22 mayo, 2010

Pocas horas, muchas verdades


La bebida nos hace más sinceros, o mejor dicho nos desinhibe, lo mismo sucede con ciertas drogas derivadas del opio, este es el caso del vicodín, nombre bastante conocido por todos ustedes y reconocida por nuestro insoportable jefe.
A qué hora fue a desaparecer esta nena, cerraron el Princenton y todos tuvimos que quedarnos inmovilizados en el lugar donde nos encontrábamos. Soy demasiado racional para creer en el azar y cosas por el estilo, pero no me puedo explicar por qué razón me quede atrapado en sala de archivos del personal junto a Taub. Hasta entonces no existía nada especial entre nosotros, apenas una delgada capa de compañerismo, amistad nunca, ¿qué tenía yo en común con este hombrecito descendiente de Cyrano de Bergerac? ¡Nada!
Yo había bajado al sótano para buscar un expediente de... bueno, en realidad más bien quería deshacerme de uno, del mío; no de todo por supuesto, sino de una hoja en particular que me traería bastantes incomodidades si alguien le echaba un vistazo. En realidad eso ya tendría que estar ingresado en la base de datos del hospital, sin embargo no lo estaba. Me sorprendió encontrarme con Taub que también andaba en busca de algo, pero por lo visto ya lo había hallado; pero al parecer había hecho un descubrimiento mayor, allí estaban todos los expedientes de nuestros colegas, podía apostar que todos guardaban alguna cosa oscura. De pronto se empezó a escuchar por los altavoces una alarma anunciando que el hospital se cerraba y todos debían permanecer donde se encontraban. Así que ese fue el inicio de todas las locuras que hicimos.
- Mira, tenemos a nuestra disposición todos los files del personal.
- ¿Qué viniste a buscar aquí?
- El expediente de Sanders.
- Bueno, veo que ya lo encontraste.
- Y también encontré todo esto, ¿no te parecería interesante enterarte de algunas cosas?
- ¡Deja eso en su lugar!
- Empecemos por nuestro jefe.
Cuando dijo esto despertó mi curiosidad, qué cosas podría tener escondidas House. Así que hice a un lado mis hipócritas escrúpulos y me acerque a Taub para echarle un vistazo a la carpeta. Tenía como diez denuncias por mala praxis, pero cuando nos pusimos a mirar los nombres de los pacientes, resultó que todos eran del mismo: Lissa Cuddy, ¿pero cómo era posible que hasta aquí nos tendiera sus trampas?
- ¿Cómo pudo saber que buscaríamos aquí? - me dijo con la sorpresa todavía retratada en su rostro.
- Si queremos sacarle el máximo provecho a todo esto tenemos que pensar como él.
- Y qué haremos, ¿portarnos como unos malditos?
- Quizá, ¿qué tal si probamos su antiguo combustible?
Y le mostré dos frascos de Vicodín que había requisado, los ojos de Taub se abrieron inmensos, cómo preguntándome qué clase de locura le estaba proponiendo. Pero luego tomo uno de los frascos, saco una pastilla y se la metió en la boca.
- ¿Una?, con eso no harás nada.
Los dos nos tomamos dos, tres, ya no recuerdo. Solo sé que estábamos tirados en el piso al través, viendo cómo todo daba vueltas y riéndonos como un par de tontos. Después de un rato y con mucho esfuerzo logramos ponernos de pie, agarrándonos de los estantes para tomar equilibrio. Taub, seguía empeñado en rebuscar entre los expedientes, de pronto encontró uno que pareció despertar su interés.
- Egresado de Hopkins, con excelentes notas...
- ¡Dame acá eso!
Y comencé a correr tras el para quitarle mi file, parecíamos dos niños sueltos en un parque. Pero en verdad me sentía más divertido que enfadado con aquel juego. Me hice con el suyo para molestarle también, pero no había mucho que ocultar.
- Vaya, ¿así que hiciste trampa en un examen?
- Debía aprobar.
- Pero no tenías necesidad de hacerla, eras bastante bueno.
- Tenía que estar seguro de ser el mejor.
El vicodín es una verdadera patada al cerebro, y claro que no está bien que un neurólogo se exprese así, pero no encuentro otra forma de expresar lo que siento; ya, ya sé que son procesos químicos a nivel neuronal... pero ahora no puedo hilar bien las ideas, mi capacidad de reacción es casi nula. Taub está a mi lado mostrándome una nota en el expediente de Richard, el anestesiólogo. Ambos comenzamos a reír sin parar. Y de nuevo tengo la sensación de ser una burbuja que danza en el aire sin ton ni son; dónde es arriba y dónde abajo, dónde termina o empieza esta sala eso es algo a lo que no puedo responder solo siento la necesidad de asirme a algo porque irremediablemente voy a aterrizar en el piso de nuevo. Tomo a Taub por los hombros y lo arrastró conmigo en la caída, y seguimos riendo hasta que nos duelen los músculos del estomago y nos saltan lágrimas de los ojos. De pronto Chris se queda en silencio, su mirada es extraña, nunca antes se la había visto; es lánguida, pero cargada de... ¿deseo?
- Sabes que eres muy bueno, con el tiempo podrás ser como House - me dice arrastrando las palabras, parece que le costara hablar.
- ¿Y tú? - le respondo, tratando de poner distancia entre nosotros.
- ¿Yo?, yo nunca seré como ustedes, soy un excelente cirujano plástico. Podré atinar de cuando en cuando, pero no tengo esa capacidad analítica que parece destruir todo lo demás.
- ¿A qué te refieres? - le digo retrocediendo aun más, porque él sigue acercándose de una manera que me atemoriza, pero a la vez me turba.
- Se han convertido en pura lógica, son capaces de analizar lo más intrincado, excepto sus sentimientos. Echaste de tu lado a alguien como Trece; y House hizo lo mismo, con Cameron y Cuddy... ¿a qué le temen?, a sentirse vulnerables ante otra persona. A sentir que no pueden controlarlo todo, ni explicarlo todo.

Taub ha dado en el clavo. Cada cosa que he logrado me ha costado muchísimo, y siempre quiero más, mi ambición no conoce límites. Nada fue tan agradable como ocupar la jefatura del Departamento de Diagnósticos los meses que House estuvo internado. Yo quiero poder, y cuando se ambiciona demasiado, los sentimientos estorban, no nos permiten razonar con objetividad.
- Yo lo quiero así, quiero el puesto de House.
- Y vas a terminar como él. Un adicto infeliz y solitario. ¿No crees que sea muy alto el precio?
- Yo no soy él, no necesito de drogas para pensar.
- El no las toma, o bueno, las tomaba para pensar, era por el dolor. ¿Es que no te has dado cuenta que no es solo el dolor físico lo que le atormenta? La soledad lo destruye como a cualquiera. Eric, House no es un extraterrestre; siente necesidad de compañía como cualquiera, o por qué crees que tiene ese apego que raya en lo insano a Wilson, él es la cuerda que lo ata a este mundo... si esa cuerda se rompe, no quiero pensar qué sucederá con él. ¿Eso quieres para tí?, perdona, pero te aprecio lo suficiente para desearte un futuro así - no sé cómo su mano ha venido a parar sobre la mía y ahora la oprime suavemente, quiero quitarla pero no puedo. Estoy demasiado mareado, demasiado cansado, demasiado solo.
- No, no quiero eso para mí - le digo acercándome para rodearle los hombros con mi brazo.
- Ni yo - me responde, siento entonces un beso breve en una mejilla.
- ¿Pero qué haces? - le digo mientras lo empujo con fuerza para apartarlo de mi lado.
- No sé, la verdad es que no lo sé - le miro a los ojos y veo en ellos sinceridad, ternura y de nuevo eso que me asusta, deseo.
Ahora sus labios se posan en los míos, una caricia breve, como quien calcula si el piso es lo suficientemente fuerte para sostener su peso. No quiere dar un paso en falso y caer al vacío. Su matrimonio es extraño, dice amar a su esposa pero la engaña a la primera oportunidad. ¿Qué estas buscando Taub? otra cuerda quizá. Me vuelve a besar, pero ahora es un beso más profundo, menos tierno, y ya no me niego más. Tenemos unos minutos, unas horas tal vez, hasta que todo este revuelto se calmé; entonces él volverá a ser Chris Taub y yo Eric Foreman (ese que es incapaz de mostrar emoción alguna, Remy me conto como bromeaba con respecto a mis expresiones), siento sus manos vagar por mi cuerpo, abriéndose paso entre las ropas; las mías descansan tranquilas en su espalda. Cierro los ojos y pienso en lo agradable que es sentir otra piel sobre la propia, saborear unos besos que pueden transformarse de pronto en una tempestad.

De nuevo los altavoces resuenan por todos lados, las puertas se abren, "el momento" paso. Nos levantamos con rapidez, mientras nos acomodamos las ropas. El tiempo solo nos permitió besos y caricias. Creo que ambos necesitabamos este contacto, al final nos ha hecho bien, ahora ya no nos quedan muchos secretos. Probablemente algunos se han quedado escondidos en el fondo de nuestra memoria, pero así esta bien, porque los necesitámos para sentirnos seguros. Esto que nos ha sucedido también va a formar parte de esos secretos. Lo miro, le sonrío levemente y me apresuro a salir de la habitación, pero antes de cerrar la puerta veo que ha tomado una hoja de mi file y la ha puesto en la trituradora de papel.

Taub, eres extraño, tan extraño como yo, parece que es un requisito inconciente salirse algo de lo normal para poder trabajar con alguien que esta por completo fuera de lo convencional.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Ross Fire querida..
Estoy que me emociono me ha encantado... aaaaaaaaaaah... solo que e smuy Light (jajaj que malo soy, perdon)

Bueno esta d elujo... y esta tan bonito... n.n

Anda que bailo de felicidad

Gracias amiga mia

Dalia dijo...

ah buenisimo, jamas me hubiera imaginado una situacion asi! jejeje eres lo maximo Rosa.

El César del Coctel dijo...

Hola mi Rosita, qué emocionante y exquisito...jejeje... mi mente vuela y sobre todo por lo que no veo la serie.... eso me permite imaginar tantas cosas!!!!


Gracias
Besos y abrazos