella, que la odiaba. Decía cosas tan terribles que no pude evitar darle una bofetada, si hubieras escuchado lo que me decía sé que me entenderías. Cuanto me pesa haberle puesto la mano encima. Ya no creo que sea buena idea irme a ningún lado, no puedo dejarla en ese estado, mucho menos dejarla con tía Rachel. Estoy tan cansada, muy cansada ¿Sammy y si dejamos libres a las mariposas azules?"
- ¿Qué quiere decir con eso de dejar libres a las mariposas? – preguntó Lil
- Tengo aquí las cartas que Samantha respondía a Anne, escuchen esto: “Me cuentas que tuviste hoy un incidente desagradable con un compañero de la oficina que te quiso jugar una broma; debes tratar de tranquilizarte, nadie sabe lo que esta ocurriendo entre tú y ese desgraciado que tienes por esposo. No puedes seguir manteniendo esa mentira que es su matrimonio. Déjalo ir mi Anne, no por él, sino por ti, no te sigas torturando inútilmente” Y lo que continua es peor: “¿Lo has visto cara a cara?, y le has sonreído. Me dices que te parece un buen muchacho a pesar de todo, que es muy joven y atractivo; él ha bajado la mirada, de seguro debe haber sentido vergüenza, bueno eso ya es algo a su favor. Sé que vienes de una familia conservadora, donde la palabra divorcio no existe, aunque por dentro estén todos muriendo; pues ya es tiempo que tú la escribas por primera vez” – Este es el final de la fechada 15 de diciembre de 2004: “Ha aceptado el divorcio en cuanto se los has planteado, era de suponer, ahora eres libre para rehacer tu vida... ¿Por qué tuviste que decírselo a tu familia?, no debiste amiga, se trata de ti, no necesitas la bendición de nadie para tomar tus decisiones. Tu padre te ha dicho eres tú la culpable, el siempre se llevo muy bien con John, ¿verdad? Tampoco tu madre te ha apoyado, se ha puesto de ejemplo de lo que debe ser una esposa, de lo que ella ha tenido que soportarle a tu padre, de las cosas que tuvo que sacrificar; pero que así debe ser, que si no estabas dispuesta a todo esto, entonces no debiste casarte. A tus hermanos tampoco les ha hecho ninguna gracia tu dedición. ¿Por qué eres tú la única con sentido común en esa familia?... ¿También tu quieres que dejemos libres a las mariposas azules?"
- Scotty, qué dicen las cartas de Samantha – le pregunto Stillman.
- Ella tenía una abuela a su cargo, está estaba en la fase terminal de un cáncer en el cerebro, no tenían seguro y las medicinas que les daban en el hospital no eran lo suficientemente fuertes para calmar el dolor: “Anne, sus gritos podían escucharse desde la calle, ella no parecía importarle a nadie solo a mi. Eran tan crueles con la pobre abuela. Antes de ir a la escuela le daba algo de desayunar y la aseaba, al volver sabía que la encontraría hambrienta y cubierta de su propia suciedad. Entonces debía cambiarlo todo, desde su ropa hasta las sábanas y lavarlas, asearla con cuidado porque a veces el solo tocarla le hacía llorar de dolor y finalmente intentar que comiera algo. Ella me sonreía al final y me daba un beso débil en una de mis manos. Teníamos un amigo en la farmacia de la cuadra al que le compraba algunas cosas para la abuela; yo hacía algunos trabajos para los profesores, sabían que era muy lista y confiaban en mi, era con ese dinero con el me hacía de algunas medicinas. Tenía una receta de morfina del médico del hospital, yo había observado bien dónde las guardaba Mark, lo hacía con mucho cuidado, en esa zona cualquier día podrían matarlo por la droga. Una noche cuando cerraba, me quede dentro sin que se diera cuenta, saque unos frascos de y me escape por la ventana. Aquella noche los dolores debían ser más intensos, ella me miró de manera extraña en cuanto me vio parada en el umbral de la puerta sudorosa y jadeante, sus ojos fueron hasta la mano en que apretaba los frascos: Mi niña hermosa, ya es tiempo de dejar volar a las mariposas azules, su voz sonaba tan cansada y llena de desesperación. Entonces le aplique todos los frascos que tenía conmigo… al final sonrío y no se movió más. Enterré los frascos junto a un árbol, Anne yo había asesinado a mi abuela. Tenía dieciséis años, podía haber sido juzgada y sentenciada a unos quince años. Calle, pero esta culpa me ha acompañado toda la vida, asesine a alguien que amaba. Recuerdas que una vez te escribí que yo sabía bien lo que se sentía morir por dentro sin poder hacer nada para evitarlo"
- ¡Will, dame la caja de música de Samantha!, creo que todo este tiempo hemos estado persiguiendo un fantasma – dijo Scotty.
Cuando tuvo la caja entre sus manos, empezó a observarla minuciosamente, desmonto con delicadeza el adorno de la mariposa. Busco en sus gavetas un pequeño destornillador y movió la parte superior de la caja; separo el cilindro, los muelles, y todo el resto del mecánico hasta dejar solo el fondo hueco. En este había un papel, al parecer otra carta; estaba escrita en uno muy fino y cuidadosamente doblada, Valens la extrajo suavemente para evitar rasgarla.
- La última de las cartas y la más importante creo – dijo Stillman y todas las miradas se volvieron nuevamente hacía Scotty.
- Esta fechada 18 de diciembre de 2004, registrada a las 8.00 p.m. la letra es de Samantha por supuesto: “Escribo esto para calmar mi conciencia y pedir perdón por mis acciones pasadas y futuras. Hay ocasiones en que todo pierde sentido; la vida es un lento transcurrir, abrir los ojos cada día deja de ser una bendición y se convierte en un tormento, respirar es como si algo te desgarrara por dentro. Entonces sabemos que es el momento de liberar a las mariposas azules de sus capullos.
Anne y Helen estuvieron de acuerdo conmigo en este pacto que ya he ejecutado en parte. Anne se encargaría de echar el narcótico en el vino de John, luego revolvería las cosas para que pareciera un robo; pondría el dinero y todas sus joyas en una bolsa, luego de comprobar que su esposo estuviera profundamente dormido... ella debía cortarse la garganta. Yo tenia que pasar por su casa, recoger la bolsa, quitar el cuchillo de sus manos y borrar cualquier huella que pudiera indicar un suicidio. Cuando he llegado y he visto toda esa sangre a su alrededor he querido gritar de dolor. Pero no podía traicionarla, así que hice todo tal como lo convinimos, me he acercado hasta ella y comprobado que ya no respiraba. Hoy no podré dormir, bien lo sé, pero todavía debo aguantar un día más, aún falta Helen.
He tenido que esperarla en esas calles, acechándola como un verdadero criminal. Nos hemos abrazado y llorado juntas antes del final, y yo he invocado a esa fuerza que siempre me ayudo a salir adelante para ponerme frente a ella y tirar del gatillo. Se desplomo de inmediato, sin un grito, solo recuerdo sus ojos fijos en mí, sonriendo. Recogí su bolso... tuve que borrar esa bella sonrisa de su rostro y correr del lugar. Ahora solo quedo yo, todo está en orden, nunca tuve una verdadera familia, así que todo lo que poseo será cedido a mi único amigo, el mejor hombre que he conocido, Frank Donovan. Ya se acerca mi hora, soy la última mariposa en volar, siempre me ha gustado el río Delawere y el puente Betsy Ross, a dónde sea que nos vayamos siempre estaremos juntas, pronto nos veremos mis amigas, mis tristes mariposas"
- Han escuchado aquello de que se haría más daño revelando la verdad. Creo que estamos en uno de esos casos. ¿Qué ocurriría con Kate si leyera esto?, y para Frank también resultaría doloroso enterarse de que la mujer que amaba cometió un crimen, aunque fuera por piedad. Pienso que esa carta y todas las demás no deben volver a ser leídas por nadie más. Eligieron a Samantha porque era la más fuerte de las tres, creo que planearon todo desde el momento que compraron las cajas de música, por eso la de Sam era especial. Yo solo soy dueño de mi propia conciencia las evidencias están allí... – Stillman no pudo seguir hablando había hundido el rostro entre sus manos.
- El caso carece de nuevas evidencias, no se ha podido hallar a los asesinos de Helen Evans y Anne Lynch – Lilly hablo con la voz quebrada, en vano intentaba disimular las lágrimas que resbalaban por su rostro – Jeffries, Vera, Miller y Valens qué dicen ustedes.
- Es un caso cerrado por falta de evidencias – sentencio Will, y todo el resto repitió lo mismo.
Como si se tratara de un funeral, todos bajaron al sótano y colocaron las cajas entre los casos cerrados, escribiendo CLOSED en cada una de ellas.
- Scotty y yo nos encargaremos de las cartas. En cuanto a las cajas de música, creo que deben estar junto a quienes pertenecieron – dijo Lilly.
- Debo ordenar que dejen en libertad a Car... no, a Gabriel y a Lynch, veré que se ponga una orden de restricción para evitar que ese hombre continué acosando al joven. Quizá Gabriel cambie de vida después de todo esto – Stillman subió las escaleras y poco a poco lo fueron haciendo los demás. Los últimos en subir fueron Scotty y Lilly.
- Hoy quemaremos todo esto, más tarde veremos que las cajas sean puestas junto a sus tumbas.
Ahora que estaban solos, Lil podía refugiarse en los brazos de Valens, el la apretaba contra su pecho, acariciando sus cabellos.
- Sí, así lo haremos, ya no llores, estoy aquí, siempre estaré aquí.
Juntos quemaron las cartas y luego con el resto del equipo visitaron las tumbas de Anne, Helen y Samantha depositando las cajas sobre las mismas.
Rachel Evans, está a cargo de su sobrina y la visita todos los días. Scotty le comunicó que a pesar de todos sus esfuerzos no pudieron hallar al asesino.
Gabriel pidió ver a Valens antes de marcharse, nadie sabe que fue lo que este le dijo al joven, solo pudieron ver que abrazaba al detective, luego le dio la mano y salió a la calle sin volver la vista atrás.
Lynch continúa visitando los bares en busca de nuevos jóvenes.
Nadie comentó nunca con alguno de los otros que aquella madrugada en que bajaron las cajas vieron a las tres mujeres sonriendo.