Somos sábado 25/06/2011
29 junio, 2011
26 junio, 2011
A cien años del descubrimiento de Macchu Picchu
El esfuerzo valió la pena. "Parecía un sueño increible. ¿Qué es este lugar?", relataría después en su libro La ciudad perdida de los Incas el explorador estadounidense y profesor de Universidad de Yale, Hiram Bingham, al momento en que ante sus ojos se revelaba un laberinto de terrazas y paredes entre la maleza abundante, "como un fantasma inca que se hubiera ocultado del mundo exterior durante casi 400 años"
Aunque se sabe que Bingham no fue el primero en visitar la ciudadela inca, si fue el primero en estudiar con métodos científicos el sitio.
Para algunos, Hiram Bingham debería ser considerado como uno de los mayores "huaqueros" o saqueadores de la historia del patrimonio del Perú. Pero lo cierto es que este explorador y profesor, logró, además de inspirar con sus aventuras los fundamentos del personaje de Indiana Jones, dar a conocer al mundo la existencia de su soñada "ciudad pérdida".
Cuando Bingham, también gobernador del estado de Connecticut, cuando se dió la existencia de la ciudadela inca surgieron miles de interpretaciones. Pero, según la arqueóloga y escritora Heather Pringle, fue hasta la década del los 80 cuando se aclararon los misterios en torno a esta ciudad. Todo gracias a un documento legal fechado en 1568, casí 40 años después de la conquista española en Perú:
"Era una petición de la Corte Española, los descendientes de Pachacutec Inca Yupanqui - el gobernante inca que logró forjar el gran inperio del Tahuantisuyo - declaraban que su regio antepasado había sido hacendado de un lugar llamado Picchu, muy cerca del actual emplazamiento del sitio arqueológico", explica Heather en su artículo del pasado mes de abril en la revista National Geographic en español.
Pringle asegura que estudios posteriores a la arquitectura y a los artefactos rescatados en este sitio sugieren que Pachacutec, vivió como rey en aquel retiro montañoso, "donde comía en vajilla de plata, se aseaba en un baño de roca privado y se relajaba en un hermoso jardín perfumado de orquídeas"
La grandiosidad de este gobernante inca, explica el arqueológo peruano Lizardo Tavera, radica en que fue el primero en salir más allá del valle del Cusco, en una etapa en que la civilización inca alcanzó su máximo nivel organizativo y territorial.
El 24 de julio de 1911 es conocido por ser la fecha del "descubrimiento" de Machu Picchu, por el aficionado a la arqueología y explorador norteamericano Hiram Bingham. Sin embargo, llegar a este día para su principal protagonista no fue producto del azar. Años antes, Bingham se interesó en las leyendas tejidas en torno a la llacta de Vitcos o Viticos, el último refugio de los incas rebeldes a los españoles en la selva de Vilcabamba, narradas de forma épica por cronistas de esa época. En 1906 realiza un viaje por la ruta Buenos Aires - Cusco, antiguo derrotero comercial durante la colonia. Llegando a esta última ciudad se reencuentra con su interés por la legendaria ciudad Inca (Vitcos) y el valle de Vilcabamba. Emprende viaje a la ciudad de Abancay, entrada natural a esa parte de la selva donde supuestamente estaría Vitcos. Allí es informado de la existencia de una ciudad perdida en el "monte" (selva escarpada). Emprende viaje, y los guías locales lo llevan a unas imponentes ruinas que ahora conocemos como Choquequirao. Bingham no se dejó impresionar, la Vitcos de sus sueños debía ser más imponente aún. Regresa a los Estados Unidos, entusiasmado por el descubrimiento a reunir fondos para continuar con sus exploraciones, logrando conseguir el apoyo de la National Geografic Society y la universidad de Yale, además de dinero entregado por amigos y familiares. Encontrar Victos ya no era solo un interés académico, era una empresa bien planificada.
Mañana, les estaré alcanzando una entrevista publicada en esta estupenda edición de "Somos" a cinco "Guardianes de la Montaña". Una arqueóloga, un antropólogo, un espeleólogo y dos restaudadores que forman parte de un equipo de protectores de la ciudadela. Así como información del gran evento del retorno de 363 piezas y mil fragmentos desde le a la Ciudad Imperial, que ya fueron entregadas en abril al gobierno peruano por la mencionada Universidad de Yale.
08 octubre, 2007
Con solo cintas de seda


Danzando una marinera norteña
SUS ORIGENES
Sin lugar a dudas, los más remotos ancestros de los actuales ejemplares estarían en aquellos caballos que trajo consigo Cristóbal Colón al Nuevo Mundo desde la Península Ibérica al desembarcar en la isla Guanahaní que actualmente forma parte de las Islas Bahamas. Esas calientes tierras caribeñas fueron un lugar propicio para su desarrollo. Entre los tipos de equinos -que comenzaron a poblar el Continente Americano- se pueden mencionar al Berberisco, el Arabe y el Andaluz. Animales fuertes y arrogantes que sirvieron de transporte al conquistador Francisco Pizarro y a los soldados a su mando en su periplo por el Sur; desconcertando a los nativos por su enorme tamaño, quienes los imaginaban cual centauros en una sola anatomía con el jinete.
Una vez establecidos en el Perú, estos cuadrúpedos fueron sometidos al agreste terreno peruano, contrariamente a como vivían en tierras occidentales. Al principio se les utilizó para transporte, convirtiéndose luego en indispensables piezas de trabajo pesado especialmente para las faenas agrícolas.
El medio ambiente, la variada geografía, la árida y caliente costa, las abundantes y empinadas quebradas y el frío intenso en los Andes, conformaron un caballo distinto, sobrio y frugal; capaz de resistir largas jornadas de viaje. Un paciente trabajo de selección genética durante más de 300 años, resultó finalmente en los hermosos ejemplares que hoy en día mostramos al mundo con singular orgullo.
LA MAGIA DE SU PASO
Lo cierto es que ese modo peculiar en el andar del caballo peruano de paso se debe a su combinación de sangres, pues ni bien llegado al Perú, el ejemplar español fue expuesto a un proceso de selección, en mezcla de sangres de diferentes tipos de equinos: las jacas (yeguas de pequeña estatura) navarras y castellanas con las de los Berebere y Arabe.
El híbrido resultante conservó de las jacas la elevación de los miembros delanteros; de los Berebere, el modo de andar o ambladura y algunos rasgos exteriores; y, finalmente, del árabe, su delicada belleza.
Pero fue del Berebere, que mantuvo casi intacto la sincronía en su andar, en ese movimiento de patas en forma lateral, mano y pata a la izquierda y mano y pata a la derecha; o en la forma de cruz o diagonal, similar al de un felino, añadiéndose a estas, las otras particularidades propias del caballo de paso peruano
SUS CARACTERISTICAS
El caballo peruano es de contextura liviana, talla media y debe tener plasticidad y dinamismo en sus movimientos para trabajar en un aire propio denominado "paso nacional", para lo cual debe poseer también condiciones físicas especiales y de suavidad bien definidas. Su resistencia corporal y orgánica de paso innato o natural le ayuda a mantenerse firme en su labor diaria, ante cualquier clase de esfuerzo.


Aunado al espectáculo propio del andar artístico y grácil del caballo peruano de paso, se encuentra el chalán, ese personaje que montado sobre Èl, domina las riendas, dándole aún mayor colorido a las exhibiciones y suscitando gran expectativa en un público ávido de tan magistral desfile.
Su atuendo de jinete es una adaptación del vestuario de las características climáticas de nuestro país, considerando las largas caminatas a través de las distintas regiones del país Su indumentaria típica da colorido a la fiesta y está hecha primordialmente para zonas tropicales, y darle comodidad para pernoctar en los interminables viajes que realizaba tratando de llegar al final de la jornada en aceptable estado y con buena presencia a pesar del cambiante y sinuoso camino.
Esta vestimenta consta de sombrero de paja de junco o de toquilla, pañuelo blanco anudado al cuello, poncho fino de lana de alpaca o vicuña, botines de cuero curtido, zapatos altos y espuelas brillantes que le dan singular galardón a su exhibición.
CHABUCA GRANDA

En sus últimos años, Chabuca Granda interpretó un repertorio ligado al renacimiento de la música negra afro-peruana que, a pesar de haber estado presente a nivel popular, había sido denostado por razones sociales y raciales. Manejó con maestría “negra” el abanico de ritmos que enriquecieron la música popular peruana y su poesía tomó el sesgo de la acuarela, el trazo sintético y sugerente de colores y sensaciones.Murió por una disfunción cardíaca en una clínica de los Estados Unidos, en el año 1983. Su voz y su vasta creación se extendieron más allá de las fronteras de su país, recreadas también por intérpretes de todo el mundo que han visto en sus obras una fina y sensible expresión de la música del Perú.
Isabel "Chabuca" Granda
Por una vereda viene
cabalgando José Antonio
Se viene desde el barranco
a ver la flor de Amancaes
En un Berebere criollo,
va a lo largo del camino
con jipi japa pañuelo
y poncho blanco de lino
Mientras corre la mañana,
su recuerdo juguetea
y con alegre retozo el caballo pajarea
fina garúa de junio
le besa las dos mejillas
y cuatro cascos cantando
van camino de Amancaes
Qué hermoso que es mi chalán
cuán elegante y garboso
sujeta la fina rienda de seda
que es blanca y roja
qué dulce gobierna el freno
con sólo cinta de seda
al dar un quiebro gracioso
al criollo Berebere
Tu mi tierra que eres blanda
José Antonio, José Antonio
por qué me dejaste aquí
cuando te vuelva a encontrar
que sea junio y garúe
me acurrucaré a tu espalda
bajo tu poncho de lino
y en la cinta del sombrero
quiero ver los amancaes,
que recoja para tí
cuando a la grupa me lleves,
de tu sueño dorado
de tu caballo de paso
aquel del paso peruano.
Todavía queda en el recuerdo de algunos esa estupenda celebración de la Fiesta de Amancaes que tenía la ciudad de Lima y que se convirtió en una tradición que duró 400 años, habiendo variado en su forma, estilo y concurrencia a través de los años. Pero lo que no varió fue el lugar donde ésta se llevaba a cabo, que era la Pampa de Amancaes, Abajo el Puente o en lo que hoy se conoce como el Distrito del Rímac.
Fuentes:
wwwyachay.com.pe/especiales/caballos/
criollosperuanosenelmundo.blogspot.com/2006/lafiesta-de-amancaes.html
http:/wwwwgeocities.cpm-tonypasofino-history
01 febrero, 2007
La leyenda de Huascaran y Huandoy

Huandoy es hermosa, tierna y dulce como una flor. Su padre deseaba casarla con un dios joven con virtudes y belleza similares a las de su hija. Pero en el corazón de este profundo valle, se alzaba el poblado de Yungay, allí vivía un joven apuesto y gentil, el príncipe Huascaran.
Un día los caminos de Huandoy y Huascaran se cruzaron; los ojos del joven se quedaron prendados de la graciosa figura de la muchacha, ella al notar su presencia, abandona su hilado y deja de cantar. Se levanta de un salto y se queda inmovilizada, jamás antes había visto alguien tan hermoso, pese a su condición de mortal. Se enamoraron profundamente. Las visitas a escondidas, la pasión y el deseo encendía sus jovenes corazones. Y así fueron pasando los días, los amantes no tenían ojos para el mundo, salvo para su amor. El gran dios Inti, no se imaginaba que su hija pudiera estar enamorada de un mortal, cuando se entero su corazón se lleno de ira , salían destellos de luz de sus orejas del enfado que tenía.
Dejo sin embargo, que su rabia se apaciguara antes de hablar con su hija y le pidio que dejara de ver a Huascaran, ya que un mortal no podía estar con una diosa. Pero la pasión que sentían los jovenes era sorda a cualquier suplica y continuaron viéndose a escondidas.
Al poco tiempo, fueron nuevamente sorprendidos por Inti; esta vez el dios no pudo contener la ira que sentía y maldijo a la pareja. Condenó a los jovenes a vivir separados toda la eternidad. Convirtió a Huandoy en una inmensa montaña, separada por un profundo valle del joven príncipe mortal, convertido también en montaña, pero de una dimensión aún mayor. El dios Inti colocó nieve perpetua en las cimas para calmar su pasión.