21 de noviembre de 1992
Linda estaba frente al televisor buscando algo que la distrajera y aliviara su tensión. Pero era inútil; se sentía cansada y disgustada, había sido un día difícil en el trabajo y lo único que deseaba era poder irse a la cama y dormir. Se cepillo los dientes, soltó su rubia melena que siempre llevaba atada en el trabajo y se hizo una mueca de disgusto, cada vez le agradaba menos la imagen reflejada en el espejo. Por fin estaba bajo los cobertores, se removía en la cama sin poder conciliar el sueño, pero en algún momento debió adormecerse, porque no escucho los ruidos que alguien hacia intentando abrir la ventana; solo cuando tuvo a Bill frente a ella reacciono de su modorra.
- ¿Qué haces aquí Bill?, es que no puedes entrar a una casa de la manera en que lo hace la gente normal.
- Nunca antes te había disgustado que entrara así.
- ¿Qué es lo que quieres?
- Quiero saber de tu "compañero especial"... ¿Elliot verdad?
- Elliot es un buen amigo, no hay nada más que decir.
- Eres muy buena haciendo bromas Linda, pero creo que este no es un buen momento.
La mujer agacho la cabeza, sabía que era inútil seguir negando la relación que mantenía con su compañero de trabajo. En realidad no sabía en que momento habían cambiado las cosas entre ellos, pero le molestaba lastimar a Bill, él no se merecía algo como aquello.
- Es cierto, sé que algo así no se puede perdonar. En verdad siento mucho haberte lastimado.
- ¿Por qué no me dijiste la verdad?, debiste decirme que habías dejado de quererme; me hubiera dolido, porque yo aún te amo Linda... pero enterarme así. No eres mas que una maldita zorra como todos me decían.
El joven se arranco una medalla que llevaba al cuello y se la arrojo encima. Luego se deslizó por el tejado de la casa y alcanzó uno de los muros para dejarse caer sobre suelo. Linda estaba clavada al piso, intentando asimilar lo sucedido; pero cuando escucho el chirrido de las ruedas del Mustang azul de Bill, corrió a la ventana. Solo tuvo una fugaz visión del auto alejándose a toda velocidad del lugar.
Esa fue la última vez que William Warner fue visto con vida. La policía del condado de Delawere, emprendió una intensa búsqueda, pero al cabo de casi año y medio de infructuosas investigaciones, dio el caso por cerrado por falta de evidencias.
15 de junio de 2010
- Lilly, alguien te busca - era la voz de Nick.
- ¿De quién se trata?
- Es una mujer, me hablo de alguien desaparecido.
- Pero eso pertenece a otro departamento.
- Lo sé, pero insiste en hablar contigo, esta un poco alterada.
- Esta bien Nick, hablare con ella - Rush le dirigió una mirada a Scotty y pronto estuvieron ambos frente a la mujer. Valens la catalogo rápidamente, debía tratarse de una médico, abogada o alguna importante ejecutiva; vestía con ropas y calzado de marca, tampoco se le paso por alto el fino portafolio que dejo a un lado cuando los vio llegar. Se levanto de su asiento y les tendió una mano delicada y bien cuidada.
- Soy el detective Valens y ella es mi compañera la detective Rush.
- Mary Morstan, trabajo en el Jefferson, soy oncóloga.
- ¿En qué podemos ayudarla doctora Morstan? - pregunto Lilly.
- Se trata de William Warner, desapareció hace 18 años, me informaron que ustedes se especializan en casos no resueltos.
- ¿Por qué piensa que deberíamos investigar este caso?
- Hay una mujer que está a punto de morir, tiene cáncer en su fase terminal, pero aún se mantiene consciente. Se trata de Sara Warner, la madre de Billy, ella necesita saber qué fue de su hijo. La veo luchar cada día con su dolor, no porque desee aferrarse a la vida, sino porque espera que alguien le traiga noticias de su hijo. ¿Les parece suficiente motivo?, está es mi tarjeta, les ruego que se pongan en contacto conmigo.
- Lo haremos Mary - Lilly recordaba a su madre, ella había muerto de cáncer . Rush todavía lidiaba con el sentimiento de culpa por no haber estado a su lado cuando murió.
Lilly no puede evitar que sus ojos vayan una y otra vez hacía Scotty, no podía olvidar lo ocurrido entre ellos. Valens siempre había estado para ella, arriesgándolo todo; era inútil negarse que le amaba, que quizá siempre le amo. Pero ella ya no quería más decepciones en su vida y entregarse por completo la asustaba, la asustaba mucho.
Cerraba sus hermosos ojos azules y podía sentirlo de nuevo, en cada trozo de su piel. Sus manos tiernas, cuidadosas recorriéndola; su aliento quemando su cuello, el peso de su cuerpo atrapando el suyo debajo. Que dulce era Scotty, jamás pensó que aquel hombre impaciente y en ocasiones violento ante la injusticia pudiera ser tan tierno.
Por eso cuando despertó de aquel golpe en el departamento de su hermana, lo primero que hizo fue enviarle desde su celular un mensaje de texto. No paso mucho tiempo para que estuviera a su lado. Le contó rápidamente que Christina se había registrado bajo un nombre falso y al parecer estaba involucrada en tráfico de drogas, del tipo de la oxycodona. También le dijo que el asaltante se había llevado su arma.
- Debes reportarla o te despedirán – pero Rush pareció no escucharlo.
Estaban ya dentro del auto, algo era cierto si Scotty la conocía, ella también podía descifrarlo, su mirada esquiva se lo decía todo muy bien.
- ¿Qué sabes que yo no sé Scotty? – él la miro unos instantes y luego le dijo toda la verdad.
- Ella me llamo, quería saber cómo reaccionarias antes de hablar contigo. Me dijo que yo era el único que te conocía bien; lo que pensabas y sentías. Le aconseje que hablara contigo, pero que antes debería empezar a desintoxicarse.
- ¿Mi hermana adicta a la heroína, y no me dijiste nada? – le había increpado ella bajándose del auto furiosa.
- Ella quería buscarte a ti.
- Voy a continuar sola – eran solo palabras porque Lilly sabía bien que sin su compañero no podía ir muy lejos; lo necesitaba mucho más de lo que hubiera querido admitir. Lo vio salir del auto y encararla.
- Vamos a seguir aquí discutiendo todo el día o vamos a buscar a Chris y tu arma – pero la detective era testaruda y siguió de pie negándose a subir al coche. Pero cuando escuchó la voz de Scotty casi quebrarse al decirle: - Sabes, yo también tengo familia con la que lidiar – ella se sintió desarmada, sus ojos claros vieron la tristeza de su compañero, recordó lo que le había confesado hace unos días; lo de aquel hombre cuya sentencia de muerte había literalmente firmado, bajo los ojos aturdida y regreso al auto en silencio.
Recordaba su búsqueda incansable hasta dar con los traficantes. Estaban echando por tierra muchas reglas, pero ahora eso no tenía importancia, se trataba de Chris, no podía dejarla como lo había hecho con su madre. Finalmente tenían una pista, conducirían hasta New Jersey.
- Lamento haberte metido en esto.
- Está bien, debí haberte dicho antes lo de Chris.
- Pase lo que pase Scotty… gracias.
Su mano fuerte cogió la suya y le dio un beso breve – estamos juntos en esto hasta en fin, no lo olvides – le dijo sonriendo.
Scotty tampoco podía apartar su mirada de ella, poco le importaba que los demás se dieran cuenta que había algo entre ellos.
Tanto tiempo esperándola, tanto tiempo y al fin se había convertido en su compañera, su mejor amiga… su amante. Siempre cuidándose las espaldas, salvándose uno al otro de sí mismos. Habían encontrado finalmente la guarida de Cliff, el traficante con el que vivía la hermana de Lilly. Un gemido los alertó, ni el mismo estaba preparado para ver a la pobre Chris en aquellas condiciones, tan golpeada que no conseguía siquiera moverse. Pero aquello distrajo sus sentidos y no se percataron que no estaban solos. Él se había quitado el saco para cubrir a la joven y la tenía en brazos. Cuando escuchó un arma amartillarse a sus espaldas, luego un golpe seco. Al volverse vio a Lilly sobre un hombre golpeándolo con furia, para luego ponerse de pie sobre este apuntándole.
- Te voy a matar maldito, te voy a matar por lo que le hiciste a mi hermana – Scotty sentía que el cuerpo de Chris era inmensamente pesado, debía calmar a su compañera o esta iba a cometer una locura.
- ¡Déjalo Lilly, no vale la pena, déjalo! – pero ella seguía sin soltar el arma con aquella mirada llena de odio - ¡Vamos a casa!
Aquellas palabras la sacudieron, ¿qué era lo que había dicho?, ¿vamos a casa?, ¿acaso tenía finalmente una casa? De pronto el silencio se rompió por el llanto de un bebé, ambos se miraron incrédulos, Lilly corrió y encontró a una pequeña dentro de una cesta para ropa. Entonces lo entendió todo, aquellas palabras que su hermana le decía y que a ella le sonaban a incoherencias – Por más que hacía, siempre nos encontraba. Yo quería regresar por ella y empezar todo de nuevo – era a esa “ella” a quien se refería, a su sobrina. La tomo en brazos y juntos salieron de la casa.
Scotty las ayudo a acomodarse en el asiento de atrás y luego él se instalo frente al timón, se volvió un instante para mirar a Lilly, ella tenía en un brazo a la bebé y en el otro sostenía a su maltrecha hermana. Su compañera le sonrió y el le devolvió la sonrisa, al fin tenían algo a que aferrarse
El teniente Stilman estaba frente a la computadora revisando algunos datos, luego se volvió dirigiéndose al equipo.
William Warner, 30 años, soltero, no registraba antecedentes hasta su desaparición. Trabajaba el la Compaq en el 701 de Market Street. Lilly, tú y Scotty hagan una visita a Linda Morrison; Nick y Will, entrevístense con la gente de Compaq, tal vez le queden algunos compañeros de Warner, antiguos jefes, clientes descontentos. Kat y yo haremos una visita al Jefferson, me interesa hablar con la doctora Morstan.
Scotty conducía hacía el Condado de Delaware en la localidad de Rose Valley. Linda Morrison no se había movido del lugar durante todos aquellos años. La casa se veía en buen estado, la mujer que les abrió la puerta bordeaba los sesenta años; pero aún lucía atractiva, sus cabellos claros no habían perdido su brillantez. Se limpio las manos en un pequeño delantal que llevaba atado a la cintura y los saludo cordialmente, pero cuando se enteró de quienes se trataban la sonrisa se borro de sus labios.
- Es que nunca van a dejarme en paz, ya he repetido cientos de veces lo que ocurrió. No entiendo por qué razón remueven un caso tan antiguo.
- Nunca se hallo a Bill Warner, hemos reabierto el caso a petición de la doctora Mary Morstan – le informó Scotty, que empezaba a impacientarse porque la mujer no dejaba de observarlo. También le molestaba su descortesía al no invitarles a entrar a la casa.
- Claro, quién más podía ser. Ella y Sara Warner no me han dejado en paz por años. Es extraño... hará cosa de unos meses que no he vuelto a saber de Sara – Scotty la interrumpió bruscamente.
- Sra. Morris, nos permite pasar.
Una mueca de disgusto se dibujo en el rostro de la mujer, sin embargo se hizo a un lado para permitirles el paso. Valens abarco todo de un vistazo, la casa estaba limpia y ordenada pero parcamente amoblada, solo lo indispensable para hacerla habitable. Les hizo tomar asiento y ella se coloco frente a ellos, había en sus gestos y en su mirada un tono de desafío.
- Quisiera que nos cuente qué paso esa noche de noviembre del 92 - Lilly observó a la mujer suspirar impaciente.
- Aquella noche Bill se había enterado de lo mío con Elliot, un compañero de trabajo. Entro a mi habitación como lo hacía siempre, por la ventana. Estaba bastante alterado; me echo en cara mi engaño, yo me quede en silencio, no tenía nada que decir a mi favor. Recuerdo que se quito una cadena que yo le había regalado,tenía una medalla con nuestras iniciales enlazadas, y me la arrojo a la cara. No volvío a decir una palabra, yo me quede paralizada. Solo reaccione cuando escuche el chirrido de las llantas sobre el pavimento, corrí a la ventana y vi como se perdía de vista manejando a toda velocidad.
- Dice usted que entro por la ventana, ¿y que eso era habitual? - le preguntó Scotty desconcertado.
- Bill era asi, bromista y algo extravagante. Entraba igual en casa de sus amigos.
- ¿Qué sucedió entre usted y Mary? - ahora era Lilly la que había tomada la palabra.
- ¿No se los dijo ella?
- Ella solo nos pidió que nos encargáramos del caso.
- Pues deben saber que yo le quite el novio a la elegante y presumida Mary Morstan y eso ella nunca me lo perdonó. Tampoco su familia, nunca les gustó la idea de que su hijo mantuviera una relación sentimental con una mujer doce años mayor que este. Todos sus conocidos me detestaban, pero yo tenía a Billy y era lo único que me importaba. Desde que él desapareció, yo me convertí en la principal sospechosa, pero no pudieron encontrar nada que me inculpara y eso debió enfurecerlas. ¿Saben que durante todos estos años, esa mujer, Sara, venía a poner unos volantes con la fotografía y los datos de Bill? No se qué pretendía con ello.
- ¡Encontrar a su hijo!, ¿o piensa usted que tenía algún otro motivo? – el carácter impaciente de Scotty lo traicionaba siempre – No parece estar muy afectada con la desaparición del hombre que “amaba”, usted más bien debió ayudar a distribuir esos volantes.
- Han pasado 18 años detective, y el dolor también se va haciendo más tolerable. Además han ocurrido muchas cosas terribles en mi vida – por primera vez una sombra de tristeza apareció en el rostro de la mujer – Perdí a mi único hijo a los pocos meses de la desaparición de Bill, me quede sin empleo y nadie de por aquí estaba dispuesto a darme trabajo. No tenía suficiente dinero para marcharme a otro Estado, así que tuve que aguantar con el subsidio por desempleo y luego con la pensión del gobierno.
- ¿De qué murió su hijo? – Lilly empezaba a sentir cierta simpatía cuando escucho a la mujer referirse a la muerte de alguien tan cercano.
- De una sobredosis de heroína. Todo este asunto lo tenía también muy afectado también. En realidad sus problemas de adicción empezaron cuando su padre nos abandono - se quedo unos instantes callada, como perdida en sus pensamientos - Por qué razón Sara habrá dejado de poner los volantes, ya debe haberse cansado de hacerme la vida imposible.
Scotty se levantó de un salto y se dirigió a la mujer con una voz cargada de indignación que difícilmente podía contener.
- La señora Sara Warren no ha hecho otra cosa que lo que cualquier madre haría para encontrar un hijo perdido. Quizá le alegre saber que está muriéndose de cáncer, solo la sostiene la esperanza de saber qué sucedió con su hijo. No paremos hasta llevarle esa noticia que esta esperando.
El detective salió de la casa, subió al auto y dejo descansar la frente sobre sus manos cruzadas en el volante. Aquella mujer tenía algo que le desagradaba. Desde el primer momento que le puso los ojos encima lo sintio, y su instinto nunca lo engañaba.
- ¿Qué le sucede a su compañero? No creo haber dicho nada inconveniente.
- Sí, usted no ha dicho nada inconveniente – Los ojos de Lilly se habían vuelto dos trozos de hielo – necesito saber el nombre de su hijo, y el último lugar dónde trabajo.
- Se llamaba Jonathan Morris, no tenía un empleo estable. Creo que la última vez estaba trabajando para una de las tiendas de comida rápida del Concord Mall.
- ¿Tenía un permiso de trabajo para menores de edad?
- Sí, lo tenía.
- Gracias por su tiempo. Si recuerda algo esta es mi tarjeta.
Linda le acompaño hasta la puerta y la detective le dirigió un frío gesto de saludo. Todo asomo de simpatía hacía ella se había borrado.
- ¿Qué sucedió allá dentro Scotty?
- Solo le interesa los inconvenientes que dice que le causaron los volantes de Sara; nada parece inmutarla. ¿Te percataste que ni siquiera derramó una lágrima cuando hablo de la muerte de su hijo?, apenas demostró algo de tristeza. No hizo un solo comentario sobre la enfermedad de la señora Warner. Es más, no se mostro sorprendida en absoluto; solo quedan dos respuestas, o ya lo sabía, o es tanto el odio que siente por Sara que la noticia debió alegrarle.
- ¡Salgamos de aquí Scotty! – entiendo cómo te sientes, quisiera no tener que volver a entrevistarnos con ella.
Avanzaron varios kilómetros sin decir una palabra, finalmente Scotty se orillo a un lado de la carretera. La atrajo con ternura y la estrecho largamente entre sus brazos; sus labios fueron recorriendo suavemente su rostro, hasta fundirse en sus labios. Se aparto ligeramente de ella lo suficiente para mirarla largamente a los ojos.
- No la conocemos, pero siento que se lo debemos a Sara, Lil, aunque nos sea difícil.
- Debe ser terrible no saber nada por años de un hijo; si esta pasando hambre o tirado en alguna calle. Scotty, no me dejes sola por favor.
Valens nunca la había visto tan vulnerable como aquel día, temblando entre sus brazos como una niña asustada. Había sido demasiado tiempo de pelear sola, de no tener a dónde asirse, de levantarse y limpiarse las heridas para seguir, de tragarse las lágrimas hasta sentir que se ahogaría. Sentía unas gotas tibias deslizándose por sus mejillas, pero su compañera no podía verlas. Lilly no volvería a estar sola nunca más, salvo que la muerte se atravesara en sus caminos.
Nick y Will estaban dentro de las amplias y confortables oficinas de la Compaq, sin duda aquello debía haber progresado mucho desde la época en que William Warner trabajara allí. De inmediato se acerco uno de los dependientes, pero cuando le mostraron sus placas su actitud dejo de ser amable y se puso notoriamente incómodo. La presencia de la policía por lo general no era buena publicidad para ningún negocio. El empleado no dejaba de mirar a uno y otro lado intentando percatarse si alguno de los clientes había notado su presencia.
- ¿Qué desean señores?, las cosas marchan correctamente por aquí.
Will se inclinó ligeramente para leer el gafete del hombre y luego intercambio una sonrisa con Nick.
- No tengo la menor duda de eso; deja de ponerte nervioso Andrew, no estamos aquí por nada del presente, más bien por algo que ocurrió hace mucho tiempo. Nos puedes llevar con la persona que está a cargo de esta filial.
- Por favor, tomen asiento en la sala de espera. Voy a comunicarme con el Sr. Sanders, veré si puede recibirlos.
- Amiguito, creo que no has entendido bien, sería mejor que te ahorres tanto protocolo y nos lleves con el Sr. Sanders – le dijo Vera sin perder la sonrisa de los labios.
- Pero, en estos momentos se encuentra en una conferencia, no puedo interrumpirlo – les dijo el cada vez más nervioso.
-Bueno, encontraremos el camino por nuestra cuenta, eso no será nada difícil, ¡vamos Will! – El otro los detuvo desesperado, parecía debatirse entre decirles algo o guardar silencio. Detectives, mi empleo puede estar en juego, en estos momentos el Sr. Sanders no puede en verdad atenderles, esta ocupado. Si lo interrumpo es muy probable que me despida.
- Te aseguramos que no la hará – le dijo Will con un tono de autoridad en la voz para tranquilizarlo.
- Es que él esta, bueno… él está con Janice ahora… ustedes comprenden. Ella es su asistente personal, tiene una clave especial que todos los empleados conocemos. Sabemos que cuando ese pequeño dispositivo está encendido nadie puede molestarlo.
Nick no pudo evitar reírse ante lo absurdo de la situación, pronto Will también lo siguió.
- Vamos avísale a Sanders que estamos por subir. Les daremos el tiempo justo para que den por finalizada su "conferencia". Cuando subieron se encontraron a un hombre alto y delgado, de unos cincuenta años, con la camisa salida de un lado y la corbata mal puesta. Por supuesto Janice había volado de la escena.
- Señores, permítanme unos instantes por favor – Nick le hizo un gesto con la cabeza y Sanders se encerró en el cuarto de aseo, al poco rato salió perfectamente vestido – ustedes sabrán disculparme, es que estaba haciendo algo de ejercicio, dicen los expertos que cuando pasa un tiempo prolongado sentado y frente a una computadora es recomendable hacer algunos estiramientos o caminar un poco.
- ¿Caminar dentro de la oficina? – Nick estaba a punto de soltar la risa.
- No, claro que no, pero es que esta nevando fuera; el frío no es bueno para las articulaciones.
- Bueno Sr. Sanders, suenan intereresantes sus hábitos de salud, pero estamos aquí por otra cosa – Will saco del bolsillo una fotografía y se la mostró al hombre- ¿Reconoce a esta persona?
- Claro, es Bill Warner, era uno de nuestros mejores empleados, hasta que…
- Continúe Sr. Sanders, qué fue lo que sucedió con el “empleado estrella”.
- Warner siempre había llegado puntual, tenía un comportamiento intachable para con sus superiores; era agradable en el trato con los clientes y difícilmente alguno se retiraba sin haber hecho una buena compra. Apreciado entre los compañeros, era como ellos dicen “un buen camarada”… pero todo empezó a cambiar cuando se involucró con una mujer bastante mayor que él. Hasta entonces salía con una chica bastante hermosa, Mary, creo que se llamaba. De pronto nos sorprendió verlo con esta otra mujer, ella venía siempre a buscarlo cuando terminaba su horario de trabajo.
- ¿Entraba a las oficinas o lo esperaba fuera? – Pregunto Nick.
- Solo entró un par de veces, creo que le incomodaban las miradas de los empleados. Así que prefería quedarse afuera esperándole en el auto.
- ¿Recuerda qué tipo de auto era? – Will había sacado su pequeña libreta de notas.
- Era Un BMV azul, un auto bastante llamativo. Ella debía andar cerca de los cuarenta años, pero era una mujer bastante atractiva.
- ¿A qué se refería cuando dijo que Warner empezó a “cambiar”.
- Llegaba tarde, parecía que ya no le interesaba cerrar buenas ventas, descuidaba su trato con los clientes. En varias ocasiones llego con signos de resaca y su presentación personal dejaba mucho que desear. Tuve que llamarle la atención, y estuve a punto de despedirlo en cierta ocasión en que se puso insolente conmigo.
- Billy no sé qué está sucediendo contigo. Eres una buena persona y un empleado excelente, quisiera que pudieras confiar en mí.
- No hay nada que decir Sr. Sanders, todo está bien, no me ocurre nada.
- ¿Cómo puedes decir que no ocurre nada?, estas bebiendo, se te nota cansado y distraído; tu nivel de ventas ha descendido notablemente, no te estas presentando vestido correctamente al trabajo.
- Señor, lo que haga después del trabajo es asunto mío.
- No lo es si interfiere en tu rendimiento.
- Así que de eso se trata todo, no estoy generando suficientes ganancias, así que hay que tomar las medidas correctivas. Qué hará Sr. Sanders, ¿suspenderme, bajarme el porcentaje de comisiones… despedirme quizá?
Su mirada era desafiante, no recordaba haberlo visto así nunca antes.
- Billy, lo que menos me interesa ahora son tus niveles de ventas. Sinceramente me preocupa lo qué sea que te este ocurriendo. Deseo ayudarte en lo que necesites.
- Bien, empiece por no meter las narices donde no debe.
- No te voy a permitir que me hables de esa manera, por favor sal de mi oficina en este momento. Tienes dos días de suspensión.
- ¡Hasta el lunes entonces!
Eso fue lo que ocurrió detectives, pasaron los días de suspensión y regresó como si nada. Su actitud no cambio en absoluto, todo esto ocurrió un mes antes de que desapareciera. Debo confesarles que ya tenía escrita su carta de despido e iba a darle trámite.
- Esta bien Sr. Sanders, creo que cualquiera hubiera echo lo mismo en su lugar – le dijo Nick – Quisiera que nos diga si salía con algún grupo de amigos o tenía alguien en especial.
- Era un joven amistoso, pero no creo que fuera de los que andan haciendo confidencias, quizá solo George Banner, siempre estaban juntos y Bill parecía tenerle un afecto especial, pero ya no trabaja aquí. Puedo proporcionarles sus datos personales, déjenme consultar los registros.
El hombre se inclino frente a la computadora y comenzó a teclear rápidamente.
- ¡Aquí está! : Banner George, vive en el cruce de Spring Garden y Broad; hace unos pocos meses que se retiro, así que aún debe vivir allí.
- Muchas gracias Sr. Sanders, le dejo mi tarjeta, si recuerda algo más no dude en llamarnos.
Vera le arrojo las llaves a su compañero y luego se instalo comodámente en el asiento del copiloto.
- Tú conduces ahora Will.
El teniente Stillman y Kat estaban esperando en la recepción del Jefferson la llegada de la doctora Morstan. Pasaron algunos minutos cuando se presento una mujer con aspecto cansado y triste; según los informes debía tener alrededor de cuarenta años, aunque por su esbelta figura y su mirada brillante aparentaba algunos años menos.
- Teniente Stillman, detective Miller – los saludo atentamente – por favor acompáñenme a mi oficina.
Ambos detectives la siguieron hasta una oficina de medianas dimensiones; un amplio estante cruzaba una de las paredes laterales repleto de libros, un escritorio con varias fotografías sobre él y un par de cómodos sillones completaban el ambiente. Además de varios cuadros que ilustraban la evolución del cáncer.
- Tomen asiento por favor, esperaba su visita, aunque debo decirles que este no es un buen momento.
- ¿Qué sucede doctora Morstan? – pregunto Stillman
- Llámenme Mary solamente. Se trata de la madre de Bill, su condición empeora día a día. Ya no podemos hacer nada o casi nada por ella, solo mantenernos al tanto de que sus niveles de morfina sean los adecuados. No soporto verla sufrir de esa manera, sobretodo porque no ha perdido la conciencia en ningún momento. Sabe perfectamente lo que le está ocurriendo, por instantes se queda adormecida, pero cuando despierta solo tiene una pregunta para hacerme: ¿sabes algo de Bill?
La mujer se puso las manos sobre el rostro y empezó a sollozar, Kat se acercó a ella y le puso la mano sobre el hombro, la doctora se dio la vuelta y se abrazo a ella. La detective cerró los ojos y la estrecho también, hasta que poco a poco se fue tranquilizando.
- Siento tanto haberme puesto así, pero ya llevaba mucho tiempo sin desahogarme…
- No tiene nada de que disculparse Mary, estamos haciendo todo lo posible por saber qué fue de Bill Warner. Todo mi equipo está trabajando en ello.
- Gracias teniente, ahora dígame qué necesita saber.
- No estabamos informados de que la señora Warner estaba internada aquí.
- Bill era su único hijo, su esposo falleció hace dos años. Por supuesto tiene familiares, pero es la historia de siempre, nadie quiere hacerse de un anciano, mucho menos si está enfermo. Así que la lleve a vivir conmigo, cuando su enfermedad requirió internarla la traje al Jefferson. Aquí trabajo y es sencillo mantenerme al tanto.
- La aprecia mucho, ¿verdad? – pregunto Kat que todavía se mantenía cerca de ella.
- Desde que empecé a salir con Bill simpatizamos mutuamente de inmediato... voy a pedir que nos traigan café, no sé ustedes pero yo lo necesito mucho.
Ambos detectives asintieron, al cabo de unos minutos entro una joven camarera con tres humeantes tazas de café
- ¿Qué fue lo qué sucedió entre ustedes?
- Nuestra ruptura tiene nombre y apellido, Linda Morrison. Desde que esa mujer apareció fue una pesadilla para todos.
- ¿Sabe cómo la conoció? – el teniente era quien había tomado las riendas de la conversación, Kat aguardaba con su libreta preparada para tomar apuntes de algún nombre, dirección o detalle que se dijera.
- Ella fue una cliente de la empresa, parece que surgió algo entre ellos, una fuerte atracción. Linda visito la compañía en otras ocasiones con cualquier pretexto. Hasta que un día él la invito a tomar un café y así empezaron a frecuentarse. Sé todo esto por George, el mejor amigo de Bill. Yo sabía que él era su confidente y no fue cosa sencilla hacerle hablar. Visite la Compaq, sus otros compañeros no pudieron negar nada, todos estaban enterados que había empezado una relación con esa mujer. Espere durante varios días sin decirle nada, quería escuchar de sus propios labios la verdad de lo que estaba sucediendo, pero la confesión nunca llego. Así que decidí que debía enfrentar la situación.
Estábamos sentados en el porche de su casa como hacíamos siempre que era verano, él parecía intuir lo que le iba a decir y evitaba a toda costa mirarme.
- Bill, todos estos días he estado aguardando a que tú mismo me contaras lo que sucedía, pero ya veo que no quieres hablar, y no puedo esperar más a que tengas el suficiente valor para decirme lo de tu aventura con esa mujer.
Pensé que lo iba a negar, que me abrazaría y me diría que era algo sin importancia, que no tenía razones para preocuparme. Pero no ocurrió nada de eso, me miro largamente, por primera vez no podía descifrar su mirada, no sabía si me miraba con lástima, con rabia o con los últimos retazos de amor que le quedaban para mí.
- Hay cosas que suceden Mary, cosas que uno no puede prever. Yo te amaba, o al menos pensé que era amor lo que sentía por ti. Pero cuando apareció Linda… entonces, fue entonces que entendí lo que era estar realmente enamorado.
El teniente Stillman y Kat veían como la doctora oprimía con fuerza un pequeño adorno que tenía sobre el escritorio hasta que sus nudillos palidecieron por la presión, parecía que iban a rasgarle la piel.
Escuchar aquellas palabras me destrozaron por completo, estaba preparada para cualquier cosa, menos para una confesión tan directa.
- Me alegro por ti William, es bueno que hayas encontrado en ella lo que yo no supe darte. Han sido demasiados momentos juntos, y eso no se borra de la noche a la mañana, al menos no para mí. Parece sin embargo que tú puedes manejar está situación mejor que yo.
- No he dejado de quererte Mary, pero lo nuestro era cosa de adolescentes, hemos estado juntos desde la preparatoria. Tú también te mereces otras oportunidades, conocer otras personas. Mírate, eres tan joven y hermosa.
- Que sencillo es todo para ti; pero no temas William, no voy a hacerte ninguna escena, el amor no se mendiga ni se impone. No esperes que te desee que seas feliz al lado de esa mujer, porque tengo la seguridad de que no será así. Ella no es buena, pero estás ciego, lo siento mucho por ti.
Me levanté y me aleje a toda prisa del lugar, Bill no iba a verme derramar una sola lágrima por su causa.
- ¿Qué paso después? – Kat había tomado la palabra.
- Seguí visitando a su madre cuando estaba segura que era imposible cruzarme con él. Fui testigo de cómo el hombre que amaba se iba rebajando cada vez más. Algunos de sus amigos me visitaban en la universidad o iban a mi casa para pedirme que lo ayudara, que aquella mujer lo estaba envileciendo. Terminé por decirles que no me buscaran mas, solo seguí viendo a George – la doctora levanto las manos desesperada - ¿Qué podía hacer yo, díganme ustedes, si él no tenía más que ojos y oídos para Linda Morrison?
- ¿No volvió a verlo más después de la ruptura?
- Verlo sí, era inevitable que no lo hiciera vivíamos en casas cercanas. Pero nunca volvimos a cruzar palabra.
- ¿Sabe si tenía Linda tiene algún familiar? – pregunto Stillman.
- Tenía un hijo, Jonathan, un muchacho de unos diecisiete años, prácticamente crecio en las calles y sucedió lo que normalmente sucede con muchachos así; se enredo con drogadictos y acabo siendo uno de ellos. Murió a los pocos meses de la desaparición de Bill por sobredosis, me enteré porque unos compañeros de emergencia del Camden Clark me informaron de su muerte.
- Ya no le quitaremos más tiempo Mary, le pedimos que nos mantenga informados del estado de la señora Warren. Solo una última pregunta, ¿era cierto eso de que a Bill le gustaba entrar por las ventanas de sus conocidos?
- Oh sí, todos sabíamos eso, así que no nos sorprendía encontrárnoslo dentro de la casa. Los mantendré informados teniente. Gracias detective Kat… por lo de hace un rato.
Miller sonrió y ambos salieron del hospital.
- Estas son las fotos de Jonathan Morrison, las obtuve del archivo policial, el muchacho que había tenido algunos ingresos en la correccional de menores; robo a mano armada, tráfico menor de drogas; violencia, en cierta ocasión golpeo a uno de los muchachos de la escuela hasta casi matarlo. Fue expulsado de tres escuelas por abusos parecidos.
- "Un hijo de la calle" como lo califico Morstan - dijo Kat mientras observaba detenidamente la fotografía. Tantos cargos para un chico de... ¿dieciséis, diecisiete años?
- ¿Dónde estaba Linda Morrison cuándo ocurría todo esto? - dijo Scotty apretando los labios - ¿Qué clase de madre deja la vida de su hijo a la deriva? Esa mujer parece de granito nada la altera, ni la conmueve.
El teniente puso una de sus manos sobre el hombro del detective.
- Scotty, debes enfrentar este caso con objetividad, sin juzgar de antemano; de lo contrario perderás la perspectiva. Encauza bien esa pasión que tienes, no quiero a nadie merodeando por aquí, ¿me entiendes, verdad?
- Lo entendí bien teniente.
Nick se apresuro a hablar para bajar la tensión que reinaba en el ambiente.
- Conversamos con el administrador de la Compaq; el tipo cuida mucho de su salud, Will y yo lo encontramos justo en medio de una sesión de "ejercicios" con su asistente - el tono en que Vera lo había dicho, los hizo sonreír a todos, incluso a Scotty - Bueno, ahora vamos a lo importante, nos dijo que era un excelente empleado, hasta que conoció a Linda, Para nadie era un secreto que mantenía una relación seria con Mary Morstan, así que a todos les extraño saber que había terminado con ella; nos comento que no solo se trataba de la diferencia de edades sino de la forma en que Bill empezó a cambiar desde que se relacionaron. Dijo que su actitud había cambiado tanto que estaba a punto de despedirlo, cuando ocurrió lo de su desaparición.
- Había llegado a faltarle el respeto durante una conversación sobre sus faltas - agrego Will.
- No me extraña en absoluto que Linda tuviera que ver con el cambio de Warner, es una mujer fría, por un instante llegué a sentir cierta simpatía por ella, fue cuando hablo de la muerte de su hijo y parecía estar sinceramente apenada. Pero observe como siempre se refería con rabia a Sara Warner, quejándose constantemente por los inconvenientes que le traían los volantes que ponía en el vecindario; ni siquiera se sorprendió cuando le dijimos que estaba muriéndose - Lilly había dicho todo aquello con tranquilidad, sin quitar los ojos de los de Stillman.
- Bien, no perdamos de vista a esa Linda entonces; será necesario vigilarla de cerca, de seguro tiene mucho más que contarnos.
- Menciono que el último empleo de su hijo había sido para una tienda de comida rápida en el Concord Mall - dijo Valens, arrojando la fotografía a un lado.
- ¿Y qué hay de la doctora Morstan? - pregunto Lilly, con la mirada concentrada en la foto que tenía entre sus dedos.
- Demasiado perfecta para ser real - dijo secamente Kat, todos se volvieron hacía ella - Estuve en narcóticos antes de llegar aquí, he pasado mucho tiempo observando a la gente de toda condición social, sé de lo que estoy hablando. Menciono a George Banner como su mejor amigo.
- Sanders también hizo el mismo comentario, nos proporciono los datos de ese tal Banner.
- Bien, tenemos las cosas algo más claras ahora. Kat y Nick vayan a hablar con Banner, Scotty quiero que Lilly y tú, vayan al Concord Mall y averiguen para qué tienda trabajo Jonathan Morrison.
- Teniente, puedo pedirle algo - la voz de Valens sonaba triste.
- ¿Qué pasa Scotty?
- Puedo visitar a la madre de Bill - Stillman conocía a su equipo, sentía por ellos algo más que los lazos que se pueden crear con un grupo de personas con las que se trabaja día a día, por muchas horas. Él daría cualquier cosa por ellos, hasta su vida. Ya una vez se había sacrificado por Scotty, asumiendo toda la responsabilidad en un asunto en el que Valens tenía mucho que ver. Recordaba que cuando Will le preguntó por qué lo hacía, él le dijo: recién está empezando, es demasiado joven para poner una mancha en su expediente.
- Esta bien, que Lilly te acompañe.
Lilly miraba de rato en rato a su compañero mientras conducía hasta el Jefferson, por alguna razón que no comprendía aquel caso lo estaba afectando más de lo que debería.
- ¿Qué te sucede Scotty?
- Estoy bien Lil, todo está bien.
- No, no estas bien, desde que salimos de casa de Linda Morrison estas así.
- Me parece ver en Sara Warner a mi propia madre; cada vez que voy a visitarla y me abraza al despedirnos… siento como si no quisiera dejarme ir. Ella no me dice nada pero estoy seguro que debe pensar cuándo será el día en que suene el teléfono con alguna mala noticia respecto a mi o que llegue el teniente Stillman a decirle que me encontraron tirado en alguna calle – Valens se detuvo para tomar aliento – Si supiera Lilly lo que hice por ella, si se enterara que mande prácticamente a matar al tipo que la agredió, estoy seguro que no sería orgullo lo que sentiría, sentiría más bien que la defraude. “No fue a tomar la justicia en tus manos lo que te enseñe mi hijito. Fue para eso que te hiciste policía, para respetarla no para romperla cuando te conviniera” Algo así me diría, y en verdad hice todo mal…
Lilly nunca lo había visto llorar, sabía que había estado profundamente deprimido en la época que Elisa se suicido. Llegaba al Departamento con aspecto cansado, pero siempre había guardado su dolor para sí mismo. Scotty hundió el rostro en su regazo y ella no supo otra cosa que acariciar sus cabellos, murmurándole palabras dulces y tranquilizadoras como se hace cuando un niño se ha lastimado al caerse.
- ¿Estas seguro que quieres ir?
- Por ella, por Bill, por redimirme de está culpa que no me deja en paz.
- Sigamos entonces, solo faltan unos pocos kilómetros.
Fue Morstan la que los condujo a la habitación de Sara Warren. Presentaba un espectáculo desolador; cohabitaban con la muerte cada día de su vida, pero verla a la cara era otra cosa. Sara estaba extremadamente delgada, su piel estaba pálida y el escaso cabello que conservaba le cubría el rosado cráneo; pero lo que más impactaba eran sus ojos, a través de ellos gritaba todo lo que no podía expresar con la voz. Cuando vio a los detectives, su mirada se clavó en Scotty, entonces sus labios esbozaron una sonrisa.
- ¿Bill?, mi Bill. ¡Al fin has regresado! – pronunció con una voz débil pero alegre.
Valens se acercó a la cama y tomo la mano de la enferma, le acaricio la frente. Ella lo miro más atentamente y su alegría se transformo en sorpresa.
- Tú no eres Bill, ¿quién eres?
- Soy detective, mi nombre es Scotty Valens, ella es mi compañera Lilly Rush; hemos reabierto el caso de Bill, pronto sabremos dónde esta.
-¿Me traerás noticias de mi muchacho?
- ¡Se lo prometo Sara!
- Entonces te esperar cada día, pero ya Mary debe haberte dicho que no tengo mucho tiempo.
- No descansaremos hasta enterarnos qué sucedió con él, hay otras personas trabajando conmigo. No pierda las esperanzas Sara, pronto sabrá de su hijo
La anciana acaricio su rostro con su mano rugosa y le seco una lágrima que se había escapado sin querer.
- Tienes unos hermosos ojos. Yo te creo.
Valens deposito un beso rápido en la frente de Sara y salio de prisa de la habitación.
Lilly lo observaba en silencio, cuánto dolor guardaba, y ella que pensaba conocerlo, solo ahora lo veía por completo, y lo amo más que nunca. El detective se sentó en uno de las banquetas del pasillo y echo la cabeza hacía atrás, tenía los ojos cerrados, parecía un guerrero que se prepara para una batalla. Ordenando sus ideas, calmando su espíritu, sacando toda la fortaleza de la que era capaz. Luego le tendió la mano como para ayudarse a poner de pie, sonrió y se la soltó con suavidad.
- Debemos ir a Concord – le dijo a su compañera.
- Sí, debemos ir a Concord, ¿quién conduce?
- El viaje de vuelta lo haré yo, pero ahora conduce tú, quisiera descansar un poco.
Ya llevaban la mitad del camino hecho, Scotty había echado el asiento del copiloto hacía atrás y dormía. Ahora parecía estar más tranquilo.
- Esta es la casa – dijo Vera deteniendo el coche.
- Espero que todavía viva allí, porque de lo contrario nos va a ocasionar un gran retraso.
Nick saco una fotografía y la observo rápidamente. Frente a la casa había un hombre vestido formalmente con un portafolio en una de las manos, mientras consultaba su reloj, tenía el aspecto entre fastidiado y preocupado de quien va retrasado. Estaba colocando la llave en la puerta de su coche cuando ambos detectives se acercaron.
- ¿Señor George Banner?
- Sí, soy yo.
- Departamento de Homicidios, la detective Miller y Vera.
- ¿Homicidios? – el rostro del hombre se puso pálido y los miro aterrado – ¿Qué ocurre, alguien de mi familia…?
- Cálmese George, esto no tiene nada que ver con su familia, más bien con un amigo del pasado, Bill Warner, ¿lo recuerda verdad?
- ¿Quién podría olvidar a Bill?, detectives puedo darles toda la información que necesiten, pero ahora voy retrasado, tengo una entrevista con un cliente importante.
- Llame a su cliente y explíquele que llegara un poco retrasado, seguro lo entenderá – le dijo Miller.
- Usted no entiende señora, no puedo perder está venta.
- ¿Cuál es el número de su cliente? – le pidió Nick.
- ¡Está loco!, qué pensará de mi, si sabe que estoy con la policía.
- Pues va a pensar peor si sabe que lo llevamos al Departamento por negarse a colaborar con la justicia… usted decide.
El hombre les dio el número a regañadientes e inmediatamente Kat hizo la llamada.
- ¿Nos permite entrar, o prefiere que conversemos aquí? – le pregunto algo impaciente Vera.
- Pasen a la casa.
- ¿Tiene usted familia? – pregunto Kat, mientras observaba la acogedora casa. El orden y el buen gusto destacaban en todos los rincones – vaya, su casa luce mejor que la mía.
- Tengo alguien que se encarga de la limpieza. Tomen asiento, y empecemos de una vez – era evidente que el tema de conversación no era agradable para el hombre, además del retraso que le significaba aquella inoportuna visita.
- Creí que Bill era su mejor amigo, al menos eso nos dijeron su antiguo jefe Sanders y Mary Morstan – le dijo Kat mientras lo observaba detenidamente. Era un hombre de unos cuarenta años, su apariencia era tan impecable como todo lo que lo rodeaba. Era bastante atractivo, de cabello oscuro y ojos azules que contrastaban con el tono bronceado de su piel.
- ¿Acaba de venir usted de vacaciones? – le preguntó Nick.
- Sí, hace apenas unos días que me estoy reincorporando en el trabajo. Estuve unas semanas en Malibú.
Vera intercambio una mirada con su compañera.
- ¡Vaya, su trabajo debe ser muy rentable!
- Lo es, trabajo en el diseño de software de muchas compañías importantes del país. Viajo constantemente, es una suerte que me hayan encontrado.
- Lástima que a Bill no le fuera tan bien – dijo Nick, mientras se ponía de pie y empezaba a observar algunas fotografías que estaban en una de las mesas cercanas – Aquí están usted y Bill – Vera empezó a mirar el resto de fotografías – en realidad, hay muchas fotos de ustedes juntos.
- Éramos buenos amigos, mis padres tienen dinero y todas las vacaciones nos llevaban con ellos a distintos lugares. Mi padre quería que trabajara en una de sus empresas, pero yo ya había decidido abrirme camino por mi cuenta. Pero aceptar sus invitaciones no me venían mal – está es la última que nos tomamos juntos, estamos en Andalucía, España, es un…
- Dejemos el turismo para más adelante George, ¿Mary no participaba de estos viajes? – le comentó Kat que también se había acercado a observar la colección.
- Yo era amigo de Bill, no de Mary, no veo por qué razón tendría que invitarla.
- Era la novia de su amigo, me imagino que a ella le hubiera gustado acompañarlos – Kat seguía hablando mientras veía las fotos – algunas son de aquí y no veo en ninguna a Morstan, ¿es que ustedes no se llevaban bien?, porque a ella usted si parece agradarle.
- Era alguien querido para Bill, no sentía ningún sentimiento en especial por ella.
- Pero sí le importo cuando decidió contarle lo de Linda con su amigo – le dijo de improviso Vera.
- Fue ella la que me perseguía, hasta que no tuve más remedio que contárselo todo. Además todos en la Compaq lo sabían, luego que hable con Mary, ella misma fue a verificar que todo lo que le había dicho era cierto.
- ¿Acaso no confiaba en su palabra? – Vera estaba ahora de pie frente a él.
- No es eso, solo quería averiguar más o tal vez sorprenderlo, qué se yo.
- Me imagino que como todo el resto, usted también estaba en contra de la relación de Bill con una mujer tan mayor.
- Sí, pero no se trataba de la edad, ella era una mala influencia para él. Antes de conocerla Bill casi nunca bebía, no le gustaba trasnochar; lo único que le importaba era ascender en el empleo, solía quedarse después de las horas de trabajo a estudiar los nuevos proyectos. A menudo me quedaba con él, le debo mucho a sus observaciones y consejos el estar donde ahora me encuentro. Pero cuando apareció Linda, fue como pasar del día a la noche; ya no escuchaba a nadie, creo que hacía algo más que beber… había empezado a drogarse – el hombre se llevo las manos al rostro para ocultar sus lágrimas – usted no sabe detective lo que es ver a alguien que se… aprecia hundirse en el fango, sin poder hacer nada.
Vera se había tomado una silla y la colocó frente a Banner, se inclino ligeramente hacía él y le dijo casi en un murmullo.
- George, usted estaba enamorado de Bill Warner, ¿me equivoco?
El hombre agacho la cabeza y cerro los ojos, pero luego volvió a levantarla con una mirada llena de orgullo.
- Sí, yo amaba a Bill, pero nunca me atreví siquiera a insinuarle mis sentimientos, sabía cómo era él. Para mi era suficiente con tenerle todo el tiempo que pudiera a mi lado. Pero él era bastante inteligente y lo intuyo.
- Una noche en que estábamos solos en la oficina, se acerco a mi, y me dijo que se había dado cuenta de mis sentimientos hacía él
- ¿Qué paso entonces George?
Una noche en que estábamos solos en la oficina, se acerco a mi, y me dijo que se sabía que era más que amistad lo que me unía a él.
- Yo te quiero mucho George, eres mi mejor amigo, pero no puedo amarte de la forma que tú quisieras. Has sido lo suficientemente leal para no decirme nada, pero creo que no es justo contigo, quizá sería mejor para ti que dejáramos de vernos por un tiempo. Yo puedo pedir mi traslado, eso no sería ningún problema para mí. Sé que no debes pasarla fácil cuando me ves con Mary.
Escucharlo decir todo eso me resultaba terrible, no podía soportar la idea de no verlo más. Así que lo tome del brazo y le dije que eso no era necesario, que si alguien debía irse ese era yo, él era importante para la filial.
- Será difícil dejar de verte Bill, no tienes idea de cuánto.
Él se acerco y me abrazo fuertemente, apoyo su frente en la mía y me sonrió.
- Mi afecto hacía ti no ha cambiado en absoluto George, procede como mejor creas, avísame lo que decidas.
Se puso el saco, tomo su portafolios y salió del lugar dejándome completamente desolado. Después de unos meses que sucedió aquello apareció Linda, nada volvió a ser igual entre nosotros. Cuando desapareció, utilice todos los medios que proporciona el dinero para hallarlo, contrate detectives privados, insiste con la policía para que no cerraran el caso… pero todo fue inútil.
Kat y Nick se quedaron en silencio, este caso daba unos giros inesperados.
- Gracias George, trataremos que sus declaraciones sean tratadas con discreción, pero si en algún momento necesitamos de ellas, no habrá más remedio que sacarlas a la luz.
- Hagan todo lo que sea necesario.
3 comentarios:
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