26 diciembre, 2014

Cartas a mi madre





Mi madre murió el 04 d agosto de este año... hubieron tantas cosas que no se dijeron, porque no se podía o no se sabía cómo decirlas y ahora todo ese silencio me pesa y me ahoga.
Mi hermana no quiso que te dijéramos la verdad de lo que te sucedía, que tu enfermedad ya era irreversible, que tu vida se acercaba al final, a ese fin que siempre nos aguarda a todos por mucho que corramos… pero como siempre fui cobarde y calle, perdóname madre por no haber tenido el valor de decirte la verdad. Tú tenías derecho a saber que ibas a dejar este mundo, tenías derecho a poner tus cosas en orden, a perdonar y ser perdonada... o quizá a continuar con tus antiguos resentimientos, pero esa era tu decisión y te la arrebatamos.
Y qué hago ahora con todo aquello que no se dijo... yo no puedo creer que tu desconfiaras de mi hermano y de mí, que estuvieras resentida con nosotros como nuestra hermana mayor nos dijo. Cómo podrías estarlo, lo siento madre, pero creo que no tenías derecho a eso, no a eso.
 Tú te equivocaste y permitiste que nos apartaran de tu lado y luego tampoco hiciste mucho por recuperarnos. Y  nosotros crecimos lejos, ¡dime, dime cómo se cultiva algo de lejos!... fue mi tía querida quien velo mis fiebres y escucho mis primeras palabras de adolescente desilusionada.
Por qué no nos quisiste, por qué traer al mundo a quien que no se va a amar. Los hijos siempre, siempre deben ser deseados; no fruto de un error, de un querer retener a alguien, del cansancio o de la rutina.... los hijos solo deben venir por amor, Sabes, por eso yo jamás quise ser madre, no hubiera sido buena, soy impaciente, impulsiva, aún a mis años no tengo un rumbo, no sé qué quiero, ¿cómo arrastrar un hijo  a esta incertidumbre?

Prometí que estas palabras serían la verdad y nada escondería... al final son solo para mí, para aliviar este dolor. Nunca nos entendimos, siempre pensabas que era lenta, tonta, sin iniciativa; no tenía la habilidad de mi hermana, y es que ella creció tu lado y de ti aprendió la fuerza y las ganas para luchar... porque no reconocer tu valor sería mezquino. Eras la mujer más valiente y emprendedora que he conocido, enfrentaste la vida a puñetazos, la dominaste y saliste adelante.