17 marzo, 2011

El diario de Nina Sayers (final)




13 de noviembre de 2010

Nuevamente los ensayos, una y otra vez repetimos los mismos pasos. Leroy dice que estoy demasiado rígida, soy Odile y se supone que debo seducir. Le pregunta a mi compañero si honestamente se acostaría conmigo, David solo sonríe algo incómodo.
-         ¿Lo ves?, nadie lo haría –  Otra vez girando, concentrándome en mis movimientos y tratando de alcanzar esa fluidez que tanto me reclama – repentinamente da la práctica por terminada, pero cuando voy a recoger mis cosas él me detiene.
-         No, no, tú te quedas – puedo ver la malicia en los ojos de los dos muchachos – bien Nina, desde el principio.
Comenzamos a danzar, tararea la música, porque hasta el maestro de piano se ha marchado, volvemos a repetir la pieza, sus brazos me envuelven la cintura, yo lo alejo; de nuevo nos unimos… ahora su mano desciende por mi muslo, me vuelve hacía él y me besa con pasión, casi con furia, sus manos son ahora dos ríos ardientes que comprimen mis pechos, bajan por cintura y se centran en lo más íntimo de mi ser. Sigue besándome. De pronto se aparta de mí.
-         Ese era yo seduciéndote, cuando debería ser al contrario – me quedo en medio de la sala. Una mezcla de sentimientos me abruma, me siento humillada, inútil, incapaz de lograr lo que Thomas desea de mí a pesar de todos mis esfuerzos.
Me deslizo hasta el suelo, con el rostro inundado de lágrimas, una sombra en la puerta me asusta, es Lily. Me ofrece unos cigarrillos, ella parece no tener disciplina alguna, sin embargo, termino por aceptar uno. Soy una estúpida, pero me sentía tan mal y aparte de mi madre no tenía con quién más hablar y termine contándole lo del incidente con el director. Lily dice que es un cerdo, por muy brillante que sea, igual es un cerdo. Yo le digo que ella no lo conoce, sus hermosos ojos se abren burlones.
-         ¿No será que te estas enamorando del profesor? – buscaba consuelo, no que se burlara de mi; la escuche diciéndome que solo había sido una broma. No quería seguir oyendo sus disculpas, tome mis cosas y salí rumbo a casa.
Ansiaba un buen baño caliente, relajar mis músculos, que agradable sensación estar sumergida en el agua. Sentí la necesidad de acariciarme de nuevo, mis manos descendieron hasta aquel íntimo rincón, sentí placer, pero nada comparado con lo de la otra noche. Me sumergí por completo. Unas gotas golpeando la superficie me despertaron de mi letargo, al abrir los ojos, era sangre, estaba viéndome a mi misma a través del agua, pero con eso gesto perverso; me levanté, mire mis dedos, sangraban. Salí de la tina, allí estaban los arañazos otra vez, tome la tijerilla del estante y me recorte aún más las uñas; como un parpadeo percibo en el espejo ese gesto malévolo alterando mis facciones y en un arranque me corto con fiereza, tuve que curarme la herida con unas pequeñas vendas alrededor de ellas.   
¿Qué estaba ocurriendo conmigo?, ¿qué significaba todo eso?, ¿acaso todo esto del papel me estaba llevando al límite de la cordura? No lo sé, lo único que me importaba era ejecutar a la perfección al cisne negro… Thomas no cree que lo logre, yo le voy a demostrar que puedo hacerlo.
Por qué no puedo dejarme atrapar por ese lado oscuro, que Odile se apodere por unos instantes de mi. Leroy me hace ejecutarlo una y otra vez, esta siendo más duro que de costumbre… ¡ya no puedo más!
-         ¿Hay algo que corregir?- le pregunto agotada.
-         Dicen que te exijo demasiado, que debo ser más blando contigo. Quizá te venga bien un descanso. ¿Qué tal un mes?
-         Ella no debió decir nada, además no fue eso lo que dije, yo no me queje – se da la vuelta y me deja desolada… Oh, Lily, vas a responderme por esto, confié en ti.
La busco en el camerino general, pocas veces me había sentido tan enojada con alguien. Me enfrenta con ese cinismo que parece su sello; me dice que me veía muy presionada, que solo quería ayudarme. No le creo, no le creo en absoluto.
De vuelta en casa, estoy sentada sobre el suelo con mamá frente a mí. Estamos preparando las zapatillas, mañana es el gran día. Erica esta atormentadote de nuevo. Qué si Thomas ha intentado algo conmigo, que le preocupa que haga alguna tontería y tenga que dejarlo todo. Nunca dejara de echarme en cara todo lo que tuvo que "abandonar" para tenerme… ¿y qué dices de mi madre?, me has absorbido la vida desde que recuerdo, ¿es qué ya no pague lo suficiente mi deuda contigo? Me pregunta por los rasguños en la espalda, le digo que ya estoy bien, pero insiste en verlos, por primera vez sale de mis labios una palabra desconocida para ella… ¡No! Alguien llama a la puerta y rompe la tensión.
-         ¿Quién era? – le pregunto –   Nadie – me responde.
Por un momento le creo, muy pocas personas nos visitan, pero escucho un murmullo del otro lado; me pongo de pie de inmediato, casi la empujo para alcanzar la puerta, alcanzo a ver a Lily en la puerta del elevador. Trato de conversar con ella, pero Erica no me deja en paz, sigue insistiendo en que debo cenar y dormir temprano, mañana es un día importante.
¡Estoy harta de la disciplina, estoy harta de las reglas!, de ser “la niña buena de mamá”, tomo mi abrigo y me voy con Lily, me ha dicho que quiere invitarme a cenar para compensarme de su indiscreción.
Esta chica me sorprende con su desparpajo, debo confesar que su vulgaridad me incomoda. Es muy intuitiva, me dice que estoy muy tensa, saca una delgada cigarrera plateada y de ella dos pequeñas capsulas


-         ¿De veras nunca las has probado?, solo dura un par de horas – me dice, pero no quiero nada, no ahora.
No más prendas rosa, me pongo un malla negra y regreso a buscar a mi compañera, está con dos muchachos, la veo echando el contenido de una de las capsulas en su bebida, pero cuando me ve, me la ofrece.
-         ¿Un par de horas? – le digo, aún dudando de tomar o no el vaso.
-         Solo dos horas – me asegura ella.
El resto es un remolino del que apenas recuerdo algo. Las luces rojas parpadeando, los cuerpos sudorosos moviéndose a mi alrededor y luego bailando con Tom o Andrew, que mas daba, haciendo el amor desenfrenadamente; apenas reacciono un poco y estoy en el cuarto de baño con un tipo al que nunca he visto en mi vida, me lo saco de encima como puedo y corro a la calle. Lo que fuera que me haya dado Lily es endiabladamente genial. Las dos yacemos en la parte de atrás de un taxi, mi cuerpo y mi mente aún parecen marchar por caminos separados; pero no lo suficiente para no advertir la delgada mano de Lily avanzando traviesa hacía mi pierna , para luego perderse entre ellas con una suave presión. La aparto suavemente.
Llego a casa a hurtadillas, intentando en vano no hacer ruido, pero estamos muy  borrachas y reímos como dos tontas. Mi madre aparece repentinamente, como surgida de una pesadilla.
-         ¿Dónde has estado?
-         Creo que en la luna – le respondo sin dejar de reír.
-         Nina, ¿qué has estado haciendo además de beber?
-         ¿De veras quieres saber? – y el deseo de atormentarla late con fuerza en mi sienes y se derrama en mis palabras – estuve, con Tom, y luego con Andrew…
Veo su mano avanzar y no alcanzo a esquivar del todo una bofetada. Tomo a mi compañera del brazo y juntas corremos a mi habitación, aseguro la puerta con el pedazo de madera, ella intenta alcanzarme pero no lo logra, la escucho gritar tras la puerta, pero no me interesa.
-         ¿Qué te sucede Nina?, ¿dónde está mi niña?  me repite angustiada.
-          ¡Ella se fue!  grito sin reconocer mi propia voz. Esta vez no vas a entrar Rebeca, esta vez no.
Estamos a unos pasos de distancia, un deseo extraño, poderoso, casi animal se apodera de mí. Lily me mira provocadora, cedo a mis impulsos, y nos besamos apasionadas, las ropas nos estorban, literalmente nos las arrancamos. Ella se hunde en mi intimidad, y me arrastra en este remolino. No recuerdo haber experimentado antes algo así; el corazón me late desbocado, mis músculos se tensan y no puedo acallar mis gritos. Se detiene un momento para observarme… ¡Veo mi propio rostro!, trato de apartarme, pero de nuevo es Lily, me besa con dulzura, y desciende suavemente. La sensación de placer es tan fuerte que me parece estar fuera de todo lo que tiene sentido; de nuevo me veo a mí misma, y esta vez con una almohada entre las manos, como queriendo asfixiarme… luego todo desparece…
Despierto, miro el reloj, hace mucho que debería estar en la compañía. Me visto a toda prisa. Mi madre esta sentada, siempre de negro, en ocasiones me parece que se difuminara en la oscuridad. No me dice una sola palabra.
Cuando llego, veo algo que me deja abrumada, Lily esta frente a todos ensayando ¡mi escena!, ¡mi cisne negro!, todos aplauden cuando termina. Veo el rostro de aprobación de Leroy. Me alisto para hacer mi acto, sigo sin convencerlo, capto una fugaz mirada entre ellos. Al terminar ella se acerca como si nada, me pide que no hable de más.
-         Tú echaste algo a mi bebida – le digo reprimiendo mi rabia.
-         Si – me responde sin una sombra de culpa.
-         Dijiste que solo duraría unas horas, luego te fuiste en la mañana, dormiste conmigo – empieza a burlarse de lo que le digo. Me mira como si estuviera hablando cosas sin sentido.
Nos están midiendo para hacer los arreglos a los trajes, de pronto aparece Lily… ¿por qué está ella aquí? Mientras la escucho hablar con la costurera, me observo al espejo… allí estoy, es como si me hubiera desdoblado, lo que observo no es la realidad, en su reflejo me veo rasguñandome. No, esto es una pesadilla absurda. 
Increpo a Lil, me dice que Thomas la ha nombrado mi suplente… eso no puede ser cierto… ¡no ella!, ¡no ella por Dios! Corro en busca de Leroy, él no puede hacerme esto. Me dice que no me preocupe, que solo tengo que dar lo mejor de mi y no tendré que preocuparme por nada, además es normal que siempre se cuente con una suplente.
Todos se han marchado, pero yo continuo practicando, debo ser perfecta. Me parece estar rozando con los dedos ese lado sombrio, cada vez me siento más cerca de Odile. De pronto el pianista se detiene, me dice que esta cansado, que continuaremos mañana. ¡Mañana, no existe mañana para mi!, si no lo logro, mi oportunidad se habrá ido para siempre. Otra vez se repite ese fenómeno del espejo, es como si una parte de mi estuviera del otro lado; una parte perversa, lujuriosa, terrible. Las luces se apagan repentinamente. Mi miedo se convierte en pánico, grito que aún estoy allí, pero nadie parece escucharme, veo una sombra atravesar fugaz, la sigo. No puede ser; son Lily y Thomas revolcándose, ella me mira con una sonrisa de triunfo.
Estoy tan turbada, me dirijo a toda prisa a mi camerino, el que antes era de Beth, tomo las pequeñas cosas que le había robado y me dirijo al hospital. Ella está sentada en una silla de ruedas; doblada, ajada, como una vieja muñeca. Me acerco en silencio y una a una voy depositando sus cosas; sus aretes, un adorno plateado, un perfume, su labial y finalmente una delgada lima de uñas, la creía dormida, pero de pronto reacciona y toma mi muñeca con fuerza.
-         ¿Que haces aquí? – su mirada es amarga y triste  ¿me robaste?
-         Yo quería ser perfecta como tú – toma la delgada hoja en una de sus manos.
-         Yo no soy perfecta, ¡yo no soy nada, nada!, ¡nada! – aterrada la veo tomar la hoja y hundírsela en el rostro, trato de arrancársela de las manos. Su rostro se convierte en el mío. Estoy volviendo loca… ¡Oh Dios, estoy perdiendo la razón!
Llego al ascensor, mis manos están cubiertas de sangre, ¿soy yo quién ha lastimado a Beth?, no lo sé, no lo sé.
Al llegar a casa  me limpio las manos en el lavabo de la cocina como un criminal que borra sus huellas… en un hueco oscuro me parece ver a Beth de pie mirándome desafiante. Escucho unos gritos, busco a mi madre, pero no la hallo, entro a su habitación. Las figuras que suele pintar parecen haber cobrado vida, se mueven dentro de las hojas lanzando alaridos plagados de angustia, me cubro los oídos y lanzo un grito de horror. En el pasillo me espera Beth, pero cuando se acerca no es ella, es mi madre, trata de detenerme, pero yo la empujo y corro a mi habitación. Algo esta sucediendo en mí, algo que no alcanzo a explicar, algo lóbrego y devastador está apoderándose de mí. Siento que esto podría destruirme, pero ya no hay punto de retorno.
En qué me he transformado, casi he fracturado la mano de Erica para evitar que entre a mi dormitorio. Oh, el dolor en mi espalda es cada vez más agudo, me descubro. Me miro al espejo, el blanco de mis ojos ha adquirido una tonalidad roja, mi piel está cubierta por unos puntos negros que empiezan a emerger, cuando crecen lo suficiente, arranco uno de ellos… ¡es una pluma negra! Mis rodillas se curvan en un ángulo inverosímil.  No puedo mantener el equilibrio…no recuerdo nada más.





Cuando despierto está mi madre a mi lado acariciando mi frente, me miro las manos, tengo unas medias rosa a manera de mitones.
-         Te estuviste arañando toda la noche – me dice  – Eso no me interesa, busco el reloj por todos lados.
-         ¿Dónde esta mi reloj? – le pregunto furiosa mientras arrojo los cobertores a un lado.
-         Ya llame a la compañía, les dije que no te sentías bien – su respuesta me enfurece aún más, mis ojos van hacía la puerta.
-   ¿Dónde has escondido la perilla?, ¡Déjame abrir la puerta, hoy es mi presentación! – le grito, mientras busco con la mirada por toda la habitación; al fin la encuentro, está sentada sobre esta, no me interesa nada, nada, le retuerzo la mano lastimada hasta que se ve obligada a levantarse, la tomo e intento abrir la puerta. Ella se aferra a uno de mis pies, pero consigo deshacerme de su agarre.
-         ¡No estas bien Nina, esto te está destruyendo, no puedes con esto! – me grita sollozando.
-         Eres tú la que no pudiste, yo soy “La reina Cisne”
Atravieso los pasillos a toda prisa, las miradas caen una tras otra sobre mí hasta que llego a mi camerino. Lily esta junto a Thomas, luce enojada. “No me esperabas maldita zorra, ¿verdad que no?” Leroy entra conmigo.

-         Me dijeron que estabas enferma
-         Estoy aquí, yo haré el papel – le respondo mientras comienzo a maquillarme, el color blanco cubre poco a poco mi rostro.
-         Ya le dije a Lily que lo hiciera – me responde incómodo.
-        ¿Ya la anunciaste?, yo lo haré ¿o acaso quieres otra discusión? – veo dibujarse una sonrisa sutil en su rostro, no esperaba esa respuesta de la dulce Nina.
El teatro está repleto, mi primer acto es magnifico. De pronto veo a Lily deslizando su mano por la entrepierna del muchacho que representa a mi amado príncipe en la obra. “Me traicionas en la realidad y en la ficción, Lily, eres perversa y sucia”.
Estoy completamente desconcentrada, vuelvo a escena, mientras David me sostiene en alto no acierto a continuar, el muchacho termina cediendo a mi peso y me deja caer. ¡Esto es el fin!, ¡El fin!... a pesar de todo continuo, mientras las lágrimas me inundan las mejillas. Trato de excusarme con Thomas, pero esta demasiado enfadado. Debo cambiarme para hacer el papel de cisne negro, regreso a mi camerino. Lily está allí sentada frente al espejo terminándose de maquillar con el vestido negro ya puesto.
-         Que comienzo tan humillante, es mejor que lo haga por ti, ahora es mi turno.
La lanzo contra el espejo, y cae al suelo, seguimos luchando, ella me toma del cuello…me esta sofocando, de pronto este parece alargarse como el de un cisne. Tomo un trozo de cristal y se lo hundo en el estómago.
-         ¡Es mi turno, mi turno! – le grito, la sangre mana de su boca. Despierto como de una pesadilla, recién soy conciente de lo que acabo de hacer, pero no hay tiempo, acaban de hacer la primera llamada. Tomo a Lily por los pies y la arrastro hasta el baño. Debo darme prisa.
Estoy en el escenario, siento la música recorrer mis entrañas, es como alcanzar el éxtasis, ya no soy Nina, soy Odile, y estoy para seducir a mi príncipe. Poco a poco mis hombros, mi cuerpo se va cubriendo de negras plumas; al final dos inmensas alas, oscuras y hermosas ocupan el lugar que antes eran mis brazos y manos. ¡Es un éxito!, el público me aplaude de pie. Vuelvo al escenario para interpretar el resto de mi papel. Corro hacía Thomas y lo beso apasionada. He logrado lo que tanto ansiaba, he encontrado mi lado oscuro.




Regreso al camerino, tengo miedo de encontrarme con el cadáver de Lily, pronto alguien lo descubrirá y qué será de mi entonces. Empiezo a cambiarme para interpretar nuevamente al cisne blanco, este es el final de la obra y el principio de mi gloria. Miro la toalla que debería estar empapada en sangre, pero esta limpia, ni una gota empaña su inmaculado tono rosa. Abro la puerta del baño… ¡No hay nadie allí, nadie! Alguien llama…retrocedo espantada, es Lily… apenas puedo entender lo que me dice, ella no puede estar viva… ¡No puede!
Mis ojos bajan lentamente hasta mi estomago, una gran mancha de sangre se va extendiendo sobre mi blanco traje, con los dedos extraigo un pedazo de vidrio. Yo misma he acabado con la inocente y virginal Odette, yo soy su asesina. No puedo dejar de llorar, pero el maquillaje se lleva mis lágrimas como cada minuto que me queda de vida.
Salgo al escenario, es el acto final. Sigfrido a jurado su amor a la mujer equivocada, y Odette esta condenada al hechizo para siempre, desesperada solo piensa en terminar con su vida.
Pero antes de lanzarme al vacío, miro al príncipe, al hechicero, al público…todo el público es mi madre.  Yazco sobre mi espalda, a lo lejos como en un sueño escucho los aplausos y los vítores. Siento la sangre tibia abandonado mi cuerpo. Veo el rostro de Thomas inclinado sobre mí.
-         ¿Escuchas Nina, son para ti?, ¡sabía que tenías el don! – Lily se da cuenta de la sangre que ahora es ya un charco, Leroy pide ayuda - ¿Qué hiciste, qué hiciste? – me grita desesperado.
-         Solo quería ser perfecta. He sido perfecta.





Banda Sonora: Clint Mansell

10 marzo, 2011

El diario de Nina Sayers III



12 de noviembre de 2009

Erica había comprado un delicioso pastel rosa, con una bailarina en el centro para celebrar la ocasión, cortó un trozo y me lo ofreció sonriente. No quería lastimarla, pero era imposible comerme todo eso. A punto de restringirme la comida, mi estomago se había reducido al tamaño de una nuez. La vi abrir el bote de basura para arrojar en este el hermoso pastel, así que acepte dar una lamida a la crema que tenía en su dedo y comer un pedazo pequeño.
Hoy debo asistir a mi gran presentación, Thomas dice que debo estar lista para los lobos. Me he puesto un vestido largo y blanco, con algunos toques plateados en el corsé, es muy hermoso, mamá me acompaño a elegirlo. Mi peinado es un moño sencillo y mi maquillaje ligeramente recargado, a mi se me antoja que voy muy maquillada, debe ser por la costumbre de prescindir completamente de el. Leroy me da una copa y me toma la mano libre para subir por una gran escalera, el lugar está repleto de gente envuelta en elegantes vestidos y caros trajes. Me siento tan fuera de lugar, yo no pertenezco a este círculo de personas adineradas, ¿hasta qué punto amarán realmente la danza? me pregunto, o solo es otro “evento social ineludible”. Thomas me pide que sonría porque habrá muchas fotos y luego lo observó dirigirse al público. Se refiere a Beth y al último papel que representará, de pronto ella se aleja en mitad del discurso evidentemente trastornada. Luego me presenta como su sucesora… me siento realmente mal por ella. Dios, uno de mis dedos esta sangrando ligeramente, que extraño, no recuerdo haberme lastimado, me distraigo un poco con esto, pero Thomas me vuelve a la realidad están brindando por mi, vaya, no veo los destellos de las cámaras por ningún lado; solo escucho una risa y al fijar mi vista en quien la emite, allí esta de nuevo la misteriosa joven, parece tan desinhibida.
Mi dedo sigue sangrando, me encierro en el baño, una delgada tira de piel cuelga de una mis uñas, me miro al espejo y por un segundo me parece ver un gesto malvado en mi rostro. Alguien me apresura tocando la puerta, sin darme cuenta he tirado de la piel y ahora una parte de mi dedo esta en carne viva. Vuelven a insistir llamando a la puerta; agobiada vuelvo a observarlo bajo el chorro de agua… ¡no hay herida alguna!, ¿qué me sucede?, debe ser la presión del momento, sí, sí, es la presión. Me apresuro a abrir, es la desconocida, se presenta conmigo, me dice que se llama Lily. Lo que hace después me desconcierta, se despoja sin más de su ropa interior y la guarda en su bolso con un suspiro de alivio; se sienta sobre el lavabo y me pide que le haga compañía un rato, le sonrió y salgo de inmediato de la habitación, no sé qué de inquietante hay en ella.
Esta no era una buena noche, ni terminaría siéndolo tampoco. Estaba distraída, concentrada en una de las estatuas cuando Beth se acerco a mi, lucía terrible, sus ojos parecían dos cuencas oscuras por el maquillaje arruinado, además estaba completamente ebria. Iba a descargar toda su ira de un solo golpe.
-         Me había dicho que eras tan virginal. ¿Qué hiciste para obtener el papel?, ¿se lo chupaste?, solo eres una pequeña puta. - Retrocedí amedrentada, aquella furia, aquella vulgaridad eran espantosas de ver y escuchar.
-         ¿Es necesario todo esto? – le dije casi entre lágrimas.
Por suerte llego Thomas a rescatarme, se llevo a Beth a un costado, tratando de consolarla, llamándola su “pequeña princesa”, luego se dirigió hacia mi y me tomo del brazo, todavía podía escuchar sus gritos: “Disfrútalo Nina, disfrútalo mientas puedas”, esas palabras parecían una sentencia.
Leroy me sugirió que fuéramos a su apartamento y yo acepte. ¿Por qué estaba aceptando la invitación de “el director”?, ¿por qué estaba haciendo algo que sabía estaba mal?, cualquiera que nos hubiera visto juntos pensaría con razón que fue así como obtuve el papel. ¿Qué estaba haciendo?
Apenas llegamos se encargo de aclarar las cosas, no podía haber nada entre nosotros, yo asentí aliviada. Sin embargo empezó a hacerme preguntas íntimas, no entendía a qué venía todo aquello. Qué si tenía novio, qué si habían sido muchos, incluso quería saber si era virgen. Respondí incómoda a todas sus preguntas, luego me lanzo algo que hizo que la respiración se me entrecortara, me sugirió que fuera a casa y me masturbara, ¿aquel hombre realmente me estaba pidiendo que hiciera eso? Luego me dijo que el portero me acompañaría y se volvió como si yo ya no formara parte del espacio en que se movía. ¿Erica, por qué no puedes dormirte sin esperar por mi, por qué no lo haces alguna vez? Se levanto apenas me escucho llegar, y como siempre, pese a mis negativas, me ayudo a desvestir. Los arañazos en mi espalda le inundaron los ojos, me halo del brazo hasta el baño para recortarme las uñas. Estaba casi desnuda frente a mi madre tratando de cubrirme a duras penas mientras ella tiraba de mi mano con la pequeña tijera en la suya.
Llego el día, que bien me sentía entre los tibios cobertores, entonces vino a mi mente aquello que me había dicho Thomas, ya no recordaba cuándo fue la última vez que estuve con un chico, menos aún el tiempo que había pasado desde que me brinde algo de placer a mi misma. Sentía deseos de hacerlo, quería hacerlo; mi mano descendió suavemente desde mis pechos hasta mi cintura para perderse dentro de mi ropa interior y luego mis dedos buscaron ansiosos ese lugar, ese punto que podía hacerme vibrar. Me revolví buscando la postura correcta, un ligero temblor se desplegaba por todo el cuerpo, mi respiración se agitaba y empezaba a gemir suavemente; de pronto mire a un lado, ¡mi madre estaba allí!, se había quedado dormida sobre un sillón, me cubrí avergonzada, unos instantes más, solo unos instantes más y me hubiera sorprendido.
Me lance a toda prisa rumbo a la estación, el estreno sería pronto y tenía que practicar. Lily ya estaba allí riendo y danzando despreocupada, coqueteando con los muchachos; los cabellos sueltos, agitándose a cada giro. Se me antojaba como una ninfa extraviada de algún bosque sin nombre. El director se puso a mi lado, él también la observaba.
-         Mírala, solo se deja llevar, sin reglas, ella no finge – sus palabras resonaron en mis oídos, sentía como si me hubiera abofeteado.
Empecé con los ensayos, de pronto todo se interrumpió, una espantosa noticia se esparció por todos lados, Beth había tenido un accidente, estaba internada en el hospital y al parecer bastante mal. Necesitaba respirar, tome mi abrigo y salí a la calle, me senté al borde de una fuente y rompí a llorar, yo tenía la culpa de todo eso, era yo quien le había arrebatado el papel. No me di cuenta en qué momento Thomas llego a mi lado, me levanto el rostro y lo tomo entre sus manos.
-         ¿Qué sucedió? – le pregunte angustiada.
-         Estaba caminando por la calle y un auto la atropello, quiero que entiendas que esto no es tú culpa, no debes permitir que nada te desconcentre. No me extrañaría que lo hubiera hecho a propósito. Además Beth siempre tuvo un lado oscuro. Ese lado que no queremos ver y que a veces puede destruirnos.
Pero eso no era suficiente para mí, compre unas flores y fui a visitarla al hospital. Estaba tan demacrada y pálida, cubierta por una delgada sábana; levante un poco el borde y pude ver sobre su pierna derecha una especie de armazón metálico, aquello me horrorizo, sin embargo, seguí descubriéndola, su pantorrilla estaba cubierta de espantosas cicatrices. Retrocedí intentando ahogar un grito, me tope con una enfermera, no me detuve a darle explicaciones, solo corría, ella jamás volvería a bailar, jamás.
Volví a dormir mal, las cicatrices de Elizabeth me atormentaban. Me desperté muy cansada, tome una ducha y saque la basura, mis ojos se toparon con unas maderas que alguien había abandonado, cogí una de ellas y me la lleve a mi habitación… calzaba perfectamente. Al fin tendré algo de intimidad, ella no podrá abrir la puerta cuando le venga en gana, ahora podía detenerla. 




“Madre, yo te amo, pero puedes ser desesperante, ¿no te das cuenta que tu amor me asfixia?”

09 marzo, 2011

El diario de Nina Sayers II



11 de noviembre de 2009

Tomo de prisa el metro para llegar a los ensayos, hoy se harán las últimas pruebas para saber  quién será la elegida. Una mujer sube en una de las estaciones, parece un poco desorientada, es joven y atractiva, no sé porque ha llamado mi atención. De pronto la veo descender a toda prisa. Para mi sorpresa, mientras nos cambiamos aparece ella, sudorosa y con una sonrisa nos pregunta si es allí la audición, yo asiento con la cabeza. Hay algo que me entristece a pesar de que está puede ser mi oportunidad, Elizabeth Mactyre la,“prima ballerina” de la Compañía durante muchos años será reemplazada, y a nadie parece importarle; Beth sigue siendo hermosa y talentosa, pero ya es algo mayor.
Empiezan los ensayos, todos vestimos de manera despreocupada hasta que de pronto llega Leroy, la maestra da unas palmadas y todos de inmediato nos arreglamos debidamente. Yo admiro y respeto a Thomas Leroy, es uno de los mejores coreógrafos del país; pero es implacable, la perfección es su meta, el no se va a detener a darte palmadas en la espalda ni a decirte palabras consoladoras; si tienes que dejar sudor y sangre en el salón de prácticas… pues debes hacerlo.
Nos mira ensayar y va tocando a algunas de las chicas, luego les dice que estén listas para las prácticas de mañana, las otras tienen la posibilidad de optar para el gran papel, Leroy no me ha tocado… no me ha tocado.
Thomas nos pide que bailemos para él, me deslizo por la sala, mientras interpreto a Odette, luego me pide que interprete el cisne negro; pongo todo mi esfuerzo… noto su gesto de desaprobación. Me hace repetirlo una y otra vez, hasta que el sonido de la puerta me desconcentra, es la chica desconocida.
-         Si solo se tratara de interpretar el cisne blanco el papel sería tuyo – me dice casi en un susurro.
-        ¿ Lo hago de nuevo? – le pregunto angustiada, temiendo que el sueño de ser la “Reina Cisne”, acabe por hacerse añicos.
-         No, es suficiente – y se vuelve a otra de las chicas.
Estoy desolada, solo quiero huir de allí, salgo a toda prisa y en uno de los pasillos que llevan a la estación se cruza conmigo una chica vestida completamente de negro, cuando nos cruzamos ella me observa unos segundos… mis ojos y mis labios se abren entre asombrados y aterrados, soy yo misma, ese es mi rostro, Dios mío, soy yo.
Llego a casa, lo único que deseo es refugiarme en los brazos de mi madre, ella me consolará, siempre me dice que soy “su niña”.
Otro día, anoche no he podido casi dormir y los arañazos en mi espalda han aumentado, me visto rápido, no quiero que mi madre los vea y empiece a acosarme con preguntas.
Todas las chicas están alborotadas, hoy se publicará la lista de los bailarines que abrirán la temporada y encabezandola estará el nombre de la que tendrá el honor de ser la “Reina Cisne”. Yo solo permanezco sentada en un rincón, moviendo mis brazos en armonía a la música que llena mi cabeza. Pero de pronto, me veo interrumpida por el ruido de cosas rompiéndose, finalmente el sonido vibrante y sonoro de un espejo roto. Me acerco temerosa, Beth, pobre Beth, me mira furiosa y pasa a mi lado. Siento una curiosidad morbosa por entrar en su camerino, el camerino de la “gran estrella”; es un desastre, pero sobre el tocador hay un lápiz de labios, casi sin pensarlo lo tomo y lo pongo en mi bolso, no sé qué extraña fuerza me impulsa a hacer esa tontería.
Debo hablar con Thomas, debo decirle que soy capaz de hacer el cisne negro. Suelto mi cabello y me pongo un poco del labial de Mactyre. El sabe por qué estoy allí, me vuelve a echar en cara que no todo es técnica, me dice que ya le dio el papel a Rebecca; solo me doy la vuelta tratando de ocultar mis lágrimas, pero con la mano cierra la puerta.
-         ¿No vas a decir nada?-  me increpa - decir, qué puedo decirle si ya tomo una decisión.
Está demasiado cerca de mí puedo sentir su aliento cálido en mi cuello, entonces siento sus labios pegarse a los míos, en un impulso lo muerdo con fuerza. Se separa de mi desconcertado, no puede creer que lo haya rechazado. Yo quiero el papel, lo quiero más que nada en este mundo, pero no es la cama de nadie donde pienso obtenerlo.
Al salir me topo con las chicas, al parecer ya se publico la lista y todas corren para ver quién es la afortunada, me cruzo con Rebecca y la felicito por su logro. No pasan unos segundos cuando la veo regresar furiosa y dirigirse hacía mi.
-         ¿Por qué me dijiste eso, era alguna broma?, sabes, púdrete.
De qué habla, corro a mirar la lista, allí esta mi nombre:

Queen Swan
Nina Sayers

No, no puede ser cierto, aún estoy aturdida mientras todos me felicitan. Debo llamar a mamá está noticia la pondrá tan feliz. Me encierro en unas de las cabinas del baño y la llamo llorando de felicidad.
- Mami, me dieron el papel, soy la “Reina Cisne”, la escucho reír y llorar del otro lado.
Es mi momento, y no voy a desaprovecharlo.

08 marzo, 2011

El diario de Nina Sayers



Basado en la película: "Black Swan"

Guión:                               Mark Heyman
                                           Andres Heinz
                                           John J. McLaughlin

10 de noviembre de 2009

Desde los seis años mi vida ha transcurrido entre mallas, tutues y zapatillas de baile. Mi madre me llevo a la Escuela de Ballet y poco a poco la danza fue llenando cada espacio de mi existencia, se convirtió en una pasión que inflamaba todo mi ser. Ella solía decirme: “Nina, Nina, no todo es dejarse llevar, la técnica es fundamental”, así fui dejando de lado ese sentimiento que me envolvía cuando sentía vibrar en mi cuerpo cada nota del piano y me concentre en ser la mejor. Olvide los juegos, las salidas con amigos, las locuras de la adolescencia y fui la niña dulce y perfecta que mi madre ansiaba. Le debía tanto, Erica abandono su carrera de bailarina cuando se embarazo de mi, lo dejo todo para poder cuidarme, por lo menos se merecía una buena hija.
A menudo, estoy confundida, no sé quién soy, me he dejado llevar tanto, que he perdido mi identidad. Solo sé que era la Nina que ella siempre ansió que fuera, creo que en el fondo anhelaba alcanzar a través de mi, todo aquello que no había logrado y la hacía sentirse frustrada. 
Siempre fui tímida, callada,  incapaz de defender mis convicciones, siempre aceptando lo que se me ordenaba sin discutir. Las alas plegadas y el cuello inclinado.
Este mundo suele ser feroz, ser la mejor significa horas y horas de entrenamiento; ser liviana y frágil como una pluma. No sé en que momento empecé a sentirme culpable por comer y cada vez que sentía que había comido en exceso me obligaba a vomitar. Estuve un tiempo en tratamiento, pero nunca pude superarlo del todo. Mi madre estaba pegada a mí todo el tiempo, cuidándome. Oh, yo sé que tenía las mejores intenciones, pero en ningún lado podía encontrar un respiro; en la Compañía, era la presión de Thomas, el director; la continúa soledad, las chicas eran muy desinhibidas, conversadoras y en ocasiones venenosas como serpientes, yo no encajaba entre ellas. En casa era mi madre, ayudándome a vestir, sirviéndome el desayuno, controlando mis horarios; cuándo salía y la hora en que debía estar de vuelta, parecía no aceptar que yo no tenía doce años, que era una mujer y necesitaba un poco de espacio. Y todos aquellos dibujos míos que pintaba en acuarela poniéndolos en las paredes de toda su habitación, a menudo todo eso me resultaba aterrador.
Unos extraños arañazos empezaron a aparecerme a un lado de la espalda, no entendía cómo habían llegado allí, después descubrí que yo me los hacía inconscientemente. Durante la noche me rasguñaba dormida hasta lastimarme.
 -  Es la presión mi niña, pero Leroy sabe lo mucho que te esfuerzas - ¿que puede importarle a Thomas cuánto me esfuerce? a él solo le interesa el éxito de la Compañía.
-Pronto elegirán al nuevo rostro de está temporada - le respondo.
Lograrás el protagónico, ya lo verás mi pequeña, pero aunque no fuera así, de todas maneras será un papel importante - me dice sonriente.
¿Importante?, siempre tengo que destacar, amo el ballet, pero en ocasiones siento que detesto todo lo rodea; todo aquello que solo es vanidad, soberbia, envidia, el tener que venderse si lo que quieres es llegar más rápido. Pero esa es una senda triste, sin talento solo permanecerás mientras dure tu belleza y esta es apenas un  soplo, un suspiro.
Leroy quiere abrir la temporada con “El lago de los cisnes”, pero con algunas variaciones en la coreografía, además desea… ¡esto me parece fascinante!, quiere que una misma bailarina interprete los dos papeles; el cisne blanco, dulce, puro, virginal y a la vez a su lujuriosa gemela Odile malvada y oscura, que usara todo el poder de su belleza y seducción para arrebatarle a Odette su gran amor y su salvación, el príncipe Sigfrido.
Yo quiero ser “La reina cisne”, es como Thomas llama a que ocupara el puesto interpretando a  Odette y Odile; sé que puedo hacerlo, tengo la mejor técnica que todo el resto del cuerpo… Yo puedo ser “La reina cisne”, si, si, yo puedo.

02 marzo, 2011

Tristeza


En estos días he pensado tantas veces en cerrar este espacio de una vez y para siempre, pero es como uno de esos amores extraños de los que no puedes desembarazarte... porque sin ellos no podrías vivir. Este es mi lugar, donde puedo expresarme y permitir que otros compartan sus opiniones conmigo.
Mi querida Cyllan, pese a que yo gusto mucho de esta película (El cisne negro), agradezco la sinceridad de tu opinión, no sabes cuanto la aprecio, porque de esto se trata estos espacios, no tenemos porque estar todos de acuerdo en algo. Pero dime, ¿por qué te ha parecido tan mala? Me ha hecho gracia eso de que no has leído "Los miserables" porque es muy gordo.

Últimamente han ocurrido cosas en mi vida por las que no pensé pasar, tragos amargos... de esas heridas que duelen mucho y cada vez que vienen a tu memoria se hunden como un cuchillo. Yo solo quiero paz, solo ansío un tiempo para poder hacer lo que amo, para poder ser yo, para que me dejen vivir... quisiera huir, salir corriendo a cualquier lado, correr y correr sin rumbo... pero no enfrentar los problemas es de cobardes; pretender que todo el mundo va a estar siempre cuidándote como si fueras un niño es absurdo. Pero cuando niña me hicieron vivir como en una burbuja donde nada podía lastimarme. Y al llegar al mundo pues sí, es una jungla, donde tienes que ser astuta, calculadora, engañar, dejar los sentimientos de lado o te destruyen... la ley del más fuerte, dicen.

No me imagine que podía existir tanta maldad en una persona, pero si es posible... y ver que esta maldad esta destruyendo a quien amas, y esta persona se niega a verlo es simplemente... doloroso. Y veo cuan cierto es el dicho "Divide y reinaras"