21 enero, 2010

Little Ashes (Sin Límites)

"No hay mayor traición, que el negarse a sí mismo"


Ficha Técnica:
Título original: Little Ashes (Sin Límites)
Año: 2008
Director: Paul Morrison
Género: Drama
Música: Miguel Mera
Guión: Phillipa Goslett
Producción: hispano-britanica

Reparto:

Federico García Lorca: Javier Beltrán
Salvador Dalí: Robert Pattison
Luis Buñuel: Matthew MacNulty
Magdalena: Marina Gatell



Javier Beltrán como Lorca



Robert Pattison como Dalí



Matthew MacNulty como Buñuel

Tres grandes de las artes españolas se unen en está película; Salvador Dalí, uno de los más representativos pintores de España, Lorca el gran poeta granadino y Luis Buñuel, quien se convertiría en uno de los directores de cine más importantes de la época. Tres vidas que convergen en un periodo tumultuoso, amargo para España.

El filme transcurre como en los movimientos de una sinfonía, pero como sucede en la de Schubert, es también una sinfonía inacabada. Un inicio "allegro", en la Residencia de Estudiantes de Madrid, allí verá por primera vez Lorca a un excentrico y jovencisímo Dalí; quedara prendado de este para siempre y el propio Dalí se sentirá especialmente atraído por la personalidad del poeta. Pasaran un tiempo en Cadaqués, un verano inolvidable; ambos darán una nueva visión a sus respectivas obras, Federico escribirá "Oda a Salvador Dalí" para su amigo:

Cadaqués, en el fiel del agua y la colina,
eleva escalinatas y oculta caracolas.
Las flautas de madera pacifican el aire.
Un viejo dios silvestre da frutas a los niños.

¡Oh Salvador Dalí, de voz aceitunada!
No elogio tu imperfecto pincel adolescente
ni tu color que ronda la color de tu tiempo,
pero alabo tus ansias de eterno limitado.

Al coger tu paleta, con un tiro en un ala,
pides la luz que anima la copa del olivo.
Ancha luz de Minerva, constructora de andamios,
donde no cabe el sueño ni su flora inexacta.

Canto tu bello esfuerzo de luces catalanas
tu amor a lo que tiene explicación posible.
Canto tu corazón astronómico y tierno,
de baraja francesa y sin ninguna herida.

Canto el ansia de estatua que persigues sin tregua
el miedo a la emoción que te aguarda en la calle.
Canto la sirenita de la mar que te canta
montada en bicicleta de corales y conchas.

Pero ante todo canto un común pensamiento
que nos une en las horas oscuras y doradas.
No es el Arte la luz que nos ciega los ojos.
Es primero el amor, la amistad o la esgrima.
(fragmentos)

Y Salvador, mientras observa a su amigo trabajar, encuentra también la inspiración que necesita, pinta "Cenicitas" (entre otros cuadros), denominado así a sugerencia de Lorca. En la esquina inferior derecha se puede observar el perfil del poeta.



Hay una escena especialmente hermosa en el mar, bajo los rayos de la luna. En una barcaza se alejan de la orilla. Dalí se despoja de sus ropas y se sumerge en las oscuras aguas, Federico no tarda en seguirlo. Los plateados reflejos de la luna se deslizan por sus cabellos, sus rostros, se quedan atrapados entre sus pálidos dedos y brillan con furtivas luces. Son libres, nadie los observa, nadie puede condenarlos; solo son testigos la luna, las estrellas, el mar y la arena. Y empiezan una danza silenciosa entre las aguas. Alejándose y acercándose, una invitación apenas susurrada, unas manos que se entrelazan bajo el agua. Finalmente Lorca se acerca a su compañero y lo observa; ansiedad, deseo, temor, se adivinan en su mirada... y entonces un beso, casto, puro. Dalí lo acepta, pero luego se aleja. Esa sera la constante de su relación, una esperanza, un anhelo nunca consumado.




Luego vendrá un "andante"; donde se alternan momentos buenos y malos para Lorca. El dolor de un amor apasionado no correspondido, el alejamiento de Dalí que se marcha con Buñuel a Francia. En uno de los diálogos Salvador le reclama: "tú solo me llevas a bares, él me va a presentar a Picasso". Luego se enteraría Lorca que había ayudado a Buñuel con un filme llamado "El perro andaluz" donde Federico se ve claramente reflejado y burlado. El efecto de ello es devastador para el poeta; casi siente deseos de acabar con su vida, pero llega en su ayuda su eterna y enamorada amiga Magdalena, es ella la que lo impulsa a iniciar un proyecto no concretado hasta entonces, el de acercar el teatro a las clases populares. Y así lo hace Lorca que viaja con un teatro itinerante a lo largo de toda España, vinculándose con el pueblo, su gente.
Luis Buñuel, tercer vértice de este triángulo, que despreciaba a Lorca, le llamaba "el asqueroso", y veía con desagrado su fuerte amistad, hizo todo lo posible para apartar al pintor de la influencia del poeta.
No es un "allegro" sino más bien un "adagio" como culmina está película. Un último e inútil acercamiento a Dalí, ahora casado con Gala, y su fatal viaje a Granada donde encontraría su fin. El escritor, autor del "Romancero Gitano" fue ejecutado por ser republicano y homosexual, considerado en esa época como un delito imperdonable.

Oh ciudad de los gitanos!
En las esquinas banderas.
Apaga tus verdes luces
que viene la benemérita.

Oh ciudad de los gitanos!
¿Quién te vio y no te recuerda?
Dejadla lejos del mar,
sin peines para sus crenchas.

Avanzan de dos en fondo
a la ciudad de la fiesta.
Un rumor de siemprevivas
invade las cartucheras.
Avanzan de dos en fondo.
Doble nocturno de tela.
El cielo, se les antoja,
una vitrina de espuelas.

La ciudad libre de miedo,
multiplicaba sus puertas.
Cuarenta guardias civiles
entran a saco por ellas.
Los relojes se pararon,
y el coñac de las botellas
se disfrazó de noviembre
para no infundir sospechas.
Un vuelo de gritos largos
se levantó en las veletas.
Los sables cortan las brisas
que los cascos atropellan.
Por las calles de penumbra
huyen las gitanas viejas.

¡Oh, ciudad de los gitanos!
La Guardia Civil se aleja
por un túnel de silencio
mientras las llamas te cercan.

¡Oh, ciudad de los gitanos!
¿Quién te vio y no te recuerda?
Que te busquen en mi frente
juego de luna y arena.


Romance de la Guardia Civil Española (fragmentos)
"Adios te quiero mucho, algún día volveremos a vernos,¡qué bien lo pasaremos!" Salvador Dalí

18 enero, 2010

Nubes, rosas y soledad



La nube y La rosa

Sobre una estéril pradera, el diáfano azul del cielo
cruzaba en rápido vuelo una nube pasajera.
Viola pasar una flor que abrasada se moría,
y en su penosa agonía, le dijo así con amor:

"Dios te mande nube hermosa, a librarme de la muerte.
Joven soy, morir no quiero;en tus bondades confío;
una gota de rocío Por piedad, porque me muero."

Pero la nube orgullosa, insensible caminando:
"No puedo, dijo pasando, servir a tan noble rosa.
Que si todos los pesares de las flores mitigara,
pienso que no me bastara con el agua de los mares."

La flor exhaló un suspiro y la nube siguió su rápido vuelo.
agitada por el viento cruzó la selva sombría,
cruzó también la ribera; pero siempre en donde quiera
la tristeza la seguía.

Sintió de pronto una profunda, ansiedad,
y por fin tuvo piedad de la rosa moribunda;
y del punto en que se hallaba, con rapidez se volvió,
y a la pradera llegó cuando la tarde expiraba.

La nube sobre su frente tendió su ligero manto,
y regándola con llanto, exclamaba dulcemente:
"Despierta, soy yo; despierta, yo te traigo la alegría."
Mas la flor no respondía: la infeliz estaba muerta.

Guardad tan triste lección en el alma desde ahora:
siempre, mostrad al que llora una santa compasión.
Si el pobre a rogaros va, no le miréis con desdén,
que es muy triste hacer el bien cuando es inútil quizá.


Poema de: José Rosas Moreno