Mostrando las entradas con la etiqueta Gregory House. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Gregory House. Mostrar todas las entradas

27 junio, 2012

Sin regreso




¡Todo ha terminado!
Estoy a un costado de tu cama, solo sé que es un motel, en algún lugar lejano, no es importante dónde estamos, solo sé que tu deseabas estar aquí.
Sostengo tu mano todavía tibia entre las mías, tus ojos están cerrados. Hora de la muerte: 2:30 a.m. Las lágrimas se escapan de mis ojos sin cesar, por primera vez soy libre para expresar todo mi dolor, este dolor que acalle para no aumentar el tuyo. Por una vez en mi vida antepuse los sentimientos de alguien a los míos, abandone mi egoísmo habitual para hacerte feliz a ti, mi único y querido amigo, mi Jimmy. Puedo gritar y maldecir con todas mis fuerzas, primero porque aquí nadie va a escucharme y segundo porque estoy muerto y los muertos no lloran. Nunca antes había sentido esto, yo que soy un conocedor perfecto del dolor, un bastardo que saco cita con la muerte más veces de las que puedo recordar; y sin embargo no recuerdo haber experimentado antes esto que siento ahora... es como si algo se hubiera roto dentro de mí y los trozos de esa ruptura continuaran rasgando y lacerando todo a su paso hasta quitarme el aliento.
A pesar de que hacía ya un mes que no podías levantarte de esa cama, todavía estabas allí. Todavía podías seguir mis más absurdos razonamientos, todavía podía ver tus pálidos labios curvarse en una sonrisa, sentir el calor de tu piel cuando te mudaba de ropa o te aseaba. Recuerdo que cuando empezamos esta aventura te dije que el cáncer era aburrido, no Wilson, eso no era cierto, solo lo dije para darte valor, pero sobre todo para darme yo mismo valor, porque esta maldita enfermedad puede ser cualquier cosa excepto aburrida. Es agobiante, te sorbe las fuerzas, te exprime las ganas de todo, pero sobretodo duele y debo decirte que ver tu dolor fue peor que el que experimente el día en que me extirparon parte del músculo de la pierna y ni todo el vicodín que durante todos estos años me metí en el organismo podía aliviarlo, porque eras tú quien te retorcías de dolor y eran tus ojos los me suplicaban alivio. Wilson la vida no es justa, de lo contrario no estarías tendido en esa cama. Quizá esa agonía debía haber sido reservada para mí. Yo el miserable drogadicto, el incapaz de preocuparse por los sentimientos de nadie, el razonador sin corazón, el manipulador sin escrúpulos... todo lo contrario a lo que eras tú. Si supieras, Wilson si supieras las veces que tuve que largarme al baño y morder una toalla para acallar mis sollozos, la visión de tus delgadas manos aferrándose a las sábanas, tus mandíbulas apretadas para acallar un grito... las dosis de morfina cada vez mayores, el saber que pronto ya no harían efecto. "Grita Wilson, grita cuanto quieras, aquí nadie podrá oírte", y entonces tu soltabas unos alaridos que aun resuenan en mis oídos y apretabas mi mano con tanta fuerza que luego me dejabas impresos surcos morados en ella. Y aún no era suficiente, porque con nada podré pagar lo que me diste, cada instante que me dedicaste desde que nos conocimos.
Un día no pudiste comer más por tu propia cuanta y tuve que conectarte a un equipo de venoclisis, estabas tan delgado que nadie hubiera podido reconocerte, el maldito cáncer se estaba llevando todo de a pocos; el cálido tono de tu piel, el brillo de tu cabello, los músculos de tu cuerpo, tus ganas de sonreír, de hablar, todo. Ya habíamos conversado sobre esto, cuando fuera insoportable, cuando respirar fuera una agonía y no una necesidad para vivir... entonces yo me encargaría de todo. Ese día llego hoy. Desde el atardecer gemías, porque estabas agotado incluso para gritar y tus ojos me miraban desde sus oscuras cuencas gritándome que ya era hora de dejarte partir... ya era hora, y yo no quería Wilson, no quería dejarte ir, de pronto no sé de donde sacaste fuerzas, tu mano alcanzo mi brazo y la dejaste allí. "Lo prometiste House, lo prometiste", aquella voz provenía de un lugar remoto, era ronca y profunda, no te reconocía en esa voz. Asentí con la cabeza porque me era imposible hablar, desprendí con suavidad tu mano de mi brazo y prepare las inyecciones. Una dosis letal de morfina y toda esta agonía terminarían.
Allí estaba yo, con las jeringas listas alineadas sobre la sábana, parecían un pelotón de fusilamiento con las escopetas listas para actuar en cuanto escucharan la orden: "Apunten, fuego". Las coloque una a una por la vía, tus párpados se fueron cerrando poco a poco, algo parecido a una sonrisa, quiero creer que eso es lo que fue, curvo tus labios... aplique el estetoscopio a tu pecho... ¡tu corazón había dejado de latir! y el mío pronto lo hará también. Antes de partir en este viaje que nos condujo hasta aquí, tu dijiste que no había regreso después de esto... es cierto Wilson, ya no hay regreso, pero antes debo llevarte a algún lugar donde puedan encontrarte, tú no te mereces pudrirte en un sitio sin nombre. Tú te mereces el mejor de los funerales, con muchas personas, al lado de todos los que te amaban. La capilla estará colmada, no habrá espacio para tantas flores. Cuantos lloraran tu partida, porque nadie tiene más derecho que tú a ser llorado, fuiste un hombre bueno y generoso James Wilson, el mejor que he conocido.
Es de madrugada y estamos de regreso en tu antigua oficina del Princenton Plainsboro, te acomodo con cuidado en tu antiguo sillón, ¿cómo logré entrar aquí?, soy House ¿recuerdas? y para mí hay pocas cosas que no pueda solucionar... una de esas es devolverte a la vida. Ahora ya debo irme mi querido Wilson, voy a hacer algo extraño, te voy a dar un beso suave es una de tus delgadas mejillas y luego me iré... ¡hasta siempre mi único y querido amigo!

17 junio, 2012

Hasta siempre Greg House




El 21 de mayo se emitió en Estados Unidos el capítulo final de la serie House MD, un capítulo que cerraba un  período de ocho temporadas. Se despidió con una importante audiencia de 7.4 millones emitida por la cadena FOX, solo  superado por "Dancing whin the stars" con 10.6 millones de la cadena ABC.
Nuestro polémíco doctor, a quien será muy difícil olvidar y cuyas  frases ya forman parte de la historia televisiva; como su tan conocida "everybody lies", se va precisamente con un episodio que se titula "Everybody dies". House hace su último saludo en el escenario fiel a su forma de ser, llegando a los extremos para conseguir lo que desea, solo que esta vez sus artimañas no estarán orientadas a satisfacer el ansia de resolver un enigma médico o conseguir imponer su voluntad o sus egoístas comodidades, no, esta vez esa misma energía la usara para un fin carente de cualquier beneficio propio ya sea intelectual, emocional o físico... será simplemente para estar al lado de quien es su único amigo y "conciencia". El doctor James Wilson, el noble y abnegado colega que lo soporto por veinte años, que sostuvo su mano y se encargó de reunir sus pedazos cada vez que el propio House se encargaba de esparcirlos. Un cáncer terminal le es diagnosticado a Wilson y su muerte es inevitable, por primera vez House es consciente que ni con toda su inteligencia ni sus extraordinarias habilidades para descifrar extraños casos médicos le bastaran para luchar contra la enfermedad de su amigo. Como siempre intentará negar sus sentimientos, manipular los de James para que consienta en continuar con una quimioterapia que solo prolongara su vida pero a un precio doloroso que nuestro oncólogo no está dispuesto a pagar. House sabe perfectamente lo que es vivir día a día con dolor... ¿realmente desea eso para Wilson? Pero igualmente sabe que ha podido sobrevivir a muchas cosas; la pérdida parcial del movimiento de una de sus piernas, el dolor permanente, la pérdida del amor, la privación de la libertad, la cordura, la soledad,  hasta su constante autodestrucción, pero todo esto lo ha sobrellevado sostenido por su fiel compañero... ¿podrá seguir sin él? Este último episodio nos deja con un sabor indefinido en los labios, una incertidumbre que es casi una certeza, House no podrá continuar sin el doctor James Wilson.
Fiel a la inspiración que David Shore encontró en el personaje que le sirvió para crear el suyo (Sherlock Holmes simula su muerte para escapar de los vengadores que buscan hacerse justicia por la muerte de su jefe, el mortal enemigo de Holmes el doctor Moriarty en "El problema final"), House finge la suya para escapar de la justicia y evitar volver a prisión al haber violado los términos de su libertad condicional. Son seis meses, seis preciosos meses que significarían que al recobrar la libertad Wilson ya no estaría más para él. El muere para todos, incluso para su carrera como médico, excepto para su único amigo. Se marcha con él a vivir los últimos cinco meses de vida que le quedan y probablemente los suyos propios.




Para Latinoamérica, este jueves 21 se trasmitirá el especial de dos horas de duración con el capítulo que cierra el ciclo de esta serie, que ya tiene un lugar privilegiado entre las más importantes producciones para la televisión. El mismo día se emitirá una maratón con los mejores capítulos elegidos por los seguidores de la serie a través de intenet.

Así que no me queda sino decir: ¡Hasta siempre House, querido amigo!,  me alegra saber que finalmente has encontrado la paz que siempre buscaste. Wilson  estará contigo siempre, continuara cuidando de tí, tendiendo su mano para salvarte de tus locuras, solo que esta vez también tú estaras allí para sostener la suya... hasta el final.


Spoiler del último capítulo de House "Everybody dies", ver también "Saying goodbye to a wonderful series", una estupenda edición de algunas de las mejores secuencias de la serie.

Gracias David Shore por regalarnos a House MD y gracias a todos los actores que formaron parte de su equipo médico a lo largo de estos ocho años o parte de ellos.
Robert Sean Leonard (Dr. James Wilson)
Lisa Edelstein (Dra. Lisa Cuddy)
Jennifer Morisson (Dra. Allison Cameron)
Omar Epss ( Dr. Eric Foreman)
Jesse Spencer (Dr.Robert Chase)
Olivia Wilde (Dra.Remy Hadley "Trece")
Kal Penn (Dr. Lawrence Kutner)
Peter Jacobson (Dr.Chris Taub)
Charline Yi (Dra. Chi Park )
Amber Tamblyn (Dra. Martha Masters )
Y sobretodo a Hugh Laurie, quien se encargo de darle vida a este complicado personaje, todo un reto que supo cumplir con creces.

22 mayo, 2010

Pocas horas, muchas verdades


La bebida nos hace más sinceros, o mejor dicho nos desinhibe, lo mismo sucede con ciertas drogas derivadas del opio, este es el caso del vicodín, nombre bastante conocido por todos ustedes y reconocida por nuestro insoportable jefe.
A qué hora fue a desaparecer esta nena, cerraron el Princenton y todos tuvimos que quedarnos inmovilizados en el lugar donde nos encontrábamos. Soy demasiado racional para creer en el azar y cosas por el estilo, pero no me puedo explicar por qué razón me quede atrapado en sala de archivos del personal junto a Taub. Hasta entonces no existía nada especial entre nosotros, apenas una delgada capa de compañerismo, amistad nunca, ¿qué tenía yo en común con este hombrecito descendiente de Cyrano de Bergerac? ¡Nada!
Yo había bajado al sótano para buscar un expediente de... bueno, en realidad más bien quería deshacerme de uno, del mío; no de todo por supuesto, sino de una hoja en particular que me traería bastantes incomodidades si alguien le echaba un vistazo. En realidad eso ya tendría que estar ingresado en la base de datos del hospital, sin embargo no lo estaba. Me sorprendió encontrarme con Taub que también andaba en busca de algo, pero por lo visto ya lo había hallado; pero al parecer había hecho un descubrimiento mayor, allí estaban todos los expedientes de nuestros colegas, podía apostar que todos guardaban alguna cosa oscura. De pronto se empezó a escuchar por los altavoces una alarma anunciando que el hospital se cerraba y todos debían permanecer donde se encontraban. Así que ese fue el inicio de todas las locuras que hicimos.
- Mira, tenemos a nuestra disposición todos los files del personal.
- ¿Qué viniste a buscar aquí?
- El expediente de Sanders.
- Bueno, veo que ya lo encontraste.
- Y también encontré todo esto, ¿no te parecería interesante enterarte de algunas cosas?
- ¡Deja eso en su lugar!
- Empecemos por nuestro jefe.
Cuando dijo esto despertó mi curiosidad, qué cosas podría tener escondidas House. Así que hice a un lado mis hipócritas escrúpulos y me acerque a Taub para echarle un vistazo a la carpeta. Tenía como diez denuncias por mala praxis, pero cuando nos pusimos a mirar los nombres de los pacientes, resultó que todos eran del mismo: Lissa Cuddy, ¿pero cómo era posible que hasta aquí nos tendiera sus trampas?
- ¿Cómo pudo saber que buscaríamos aquí? - me dijo con la sorpresa todavía retratada en su rostro.
- Si queremos sacarle el máximo provecho a todo esto tenemos que pensar como él.
- Y qué haremos, ¿portarnos como unos malditos?
- Quizá, ¿qué tal si probamos su antiguo combustible?
Y le mostré dos frascos de Vicodín que había requisado, los ojos de Taub se abrieron inmensos, cómo preguntándome qué clase de locura le estaba proponiendo. Pero luego tomo uno de los frascos, saco una pastilla y se la metió en la boca.
- ¿Una?, con eso no harás nada.
Los dos nos tomamos dos, tres, ya no recuerdo. Solo sé que estábamos tirados en el piso al través, viendo cómo todo daba vueltas y riéndonos como un par de tontos. Después de un rato y con mucho esfuerzo logramos ponernos de pie, agarrándonos de los estantes para tomar equilibrio. Taub, seguía empeñado en rebuscar entre los expedientes, de pronto encontró uno que pareció despertar su interés.
- Egresado de Hopkins, con excelentes notas...
- ¡Dame acá eso!
Y comencé a correr tras el para quitarle mi file, parecíamos dos niños sueltos en un parque. Pero en verdad me sentía más divertido que enfadado con aquel juego. Me hice con el suyo para molestarle también, pero no había mucho que ocultar.
- Vaya, ¿así que hiciste trampa en un examen?
- Debía aprobar.
- Pero no tenías necesidad de hacerla, eras bastante bueno.
- Tenía que estar seguro de ser el mejor.
El vicodín es una verdadera patada al cerebro, y claro que no está bien que un neurólogo se exprese así, pero no encuentro otra forma de expresar lo que siento; ya, ya sé que son procesos químicos a nivel neuronal... pero ahora no puedo hilar bien las ideas, mi capacidad de reacción es casi nula. Taub está a mi lado mostrándome una nota en el expediente de Richard, el anestesiólogo. Ambos comenzamos a reír sin parar. Y de nuevo tengo la sensación de ser una burbuja que danza en el aire sin ton ni son; dónde es arriba y dónde abajo, dónde termina o empieza esta sala eso es algo a lo que no puedo responder solo siento la necesidad de asirme a algo porque irremediablemente voy a aterrizar en el piso de nuevo. Tomo a Taub por los hombros y lo arrastró conmigo en la caída, y seguimos riendo hasta que nos duelen los músculos del estomago y nos saltan lágrimas de los ojos. De pronto Chris se queda en silencio, su mirada es extraña, nunca antes se la había visto; es lánguida, pero cargada de... ¿deseo?
- Sabes que eres muy bueno, con el tiempo podrás ser como House - me dice arrastrando las palabras, parece que le costara hablar.
- ¿Y tú? - le respondo, tratando de poner distancia entre nosotros.
- ¿Yo?, yo nunca seré como ustedes, soy un excelente cirujano plástico. Podré atinar de cuando en cuando, pero no tengo esa capacidad analítica que parece destruir todo lo demás.
- ¿A qué te refieres? - le digo retrocediendo aun más, porque él sigue acercándose de una manera que me atemoriza, pero a la vez me turba.
- Se han convertido en pura lógica, son capaces de analizar lo más intrincado, excepto sus sentimientos. Echaste de tu lado a alguien como Trece; y House hizo lo mismo, con Cameron y Cuddy... ¿a qué le temen?, a sentirse vulnerables ante otra persona. A sentir que no pueden controlarlo todo, ni explicarlo todo.

Taub ha dado en el clavo. Cada cosa que he logrado me ha costado muchísimo, y siempre quiero más, mi ambición no conoce límites. Nada fue tan agradable como ocupar la jefatura del Departamento de Diagnósticos los meses que House estuvo internado. Yo quiero poder, y cuando se ambiciona demasiado, los sentimientos estorban, no nos permiten razonar con objetividad.
- Yo lo quiero así, quiero el puesto de House.
- Y vas a terminar como él. Un adicto infeliz y solitario. ¿No crees que sea muy alto el precio?
- Yo no soy él, no necesito de drogas para pensar.
- El no las toma, o bueno, las tomaba para pensar, era por el dolor. ¿Es que no te has dado cuenta que no es solo el dolor físico lo que le atormenta? La soledad lo destruye como a cualquiera. Eric, House no es un extraterrestre; siente necesidad de compañía como cualquiera, o por qué crees que tiene ese apego que raya en lo insano a Wilson, él es la cuerda que lo ata a este mundo... si esa cuerda se rompe, no quiero pensar qué sucederá con él. ¿Eso quieres para tí?, perdona, pero te aprecio lo suficiente para desearte un futuro así - no sé cómo su mano ha venido a parar sobre la mía y ahora la oprime suavemente, quiero quitarla pero no puedo. Estoy demasiado mareado, demasiado cansado, demasiado solo.
- No, no quiero eso para mí - le digo acercándome para rodearle los hombros con mi brazo.
- Ni yo - me responde, siento entonces un beso breve en una mejilla.
- ¿Pero qué haces? - le digo mientras lo empujo con fuerza para apartarlo de mi lado.
- No sé, la verdad es que no lo sé - le miro a los ojos y veo en ellos sinceridad, ternura y de nuevo eso que me asusta, deseo.
Ahora sus labios se posan en los míos, una caricia breve, como quien calcula si el piso es lo suficientemente fuerte para sostener su peso. No quiere dar un paso en falso y caer al vacío. Su matrimonio es extraño, dice amar a su esposa pero la engaña a la primera oportunidad. ¿Qué estas buscando Taub? otra cuerda quizá. Me vuelve a besar, pero ahora es un beso más profundo, menos tierno, y ya no me niego más. Tenemos unos minutos, unas horas tal vez, hasta que todo este revuelto se calmé; entonces él volverá a ser Chris Taub y yo Eric Foreman (ese que es incapaz de mostrar emoción alguna, Remy me conto como bromeaba con respecto a mis expresiones), siento sus manos vagar por mi cuerpo, abriéndose paso entre las ropas; las mías descansan tranquilas en su espalda. Cierro los ojos y pienso en lo agradable que es sentir otra piel sobre la propia, saborear unos besos que pueden transformarse de pronto en una tempestad.

De nuevo los altavoces resuenan por todos lados, las puertas se abren, "el momento" paso. Nos levantamos con rapidez, mientras nos acomodamos las ropas. El tiempo solo nos permitió besos y caricias. Creo que ambos necesitabamos este contacto, al final nos ha hecho bien, ahora ya no nos quedan muchos secretos. Probablemente algunos se han quedado escondidos en el fondo de nuestra memoria, pero así esta bien, porque los necesitámos para sentirnos seguros. Esto que nos ha sucedido también va a formar parte de esos secretos. Lo miro, le sonrío levemente y me apresuro a salir de la habitación, pero antes de cerrar la puerta veo que ha tomado una hoja de mi file y la ha puesto en la trituradora de papel.

Taub, eres extraño, tan extraño como yo, parece que es un requisito inconciente salirse algo de lo normal para poder trabajar con alguien que esta por completo fuera de lo convencional.

03 diciembre, 2009

Jueves


La canción en la que está inspirada está historia pertenece al grupo "La oreja de van Gogh" que fue escrita a raíz de los acontecimientos ocurridos el 11 de marzo de 2004 en España. En mi opinión, no es un canto al dolor o a la tristeza, es un canto a la esperanza y al amor.
No es de mi autoría, pertenece a un querido amigo, Héctor, que la adapto para unos personajes conocidos por todos los que han visitado este espacio.

El viento frío corre recio, y un hombre de edad madura se encamina hacía el estacionamiento de taxis para tomar uno. Es alto y algo desgarbado, no viste con la pulcritud que le correspondería a alguien de su profesión; sin embargo resulta atractivo con la barba de tres días y sus ojos azules de mirada penetrante. Parece discutir consigo mismo mientras camina apoyado en un bastón de bruñida madera.
- Si, supongo que esto es mejor que un montón de prostitutas en mi apartamento… si he de perder el tiempo que sea en una estúpida convención.
Mientras Gregory House se dispone a tomar el taxi, una mujer ajetreada se lo gana y con una mirada despectiva lo barre y suelta una risita cínica.
- ¡Soy invalido! - le grita al momento de levantar su bastón y enseñárselo - de igual forma ese trasero no merece contonearse por la calle- termina murmurando.
- ¿Por qué no intenta tomar el tren?- le dice el amable portero del hotel- igual lo lleva al Centro de Convenciones
- ¿Cómo sabe usted a dónde voy?
- Tiene bastón, una carpeta con un Logo del Medical Center… y una actitud muy petulante… usted debe ser el doctor Gregory House.
Aparentando indiferencia, avanza unos pasos hacía el sur, pero el portero le dice:
-¡Doctor!, esta usted tomando el camino equivocado…
- “Lo único que me faltaba esta mañana”- piensa, con total apatía da la vuelta y se dirige a la estación de trenes.
- Vaya que es un hombre orgulloso - musita el portero- igual pudo esperar el siguiente taxi- una sonrisa aparece en su rostro una vez que el médico se ha perdido de vista.
En el comedor del hotel entre tanto ajetreo, una figura inmóvil, pasiva, se hace notar, frente a él un sobre amarillo mate con su nombre escrito, en una de las esquinas el logo pomposo de un despacho de abogados y un poco más abajo la firma del que hasta hace poco era el abogado de ambos.
-No pienso abrirlo - se decía, aunque sus ojos cafés reflejaban como la duda lo carcomía.
El café hace rato que se había enfriado, al primer sorbo el doctor James E. Wilson recupera la noción del tiempo, sabe lo que escuchara en la convención, no es nada nuevo para él, nada interesante en realidad, pero igual trata de convencerse que puede llenar su cerebro de datos sobre su especialidad y así dejar de pensar en ese sobre grande y amarillo.
Se levanta y casi sin darse cuenta traía el sobre en la mano junto con su abrigo, ¿por qué no se le olvidaría sobre la mesa donde desayunaba? Eran inicios de marzo y el invierno quería hacerse notar en sus últimos días de agonía, de su maletín saca una bufanda y un gorro… el sol brillaba, pero el aire aún era helado. Al cruzar la puerta de la estación notó con gran desilusión que su tren se había ido, miró su reloj y con gran desesperanza se resigno a abordar otro que no era el que lo llevaría directo a su destino y tendría que hacer escala en otro lado, pero después de todo no era tan malo, al menos podría contemplar el paisaje invernal de la ciudad.
Wilson aparentaba ser un hombre sereno, tranquilo… pero si alguien ganaba su confianza, se mostraba como realmente era. A pesar que le disgustaba el bullicio prefería los trenes a un auto particular.
El tren estaba abarrotado, House hábilmente logra deslizarse hacía el ultimo asiento disponible.
- ¡Oiga! - le dice una mujer mayor - ¡Era el último!
- Si, es una suerte que lo hallara - le contesta cínicamente.
- Deje que lo ocupe alguien que lo necesite, señor - le reprende la anciana.
- Si puede usar tacones señora, - dice al momento de señalarle los zapatos con su bastón- creo que soportara el viaje… ah… además soy lisiado- concluye mostrándole el bastón.
- Pudo tomar un taxi… ¿Por qué no tomo uno?
-¿Y perderme el maravilloso paisaje? Por cierto, ¿sabe restar?, ¿nota la diferencia entre .50c y $10 dls.? Yo si, es casi un combo de McDonal’s
Indignada la señora se da la vuelta y se resigna a viajar de pie.
- ¡Oye tú! - dice House dirigiéndose a un hombre de unos 30 años que viaja sentado cerca a la señora- ¿Tienes problemas al respirar?
- Si… ¿por… qué lo pregunta?
- Resulta que soy médico, y para matar el rato me entretengo diagnosticando a la gente… ¿Te duele la pierna derecha?
- Si - contesta con preocupación…
- No quiero alarmarte, pero te vendría bien caminar por el vagón, estar sentado cuando se esta por sufrir una embolia no es bueno…
Intrigado y asustado el hombre toma su portafolio y camina hacía otro vagón. La mujer mayor con gracia toma el asiento recién desocupado y con una sonrisa agradece a su extraño salvador.
- Oh, no me agradezca, lo hice mas por mí que por usted, no quiero arriesgarme a que me golpee con su bolso.
Con gran indiferencia toma una de las revistas especializadas que carga y se pone a leer. A simple vista parece un citadino cualquiera, una gabardina gris a medio abrochar, una boina de igual color, pantalones de mezclilla con tenis deportivos, un saco azul y una camisa sin planchar, Su barba rayaba entre una mala rasurada y un chiste mal hecho por la genética.
En la siguiente estación la mayoría baja y pocos suben, nada interesante para House salvo por un tipo que entra al tren disculpándose con una señora que le piso el pie.
-“Interesante”- piensa- “Alguien se disculpa por recibir un pisotón, es casi como decir: Oh, siento mucho haber puesto mi pie para evitar que la suela de su zapato tocara el sucio piso del anden… ¿Quién en su sano juicio hace eso?” Al observarlo detenidamente, House recae en los pequeños detalles; un abrigo que combina con su sombrero y su bufanda, corbata combinada con sus calcetines, zapatos pulcros, rayando en la obsesión, y ropa perfectamente planchada.
Por mas que lo intentaba, House no dejaba de pensar en esta persona, pero era tiempo de llegar a su destino, el centro de convenciones, aquel lugar sería su suplicio durante las próximas 6 horas… en realidad eran 8, pero logró reducirlas gracias a lo que él considera su don, la constante rebeldía a ser puntual. Para su sorpresa, el sujeto de su atención baja junto con él, House decide guardar alguna distancia, no sabía por qué, pero presentía que irían al mismo lugar; con recelo House lo mira llegar a la entrada principal del centro de convenciones, así que acelera el paso para darse a notar… Wilson repara en que alguien mas va entrar detrás de él, sin prestar especial interés mantiene la puerta abierta por cortesía.
- Alguien tiene que decirle que la amabilidad esta sobrevalorada - murmura House, al verle seguir su camino dentro del edificio.
- La conferencia empezó desde las 8:00 am. Dr. … - dice la recepcionista, buscando el gafete de identificación.
- Oh, lo siento - dice House sacando la tarjeta de su bolsillo- mira… si hubiera llegado puntual hoy, el resto esperaría que lo hiciera todos los días.
Una sonrisa que raya en el cinismo se deja ver en sus labios mientras se aleja caminando lentamente por el amplio pasillo del edificio.
Durante el almuerzo, por todos los medios como su pierna se lo permitía, Greg buscaba al sujeto del tren. Estaba en su naturaleza, era un hombre curioso, deseoso de saber las respuestas, de resolver las dudas, y el derroche de amabilidad que vio en la mañana lo tenia perplejo.
El sobre amarillo era una maldición para él, ya sabía lo que contenía, así que no había necesidad de abrirlo, pero muy dentro pensaba que si no lo abría las cosas dejarían de suceder… que, quizás, no lo perdería todo. Totalmente decidido toma su taza de café y se levanta de la mesa del restaurante, mira desafiante al sobre y lo toma con desprecio dirigiéndose a la salida.
La búsqueda parece infructífera, y la pierna le duele terriblemente, para colmo de males, el vicodin se había quedado en el sofá de su habitación. Rendido House toma asiento en la última mesa, por unos instantes solo puede concentrarse en el dolor, pero al girar la cabeza lo ve venir y aunque bien pudo haberlo saludado para llamar su atención (considerando que un tipo amable nunca despreciaría un saludo) lo único que se le ocurre es poner su bastón a modo de que Wilson tropiece, pero este solo da una zancada y esquiva el obstáculo. La cara que pone House es como para reír... y él mismo lo sabe.
Al caer la tarde el frío se pone intenso y un poco de aguanieve se deja caer, James se enfunda en su abrigo y sale del edificio para tomar el tren. El tema de la conferencia del día es acerca de los nuevos métodos para afrontar la depresión en los pacientes de cáncer, nada nuevo, así que no valía la pena meditar en el asunto. Una sensación extraña lo embargaba, con total indiferencia dejo pasar el directo… algo en él deseaba retrasar lo mas posible la llegada a su frío y solitario cuarto de hotel. Así que decidió dirigirse al tren por la misma ruta larga que había tomado en la mañana. A punto de cerrarse la puerta, Wilson consigue entrar y se sienta justo dos filas delante de House. Intrigado aún, este se dispone a abordarlo, cualquier cosa serviría, un saludo, una alusión sobre el horrible clima, incluso un comentario sarcástico de esos que le salen tan bien, podrían ser el motivo para iniciar una conversación. De pronto algún comentario sobre él, sobre su exceso de gentileza o quizás sobre ese sobre tan grande que carga… una pequeña broma para romper el hielo. Pero algo lo detuvo, de pronto perdió la confianza, tal vez por que comparo su propia apariencia con la de él, ¿cómo alguien tan desaliñado se presentaría como médico? De repente, sus comentarios sarcásticos dejaron de parecerle inteligentes y bien elaborados ¿Alguien tan amable gustaría del sarcasmo y la ironía? Pero a qué venía todo eso, quizá la pregunta mas importante que cruzó por su mente fue el por qué quería causar una buena impresión, nunca antes le había importado lo que los demás pensaran e incluso estaba seguro de que ese hecho no había cambiado, pero frente a este amable sujeto sentía la necesidad de causarle una buena impresión. Aun mayor era su inquietud por seguir ignorando el nombre del doctor y tener que llamarlo el “tío que desborda Amabilidad”.
Ese día pudo deducir que era oncólogo al verlo entrar a la conferencia que hacia alusión al cáncer después del almuerzo. También especuló que, al menos, no tenía una pareja estable dado que no había sortija ni un celular que sonará insistentemente a todas horas… Aunque igual, eso podía significar que su pareja no le prestaba suficiente atención… pero si era eso, su amabilidad se reduciría de un don a algo enfermizo y obsesivo. La meditación tuvo que terminar al momento en que el tren llego a la estación en la cual James bajaba. Una vez más, House se quedó con la curiosidad insatisfecha.
Esa noche, en la recepción del hotel, un grandioso piano decoraba el ambiente, House no pudo evitar el deseo de sentir las teclas bajo sus dedos. Se acercó hasta este y dejo que su mano acariciara la superficie pulida, acercó una silla y empezó a tocar. Cerró los ojos, inspirado quién sabe de dónde… las notas salían con una magnifica armonía, y una sonrisa sincera asomaba en su delgados labios.
Era el segundo día de la convención, pero igualmente al doctor House le importo poco llegar tarde, además, esa noche después de su soberbia exposición como pianista la vigilia se hizo presente. A mitad del camino, en la estación en la cual el tren hacia parada, House no dejaba de mirar de reojo a quienes abordaban y, aunque no esperaba verlo, sus ojos brillaron al verlo subir.
Su mirada lo siguió hasta su asiento, dos filas delante de él. Noto que si miraba el reflejo de la ventana podía ver su perfil, algo que resultaba imposible estando posicionado atrás.
Recordaba que la noche anterior no había podido dormir bien, así que había aprovechado el insomnio para hacer algo que no había hecho nunca antes. Sin saber por qué, se dedicó a planchar la muda de ropa que utilizaría ese día: un pantalón negro y una camisa azul. Por primera vez había dejado los tenis en el closet y unos zapatos formales y lustrosos tomaban su lugar. Llevaba otro saco, el cual combinaba con el pantalón y finalmente un abrigo sin arrugas que le cubría del frío. House aún no podía creer lo que había hecho… ¿Tan importante era causarle una buena impresión? ah, pero como le dolía admitir que este pequeño cambio de imagen le gustaba.
De reojo echaba pequeños vistazos al reflejo en la ventana. La mirada perdida, un poco desilusionada del joven llamó su atención… era obvio que no la estaba pasando bien. Entonces le vio dar un bostezo, sin duda él también había pasado una mala noche; House sabía que esto podría convertirse en la oportunidad que buscaba, un comentario sobre la vigilia podía dar pie a una conversación, quizás, incluso tomar un café juntos para despabilarse un poco. Como si se sintiera observado Wilson alzó la mirada, e instintivamente se vuelve hacia el reflejo de la ventana, al hacerlo nota unos ojos azules que lo observan, pero que al momento de fijarse en ellos, estos se cierran inmediatamente, como tratando de evitar la mirada, así que James suspira y aparta la mirada hacía la otra ventana.
“Esto fue increíble”- piensa House - “y realmente tonto”
Nuevamente la confianza que había logrado reunir se disipó como partículas de polvo flotando en el aire. En ese momento se sentía increíblemente pequeño. Miro su mano derecha con atención… estaba sudorosa y temblaba un poco. El día de conferencia transcurrió como el anterior, sin interés para ninguno de los dos. Wilson estaba perturbado, ya ni escuchar parlotear a alguien en la convención le servía para evitar pensar en ese sobre amarillo, necesitaba algo para distraerse. Así que antes de dirigirse a la estación, pasó por la librería que se hallaba a la vuelta del edificio de convenciones.
- Si gusta, puede dejar sus cosas en el mostrador - le dijo la joven recepcionista.
La librería estaba prácticamente vacía, Wilson podría estar a sus anchas en los pasillos, leyendo contraportadas y revisando los libros. Nada le impedía pasearse sin tapujos en la sección de poesía, sin tener que estar al pendiente de las miradas de otros.
Pocos minutos después, Gregory House llegó también a la librería, nuevamente había seguido al amable médico manteniendo una distancia prudente, al posar la vista en el mostrador reconoce inmediatamente los objetos que se hallan sobre este. Disimuladamente se acerca para mirar de reojo el gran sobre amarillo; un brillo apareció en su mirada, ¡por fin pudo averiguar el nombre! Sin embargo, al analizarlo más detenidamente se hizo una idea del resto de la situación. La mirada incómoda de la joven del mostrador lo distrajo un momento, la situación se puso tensa, era obvio que la chica lo había advertido.
- Señor, ¿Lo puedo ayudar en algo?
- No, en realidad no… parece que eres muy joven y probablemente me meta en líos legales - nuevamente la sonrisa cínica se dibujó en su rostro, mientras la muchacha se ruborizaba, House dio la vuelta y se dispuso a salir.
Por el vitral, desde afuera, House trato de buscar a Wilson, y al hallarlo se concentró en su expresión impasible mientras leía un libro, lo único que alcanzaba a distinguir de este era el apellido BECKER con letras doradas, al fijarse nuevamente en el otro médico notó algo que no había visto, una sonrisa dibujada en su rostro. Sin proponérselo, él también sonreía - “Así que te llamas James Evan Wilson”- pensó House mientras caminaba por la calle rumbo a la estación.
Inmerso en la lectura, Wilson tuvo que volver en sí al momento de concluir el poema que leía, nuevamente se había retrasado, pero había valido la pena. Al salir de la librería, el crepúsculo pintaba de violetas y azules la nieve del suelo y como si del mismo poema se hablara, una parvada de golondrinas alzaron el vuelo desde un árbol cercano, anunciando así la pronta llegada de la primavera.
Con libro, maletín y sobre en mano, Wilson se dirigió a toda prisa a la estación. Al llegar al anden poca gente estaba esperando, al pensar que el otro tren también lo había dejado se resigno a esperar el siguiente. Muy cerca a él un hombre de cabello entre gris y rubio, con ojos azules y un abrigo oscuro esperaba el tren al igual que él, tenía una expresión distraída pintada en el rostro. Con algo de recelo, pero sin prestarle mayor atención, Wilson logro musitar un saludo. Mientras tanto House no conseguía siquiera iniciar algo que pudiera llamarse conversación.
Y como los trenes de la estación, el silencio iba y venía entre los dos. House estaba más que decidido a hablarle hoy ¿Qué por qué a él? Finalmente lo sabía: de tanta gente en esa aburrida convención no pudo hallar a nadie tan interesante como aquel hombre, un bonachón tan distinto a él, con una situación difícil, de la cuál seguramente, ni él mismo hubiera afrontado con tal estoicismo.
Esta vez en lugar de ocupar el asiento de siempre, ocuparía el que esta enfrente del que generalmente solía ocupar, esta vez no se conformaría con mirarle la cara de reojo o en un simple reflejo. Nuevamente comenzó a preparar la posible situación, cómo iniciaría la conversación, cómo lograría que se sincerara con él. Así que de algún modo tenía que lograr recuperar su confianza.
Otro día más, otro día gris y aburrido... al llegar a la estación donde Wilson solía abordar el tren, este no aparece. Simplemente no estaba allí, Greg se puso nervioso; quizá era posible que ya hubiera regresado, que pensara que este último día de la convención no valía la pena, que era más importante intentar recuperar a su esposa, o de pronto se había rendido y se había lanzado a una noche de juerga para ahogar sus penas… No, eso no era posible, quizás House fuera un imbécil al tratar a las personas, pero podía captar pequeños detalles que revelaban la actitud de estas, y por lo poco que sabía de Wilson todo lo anterior se volvía improbable.
El tiempo de espera en la estación estaba por terminarse, Greg se acercó a la puerta con la esperanza de que Wilson apareciera. Justo en el momento que el tren cerraba sus puertas el otro apareció en el andén, agitado y con el rostro encendido por la carrera, sin pensarlo House detuvo las puertas con su bastón, lo que dio tiempo para que subiera.
Todavía con la respiración agitada, Wilson se sienta e intenta relajarse, de inmediato House ocupa el asiento de al lado. James había pasado por alto la acción del extraño hombre y de darle las gracias. Tal vez los escenarios mentales son fáciles de imaginar, pero los hechos reales cuestan trabajo. Tras 5 minutos de silencio, Wilson saca su recién adquirido libro y empieza a leer. Para no quedarse en atrás, House toma una de sus revistas y finge leer, entonces así podría al menos sacar un tema de conversación; pero no podía evitar que su mirada fuera una y otra vez a su compañero de asiento, este, al verse insistentemente observado lanza un suspiro, un suspiro de aquellos de resignación al saber lo incomodo que será viajar con un tipo como ese al lado.
Nuevamente sus miradas se cruzan pero esta vez Wilson no la aparta, así que House cierra los ojos y al abrirlos los dirige hacia su revista. Algo en su compañero de viaje se le hacía familiar a James, pero él no era tan curioso como House, así que retomó su lectura. Cansado ya de ceder a su cobardía House comenzó la plática:
- Dr… Jam…es.. Wil…son - dijo con palabras entrecortadas.
- ¿Perdón? - contestó el otro al no entender bien la frase; House no lo creía, había hecho el tonto frente a él.
La frase “trágame tierra” le venía bien, pero lo hecho, hecho está, no había más que terminar la plática.
- Dr. James Wilson ¿No se llama así?
- ¿Le conozco de algún lado?
- Bien, pues, vaya… Igual soy doctor… Gregory House… - dijo, mientras le extendía la mano. No sabía explicarse la razón de su nerviosismo… ni siquiera sabía que más podía decir.
- Ah… ¿No me diga que también esta en la convención?
- Si, ya sabe… esos decanos y sus ideas… Bien pareciera que lo único que quieren es librarse de uno…
La plática transcurrió sin problemas… House había logrado su cometido, y Wilson no hallaba motivos para ser reservado con él. De hecho, conforme la conversación avanzaba parecía que llevaran años de conocerse. Y los temores de Greg se esfumaron, a menudo se interrumpían en su afán de hablar; eran como aquellas personas que no hablan con otras por largo tiempo y de pronto al hallarse con alguien dispuesto a escucharlos se desatan en un cálido torrente de palabras.
Ese día, el último de la convención, fue tan distinto. Ambos habían simpatizado mutuamente, durante las conferencias discutían datos y estadísticas y, cuando se presentaba la oportunidad, se daban el lujo de criticar a los decanos y demás doctores. Wilson parecía entender el humor sarcástico de House, incluso agregándole algunos detalles. Durante el almuerzo ambos se quejaron de lo que sus respectivos hospitales hacían mal y cada uno se reía de los errores que había cometido el otro.
Al finalizar el día, se pusieron de acuerdo para beber unos tragos. Habían visto un bar agradable y se dirigieron hacía allá; después de dos tragos, los temas triviales se agotaron Y Wilson llevó la plática a lo personal.
- Ese sobre que no dejo- mencionó - lo manda el abogado de mi esposa, son los papeles del divorcio.
- ¿Estuviste jugando sucio y temes que te quite la mitad de tu salario? - le contesta House, la familiaridad ya se había hecho presente.
- No… bueno, mas bien ambos, los dos nos jugamos sucio… yo la descubrí primero con otro y pensé que si le revelaba mi aventura, el perdón sería reciproco…
- Pero ella te mandó a la…
- Si, así de lejos me mandó
-Todo el mundo miente - agregó House - fuiste un idiota al confesarle.
Wilson agachó la mirada, las palabras de House, aunque fuertes, no dejaban de ser ciertas.
- ¿Tu igual mientes?
-Todo el mundo lo hace, sería muy egocéntrico de mi parte excluirme de esa afirmación - respondió después de terminarse su trago- Entre mas pronto firmes esos papeles, mas rápido te libraras de ella.
House se alejó de la barra, dejándole a Wilson la cuenta (quien diría que con el transcurrir de los años esa sería la constante) Finalmente ambos se dirigieron a la estación. El último tren que los llevaría a su destino recién llegaba. Solo ellos dos lo abordaron y en la siguiente estación los pocos pasajeros que aún permanecían en el tren, bajaron es la estación. Estaban solos.
Nuevamente el silencio se hizo presente, pero esta vez no fue por lo incomodo de la situación o por timidez, simplemente los temas de conversación se habían agotado por ese día.
Poco antes de llegar a la estación donde Wilson bajaba, este rompió el silencio.
- ¿Sabes, House? No te conocía hasta esta mañana, pero algo en ti me resultaba familiar
- Tal vez, notabas mi presencia en el tren y en la convención.
- Si… tal vez era eso o que no podía hacerme el desentendido ante tus miradas y en que dejabas una distancia prudente mientras me seguías - Wilson dibujo una sonrisa burlona en su rostro, mientras que House se quedó en silencio y agachó la mirada.
- Seguro fue eso - musitó finalmente.
- Cada mañana - continuó Wilson - quién sabe por qué razón, rechazaba el tren que me llevaba directo de mi hotel al centro de convenciones y esperaba este, que tomaba un trayecto más largo.
- ¿Y? - preguntó sarcásticamente House.
- Y... me ha hecho bien conocerte.
El tren se detuvo y Wilson bajó. Al continuar su recorrido House se quedó meditando, pensando en las palabras del que ahora ya podía considerar algo muy cercano a un amigo. La convención había terminado, era momento de partir.
A diferencia de los días anteriores, muy temprano se dirige a la estación de trenes, a lo lejos escucha la despedida del portero del hotel. Al llegar al andén, solo le queda esperar, quizá él aparezca; al poco tiempo la presencia de alguien junto a él lo hace volverse. Es James Wilson, con su maleta de viaje y su sonrisa de niño.
- Llegas tarde- le dice
- Esta vez no hay prisa - contesta Wilson- lo que me sorprende es que tú llegues puntual.
- Solo te dejaste llevar por un comentario que dije.
- Eso y el hecho que llegaras tarde todos los días de la convención.
El tren llega, ambos lo toman, esta vez el viaje será más largo, ambos se dirigen a Nueva Jersey, House había logrado convencerlo, sin mucho esfuerzo en realidad, que tenía mayores oportunidades de desarrollarse profesionalmente en el Princenton. Guardan el equipaje y se sientan juntos, Wilson junto a la ventana y House, por motivo de su pierna, junto al pasillo.
El camino es largo y poco a poco, el sueño se va apoderando de Greg que comienza dormitar, pronto su amigo también cae rendido y recarga su cabeza en el hombro de House.
Un sonido chirriante los despierta a ambos, en una curva para tomar el túnel el tren ha perdido sus luces. Wilson toma la mano de House en busca de apoyo, en total oscuridad, mientras que este busca a tientas el rostro de su amigo, al sentirlo nota como el otro lo recarga sobre su palma y siente caer una lagrima… El tiempo parece detenerse, hacía tanto que no daba una muestra de ternura que en un principio se siente confuso, sabía que James necesitaba de él en esos instantes, lo único que pudo hacer fue abrazarlo con fuerza, reclinando su cabeza sobre su pecho y dejando que sus largos dedos se enredaran entre sus suaves cabellos. Igualmente sabía que un beso sería inapropiado, una amistad duraría para siempre, una relación acabaría con todo, House lo sabía, Wilson lo sabía…
- House - dice Wilson al momento de soltarse
- ¿Si?
- Te quiero - finaliza.
House suspira como si se tratara del último soplo de su corazón y una sonrisa aparece en su cara justo en el mismo momento en que el tren sale del túnel y la luz del sol entra por la ventana.
- "Al fin llegaste, después de esperar por tanto tiempo, al fin llegaste" - piensa House mientras su mano se posa con delicadeza sobre la de James.

"Fue sin querer... es caprichoso el azar. No te busqué, ni me viniste a buscar. Tú estabas donde no tenías que estar; y yo pasé, pasé sin querer pasar. Y me viste y te vi entre la gente que iba y venía con prisa...Tanto tiempo esperándote..."



22 octubre, 2009

Me voy al Princenton Plainsboro


Mis queridos amigos me he decidido a abrir un blog nuevo, exclusivamente para noticias, fotos, y por supuesto relatos de mi muy apreciado Dr. House. Claro que también pondré noticias sobre el actor que tan magistralmente interpreta al malhumorado médico, es decir Hugh Laurie.
Es un anhelo que venia posponiendo de hace mucho, ahora lo he hecho finalmente realidad.
He trasladado las 19 entradas de house que tenía en este blog, como una primera entrada (en bloque).

Aquí les dejo el enlace, para cuando deseen darse una vuelta por allí. En ambas casitas son y serán siempre bienvenidos.

08 octubre, 2009

Libres


Ninguno de los guionistas de la serie a la que le damos vida, se atreverá a escribir nuestros verdaderos sentimientos; pese a todo lo liberales que se muestran los estadounidenses (su objetivo), no escribirán una sola línea sobre relación alguna que vaya más allá de lo estrictamente amistoso entre nosotros. Imagínate que apostarán a la ruleta su serie ganadora. ¡No!
Qué ocurría si dieran ese salto, ¿ganarían un público y perderían otro?, no lo sé. Solo sé que tú y yo tenemos en cierta forma "vida", y cuando no estén frente a sus ordenadores rebanándose los sesos para ver cómo me hacen más desgraciado en cada capítulo, nosotros podemos esfumarnos. Abandonar las hojas y hacer lo que queramos... podemos, ¿verdad Wilson?, porque sé que tú también lo quieres.
He visto tanto escrito por ahí sobre nosotros; desde las cosas más racionales y dulzonas, como te gustarían a ti; hasta las más hot, que son bastante hot, incluso para mí. Nos ponen en cada situación, ejem... creo que me estoy sonrojando, ¿yo?, bueno sí, ¿y qué?
Encima tengo que aguantar está cojera de marras, porque como ya te dije; además de antipático, cínico, malhablado y drogadicto , me tenían que hacer cojo... y aquí entre nosotros, está cojera me tiene realmente fastidiado. Me duele la pierna, la espalda, el brazo, el hombro... en fin, casi todo. Y no me vengas con que mis dolores son un reflejo de mis sentimientos de culpa, porque en verdad Jimmy, que te pongo al límite como solo yo sé hacerlo; y tú sabes bien a qué me refiero. A ver cómo te las arreglas pagando los vidrios que destroces en el hospital.
Pero a ti si te la pusieron fácil; siempre bien afeitado, impecable, con zapatos de marca. Derramando comprensión, ternura y consuelo a todas las damiselas que se te crucen por delante. El sensible y guapo médico que todos adoran. No tienes que cojear, solo pasear tu lindo trasero en tu batita, por supuesto, impecable también, por todo el set de grabación.
Yo siempre tengo que andar con aspecto de vagabundo, un día antes me dedicó a dormir sobre mis camisas, para que alcancen el punto exacto de arrugamiento (¿existe está palabra? ¡Al diablo si no!). Llevar esta barba que me escuece el rostro y el cuello, no has notado que siempre ando medio irritado debajo de la barbilla. Y esas pastillitas que tengo que tomar por lo menos seis o diez veces por capítulo; dicen que están hechas de lactosa, que no hacen daño, espero que así sea... ¡que, que no me las tenía que tragar!
Bueno, a lo nuestro, leyendo por ahí la infinidad de foros que se desviven opinando con quién enredarme... ¿has oído lo de los Huddy, Hameron y Hilson? a ver cuál de los términos más extravagante. Bueno, estos últimos, los "Hilson" (no es necesario que te explique que es una fusión de nuestros nombres), nos quieren ver juntos y es un buen porcentaje.
Tendríamos que estar borrachos para "liberarnos", ¿recuerdas esas líneas de Trece?, esas en que decía que el alcohol no te cambia sino simplemente muestra cómo eres realmente.
La serie nunca aclaro por qué estaba yo bebiendo solo a las cinco de la tarde; ese terrible día que termino con el accidente del ómnibus y la posterior muerte de Amber, tú Amber. Era por ti, era porque ya sabía que está vez irremediablemente te iba a perder. Contra ella no podía luchar, era lo que necesitabas y bien sabía que está vez no iba a ser una más de la lista de las señoras Wilson, esta vez sería la definitiva. Y por más pactos absurdos que hiciera para pelear por tu "tenencia", como si te tratarás de nuestro hijo, te alejarías de mí, y esa idea era demasiado amarga para digerirla.
Ponme ante el caso médico más intrincado que de seguro lo resolveré. O a estudiar a los demás, fijarme en esos pequeños detalles en los que nadie repara y descifraré rápidamente sus personalidades, sus mentiras. Así me concibió Shore, un Sherlock Holmes que persigue enfermedades en vez de criminales. Pero él y su equipo fallaron en algo, me imposibilitaron descifrarme a mi mismo, me negaron poder expresar lo que siento. Bebía porque soy un cobarde, y me dolía ver como lentamente nuestra unión se iría pique y tu ausencia iba a ser el último paso a mi autodestrucción.
Pero ahora estamos libres, todos se han marchado; las luces del set se han apagado. Hasta mañana muy temprano estaremos solos.
¿Quieres arriesgarte conmigo, apostar el futuro a la ruleta? Wilson, nunca es tarde, creo yo para empezar. El mundo aun está en su lugar, y si revienta quiero estar a tú lado... ¿lo quieres tú? Todo alrededor nuestro esta a oscuras y en silencio, aún vestidos con las ropas de la última escena. No sabes que difícil es hablar de esto para mí; los sentimientos no siempre calzan con el orgullo, que error Jimmy, que error. Ya estuve a punto de perderte tantas veces, pero está vez no, y si te marchas te juro que te volveré a encontrar. No dices nada, agachas la cabeza, lo sabía, no sientes lo mismo que yo.
- No necesito ningún trago - me dices y yo te miro extrañado - No necesito estar bebido para saber lo que siento por ti, pero si tú estabas asustado, yo estaba aterrado, te han hecho tan complicado. Vas al contrario de todo el mundo; lo normal es buscar la felicidad, pero tú no, buscas ser el más desgraciado a toda costa. No sé si el amor de Cameron podía ayudarte, pero ni siquiera lo intentaste; rechazaste a Stacy a quien amabas, porque a ella sí la amabas; huyes de cualquier compromiso con Cuddy. Pero algo sí que haces bien, buscar destruirte; si no es drogándote, con la motocicleta, con los enchufes, con inducirte al coma, lo que sea... ¿por qué te castigas así?, ¿qué es lo que no te perdonas? A veces pienso que hay mucho más de lo que me has contado, no solo es lo que tu padre te hizo... ¿qué es tan terrible que no quieres ni siquiera pronunciarlo?
-
Nada, no tengo nada que confesar San Wilson.
- ¡Mientes!
¿Acaso crees que no lo e intuido ya?, solo deseo que seas tú mismo quien me lo diga.
-
Ya te dije que no hay nada.
- Ni siquiera eres consiente de lo que dices, ¿estas escuchándote?, me estas casi confesando que... que... y dices que todo está normal.
- Eres importante para mí.
-
Y eso qué significa, en qué sentido soy importante. ¿Porque soy tu conciencia, tu freno, tu compañero para unos tragos?, ¿porque me gustan los MonsterTruck, quizá?
-
No seas idiota, sabes que es más que todo eso.
-
Pues dilo, quiero escucharte decirlo. Qué te asusta, ¿admitir que eres como Trece de la tanto te burlas?, que no todas tus aventuras han sido con mujeres y que usas la mordacidad cuando te refieres a ello porque disfraza muy bien tus verdaderos deseos. Eso puede funcionar para todos, pero no para mí House, a mí no me engañas.
Me arrepiento de haber empezado con esto, pero ya es demasiado tarde para detenerme. Ya lo sabe, ¿desde cuándo lo sabe?, ¿cómo ha podido ocultármelo? ¡A mi!
- ¿Hace cuánto que lo descubriste?
-
¿Eso es lo único que te importa saber? Desde que nos conocimos en esa Convención Médica. Querías conocerme y la única manera de hacerlo; claro, no puedes dejar de ser quien eres, fue provocándome hasta armar aquel alboroto en el bar. Pagaste mi fianza y ya tenías un motivo para entablar una amistad... pero nunca fuiste más allá, ¿por qué?
-
¿Te tiras a una piscina sin saber si está llena?, bueno tú lo haces cada vez que puedes, así que debes ser todo un experto en caídas; pero resulta que yo no, y me duelen mucho... demasiado.
-
Por dios House, han pasado más de diez años; ¿y es que ese intelecto superior no te sirve más que para descifrar enigmas médicos? Quién pasaría voluntariamente más de una hora a tu lado, o aguantaría todas tus locuras, o estaría allí para servirte de conciencia o de pegamento para cuando te desarmas.
-
¿Entonces tú también...?
- ¡Demonios!, dilo, dilo de una buena vez, es que tanto te asusta esa palabra.
- Esa palabra ya me trajo mucho dolor.
- ¡Yo no soy Stacy! No dices que nunca es tarde para empezar,
Greg es ahora, tal vez no haya otra oportunidad. Un día el público se cansará de nosotros como siempre sucede, cancelaran la serie y ambos pasaremos al olvido. Pero mientras existamos no quiero pasarlo guardándome esto.
-
Jimmy, yo te amo.
-
Y yo a ti, desde que te veía poner una y otra vez aquella bendita canción y luego fijar tus ojos azules desafiantes en mí, para probar hasta dónde daba mi paciencia.
-
Pero tú también guardaste silencio todo este tiempo.
-
Yo siempre he salido solo con mujeres y no podía explicarme está extraña atracción por ti, me asustaba. Por eso iba de relación en relación negando lo que sentía, tratando de reafirmar mi hombría y todo mis intentos se estrellaban contra ti... hasta que llegó Amber, eras tú en versión femenina; manipuladora, egocéntrica, capaz de cualquier cosa para lograr sus fines. Ella no era "una necesitada", más bien ella cuidaba de mí. A ella podía darle todo lo que ansiaba darte a ti, sin miedo, sin prejuicios... creo que te amaba a través de Amber.
Me asusta pedirle lo que lo voy a pedir, pero sus ojos brillan extrañamente y su respiración está ligeramente agitada, sus mejillas están encendidas y sus labios muy rojos. No está vez no me va a doler, creo que hay suficiente agua en la piscina, hasta desbordarse y convertirse en un inmenso mar
.


- ¿Te quedas conmigo está noche?
- Siempre he estado contigo, solo siénteme y ya no hables más.

30 septiembre, 2009

Al fin llegaste Hugh


Luego de muchos, muchos meses de haber escrito a los Estudios de la Universal donde se graba la serie, con el apoyo de mi Dalia en la cuestión del idioma, solicite una foto autografiada de Laurie. Y cuando ya no tenía ni la más remota esperanza de que mi petición alguna vez tuviera resultado... ¡zas!, que llego a casa y encuentro un sobre y ¡Oh sorpresa!, era la foto de Hugh, sí, sí, ya sé que es una de tantas que debe repartir como figuritas, pero para mí es importante.

Mañana empieza la sexta temporada de House, con un especial de dos horas, por supuesto ya he visto algunos avances y todo está centrado en su estancia en el el Hospital Psiquíatrico de Mayfield, está superinteresante y como dicen en la promoción de uno de los espacios de la FOX, en esos 120 minutos: "No estoy para nadie".

La foto no está muy nítida, pero en vivo esta linda.

Gracias Hugh, aunque no tengas la más remota idea de quién soy. Para muchos alguien medio chiflada, pero que bien se siente dejar de ser tan racional y volver a los diecisiete como dice mi bella Violeta Parra.

21 septiembre, 2009

Emmy, esquivo Emmy


Los Premios Emmy son galardones que se entregan anualmente como premio a la excelencia en la industria de la televisión estadounidense. Tres organizaciones separadas pero relacionadas presentan los Premios Emmy: La Academia de artes y Ciencias de la televisión (Academy of Television Arts & Sciences) honra a la televisión, mientras las otras dos a los deportes y a las producciones extranjeras.
El nombre Emmy tuvo sus orígenes en el término Immy, que se usó en los primeros tiempos de la televisión para identificar el tubo de registro de imágenes de las cámaras. Las iniciales de la palabra "imagen" en diminutivo, Immy, se transformaron en el nombre Emmy, de carácter más femenino. La estatuilla, que representa a una mujer, la diseñó el ingeniero Louis MacManus, cuyo modelo fue su propia esposa. Su estatua fue la última en llegar de las 48 que se presentaron al concurso convocado, y fue la que ganó la competición.
Las alas representan la musa del arte y el átomo representa el "electrón de la ciencia".
Ayer 20 de setiembre se realizó la 61 entrega de los Emmys realizada en las instalaciones del Teatro Nokia de Los Angeles teniendo como anfitrión a Neil Patrick Harris.
En cuanto representaban mayor interés para mí, estaban las categorías en las que competía mi serie favorita "House MD"; nuevamente la suerte le fue esquiva tanto a la serie como al estupendo actor Hugh Laurie; llevándose los galardones de mejor serie dramática: "Breakind Bad" y el actor Jon Hamn de "Mad Men"

Mejor actor drama:
Mad Men
Damages
House
Lost
Big Love
Breaking Bad
Dexter

Mejor Serie Drama:
Jon Hamm (Mad Men)
Bryan Cranston (Breaking Bad)
Michael C. Hall (Dexter)
Gabriel Byrne (In Treatment)
Hugh Laurie (House)
Simon Baker (The Mentalist)

No he podido apreciar las otras series así que difícilmente podría establecer un criterio completamente objetivo de si la premiación es justa o no, pero aquí les dejo extractos los dos los dos últimos capítulos de la sexta temporada de House MD, las imágenes hablan por sí mismas.

Under my skyn




Both side now

08 septiembre, 2009

La Galería


Esté es un pequeño entretenimiento que me inspiró mi amigo Héctor, vaya que los fans de House son creativos. Aquí encontrarán para todos los gustos. House en solitario, con el grupo, con su querido Wilson; las hay cómicas, tiernas, y simplemente hermosas.

En primer lugar una muy querida para mí porque la hizo un amigo, Sergio.



House y su adorado tormento













House en solitario









House y su Primer Equipo










Y estas son las más hermosas, lástima que no sé a quién pertenecen.








Es que me falta el aliento

Para Héctor


Salí de prisa para alcanzarte cerca al ascensor, ¿te habías accidentado con la moto?, por qué tendría esto que sorprenderme; era lo más lógico, solo era cuestión de tiempo. Mientras corría hacía ti iba rogando que no tuviera que armarte de nuevo, porque aunque casi te conozco de memoria, mis ojos no han tenido acceso a todas tus zonas. Eres un territorio que carece de mapa para guiarse; salvaje, inhóspito, casi inaccesible.
Pero... ¿por qué estabas en Middletown?, ¡Dios!, habías conducido en moto hasta otro estado, y lo peor de todo es que no me dijiste nada.
Tienes golpeado el rostro y un tremendo raspón en el brazo; por lo demás pareces entero. Al ver entrar el grupo de lejos llegue a pensar que el de la camilla podías ser tú. House, estás consumiendo tus vidas más rápido que un gato callejero y ya no sé hasta cuándo te acompañe la suerte.
Te preguntó si estas bien y por qué razón estabas tan lejos y nos enfrascamos en otra de esas absurdas conversaciones en las que siempre termino contigo.
- Hey, solo por curiosidad... ¿qué hacías en Middletown?
- ¿Qué te importa?
- Porque soy tu amigo.
- Estaba comprando una guitarra.
- Sí, oí eso, pertenecía a un guitarrista que murió en un accidente de moto. Esto huele a ti, jodiendo a la gente. Tu accidente fue a 15 Km. de la Clínica del Dolor del condado de Orange.
- Tu vives a 15 Km. de "La ropa de Mary" y aun así, eso no está en mi lista de razones por las que creo que secretamente eres un travesti.
- Sí, ¡vas a otro estado a conseguir drogas!
- Fui a ver a tu ex-ex-ex-esposa que vive en el Thompson Rigde para decirle que estas haciendo un circuito de lectura, para que se asegurará de ajustar un poco la pensión alimenticia.
- ...Tú no harías eso.
- Sí claro, yo no lo haría.
Me quedó de una pieza, es que realmente viajaría hasta Nueva York solo para fastidiarme la vida, pues... sí, era capaz de eso y más. Lo dejo con su paciente y voy a mi oficina a hacer una llamada URGENTE a Bonnie. Debo estirar el sueldo como chicle, tengo todo perfectamente calculado; todas las cifras en orden... y un pequeño ajuste, por muy poco que sea me va a causar algunas molestias. Pero será hijo de... no, no creo que haya hecho eso realmente, sabe muy bien que si no tengo dinero no le puedo pagar sus comidas, ni prestarle nada, mejor dicho "regalarle", porque lo que le presto a House, difícilmente regresa a mi cartera.
Allí estoy sentado en mi consultorio atendiendo a los pacientes, sin conseguir quitarme de la cabeza el verdadero motivo de la salida de House... pero ¿por qué me importa tanto?, eso es algo a lo que no puedo responder. Estoy por irme a casa, antes paso por la oficina de mi amigo, que casi siempre por estas horas está trabajando casi en penumbras.
- Llame a mi ex-ex-ex-esposa, estaba en una especie de sauna en Nuevo México la semana pasada. ¿Qué hacías realmente en Nueva York?
- ¿Sabes como odias cuando descubro tus mentiras?... quiero decir tu vida.
- Por qué has comenzado a ser evasivo, a menos que tengas algo que evadir.
- Interesante- se queda por unos minutos en silencio y me clava sus ojos azules, me doy cuenta que lleva la misma ropa desde el accidente. El parche del brazo es nuevo, cortesía de la buena de Cameron de seguro - No tiene nada que ver contigo, tu esposa o mi dolor. Me dirigí al State Correctional en Fishkill.
Lo miro intrigado y no pierdo la oportunidad de regalarle un poco de su medicina, una buena dosis de sarcasmo.
- Una de tus putas arreglo una visita conyugal - ni siquiera se inmuta, menos sonríe.
- Es donde está encerrado el hermano de Foreman.
Lo hizo de nuevo, otra vez me deja intrigado y con cara de idiota que es lo que más placer le causa. Me lanzo a hacer algunas averiguaciones, por lo general sé todo sobre él o casi todo, bueno, en realidad lo que House me quiera contar... así que está salidita me da mucho campo para especular. ¿Estará saliendo con alguien?... ¡no, definitivamente no! él no quiere ningún tipo de enredos sentimentales; si no lo ha hecho aquí teniendo a una belleza como Cuddy, aunque está se haga la desentendida, mucho menos va a viajar kilómetros en una moto para buscar a su "amada". No por ahí no va la cosa, no se trata de ninguna mujer, suspiro aliviado... hey, ¿por qué suspiro, y encima con alivio? ¿Acaso tengo alguna razón por la que deba importarme la vida sentimental de House?, cada vez me entiendo menos. Pero no sabe que puedo ser tan testarudo como él, si quiere jugar al misterioso, pues yo jugaré al detective y no voy a dejarlo en paz hasta que me diga o averigüe por mí mismo que estuvo haciendo en Middletown. Así que al otro día lo acecho en la cafetería, como siempre comiendo su hamburguesa con papas fritas.
- No visitaste al hermano de Foreman tampoco.
Está vez está algo serio y realmente se nota que no quiere continuar charlando.
- Estoy ocupado, Kutner está haciendo una punción lumbar, tengo que concentrarme - solo le falto agregar, ¡esfúmate!, pero la palabra se le quedo atrapada en la lengua y no dijo nada.
- Tengo los registros de seguridad de los visitantes diarios, registros telefónicos, nunca contactaste con nadie en Fishkill... entonces pregunto otra vez, ¿qué hacías en Middletown? - yo mismo me escucho asombrado, es que en realidad había hecho todas esas investigaciones, tanto me interesa lo qué hace este idiota, pues sucede que el idiota me importa y mucho. De nuevo sus ojos me taladran.
- ¿Sabes qué es más interesante que saber lo que estoy haciendo?, la razón por la estas tan obsesionado con lo que estoy haciendo.
- Deja de evitar el tema House.
- Lo dice quien lo evita - suena su celular, nos quedamos unos segundos en silencio, lo apaga rápidamente y lo vuelve a poner en su bolsillo. Me vuelve a mirar, pero no hay ni un asomo de sonrisa en su cara. Está demasiado serio para mi gusto.
- La razón por la que estaba ahí, es la razón por la que estas tan asustado de que haya estado por allá. Estaba buscando tu pequeño y sucio secreto. ¿Desde hace cuánto duermes con ella?
Quería mutar a estado líquido y escurrirme por el piso, no sé cómo lo hace pero siempre consigue voltear la tortilla y ahora era yo quien estaba escondiéndole cosas... y lo peor de todo es que era cierto.
- ¿Co... Cómo lo supiste? - alcanzo a balbucear, ahora sí se está divirtiendo a mi costa, esa llamita juguetona brilla en su mirada, aunque todo el resto de su rostro siga aparentemente serio.
- Tus únicos secretos son sobre chicas que te avergüenzan, y la única chica que puede avergonzarte es la que conociste recientemente, es la del nido del Cuco de tu hermano.
Si pudiera me daba de cabezazos con la pared que tengo más cerca, cómo puede estar este hombre enterado de todo lo que hago y no decir nada de nada; pero por supuesto, estaba esperando el momento oportuno para echármelo en cara. ¿Así que se la pasa hurgando en mi vida y luego se enoja porque quiero saber más de la suya? No debería ni responderle, pero allí voy de nuevo a rendirle cuentas como si fuera mi madre o mi... será mejor que frene mis pensamientos, van demasiado a prisa y House puede leer en mi rostro como en un libro abierto.
- Solo hemos salido un par de veces.
- Es una cuidadora como todas tus otras fallidas "ex". Y es que alguien que cuide a tu hermano... - pone cara de extrañeza - ¿Quién fue la última persona que cuidó de tu hermano?
- ¿Crees que es complejo de Edipo? - yo mismo no sé si solo le sigo la corriente o de verdad estoy cuestionando mis motivos.
- De hecho, estaba pensando en la masturbación... pero creo que tu mamá cuidó primero de él. Así que el camino más seguro es que te arranques los ojos.
Se levanta como si nada y me deja allí nadando en un mar de dudas, y con las manos cubriéndome el rostro, que es un gesto que se ha vuelto habitual en mí después de una conversación que saca a la luz cosas que no quiero.
He conseguido hacerme de su móvil, con la rapidez que salió con el equipo ni se percató que lo lo había dejado caer. Marco sin perder tiempo el número al que tantas veces ha colgado... Dios, esto si no me lo esperaba. Por qué no me hablaste de lo que te estaba ocurriendo, por qué siempre callas lo que realmente es importante y terminamos hablando de tonterías.
- House, dejaste esto en mi oficina.
- No, no lo hice, a menos que tenga un agujero en el bolsillo.
- Es cierto, ahora que lo recuerdo, te lo robe. Porque si fuiste a comprobar lo de mi novia, no hubieras regresado aquí a mentirme sobre ello, me lo habrías restregado en el rostro.
- Subestimas la calidad del entretenimiento de tus obsesiones.
- Y luego están todas esas llamadas que no contestabas delante de mí
- ahora sí lo tengo acorralado, conozco esa mirada, es como si tu cerebro estuviera trabajando a mil por hora para buscar un atajo, algo con que cerrarme la boca, pero no puede, ya sabes que es demasiado tarde - Así que llame al número de las llamadas que estabas recibiendo. Estas viendo a un psiquiatra.
Te das la vuelta y casi me gritas que no tengo ningún derecho a invadir tu privacidad, realmente estas huyendo de mi; pero yo no pienso dejarte ir y voy tras de ti, te veo entrar a visitar a tu paciente, sacas de bajo su almohada una grabadora, te miro asombrado... ¿de qué privacidad estas hablando? ¡Estas espiando a tu equipo! - Ironías - me dices, y luego agregas que es cuestión de prioridades. Y vuelves a salir a paso rápido por el pasillo.
- Con eso es con lo que vas a torturarme en este momento.
Demonios, no quiero torturarte trato de explicarte, es absurdo que te avergüences de buscar ayuda, tener que conducir más de una hora para que nadie se entere... ¡solo tú!. Pero es un avance porque a pesar de lo que piensas de la rehabilitación lo estás intentando, es que quieres cambiar, ya te cansaste de meter la pata cada vez que tienes una oportunidad de ser feliz. Te digo que habrá que darle el mérito a Cuddy, te veo entrar al ascensor, estas buscando un número en tu celular. Me miras desafiante con esa mirada que a veces me asusta.
- No hay que darle mérito a nadie, ya que no funcionó.
Tus ojos me observan casi con rabia, y eliminas el número. Antes que se cierren las puertas del ascensor te digo algo.
- House, te vas a quedar solo.
Siento recorrerme un escalofrío, nunca le había visto antes esa mirada; parece una mezcla de miedo y tristeza, siento como si le hubiera dado un puñetazo en su pierna lastimada. Me observa como si no me viera, o mejor dicho me estuviera mirando desde otro mundo. Las puertas se cierran.
No, no voy a dejarte así, ¿cómo vas a regresar a casa? la moto debe estar en el taller. Busco los otros ascensores pero tardan mucho, bajo las escaleras a toda prisa para alcanzarte en el estacionamiento. Te veo en la soledad del lugar rengueando lentamente, allí está tu moto, por lo visto tampoco salio demasiado lastimada. Nunca había sentido está especie de dolor intenso en el pecho, es que me falta el aliento, verte así me duele House. Siempre corriendo a tu destrucción, por qué rechazas la felicidad, por qué piensas que no mereces ser amado.
- ¡House, espera yo te llevo a casa!
- ¿Por qué?, la moto está bien, unos raspones más, es igual.
- Porque me da la maldita gana de llevarte.
- Vete a consolar a tus enfermos, o mejor ve a volar al nido de tu cuidadora.
Me plantó entre la motocicleta y él, sus ojos son dos dagas azules que podrían cortarme en pedazos si quisieran.
- ¡Quítate de ahí Wilson!
- ¡No quiero!
Te acercas a mí amenazante, no estoy seguro si vas a darme un puñetazo o a golpearme con el bastón. Pero igual no me muevo. Cierras los ojos como para calmar la tormenta que debe estar agitándose dentro de ti. Te detienes muy cerca de mí, puedo sentir tu respiración agitada, tu olor en su esencia más natural. Tus ojos me están suplicando que te ayude, pero tus gestos dicen otra cosa, me das un empujón que me hace trastabillar.
- No quiero hacerte daño, no a ti Wilson, ¡déjame en paz!
Te tomo por los hombros y te obligo a mirarme, no dejamos de mirarnos. Nos separan unos centímetros, un poco más solo un poco más y alcanzaría tus delgados labios. Un paso más y tendría tu cuerpo pegado al mío. Estas temblando, no sé si es el dolor, la ira, el deseo, el frío o todo junto. Pero sé bien que no va a ocurrir nada. Te libras de mis manos sin brusquedad, tú mano se posa unos instantes en mi rostro y luego subes a la moto sin decir nada. Pones en marcha el motor y te vuelves hacía mi.
- Nadie puede salvarme Jimmy, este es mi infierno, solo mío.
Y te alejas, extiendo la mano como si con ese solo gesto pudiera detenerte. Me has dejado ver tu alma por unos segundos.
No es solo tu infierno House es también el mío, si tan solo me dejaras cuidarte para que nada, ni siquiera tu mismo pueda hacerte daño... y ya se me van a acabar los dedos de contar las veces es que has puesto en peligro tu vida. Pero aquí no se trata solo de tu vida sino de tu cordura, sabes lo que significa el que ya no pudieras ejercer, ese sí sería el fin... si has buscado un especialista es porque estas desesperado.
Dios, House aquí está mi mano, tómala por favor tómala, antes que caigas al abismo.

Nota: Los diálogos en azul oscuro pertenecen integramente al capítulo "Locked in" episodio 19 de la quinta temporada de la serie "House MD".

04 septiembre, 2009

Tristeza



Me subo a la moto y arranco veloz rumbo a mi departamento, las luces del alumbrado de las calles pasan como flashes que cortan las penumbras. El acelerador al máximo, el frío colándose por entre las ropas hasta sentirlo como una caricia helada en todo el cuerpo. En mi pecho, en mis piernas, en mis brazos. Tengo prisa por llegar, pero... ¿a dónde quiero realmente llegar?, ¿para qué?, ¿quién me espera? solo tú, vieja amiga Oscuridad. Tal vez me caliente una sopa enlatada, o busque algunas galletas medio rancias en la alacena y me siente en mi viejo sillón a mirar la televisión. Puede que tenga suerte y pasen algún especial de MonsterTruck.
Hay muchas ocasiones en que le gano la batalla a mi otro compañero, el Silencio; es cuando me siento al piano y cierro los ojos y dejo correr mis dedos por su teclado y lo que nunca diré con palabras lo dice él con melodías dulces, arrebatadas, tristes. Sin embargo hay ocasiones en que incluso él no quiere hablar.
A menudo pienso que sentir me aterra más que morir; con la muerte todo termina, no creo que haya nada más allá. Todo se resume al aquí y al ahora. Pero sentir... sentir es otra cosa, es abandonar los escudos, las espadas y las lanzas y quedarse completamente vulnerable al otro.
Mi padre hizo un buen trabajo conmigo, fui su mejor subordinado. Disciplina, reglas, puntualidad... ¿Decir alguna palabra de aliento, demostrar algún afecto?, ¡impensable!, eso no cabía dentro de su razonamiento. Ah... y decir siempre la verdad, la maldita verdad como una virtud inviolable. Yo me convertí en todo lo contrario a lo que el quería; me importa un bledo llegar temprano a cualquier lugar, ya se trate del trabajo, de una conferencia o donde demonios sea. ¡Reglas!, yo no respeto ninguna, salvó las mías. ¿Afecto?, solo lo siento por mi madre y alguna vez lo sentí por otra mujer, pero ella me traicionó de la forma más terrible y a pesar de que yo también sufrí en mi revancha; la traje de nuevo a mi vida para después apartarla para siempre. ¿Duele verdad Stacy?, pero tú dolor pasará, el mío no. La deuda está saldada.
Y en cuanto a la verdad, ¿de qué hablaba Sr. John House?, usted ni siquiera era mi padre. Así que convertí la verdad en, "todos mienten". Mienten para cubrir sus miserias, sus flaquezas, sus traiciones, sus odios, sus vergüenzas, sus envidias. Yo no me salvó de esto tampoco, miento todo el tiempo. Miento para obtener lo que deseo, esta es mi única finalidad.
Pero como dice Wilson, en ese laberinto que tengo en mi cabeza, miento y digo la verdad por igual, acomodándolas para que encajen en mis teorías. Pero si de decir verdades se trata no esperen palabras dulces, ni que les tome la mano mientras les digo que se están muriendo. Ni moderación para reprocharles su incompetencia; mi lengua es implacable, corta como un afilado bisturí.
Ehhh... ¿Cómo vine a parar aquí?, a está serie de reflexiones... no lo sé.
Cuando estoy a solas en la oficina y todo el equipo se ha marchado; apago las luces, para hacerme invisible, para que nadie vea que aun sigo allí. Solo se queda conmigo el Silencio.
Al llegar al departamento, en la soledad agobiante de mi habitación. Siempre silencio. Pero el silencio a veces es como un cáncer que termina devorándolo todo. Y entonces te recuerdo, Jimmy, pobre idiota... ¿por qué me aguantas tanto me preguntó?, ¿acaso estás más perturbado que yo? Creo que tu necesidad de dar afecto está al mismo nivel del yo negarlo, ¿Cómo podemos ser amigos con ideas tan opuestas? Este enigma aún no puedo resolverlo. Solo sé que cuando este silencio me envuelve, me acosa como una fiera... pienso en ti para ahuyentarlo. Siento que te quiero desde hace mucho ya... no en realidad es algo más fuerte que eso, Jimmy será que te...
Quiero coger el teléfono y pedirte que vengas a hacerme compañía. Muchas veces lo he hecho y tú has llegado casi al momento. Pero está vez no voy a hacerlo, tengo miedo de que un día ya nadie me responda del otro lado... si supieras cuanto te necesito hoy.

Nadie como tú sabe hacerme reír, ni sabe tanto de mí. Nadie como tú es capaz de compartir mis locuras, mi tristeza, mis pocas ganas de vivir. Tienes ese don de dar tranquilidad de saber escuchar, de envolverme en paz. Tienes la virtud de hacerme olvidar el miedo que me da mirar la oscuridad. Solamente tú me puedes entender sin cruzar una palabra, basta una mirada para hablar. Ya son más de diez años de momentos congelados en recuerdos que jamás se olvidaran. Nadie como tú me da su protección, me ayuda a caminar, me aparta del dolor. En silencio y sin cruzar una palabra podemos llegar a entender que jamás ni nada ni nadie en la vida nos separara. 1




1. Fragmentos "Nadie como tú" Amaia Montero
Estudio Nº 10 Frederic Chopin