La luz se filtraba a través de la cortina del salón, la mañana de otoño era fría y gris, Wilson se despertó con una sonrisa en los labios recordando el calor de su cuerpo, su perfume, su abandono; el brillo de sus ojos inundándolo todo, fundiéndolo todo en aquel azul. Nada había ocurrido, solo se quedaron enlazados en un casto abrazo, pero para él era suficiente. Ya habría muchas noches, muchos días. Estaba cubierto por una manta, su cabeza reposaba sobre una mullida almohada, pero no había rastros de House.
Se levantó y comenzó a buscarlo por todo el apartamento, miró el reloj de su muñeca, eran apenas las seis mañana. Busco por todas las habitaciones, definitivamente no estaba. En su rostro se dibujo una mueca de preocupación dónde podía haber ido tan temprano. Cogió su abrigo y se lanzó a la calle en su busca.
Ya había recorrido varias calles sin dar con su rastro, entonces le vino a la memoria aquel parque para corredores... una vez lo había encontrado allí, huyendo de las consultas y de Cuddy (recordaba también que le había confesado que fue en ese lugar donde intercambio dolor por dolor con una jovencita) House le había dicho que le gustaba ir a ese lugar porque allí podía sentarse, pensar e imaginar. Lo encontró en el mismo lugar sentado sobre aquella banqueta con la mirada concentrada en los pocos que ya empezaban su rutina de ejercicios.
- ¿Qué haces aquí, por qué saliste sin decirme nada?
- Jimmy... he dormido muy poco.
- ¿ Estabas incómodo?, debiste despertarme.
- No, no es eso- sonrió levemente y su mano quiso acariciarle el cabello, pero detuvo el gesto en el aire- te ves tan frágil cuando duermes.
- ¿Te has pasado la noche viéndome dormir?
- Un poco sí, y un poco mirándome a mí mismo... pensando cuánto tardare en matarme de a pocos con el vicodin o de cualquier otra forma. Tú has estado conmigo, sabes que no mido los riesgos... he ido desde meter un cuchillo en el enchufe, solo para saber sí hay algo más allá de esta vida; inyectarme sangre contaminada, para ver si está era la causa de los síntomas del paciente; hasta pararme el corazón por llenarme de fisostigmina para tratar de recordar; eso sin contar que casi me freí el cerebro por... perdona, perdona- hizo un gesto de amargura y se llevo una manos a los ojos- ¿Crees qué se puede vivir con alguien así?, ¿no terminarás cansándote?
- He estado muchos años a tú lado, ¿piensas que no te conozco? Nos hemos aguantado mutuamente tantas cosas.
- ¿Crees qué sabes todo sobre mí?.Jimmy, compartir una amistad no es lo mismo que tener una...
- Sé lo suficiente. Eres un loco irresponsable, empecinado en racionalizar todo, en esconder lo que sientes. He visto tus esfuerzos por mantener intacto ese muro con el que te proteges, pero no siempre lo logras. Y sé que te saltas las reglas, que en ocasiones necesitas un freno para no terminar arriesgando una vida por resolver tus acertijos, pero a pesar de todo sé que buscas hacer lo correcto.
La mirada de House se quedo largo rato hundida en los ojos de su amigo, pero esta vez no había destellos; su mirada era triste, temía tanto que todo acabará, que de nuevo el dolor clavara sus garras. Era ese dolor, en su pierna, en su existencia; que en los días buenos era ligeramente insoportable, y en los malos le absorbía hasta la vida.
- ¡Eres un cobarde!, siempre es lo mismo contigo. Te ofrezco un cambio, una vida lejos de tanto dolor...¿no crees qué ya fue suficiente? Greg, te estoy ofreciendo lo único que necesitas... es tan difícil que aceptes que alguien te pueda amar.
- No estoy seguro de sí es eso lo que quiero.
- Dí todo lo que quieras, estoy acostumbrado a tus salidas. Pero ayer no mentías, tus ojos no mentían, ni tus labios, ni tus brazos.
Gregory se ayudo con las manos para levantar su pierna derecha y cogió su bastón
- Hace frío aquí.
- No, hace más frío allá donde quieres esconderte. Admite que no siempre tienes la razón.
- Wilson, ve a tu hotel, nos vemos en el hospital.
House se levantó y dio unos pasos, pero de pronto su amigo le corto la retirada, la mano de este se poso decidida sobre la empuñadura del bastón, sintió la de aquel tensarse bajo la suya.
- ¿Por qué me buscaste?, es una especie de juego, cómo el que hiciste con Stacy. Te busco, te acoso, caes y te desecho.
- Sabes que eso no es cierto... Mark era mejor que yo para ella, él estaba dispuesto a cualquier cosa por Stacy, yo... yo no sé.
- Tú estabas dispuesto a morir para que yo no perdiera a Amber. En cierta forma, te ibas a sacrificar por mí. Pensé en eso tantas veces, no podía seguir odiándote- lo atrajo del brazo y Greg se dejo llevar - vamos, regresemos al departamento, tengo hambre y de seguro no tienes nada decente que comer. Así que no me queda más que preparar algo.
House sonrió como solo sonría para él.
- Llamare al hospital, le diré a Cuddy que estas bastante dolorido y que me quedare a cuidarte. Hoy no tengo demasiados pacientes, puedo programarlos para mañana, ninguno me necesita con urgencia.
- ¡El Dr. Wilson dejando a los pacientes de lado! ¿Estoy aquí o en la dimensión desconocida?
- ¿Por qué no? A veces cansa ser el responsable, el que siempre tiene que dar las malas noticias, el que aguanta y dice sí a todo... hoy quiero hacer lo que me venga en gana. O qué...¿acaso no crees que yo también tengo mi lado malvado?
- ¿Y justo ahora quieres quedarte conmigo?... Creo que mejor te vas a tu hotel, me estas asustando.
Pasaron unas horas deliciosas, House saboreaba la comida de Wilson, criticándola constantemente, pero la voracidad con que la comía desmentían sus palabras. Ambos reían, Gregory había olvidado sus sarcasmos y sus ironías; su risa sonaba alegre y sincera. Que extraño era el mundo, un lugar triste, lleno de preocupaciones, de miserias y desdichas, y sin embargo cuando reía, todo bailaba en el aire. Su corazón atormentado, y las lágrimas que le quemaban las mejillas desaparecían y todo danzaba al son de la música que emitía su risa.
Cuando llegó la tarde James le pidió que tocara algunas piezas, House accedió de buena gana; el piano era una de su pasiones, cuando se sentaba frente a el parecía transformarse en otra persona, mantenía los ojos cerrados, sintiendo cada nota vibrar en su ser. Entonces sus largos dedos danzaban ágiles sobre el teclado. Conocía las piezas favoritas de su amigo y le regalo un repertorio de varias de ellas. Wilson apenas respiraba... en aquellos instantes Greg le mostraba su alma, sin muros ni corazas; a su manera, siempre a su manera, le había abierto finalmente las puertas. De pronto sus manos se detuvieron, abrió los ojos, estos resplandecían y se quedaron clavados en los de su amigo. Wilson se acerco y lo beso timidamente, como pidiendo permiso, House respondió a sus besos, hasta que estos se hicieron más profundos, más urgentes. James lo fue llevando hasta el sillón con cuidado.
- No temas, no te dejare caer, ahora estoy aquí a tú lado.
Sus manos se fueron abriendo paso entre las ropas del otro, sus dedos iban quitando uno a uno los botones de su arrugada camisa, House estaba completamente abandonado, solo su agitada respiración hablaba por él, finalmente lo despojo también de la camiseta. Los labios de James acariciaron su pecho, descendieron por su vientre, besando cada trozo de piel; pero cuando empezó a maniobrar sobre la correa, una mano de acero lo detuvo.
- No, no - sus ojos se abrieron y una furtiva lágrima resbalo por su mejilla, sus manos abandonaron la espalda de de Wilson y una de ellas fue a posarse en su pierna lastimada.
- ¿Temes que vea tu cicatriz?, ¿acaso piensas que voy a sentir repulsión?. Yo te amo, y ella es parte de ti... ¿no te das cuenta todavía?.
Entonces House permitió que su compañero deslizara sus pantalones, ahora sentía la suave caricia de otra mano sobre su terrible cicatriz y luego el roce de unos labios. Tomo la cabeza de Wilson y la acerco hasta su pecho revolviendo sus cabellos. Su cuerpo temblaba y su corazón latía desbocado; y sin embargo sabía que aquello iba más allá del deseo, era un sentimiento puro que hacía tiempo había olvidado. Sus manos sabian a caricias antiguas, tenían el suave calor de días soleados . En sus brazos se sentía finalmente seguro, tranquilo, en paz.
Quizá nunca cambiaría, al menos no completamente, nadie cambia su esencia. El tiempo lo diría; aunque uno vez recordaba haber dicho que aquello era un inútil consuelo, que las cosas no cambian si no se hace nada por cambiarlas. El había dado un paso y eso ya era un principio.
Después de todo, cada día tiene su historia.
PD. Lo referido a la risa, es una adaptación de un párrafo de "Drácula" de Bram Stoker.