25 febrero, 2012

El Horla III

Ella observo por largo tiempo aquella imagen espantosa. La piel descansando sobre los huesos, cediendo a estos en algunos lados y colgando como oscuros jirones; los pies firmemente posesionados sobre el pecho del hombre, informes, semejantes a las raíces de un viejo árbol. Pero lo que más impresionaba era su actitud; sus manos rodeándole el cuello, hundiéndose en la carne y esa mirada del predador que sabe que ha triunfado sobre su presa… aquellos ojos sin párpados, inhumanos. Esa cosa solo podía provenir del infierno.
- ¿Fue esto lo que viste? – me dijo Scully en un susurro.
- No vi nada, ya te lo dije, pero estoy seguro que fue El quien estuvo en el bosque anoche, fue El quien me ataco… el Horla – mi compañera puso el grabado sobre el escritorio, con la imagen vuelta hacía el mismo.
Scott había estado escuchándonos apoyado en el marco de la puerta. Estaba pálido con los ojos muy abiertos mirando hacía donde yo estaba.
- Scott, creo que usted necesita el agua más que yo – mi voz lo sobresalto y recién pareció tomar consciencia de sí mismo, enrojeció vivamente  avergonzado de su pasividad.
- Perdone agente Mulder, me he portado como un idiota – se volvió para buscar el vaso, pero de pronto dejo escapar un gemido.
- ¿Qué sucede oficial? – le pregunto Scully alarmada por la actitud del joven. Ambos nos precipitamos rápidamente hacía este, su palidez se había incrementado y parecía a punto de perder el conocimiento. Pero hizo un esfuerzo y se sobrepuso.
- ¡Ese vaso estaba lleno de agua cuando lo traje!, recuerdo haberlo llenado en el grifo de la cocina y dejarlo sobre el estante… ¡Nadie ha entrado aquí!, ¿dónde está el agua entonces? – fijamos nuestros ojos en el vaso que Scott mantenía en alto… ¡estaba vacío!
- El vaso puede haberse volcado y dejar caer el agua – Mi compañera lo hizo a un lado buscando restos del líquido en el piso.
- Agente Scully, no estoy delirando, yo tenía el vaso en la mano y lo puse aquí cuando escuche hablar a su compañero. Al buscarlo estaba exactamente en el mismo lugar… solo que no había nada en el. Si se volcó como dice usted, debía estar ladeado y el agua sobre el piso, o hecho añicos sobre este. ¡Por Dios agente Mulder!, qué es esa cosa dibujada allí, ese… Horla como lo llamo usted.
- Hablaremos de eso más tarde, cuando nos reunamos con Halpern y Nelson… o quizá podamos enterarnos de algo más – dije recordando las hojas de papel que aún tenía en mis manos – salgamos de aquí y vayamos al salón, el aire en esta habitación es irrespirable.
Abandonamos la estancia en silencio, estoy seguro que todos nos alegramos de alejarnos de aquella maldita habitación.
Tomamos asiento en el lugar más iluminado del amplio salón, frente a una mesa baja y oscura. Desplegué las hojas sobre mis rodillas, estaban bastante estrujadas – sentía los ojos de Scully y Scott sobre mi, ansiosos de que iniciara la lectura de aquel diario.


- Quizá debamos leer esto en presencia de su jefe y del teniente Nelson.
- Usted sabe que esta escrito allí agente Mulder, casi podría asegurar que las estaba buscando – me sorprendió la agudeza del oficial.
- Efectivamente, las estaba buscando Scott.
- ¿Por qué, cómo sabía qué existían?
- No es a primera vez que investigo un caso como este, aunque siempre lo hice a través de reportes de terceras personas. Testimonios de otros investigadores a los que nadie hizo caso, archivos que prefirieron guardar en la oscuridad, casos que hasta hoy permanecen abiertos. Suicidios inexplicables, asesinatos violentos, locura colectiva. Por eso los departamentos de policía los mantenían en silencio. Estaba fuera de cualquier protocolo policial, cómo admitir que no sabían a quién o qué estaban persiguiendo.
- ¿En qué lugares ha ocurrido antes algo como esto?
- Delawere, Connecticut, New Hampshire, Maryland, New Jersey…
- Todas regiones ubicadas en la costa atlántica. ¿Estos acontecimientos están relacionados con su cercanía al mar?
- Esto solo puede transportarse de un lugar a otro por el agua de mar – Scully había arrojado el grabado sobre la mesa – me volví hacía ella sorprendido. La racional científica, tomando partido por lo sobrenatural.
- Pero entonces por qué no ha atacado otras zonas. Son muchos los estados costeros a los largo del Atlántico y del Pacífico.
- Porque no es libre de llegar donde desea, necesita ser llamado.
- Esto parece una conversación de locos… no sé qué pensaría el Oficial Halpern si pudiera escucharme en estos momentos. Tiene un buen concepto de mis capacidades.
- Tiene razón en tenerlas, es usted buen observador y razona con rapidez. Solo me pregunto hasta qué punto será capaz de mantener la lógica de sus razonamientos frente a aquello que resulta inexplicable para la ciencia, a hechos ocasionados por fuerzas inteligentes desconocidas. Yo he mantenido mi mente abierta a estos acontecimientos y esto ha sido al entender de muchos el “suicidio” de mi carrera.
- Como policía me baso en los hechos para poder iniciar una investigación, elementos tangibles. He acompañado a Harlpern en sus encuestas y escuchado los testimonios de los testigos, todo me ha parecido una especie de paranoia colectiva. He podido examinar las lesiones en el cuerpo de Adler y…  – apunto con su delgado dedo a mi hombro – observar la que tiene usted, ambas presentan similitudes… ahora me muestra un grabado de un ser con garras que podrían muy bien encajar con las heridas de ambos; he visto ese vaso lleno y luego quedarse vacío sin que nadie lo haya tocado. No sé que pensar, cómo empezar una investigación seria, si las evidencias son tan… Dios, oscilan entre la lógica y lo absurdo.
- Scott, yo he trabajado en ese límite en estos últimos cinco años. He visto cosas que aún hoy no puedo explicar. Me aferro a mi ciencia para tratar de explicar los hechos, pero han existido ocasiones en que he sentido tambalearse todo en lo que creo; entonces, mi vacilante fe fue fortalecida por la fuerza de sus convicciones – ella busco mi mano y nuestros dedos se entrelazaron con fuerza. Me acerque al joven oficial y puse uno de mis manos sobre mis hombros.
- Vayámonos de aquí Scott, no queda más que ver en este lugar – consulte mi reloj, eran las cinco de la tarde – estamos a tiempo para hablar con la señora Holstein.
Nos pusimos todos en marcha, íbamos en silencio siguiendo el auto patrulla de Sanders. Mi compañera estaba sumida en sus pensamientos, tenía esa mirada introspectiva que adoptaba cuando su mente sopesaba consistentemente toda la información de la que disponía para alcanzar una respuesta lógica.


Residencia de los Davis
5:30 p.m.

Scott descendió rápidamente y se acerco al policía que resguardaba el lugar. Con rapidez fuimos introducidos a la casa. Había dos mujeres sentadas en un pequeño sillón, una de ellas tenía el rostro hundido entre sus manos, la otra mantenía un brazo alrededor de sus hombros de manera cariñosa y protectora. Al advertir nuestra presencia, la más joven levanto el rostro, mientras secaba sus lágrimas con un pequeño pañuelo que apretaba en una de sus manos. La señora Holstein era una joven atractiva, de unos treinta años, la otra mujer de rasgos muy similares a los suyos debía ser la hermana que había mencionado Halpern. Desde el patio trasero nos llegaban las risas de unos niños. La mayoría de muebles se encontraban amontonados en la esquina del salón. Por todos lados se veían grandes cajas de cartón a medio llenar, en su mayoría contenían vajillas, adornos y libros. Aquellas personas estaban haciendo los preparativos para una mudanza.
- Señora Holstein, somos los agentes Scully y Mulder – dijo mi compañera mostrando su credencial y haciendo un ligero movimiento en mi dirección para presentarme – quisiéramos hablar con usted unos minutos. Sabemos que está pasando por un momento doloroso, así que trataremos de ser breves.
- Señora, necesitamos saber si tiene alguna idea de la razón por la que su esposo se encontraba en ese estado – la mujer se quedo varios segundos en silencio, se había puesto aún más pálida de lo que estaba, por un momento temí que fuera a desmayarse – ¿Se siente bien señora, necesita alguna cosa?
- No agente, es solo que todavía no puedo hacerme a la idea de que ya no esta conmigo, de que nunca más escucharé su voz o sus risas… aunque hacía tanto tiempo que no reía y él solía ser tan alegre. Hace unos dos meses regreso del trabajo, su semblante había cambiado… tenía en su mirada una tristeza profunda, le pregunte si tenía algún problema. Pensé que había perdido alguna carga importante o peor aún el empleo, pero me dijo que todo estaba bien; yo sabía que mentía, nunca antes lo vi tan desolado. Siempre había confiado en mí en todo sentido, me dolía que callara. El tiempo no hizo sino empeorar las cosas, comenzó a faltar al trabajo. Actuaba como si algún peligro lo amenazara, como si esperara que alguna desgracia lo alcanzara. Cerraba todas las puertas y ventanas, yo discutía a menudo sobre esto con Justin, le decía que el aire de la casa se estaba tornando irrespirable debido al encierro, pero él solo me miraba y me decía que era lo mejor para nosotros, que la oscuridad era traicionera y debía mantenerse afuera. Yo no entendía nada de lo que decía, llegue a pensar que podía haber cometido algún desfalco, o haberse involucrado en el narcotráfico, pero de inmediato deseche estas ideas, Justin siempre fue un hombre correcto, pero había sido tentado innumerables veces – la mujer se detuvo y bebió un poco de un líquido ambarino que su hermana le sirvió – Oh, perdonen señores, no les he ofrecido nada, quieren algo de beber.
- Un poco de agua estaría bien señora – ella detuvo el vaso antes de que el borde llegará a sus labios y me observó espantada.
- ¿Agua, agua dice?, no encontrara aquí ningún recipiente que la contenga, ninguno.
- Perdón señora, no quise incomodarla – Scully me miraba con desaprobación, sabía que mi petición no fue hecha sin pensar.
- Acabemos esto pronto se lo ruego – me pidió con una mirada suplicante.
- Nos decía que el comportamiento de su esposo empeoraba, que se sentía amenazado. Usted acudió a buscar ayuda donde el Oficial Halpern, ¿no es así?
- Es cierto, las cosas llegaron a un punto en que ya no podía soportarlo más, Justin empezó a poner seguros en todas las puertas, ya no le bastaba con cerrar las ventanas, había empezado a sellarlas con cinta… temía que mi esposo estuviera perdiendo la razón. Pero hace cuatro días la situación se agravo, Justin comenzó a trasladar sus cosas a una de las habitaciones de huéspedes, luego puso en una canastilla comida enlatada y botellas de bebidas, parecía que se estaba aprovisionado para un viaje. Lo observé revisar los seguros de la puerta y estaba a punto de cerrarla cuando me apresure a detenerlo. “Justin, qué estas haciendo, qué te sucede. Por favor, déjame pedir ayuda”, pero él me observo con una mirada extraña y me dijo que lo dejara en paz. “Helen, tu estas a salvo, él solo me busca a mí”, “Quién te busca,  qué has hecho”, “El, me ha encontrado, ahora soy su prisionero, El domina todos mis actos y pensamientos”, “El… ¿de quién estas hablando?”, “El Horla”. Entonces, antes de que pudiera reaccionar me empujo hacía afuera y cerro la puerta. Podía escuchar los seguros cerrarse unos tras otro, golpee la puerta con desesperación, pero él solo me gritaba que lo dejara solo. Tome el teléfono y llame al Oficial Halpern, llego con varios de sus hombres, en vano trato de razonar con mi esposo. Halpern les ordenó derribar la puerta, pero apenas dieron los primeros golpes, escuche a Justin gritar que si no se detenían… – la mujer se llevo las manos al rostro y empezó a sollozar. Me senté frente a ella y puse mi mano sobre uno de sus hombros.
- Míreme Helen, debe tranquilizarse, queremos atrapar a quien llevo a su esposo a ese estado. Es importante que recuerde cada detalle – la señora Holstein se limpio la lágrimas con una de sus delgadas manos y con la otra busco la de su hermana apretándola en la suya.
- Justin gritaba que si se atrevían a forzar la puerta él se pegaría un tiro, Halpern me aconsejo que no insistiéramos que por el momento era mejor dejarlo en paz. Dejo a uno de sus oficiales para custodiarnos. “Helen, dejare a John contigo, es un joven confiable y determinado, si hay alguna crisis él me informara y estaremos aquí de inmediato. Debes tratar de dormir un poco, te ves muy fatigada”… ¡Dormir!, quién podría dormir con un esposo enloquecido amenazando con dispararse. Le dije al joven policía que podía ocupar la habitación de mi hermano, allí encontraría lo que necesitara, también le dije que si sentía hambre podía comer lo que le agradara. El saber que no estaba sola me daba algo de tranquilidad. Pasaron tres días, cada cierto tiempo me acercaba a la puerta y golpeaba suavemente. Del otro lado siempre escuchaba las mismas palabras. “Vete Helen, vete de aquí”, “Por amor de Dios Justin, no puedes seguir viviendo de esa manera”, “No puedo, no puedo dejarlo marchar, El esta tratando de obligarme a que lo libere pero no lo haré, no lo haré” Pero lo que más me aterraba eran cuando llegaba la noche y todo se sumía en el silencio. El oficial y yo nos situábamos frente a la puerta con el oído pegado a la puerta, lo escuchábamos murmurar frases sin sentido paseándose de un lado a otro de la habitación. Luego nos venía el crujido de papeles siendo revueltos, y finalmente el ruido del lapicero garrapateando sobre el papel, era tan nítido, escribía como si la vida se le fuera en ello. La última noche, ya sea por la tensión o el cansancio ambos debimos habernos quedado dormidos; cuando despertamos eran poco más de las dos de la madrugada, la puerta de la habitación estaba abierta, pero Justin y el arma habían desaparecido… ustedes ya conocen el resto.
Sentí compasión por aquella joven mujer, sin lugar a dudas nunca podría desenterrar de su memoria aquellos espantosos días. Nos despedimos de ella. La brisa marina nos golpeo el rostro al abandonar la casa, la noche había empezado a caer sobre el cielo. Aún debíamos entrevistarnos con Walter Reeves y Steven Harrison, aunque lo único que deseaba realmente era poder descansar un poco. Es increíble la forma en que procesamos la información relevante y como esta bloquea cualquier distracción física o mental. Pero cuando salimos de casa de los Davis, el dolor agudo en mi hombro me obligo a detenerme.
- Me siento como si hubiera caído dentro de un agujero y aún no alcanzara el fondo. Me he dejado atrapar en esto y he olvidado mi responsabilidad como médico. Hace mucho debimos haberte llevado al hospital.
- Me siento bien Scully, si nos tardamos tal vez que ya no encontremos a quién tomar testimonio – no le di tiempo a replicar y me subí rápidamente al auto. Note que Scott dudaba entre llevarme al hospital o a las casas de los testigos.
- Vayamos a ver a esos hombres, créame oficial, lo conozco bien y con o sin nuestra ayuda ira a donde desea, y mejor que sea con nosotros. Tengo conmigo una dosis de antibiótico, déjame que te la ponga. ¡Vamos Mulder!, no me mires con esa cara, no pienso drogarte.
Accedí a que me pusiera la inyectable, pero cuando quiso revisar la herida, me negué con firmeza, teníamos poco más de una hora antes de reunirnos con Nelson y Halpern.
No fue mucho lo que pudimos obtener de aquellos hombres, estaban asustados y sus historias carecían de coherencia, además tal era su prisa por abandonar la ciudad que pienso que de buena gana nos hubieran pasado el auto por encima para librarse de nosotros. En medio de sus caóticos relatos ambos coincidían en una sola cosa, la huida de Holstein, esta se les había quedado tan nítidamente grabada que las palabras de Reeves parecían el eco de las de Harrison.
- Divise a Justin saliendo del bosque y corriendo hacía la playa, sé que esto suena inverosímil, pero veía las ramas de los árboles curvarse a los costados, como si una fuerza invisible las apartará, Holstein corría como un demente por la playa y… le juro agente que podía observar dibujarse en la arena unas huellas informes, profundas siguiendo muy de cerca al pobre infeliz. Mi casa esta situada muy cerca de la playa y me asome a ella aún antes de escuchar sus gritos, el sonido de las ramas al romperse se escuchaba nítidamente en el silencio de la noche.
Eran cerca de las nueve y nos dirigimos a la Estación para reunirnos con Halpern y Nelson. Siempre habíamos llevado las investigaciones entre nosotros, y esto de tener a tanta gente a  mí alrededor no me agradaba, pero recordaba las palabras del Jefe de Policía… “trabajamos en equipo… o trabajamos en equipo”. Cuando llegamos Nelson parecía presidir la reunión, sentado a la cabecera de una mesa, a su derecha estaba Halpern,  ocupamos las sillas que habían dispuesto para nosotros… aquello debía parecerse a una reunión de “El Sindicato”, Scott iba a retirarse pero yo lo detuve.
- Teniente si no le importa, creo que el oficial Scott debe quedarse en la reunión, nos ha sido de mucha ayuda.
- Yo no veo inconvenientes, por supuesto si usted lo autoriza Mark – Halpern asintió y joven ocupo el asiento libre a mi lado.
- Agente Scully, tenemos los informes de las autopsias realizadas a las víctimas, en realidad los datos no son concluyentes, no se indica qué fue lo que ocasiono las heridas en Thomas Adler.
- Ni el doctor Horwood ni yo hemos podido determinar con exactitud cómo fueron causadas estas. Concluimos que fue golpeado por algo pesado que le ocasiono graves fracturas. Además de un desgarro a nivel de la arteria subclavia provocándole la perdida de una cantidad importante de sangre.
- Pero según leo en el informe, tampoco se identifica la naturaleza de esta herida parecida a… ¿una garra?
- La separación entre las hendiduras, la profundidad en el área de entrada y la forma en que estas terminan en arañazos superficiales, así lo sugieren. Sin embargo, la dimensión de la misma nos hace descartar que se trate de algún animal de la región.
- Entonces… ¿Qué sugiere usted que ataco a Adler?
- No podría determinarlo señor.
- Tengo entendido que usted también fue atacado agente Mulder, y que sus heridas presentan similitudes con las de Thomas. Entonces, podría decirnos qué fue lo que lo hirió.
Dónde se había ido el “los necesitamos con desesperación” de nuestro primer encuentro, la arrogancia con que se dirigía a nosotros estaba empezando a sacarme de quicio. A duras penas soportaba las constantes llamadas de atención de Skinner y ahora… Scully me dirigió una mirada de “cuidado con lo que dices”. Así que me mordí los labios antes de contestarle.
- No señor, por desgracia estaba oscuro y no pude ver nada, solo sentí que algo me perseguía, pero cuando me volví no había nada – su mirada se fijo en mi hombro lastimado.
- ¿Tendría inconveniente en mostrarnos la herida?
- ¿Disculpe?... teniente Nelson, no he venido aquí a exhibirme. Las fotografías de las heridas se encuentran en el informe. Puede buscarlas y compararlas. Señor, pensé que íbamos a trabajar al mismo nivel, no somos sus subordinados; además le recuerdo que fue usted y el Oficial Halpern quienes pidieron nuestro apoyo.
- Agente Mulder, ya veo que usted no le gusta acatar órdenes. Ya me contaron del incidente en la playa; y de su entrevista con la señora Holstein a pesar que el Oficial Halpern le había pedido que evitara perturbarla; además la conversación con esos dos testigos no ha hecho sino reavivar las llamas.
- Disculpe, pero creo que tenemos cosas más urgentes que discutir. Tengo unos papeles de Holstein, escritos a manera de un diario. Yo solo he leído algunos fragmentos, estime que lo más adecuado era que se leyera en su totalidad en esta reunión.
- Y qué hay escrito en esas páginas que pueda ayudarnos. ¿Los delirios de un demente?
Estaba completamente confundido, qué le había ocurrido a este hombre en apenas unas horas que nos habíamos separado. Era este el mismo que decía no saber a qué se estaban enfrentando; que reconocía las circunstancias insólitas del caso y hablaba de personas huyendo de un ser invisible. Que además había acudido a nosotros porque reconocía que éramos los únicos a los que podía recurrir sin ser el blanco de las burlas. Observe a Halpern sonriéndome tranquilamente desde su asiento, ahora entendía, él nunca nos quiso aquí. Pobre estúpido, su ego se veía amenazado; como si a mi me importara obtener algún crédito en todo este asunto, mi única recompensa es hallar la verdad.
- Parece no estar interesado en el contenido de este manuscrito, tengo una teoría sobre el ser que causo las muertes de Holstein y Adler. Un Horla – pasee rápidamente la mirada entre mis oyentes; Scully había bajado la cabeza y se cubría la frente con una de sus manos; los labios de Halpern se habían curvado en un gesto de burla; Nelson estaba completamente desconcertado, solo en los ojos de Scott encontré miedo.
- ¿Un Horla?... ¿qué demonios es eso?, además nadie mato a Holstein se trato de un suicidio.
- Inducir a alguien al suicidio es considerado también homicidio Halpern – no estaba seguro de repetir mi discurso con Skinner frente a estos hombres. Busque el grabado que había guardado en el bolsillo de mi chaqueta y lo puse sobre la mesa.
- ¡Esto es un Horla! – ambos palidecieron, Scott aparto la mirada de la mesa, realmente aquella imagen era pavorosa.
- Supuestamente el atacante es invisible. Entonces, cómo…
- Según las leyendas este es un merodeador de una raza sobrenatural. Es invisible, sí, pero eso no le impide manifestarse en su forma física cuando él así lo desea.
- Mulder, esto es una locura, quiere que llame a mis hombres y les muestre la “fotografía del sospechoso”, desea convertir esto en un circo.
- En un circo romano quizá, porque van a ver más muertes violentas si no lo detenemos.
- ¿Y cómo se  destruye algo así? – era Scott quién había hablado.
Había investigado mucho, pero nunca leí nada sobre alguna forma de destruirlo, si acaso podía destruirse por lo mismos medios en que se destruyen nuestros cuerpos. Tuve que admitir mi ignorancia.
- Ni siquiera se si es posible destruirlo. Mi compañera y yo estamos bajo la jurisdicción directa del Director Adjunto Skinner, en adelante llevaremos esta investigación por nuestra cuenta, si tienen algún problema pueden hablar con él directamente. Los mantendremos informados si ocurre algo importante. Recogí el grabado y lo guarde junto con los papeles de Holstein.
- Esa evidencia le pertenece a la policía de West Greenwich, no puede usted llevársela.
- Vamos Halpern, para usted esto es irrelevante, de qué puede servirle leer los “delirios de un demente”… ¿fue así como los llamo verdad teniente Nelson?, y en realidad la “fotografía del sospechoso”, tampoco creo que les haga falta – me di la vuelta y deje a los hombres de pie decidiendo de seguro entre encerrarme en una celda o en la habitación del sanatorio más cercano.
- ¡Mulder, esta vez has ido demasiado lejos!... pero si tú nunca sabes dónde detenerte. Los has desafiado en su propio territorio. De ahora en adelante tendremos que trabajar solos, eso si Skinner no nos pide que regresemos.
- Acaso no trabajamos siempre solos. Dudo que alguno de ellos se comunique con nuestro jefe, te aseguro que nos llamaran de nuevo. No tienen la más mínima idea de qué hacer.
- ¿Puedo acompañarlos agentes?, mi servicio ya termino hace media hora. Me interesa saber qué hay escrito en esas hojas – el joven oficial Sanders había salido con nosotros. Mire a Scully y ella se encogió de hombros – bien, ya tiene la aprobación de mi compañera, vamos entonces Scott.
Nos acomodamos en mi habitación, en el camino compramos algunos sándwich y bebidas, no habíamos probado nada, desde… desde, no recuerdo. Cuando terminamos, saque las hojas de mi bolsillo y las puse sobre la mesa, me acomode las gafas y empecé a leer.

Mayo 9
Hoy la mañana ha estado despejada, el calor no es tan abrumador, en realidad es un día agradable. Me hubiera gustado quedarme en casa con Helen en lugar de tener que estar aquí controlando los embarques. Sé que mi asistente podría ocuparse de esta parte del trabajo, pero no me gusta estar encerrado todo el día en una oficina Me agrada ver llegar las embarcaciones, observar a los hombres poner las amarras para empezar las labores de descargue o embarque según sea el caso. Me agrada el ruido de los motores de las grúas y las remolcadoras llenando el ambiente. Fue entonces que mi mirada se vio atraída por un hermoso bergantín que navegaba a unas 300 millas de la costa, me ajuste los binoculares, llevaba una bandera canadiense en la popa. Consulte mis registros, no tenía ninguno de una embarcación de esas características. Divisaba algunos hombres en cubierta y otros trabajando sobre los mástiles. Tal vez se trataba de una nave particular, era tan blanca y esbelta que no pude reprimir el deseo de continuar admirándola, de pronto sentí la necesidad de levantar mi mano para hacer un saludo.



Mayo 11
No sé qué sucede conmigo, despierto entusiasmado y con deseos de trabajar. Converso animadamente con Helen y hasta planeamos dar una reunión para este fin de semana, ella esta muy entusiasmada con esto, le gusta ver la casa repleta. Pero repentinamente esta alegría se esfuma y me siento preso de una angustia indescriptible, como si de pronto fuera a recibir la noticia de alguna terrible desgracia, entonces regreso a casa para comprobar que mi esposa esta bien, llamo a mis padres, a mis hermanos, le pido a Helen que lo haga con su familia.

Mayo 14
Esto se está convirtiendo en una rutina desagradable, despertares tranquilos, y luego esta desolación, como si algo en el aire corrompiera mi alegría, me alterara los nervios y ensombreciera mi alma. Helen ha empezado a notarlo y esta preocupada por mí, me ha pedido que vaya a ver al médico. Lo haré, no me gusta verla triste.

Mayo 17
Después de trabajar por veinte años para ProvPort, recibí mi primera amonestación. No me estoy concentrando lo suficiente, y en este empleo un error puede costar miles de dólares. Mis temores parecen aumentar cuando llega la noche. Me siento preso de una terrible inquietud, como si esta ocultara una terrible amenaza para mí. Cenamos con Helen, me esfuerzo por llevar una conversación, pero es inútil, antes de darme cuenta estoy perdido en mis oscuros pensamientos. No quiero inquietarla más de lo que ya esta, así que la engaño diciendo que diciendo que estoy siguiendo una serie que va muy tarde y prefiero verla en la televisión del salón para no molestarla. Pero lo que en realidad sucede es que tengo miedo de dormir, siento mi corazón latir furiosamente en mi pecho; mi cuerpo tiembla envuelto en fiebre y al quedarme dormido es como si me hundiera en un abismo oscuro cuya caída no tiene fin. Siento que alguien me agita tomándome por los hombros, abro los ojos, esperando encontrarme en el infierno, pero veo los azules ojos de Helen,  me abrazo a ella con fuerza. Mi esposa me ha pedido que deje de inventar la excusa del programa de televisión y duerma en nuestra cama.

Mayo 23
Las pesadillas continúan, he acudido al médico pero no ve nada físicamente mal en mí. Solo el cansancio por la falta de sueño, además de una leve anemia. Me ha derivado a un neurólogo. Más pruebas, entretanto me han recetado algunos medicamentos para controlar mi ansiedad y otros para poder dormir. He decidido instalar una cama más pequeña en nuestra habitación, no puedo seguir molestando a Helen, le he planteado mudarme temporalmente a una de las habitaciones de huéspedes hasta sentirme mejor, pero ella se ha negado rotundamente. A duras penas ha aceptado que pongan la otra cama. Las pastillas no ayudan demasiado, las pesadillas son aún más fuertes, más reales. Siento que alguien me observa, me toca el rostro y los brazos, luego se sube a la cama montándose sobre mi pecho, acerca su boca a la mía absorbiéndome la vida; al igual que un murciélago bebe la sangre de su víctima hasta quedar saciado. Así él se saciaba de mí y luego desciende de mi pecho con la misma agilidad con la que había subido y se aleja. Yo despierto tan agotado que apenas puedo moverme.

Mayo 30
Los exámenes muestran alteraciones neuropsicológicas en el lóbulo temporal, causadas por algún tipo de lesión. No entiendo ni la mitad de todos estos términos médicos; solo estoy seguro de no haber recibido ningún golpe en la cabeza recientemente. Hoy decidí regresar caminando a casa, aprovechando que había dejado el auto para mantenimiento. Hace un poco de calor, pero la sombra de los árboles a lo largo del camino refresca el ambiente. Iba pensando en la promesa que le había hecho a mi esposa de una reunión en casa, cuando de pronto sentí que me envolvía un frío extraño, miré a mí alrededor, estaba solo, todo estaba tan silencioso…  Entonces sentí que alguien me seguía, muy cerca, casi pisándome los talones. Me volví rápidamente pero no vi a nadie, solo el sendero vacío; y al frente se extendía el mismo camino igualmente solitario. Cerré los ojos y comencé a correr como un niño asustado, no me importaba los golpes de las ramas en mi rostro solo quería alejarme de allí. Llegue a la casa sudoroso y lleno de arañazos, más angustias para Helen, pero no puedo contarle nada, pensaría que estoy perdiendo la razón.

Junio 2
Definitivamente estoy perdiendo la razón. Siempre dejo al costado de mi cama una botella de agua, es común que sienta sed durante la noche. Sentí sed, y encendí la lamparilla cerca mi cama, abrí la botella, estaba vacía… ¿cómo podía ser esto posible? el sello estaba intacto, pensé que era alguna falla de la fábrica, pero cómo no lo había notado antes. Me levanté y fui a la cocina a buscar otro frasco, recuerdo haber bebido la mitad del mismo y luego dejarlo sobre el velador… no puedo equivocarme sobre esto, bueno, cerca del amanecer volví a sentir sed… no había nada en el envase. ¿Quién se había bebido el agua?, quizá Helen, aunque eso sería raro, acaso lo había hecho yo mismo de forma inconsciente. Mientras desayunábamos le pregunte a Helen, ella se mostro igualmente sorprendida.

Junio 3
He vuelto a colocar una botella de agua y he añadido una caja de leche igualmente intacta. He colocado en una pequeña mesa una bandeja con algunas frutas, un trozo de pollo y un vaso de vino. Mi esposa me miraba extrañada viéndome hacer todos estos preparativos. “Qué es todo eso Justin, acaso esperas a alguien… y estas ansioso de que me duerma para divertirte”, ella bromeaba, pero no sabía lo cerca que estaba de la verdad, excepto en la parte de la diversión. “Vamos Helen, es solo que como no como mucho durante el día y me da hambre en la noche, así que para no tener que estar levantándome decidí traerme todo esto aquí” Ella se acercó y me dio un beso en la frente cogiendo una de las frutas y mirándome con picardía. Hace unos días hubiera corrido a sus brazos, pero ahora no podía… Dios, no podía.

Junio 4
He dormido pesadamente, no ha sido un sueño reparador me siento extenuado. Lo primero que hice fue comprobar el estado de la comida que había dejado, todo estaba intacto excepto que tanto el agua como la leche habían desaparecido. El sello del frasco al igual que el de la caja de leche estaba cerrado. Busque en vano algún lugar por dónde pudieran haber extraído el líquido pero no encontré ningún agujero, nada. Además pensaba en lo absurdo de aquello, quién iba a tomarse el tiempo en hacerme esas jugadas. Frank, el hermano de Helen, estaba de viaje, además cuando se quedaba con nosotros era poco el tiempo que permanecía en la casa.
Debo salir de aquí, mañana le pediré a mi mujer que nos marchemos de aquí por un tiempo, quizá a California donde viven sus padres. Debo salir de aquí.

Junio 20
El viaje me ha sentado maravillosamente, he regresado renovado. Ya no le temo a mis pesadillas. Me basta ver los ojos serenos y la sonrisa de mi esposa para sentirme bien. He vuelto a mi trabajo y todos mis compañeros han notado el cambio, mi jefe se ha alegrado al notar mi mejoría. Debí haber hecho este viaje hace mucho.

Junio 25
Las pesadillas han vuelto. He notado que sea lo que sea que me visita por las noches, solo gusta del agua y la leche, ignorando todo lo demás. ¡Lo he visto! Ya no tengo ninguna duda… ¡lo he visto!, el terror no me permitía moverme… ¡Lo he visto! Estaba en mi oficina ingresando unos formatos en los archivos de mi computadora cuando claramente vi que la silla frente a mi se movía, como si alguien la acomodara para sentarse en ella; luego observé levantarse mi pisapapeles - se trata de un hermoso objeto, un delfín de cristal que un amigo trajo de unos de sus viajes a Italia - pues el pesado objeto quedo suspendido en el aire y luego hizo una leve curva, como si un ser invisible lo acercara a sus ojos para admirarlo más detenidamente. Me arroje sobre este, pero la fuerza que lo sostenía había desaparecido, vi con pena y horror caer el precioso objeto al piso y hacerse pedazos. Estoy siendo presa de alucinaciones… ¿Pero realmente son alucinaciones?

Junio 30
Hace un calor insoportable. Cuando  llegue a mi oficina he encontrado varios de mis archivos fuera de lugar, muchos de los adornos que me son muy preciados están desperdigados por todos lados. Otros están hechos añicos, como si hubieran sido lanzados contra las paredes. ¿Quién podía haber hecho semejante maldad? Llame a mis empleados, todos me juraban que nadie entraba a mi oficina en mi ausencia. “Señor, solo usted y el Director MacCullers tienen la llave” me dijo uno de mis hombres. Eso era cierto, Brian estaba fuera del país… tomé mi chaqueta y salí corriendo rumbo a casa Me encerré en mi estudio, alguien había removido mis cosas también allí, un pequeño barco de madera que mi padre me obsequio de niño. Estaba despedazado en un rincón. Tome los trozos entre  mis manos y me eche a llorar.

Julio 3
Ahora estoy convencido de que existe cerca de mí un ser invisible que se alimenta de leche y agua, que puede tocar mis cosas y revolverlas, destrozarlas a su antojo; dotado, por lo tanto de un cuerpo material aunque imperceptible a mis sentidos, que me sigue los pasos para atormentarme, destruyendo lo que me es querido. He cerrado todas las puertas y ventanas para impedir su entrada. Sé que Él sale a merodear en las noches, sin embargo algo me dice que todo es inútil. Me siento abatido, exhausto, no tengo deseos de moverme. Me parece que una fuerza desconocida me  paraliza  impidiéndome ir a ningún lado.

Julio 5
El me espía, me domina. Controla mis actos, mis movimientos y mis pensamientos. Quiero salir y no puedo. Él no quiere y tengo que obedecerle, ¿quién es este ser invisible que me domina? ¿Quién es este desconocido, este merodeador de una raza sobrenatural?
Durante la mañana he conseguido liberarme de su acoso, he tomado las llaves de mi auto y me he dirigido a la casa de Catherine, si algo me ocurre quiero que ella cuide de Helen. Pero a mitad de camino me he detenido y ya sin voluntad he reiniciado el camino de vuelta. Él me había encontrado y volvía a posesionarse de mí. Si soy incapaz de controlar mis actos, entonces debo encerrarme, quién sabe lo que pueda obligarme a hacer, no quiero lastimar a nadie, debo proteger a Helen de... ¡mi mismo!

Julio 6
He llevado algunas de mis cosas a una de las habitaciones de huéspedes, también he tomado algunas provisiones de la despensa. Mi esposa ha intentado detenerme, me visto obligado a empujarla para cerrar la puerta. Me destroza el corazón escuchar sus lamentos. Pero debo ser fuerte por ella. Escucho voces, la pobre ha traído al Oficial Halpern, ¡como si alguien pudiera  ayudarme! Quieren obligarme a abrir la puerta y se están lanzando contra ella, no me han dejado otra alternativa que amenazarlos con pegarme un tiro si continúan insistiendo. Se han ido, me han dejado en paz. Desde hace varias semanas había empezado a escribir; un poco para aliviarme y otro con la esperanza de que si alguien encuentra estos escritos pueda entender el horror de mi situación. Ahora es vital que lo haga, siento que el fin se acerca. Mientras escribo sentí que me espiaba, tuve la certeza que leía por encima de mi hombro, de que estaba allí rozándome la oreja, fingí estar ajeno a su presencia, entonces me levante súbitamente y lo sujete entre mis brazos, no lo dejaría escapar. ¡Lo mataré!, disponía de mis manos y mis rodillas para someterlo y estrangularlo, aplastarlo, despedazarlo.  Ha sucedido… ha sucedido… pero, ¿habrá muerto?

Julio 7
Él continua aquí, lo sé. Él no morirá como cualquier ser vivo en este mundo, el sucumbirá un día determinado, en una hora determinada y en un minuto determinado, al llegar al límite de su vida. He comprendido que no hay ayuda posible… no existe, entonces debo suicidarme…

19 febrero, 2012

El Horla II

Hicimos una parada en Rockville, para hacer una comida breve. Scully ha estado muy callada durante el viaje, es como si algo la preocupara. Apenas si ha hecho alguna que otra observación en cuanto al caso que nos espera en West Greenwich. Casi podría asegurar que su estado tiene que ver con la conversación privada que tuvo con Skinner.
Estoy de nuevo al volante, ya hemos pasado Delaware y New Jersey, ahora tomo la interestatal 95 Express, pronto llegaremos a Connecticut. Estamos a pocas millas de nuestro destino, me detengo súbitamente. Scully vuelve sus ojos hacía mi extrañada.
- ¿Qué pasa Mulder, por qué nos detenemos?


- Scully, ¿qué fue lo qué te dijo Skinner? – la veo fijar los ojos en la carretera, luego posar su mirada en sus manos que descansan sobre el expediente, para finalmente quedarse observándome por unos segundos antes de responder.
- El esta preocupado por ti… debes recordar la forma en que te involucraste en el caso Mostow. Tampoco creo que hayas olvidado lo que le ocurrió a tu antiguo mentor.
- Mostow, el asesino que dibujaba gárgolas… decía estar poseído por un demonio que lo obligaba a cometer los crímenes.
- Sé que nunca fuiste uno de los favoritos del agente Patterson, pero él te admiraba a su manera, me lo dijo confidencialmente su ayudante. Todavía purga condena en una institución mental. Mulder, hay ciertos casos que parecen ejercer una extraña influencia sobre ti, tan poderosa que puedes pasar más de 48 horas seguidas sin dormir e incluso olvidas hasta comer. Tu cerebro trabaja al máximo, pierdes la noción de todo lo que no este relacionado a la verdad que deseas encontrar… y este parece ser uno de estos. Eso es lo que teme nuestro jefe…
- ¿También tú verdad Scully?, también temes que un día de estos pierda la razón. Yo escribí algo al final del informe de ese caso, algo que era más para mi mismo que para cualquiera que pudiera leerlo. “Trabajamos en la oscuridad, hacemos lo que podemos por combatir el mal que de lo contrario nos destruiría; pero si el destino está marcado por el carácter, esta lucha no es una elección, sino una llamada. Sin embargo, a veces el peso de esta carga nos hace fallar y se rompe la frágil fortaleza de nuestra mente, permitiendo que salgan los monstruos que moran en ella. Nos quedamos solos mirando al abismo. Mirando el  rostro burlón de la locura”
No le temo al abismo, no si permaneces a mi lado, tu racionalidad a menudo extrema es y será siempre mi salvación. Tengo la certeza de que tu mano siempre estará tendida para sacarme del más oscuro agujero, aún en contra de mi voluntad.



Departamento de Policía: 280
Victoria Carretera West Greenwich, Rhode Island
8:00 p.m.

Conforme nos acercábamos al lugar, el tráfico se tornaba más caótico, grupos de policías se esforzaban por imponer el orden y evitar algún accidente. Tardamos más de media hora en llegar a la Estación de Policía de Greenwich. El jefe, un hombre alto y delgado estaba en la puerta de la estación junto con un grupo de sus oficiales. También estaban en el lugar miembros de la Agencia para el Manejo de Emergencias del estado. Nos sorprendió encontrarlos en el lugar, este organismo solo responde a casos de situaciones de crisis o desastres. Uno de los agentes se acerco a nosotros y nos impidió el paso, seguramente pensando que éramos un par de ciudadanos asustados con los que lidiar. Su expresión cambio cuando le mostramos nuestras credenciales,  le hizo un gesto al oficial a cargo para que se acercara.
El policía se dirigió hacía nosotros acompañado de otro hombre, ambos nos quedaron mirando con cierto asombro.
- Solo vienen ustedes dos, pensé que el FBI enviaría una brigada de apoyo – comento con un tono de impaciencia el más alto de ellos, pero luego reacciono y nos tendió la mano amistosamente.
- Por favor disculpen agentes, la situación es bastante difícil aquí, de ninguna manera subestimo su presencia. Soy el jefe de policía Mark Halpern y él es teniente gobernador de la Agencia de Emergencias Bradd Nelson.
- Señores, qué ocurre concretamente aquí. Han dado alguna orden de evacuación, ¿la población esta expuesta a algún tipo de peligro natural o tecnológico? – Le pregunto mi compañera – el hombre dio una mirada a su alrededor cómo buscando una respuesta coherente.
- Agente… ¿Scully? – Se acerco a nosotros y nos dijo bajando mucho la voz – no deseamos provocar más pánico del que ya existe, nuestra misión es proteger la vida y la propiedad de los ciudadanos… nadie ha dado ninguna orden para evacuar, la gente simplemente esta tomado sus autos y abandonado sus casas. Llevo más de quince años al frente y nunca antes me había enfrentado a una situación como esta.
El  hombre que lo acompañaba tomo la palabra. Era más joven que Halpern, pero al parecer estaba tan desconcertado como el otro.
- Aquí no enfrentamos ninguna inundación, ni la cercanía de algún huracán o tormenta; tampoco se trata de alguna amenaza terrorista, disturbios civiles o algún peligro tecnológico… agentes no sabemos a qué nos estamos enfrentando. ¡Nosotros, que deberíamos informar y velar por la seguridad de estas personas! – el teniente se llevo una mano a la frente en un gesto de desesperación. Puse una de mis manos sobre su brazo y lo miré directamente a los ojos.
- Teniente Nelson, nos damos cuenta que tanto usted como el Oficial en jefe están haciendo todo lo posible por hacer lo correcto. Hay algún lugar donde podamos reunirnos, necesitamos toda la información de la que dispongan.
- Vengan con nosotros, en mi oficina podemos conversar… no me arriesgo a decir que “tranquilamente” porque como podrán ver las situación esta bastante lejos de esto, pero por lo menos tendremos algo de privacidad. Teniente, usted puede guiarlos, voy a hablar con mis hombres, necesito que se mantengan alertas, no sabemos qué pueda suceder de continuar este clima de incertidumbre. Normalmente diría que estamos preparados para afrontar cualquier situación, pero todo esto es tan extraño…
- Ve Mark, les adelantare cuanto sabemos sobre este caso, luego podrás darles información más detallada sobre las muertes de Holstein y Adler.
Caminamos en silencio hasta la Estación y de allí recorrimos varios pasillos hasta llegar a las oficinas del Jefe de Policía. Era una habitación amplia y bastante ordenada; los archivadores perfectamente alineados, sin los expedientes asomando por los cajones; sobre la superficie pulida del escritorio descansaban algunos portarretratos, los papeles puestos ordenadamente en sus bandejas al igual que la correspondencia. Nada en aquel lugar parecía fuera de sitio. Sin duda Halpern era un hombre metódico, con un alto grado de rigurosidad, precisión y exactitud en sus razonamientos, quizá algo malhumorado. Cuando se habita un lugar por un periodo largo, se deja huellas de nuestra personalidad en este. Pase los más importantes años en la academia en el área de Investigación del Comportamiento del FBI.
- Mark me informo que ya les habían enviado algunos datos sobre los dos hombres muertos. Directamente a usted agente Mulder, si no me equivoco.
- Sí, los revise hoy en la mañana y pedí que nos asignaran el caso. ¿Por qué yo teniente Nelson?
- Dadas las circunstancias tan insólitas del caso, creo que es el único a quien podíamos recurrir. Personas huyendo de un ser… invisible, no necesitamos las burlas de nadie. He escuchado hablar de usted, fui yo quien le sugirió a Halpern que lo contactara – no pude evitar una sonrisa, no sabía que mi fama trascendiera más allá de las cuatro paredes del sótano que me habían asignado como oficina – Encuentra algo gracioso en lo que le estoy diciendo – La voz de Nelson había subido de tono, estaba visiblemente enojado, había interpretado mal el gesto en mi rostro, me apresure a sacarlo de su error.
- Usted no entiende, no me estoy burlando de usted y mucho menos de la situación a la que esta haciendo frente, es solo que me no me considero tan importante como para que personas como ustedes recurran a mi.
- No debería ser tan modesto agente Mulder, usted es mucho más conocido de lo que piensa. Un brillante perfilador de asesinos en serie. Aunque muchos se “rían” de sus teorías, estoy seguro que en el fondo sienten respeto por su aguda inteligencia y la tenacidad con que maneja sus casos – sentí una oleada de calor subir a mis mejillas, pocas veces había encontrado personas que sintieran respeto por mi trabajo. Pero de inmediato me repuse, ¡oh vanidad!, la quiero lo más lejos posible.
Escuchamos la puerta abrirse y luego apareció ante nosotros Halpern. Se le veía cansado. Desde cuándo no tenía un momento de sosiego, se dejo caer más que sentarse en una de las sillas próximas a donde nos encontrábamos.
- Llegas en el momento justo Mark, estaba por empezar a darles algunos detalles adicionales a los agentes, pero es mejor que tú mismo se los digas, yo solo conozco los hechos por los informes que me has dado.
- Bien, qué necesitan saber – nos dijo alternando su mirada entre Scully y yo.
- Mi compañera es médico, si es posible ella podría asistir al forense… no sé si  ya se realizaron las autopsias. Me gustaría ver el lugar donde ocurrieron las muertes y entrevistarme con algunos de los testigos.
- No hay ningún problema en que la agente Scully trabaje con el doctor Bruce Horwood, todavía no se han hecho las autopsias, estábamos esperando por ustedes. Yo puedo llevarlo al lugar donde encontramos los cuerpos, en cuanto a los testigos… la mayoría ha abandonado el lugar, pero tengo sus declaraciones – tomo una carpeta que tenía sobre el escritorio, paso algunas hojas y luego continuo – solo podrá escuchar el testimonio directo de Walter Reeves y Steven Harrison, son los únicos que todavía permanecen en la ciudad.
- Me gustaría hablar con la señora Holstein – observe dibujarse un gesto de contrariedad en el rostro del policía.
- Bueno… si usted lo considera indispensable – le hice un gesto afirmativo – ella se encuentra bastante alterada, por supuesto no es para menos… para nadie debe ser sencillo enfrentar el suicidio de una persona cercana.
- ¿Ella se encuentra en su casa?
- No, no podía dejarla sola en el estado en que se encuentra. Ella esta ahora con los Davis, son sus parientes cercanos, Catherine Davis es su hermana.
Scully había permanecido todo este tiempo en silencio, creo que inconscientemente estaba monopolizado la conversación. Definitivamente he hecho algo mal, conozco demasiado bien a mi compañera. Me disculpe con los dos hombres y la llevé hasta el pasadizo.
- Lo siento Scully, ya me conoces, me dejo llevar por mi “entusiasmo”. Si lo deseas iremos juntos al hospital y luego…
- ¡Cállate Mulder!, ¿me puedes decir qué haríamos los dos en el depósito de cadáveres? Si encuentro algo anormal te llamaré. Ve con Halpern, esto me llevará algunas horas; porque no vemos dónde alojarnos antes de empezar. Quiero estar segura de tener una cama donde dormir cuando termine con esto.
Lo que sobraba en este sitio eran habitaciones de hotel. No nos costó mucho encontrar un lugar agradable. Más para  Scully que para mí, yo solo necesito un sillón mullido y un televisor, no puedo conciliar el sueño si no tengo uno de estos aparatos encendido frente a mí.
La observe unos segundos mientras se alejaba en compañía del teniente Nelson, luego seguí a Halpern hasta su auto.
-¿Por dónde desea que empecemos? Quiere ir primero a la playa donde encontramos los cuerpos. La zona esta custodiado, he dado órdenes estrictas para que nadie se acerque al lugar y estropee las evidencias. He sacado algunas conclusiones, las puede ir leyendo en el informe – se estiro por detrás mío para alcanzar el file que estaba en el asiento trasero y lo puso en mis manos –  O prefiere que vayamos a la casa de Holstein.
- Quiero ver la playa, ya han pasado más de ocho horas, las pistas son más fáciles de perderse allí. ¿Ha puesto vigilancia en la casa también?
- ¡Por supuesto, no soy un novato Mulder… agente Mulder!
- Mulder esta bien – le dije tratando de crear un clima menos formal entre nosotros, si iba a trabajar mucho tiempo al lado de este hombre sería mejor que nos mantuviéramos en buenos términos. Además este era su “territorio” – no tenía intención de decirle cómo hacer su trabajo.
- Esta bien Mulder – de pronto me quito el file de las manos – creo que es mejor que llegue allá y saque sus propias conclusiones, no quiero influir en sus razonamientos.
Me dedique a mirar por la ventanilla y mantener la boca cerrada durante el resto del camino. No sabía si aquel hombre me estaba retando o quería “halagar” mi intelecto. Después de unos veinte minutos finalmente llegamos al lugar, no pude reprimir un suspiro de alivio. La arena suave de la playa se hundía bajo nuestros pies, junto con la brisa marina me inundaron los recuerdos de tiempos mejores; sin duda debí perderme más en estos de lo que pensaba porque sentí un toque fuerte en el hombro.
- ¿Se fue usted de la tierra Mulder? – me comento el policía con una sonrisa burlona.
- Sí, me suelo desconectar cuando la compañía me obliga a ello – le respondí intentando a duras penas sonreír.
- Venga conmigo Mulder – agrego secamente.
Las potentes luces de los patrulleros iluminaban el lugar, algunos oficiales se paseaban inquietos, se les notaba bastante fatigados, pero todos se irguieron cuando vieron aparecer a su jefe. Uno de ellos levantó la cinta de seguridad para permitirnos pasar. Con el transcurrir de las horas el hedor de la sangre y los restos esparcidos por el suelo se había hecho insoportable, estaba acostumbrado a todo tipo de escenas y olores desagradables, sin embargo sentí revolvérseme el estomago. Reprimí cualquier gesto que pudiera delatarme, no quería mostrar ninguna debilidad ante aquel hombre. Sin embargo, por la mirada que me dirigió pude darme cuenta que todos mis esfuerzos habían sido en vano. Aparte de lo mencionado no había más que ver, la arena de una playa no es precisamente el mejor suelo para conservar huellas. Me mantuve lejos del grupo, lo que buscaba, aunque no sabía exactamente qué no lo iba a encontrar frente a mis narices; además quería evitar la mirada constante de Halpern, parecía ansioso por verme cometer algún error y demostrarme quien era el más hábil. Cruce la carretera y llegue hasta la zona boscosa, mi pequeña linterna no me ayudaba demasiado, solo contaba con la luminosidad del cielo estrellado y de las casas, pero la mayoría de estas estaban en penumbras. Por fin encontré algo interesante, en algunas zonas la hierba estaba hundida, parecían huellas de pisadas… pero no tenían una forma definida, era su profundidad lo que más me llamaba la atención; un poco más allá descubrí algunos árboles derribados, como si alguien los hubiera hecho a un lado para abrirse paso en una carrera frenética. Pero qué podía tener semejante fuerza. Ya no podía continuar, la oscuridad era completa, en mi afán por seguir aquel rastro me había alejado demasiado de la carretera… ¡mierda!, no tenía idea dónde estaba. Me detuve para tomar un respiro, en todo momento camine en sentido vertical a la carretera, no recordaba haber hecho ninguna curva o desvío, por lo tanto, tenía que volver sobre mis pasos en la misma dirección. Comencé el camino de vuelta, pero de pronto me detuve, tenía la sensación de que alguien iba detrás de mí, tan cerca que me bastaba levantar el brazo por detrás para atraparlo y eso fue lo que hice. Estaba solo. No había más que oscuridad rodeándome; pero era como si esta oscuridad tuviera vida propia, la sentía respirar sobre mí… esperando, esperando a que yo hiciera algún movimiento para tragarme. Debía serenarme o estaba perdido, camine rápidamente alumbrando por delante con la linterna, sentía cada vez más cercana aquella presencia y el instinto me decía que debía huir, huir. A no mucha distancia distinguí las luces de los patrulleros y me precipite hacía estas corriendo, fue entonces que sentí algo parecido a una mano grande y helada tirando de uno de mis hombros con tanta fuerza que perdí el equilibrio,  lance un grito desesperado. Debo haber perdido el sentido por unos instantes porque al abrir los ojos me hallaba rodeado por los hombres de Halpern y él mismo arrodillado a mi costado.
- ¡Por Dios Mulder!, por qué se alejo de esa forma, ¿esta usted loco? – me parecía estar escuchando a Skinner. Quise levantarme, pero al apoyar mi mano izquierda para hacerlo un terrible dolor me lo impidió – ¡estése quieto!, ya pedí una ambulancia. Usted debe ser un dolor de cabeza en la Agencia.
- ¿Por qué cree que mis oficinas están en el sótano? – pude ver que sonreía, aunque de haberlo podido evitar no lo hubiera hecho.
Ya en un tono más tranquilo volvió a dirigirse a mí.
- Me alegra no tenerlo bajo mis ordenes – mientras hablaba me palpo ligeramente el hombro lastimado y vi como retiraba su mano de inmediato alarmado – esta usted sangrando mucho – el mismo hombre que hace un rato quería patearme el trasero y enviarme de vuelta a Washington ahora estaba preocupado por mi bienestar.
Escuche el sonido de la sirena y pronto estaban los paramédicos atendiéndome, uno de ellos había puesto un grueso apósito presionando mi herida. Me levantaron con cuidado para colocarme en una camilla. Había visto repetirse esta situación tantas veces que esto era para mí como ir al supermercado a comprar las provisiones de la semana… más bien del semestre, porque rara veces tenía en la refrigeradora o en la despensa algo que no fueran algunas cervezas, jugos vencidos y mis imprescindibles semillas de girasol. Ya dentro del la ambulancia cerré los ojos intentando relajarme y descansar un poco; pero tuve que abrirlos de inmediato, no podía deshacerme de esa sensación angustiante de una presencia desconocida, invisible, pero no por ello menos real. Trate de mantenerme despierto todo el tiempo que transcurrió hasta que llegamos al hospital. Mientras me trasladaban a urgencias, Scully apareció a mi lado.
- Por favor, debe esperar aquí… – le dijo tajante uno de los paramédicos.
- Soy agente del FBI, él es mi compañero, y además soy médico. ¿Le parece suficiente? – Se ubico a mi lado para examinar mejor mi herida, sus ojos azules me miraron perplejos. Busque su mano y la apreté suavemente.
- Vamos Scully, ya sabes que parte de mi tour en los viajes es una visita al hospital local – pero ella estaba bastante seria – Hey, me siento bien, es solo… – me quede en silencio porque no sabía exactamente qué era lo que me había herido, ni la gravedad de mis lastimaduras – ¿Encontraste algo inusual en las autopsias? – le pregunto para aliviar la tensión.
- Algunas cosas, pero hablaremos luego – su mano se desprendió de entre mis dedos, mientras su mirada angustiada se quedaba grabada en mi mente. Cerré los ojos al traspasar la puerta de urgencias, ella no podía verme ahora, en realidad deseaba gritar; el hombro me dolía terriblemente, eran punzadas cada vez más intensas, sentía el sudor escurrirse por mi frente y sobre los labios.
Observé a un médico joven inclinarse sobre la herida y dibujarse en su rostro un gesto parecido al que vi en mi compañera, entonces lo que me ocurría era más serio de lo que imaginaba. Una gran necesidad de dormir se fue apoderando de mí hasta que todo se fue convirtiendo en una masa blanca y luminosa.
Cuando desperté estaba acostado sobre una cama de hospital, era extraño despertar en una cama. Lo primero que vi, fue el rostro de Scully inclinado sobre el mío y su mirada azul expectante. Mi fiel compañera, cuántas veces te he llevado al límite y sin embargo continuas a mi lado; inamovible, como un faro que me guía a través de las tinieblas, de las más profundas tempestades en la que mi ser se hunde. Puedes poner en duda cualquiera de mis insensatas búsquedas, intentar encajarlas en tu ciencia… pero a pesar de que tu razón te hubiera obligado a abandonarme hace mucho, tu has permanecido siempre conmigo. Me muevo un poco, el dolor aun esta allí aunque ha disminuido bastante.
- Hola – le digo.
- Hola, parece que está es la única forma de mantenerte quieto – me dice sonriendo, su cabello brilla como una moneda de cobre recién acuñada.
- Me siento bastante bien, ¿sabes cuando me dan de alta?
- Creo que en… – consulto su reloj – en una cuarenta minutos, si pudiera te dejaría una semana aquí, aunque tuviera que atarte. Mulder, tendrás que venir mañana para que te revisen. Claro que te han aplicado antibióticos y algunas vacunas, pero no se descarta la posibilidad de una infección.
- ¿Qué fue lo que me paso? – la observe bajar la mirada y volver la cabeza a un lado.
- Parece que algún animal te ataco.
- ¿Me dices que salto sobre mi una ardilla voladora o un mapache paranoico?, ¿quizá un conejo resentido con la humanidad?... no sé de otros animales por esta zona.
- No estamos lejos de South Kingstown, apenas unos 3 km, hay muchos coyotes en ese lugar.
Mire la extensión de el vendaje, eso no era el zarpazo de un coyote. Estos no miden más de un metro y no es frecuente que ataquen a los humanos. Además estaba el ancho de sus huellas.
- Creo que ni tu te crees eso, vamos Scully, no eres bióloga pero sabes bien que esto no lo hizo un coyote.
- Dime quién lo hizo entonces, tú debes haberlo visto.
- Ese es algo a lo que no puedo responderte. No vi nada, pude sentir que algo me perseguía, pero al volverme no distinguí  absolutamente nada. Me sentí amenazado y empecé a correr, luego una zarpa se clavo en mi hombro y me derribo – me estremecí involuntariamente al revivir la experiencia, cerré los ojos para apartar ese recuerdo y lleve la conversación a otro tema.
- Me dijiste que habías encontrado algo extraño en las autopsias.
- Holstein, bueno, murió a causa del disparo en la sien evidentemente… sin embargo, los niveles de norepinefrina y dopamina eran anormales, estos neurotransmisores son reconocidos por jugar un importante rol en la atención y concentración; estos desniveles fueron causados por las etapas prolongadas de insomnio; además tenía el estómago prácticamente vació, lo que indica que llevaba por lo menos más de 24 horas sin comer. La falta de sueño debe haber ocasionado el estado de paranoia en el que se encontraba. En cuanto a Adler… las heridas en el cráneo son profundas, el hueso parietal izquierdo esta completamente destrozado; el húmero y la clavícula  presentan fracturas múltiples. La piel presenta rasgaduras en esas zonas…
- ¿Qué tipo de rasgaduras? – parecía estar librando una lucha interna, como siempre ocurría en ella; las evidencias frente a su espíritu crítico y racional.
- Marcas similares a la que tienes en el hombro.
Sentí un frio intenso apoderarse de mi, entonces aquello… ¡el Horla!, había estado tras mis pasos, me había tocado, ahora El me conocía. Me levante rápidamente de la cama, no podía quedarme acostado mientras aquello vagaba por el lugar. Mi compañera intento inútilmente mantenerme acostado.
- ¡Dijiste que ya estaban por darme de alta, déjame levantarme! – como para contrariar los deseos de Scully, apareció una enfermera para indicarme que el médico había firmado mi salida y podía marcharme. Ella se apartó de mi lado y salió de la habitación. Tome mis ropas y comencé a vestirme, el proceso fue bastante lento y doloroso. Una cosa era estar acostado y otra intentar mover libremente el brazo, los niveles de dolor eran bastante diferentes. Busque mi celular y llame a Halpern, me sobresalto escuchar tocar la puerta y verlo aparecer después de indicar a quien estaba acompañándolo que esperara.
- ¡Vaya, usted si que es rápido!
- Vine a ver como seguía y la agente Scully me dijo que estaba por salir del hospital. Se recupera usted con mucha rapidez Mulder.
- Si, es cuestión de práctica  y créame que tengo mucha.
- Bien, si usted lo dice… ¿le duele mucho? – Negué con la cabeza – Es usted la persona más terca que he conocido, solo que ahora estoy prevenido. ¡Trabajamos en equipo o… trabajamos en equipo!,  ¿me entendió Mulder?
Lo que me faltaba, otro Skinner.
- Quisiera entrevistarme con algunas personas antes que decidan abandonar la ciudad.
- Le asignare a uno de mis oficiales de confianza, me gustaría acompañarlo pero tengo cosas pendientes que solo yo puedo resolver. Scott Sanders es un joven bastante inteligente, algo impulsivo e impaciente – una sonrisa burlona se dibujo en sus labios – usted y él se entenderán de maravilla. La agente Scully no tendrá problemas en trabajar con un tercero, ¿no es así?
- Sinceramente nos gusta trabajar por nuestra cuenta, por supuesto, lo mantendremos al tanto de nuestros avances. Solo necesito el apoyo de su oficial para que nos guíe, luego podemos prescindir de su compañía, usted debe andar falto de personal.
- Tengo suficientes hombres, Sanders puede quedarse con ustedes todo el tiempo que lo requieran – había captado el mensaje, Scott estaría allí para informarle de todo lo que hacíamos, y para evitar que me salga de las reglas – él se encargará de acompañarlo mañana para que le revisen esa herida.
- Mi compañera puede encargarse de eso, no es necesario que…
- La agente Scully se ha pasado la noche a su lado, creo que en algún momento necesita descansar – baje los ojos avergonzado, ignoraba que ella hubiera estado conmigo todo la noche, y yo solo pensando en el caso.
- De acuerdo, Halpern… señor…
- Halpern, puede llamarme Halpern, no soy su jefe. Estaré en contacto con ustedes, nos reuniremos con el teniente Nelson a las 21 horas, en su despacho – de pronto se volvió hacía alguien que esperaba en la puerta – este es el oficial Sanders – Scott, el agente Fox Mulder, en un momento conocerás a su compañera la agente Dana Scully. Ellos vienen desde Washington  para apoyarnos en la investigación de este caso… y en su cierre definitivo.
Sanders, era un hombre cercano a los treinta años; de cabello oscuro, delgado y ligeramente más bajo que yo. Era clara su ascendencia latina, se podía considerar un hombre atractivo, aunque Scully sería mejor que yo juzgando estas cosas. Algo en su fisonomía destacaba por encima de todo; eras sus ojos castaños, brillantes y profundos, una mirada  directa, resuelta, honesta. Pero habían calado muy profundamente en mí las palabras de mi antiguo informante: “No confíes en nadie”.
- He oído hablar mucho de usted agente Mulder.
- ¿Qué persigo hombrecitos verdes, sabuesos infernales o mutantes asesinos?
- No, el teniente Nelson se refiere a usted con mucho respecto, no sé si ya lo sabe, pero fue idea de él traerlo para ayudar en esta investigación – pase por alto las palabras del policía.
- Y me imagino que usted tuvo la poca fortuna de ser asignado a nosotros.
- Nuevamente se equivoca, fui yo quien pidió trabajar con ustedes.
- Bien… ¿puedo llamarlo Scott? – me hizo un gesto afirmativo – será mejor que empecemos, tenemos mucho trabajo pendiente.
- Su compañera nos esta esperando.
- Ah… ya conoció a la agente Scully.
- Si, me la encontré en el pasillo hace un momento.
- Bien, Scott, empecemos por visitar la casa de Holstein – podía hacerme el duro, pero realmente me estaba costando  bastante desempeñar el papel, el dolor en el hombro era un infierno
- Señor, podemos pedir que le administren algún analgésico antes de salir – o este oficial era muy observador o “la actuación” me estaba saliendo pésima.
- No, necesito estar alerta, los analgésicos suelen a producir somnolencia y necesito tener el cerebro despejado.
Scully nos esperaba sentada en uno de los sillones del área de admisión, estaba entretenida hojeando una revista médica. Cuando nos vio la dejo de lado y se puso de pie de inmediato.
Nos subimos a nuestro auto, mientras Scott lo hacía en su patrulla sirviéndonos de guía. La casa de Justin Holstein estaba frente al mar  Era una casa amplia y hermosa, por lo visto su empleo era bastante rentable.
- No vivía nada mal Holstein – comenté.
- Tenía un cargo importante en una agencia de ProvPort, aquí en Rhode Island. Este es uno de los puertos más activos en el noreste de Estados Unidos – Scott avanzó y quito la cinta de seguridad  de la puerta.
Scully levanto una ceja y sonrío al ver todo el lujo desplegado en el lugar.
- ¡Vaya no escatimaba en gastos! – comento mientras observaba los preciosos objetos que decoraban el amplio salón.
- ¿Cómo marchaban las cosas entre los Holstein oficial?
- Siempre se llevaron bastante bien, pero hace menos de dos meses la señora Holstein visito al jefe Halpern en varias ocasiones, se le notaba angustiada e inquieta por algo. Estuve presente en un par de entrevistas que tuvieron, decía que  el comportamiento de su esposo era bastante inusual.
- ¿Inusual, qué quiere decir?
- Conocí a Justin Holstein, era un hombre amable, le agradaba dar pequeñas reuniones para sus amigos. Todos los fines de semana la casa estaba iluminada, se podía escuchar la música y las risas desde fuera; con esto no estoy diciendo que se tratara de una persona escandalosa, nunca recibimos quejas de los vecinos, además las reuniones nunca se prolongaban más allá de la medianoche. De pronto, las reuniones cesaron y la casa se torno oscura y silenciosa. Fue por esa época que su esposa empezó a visitar la Estación – Eh, dónde se fue el agente Mulder.
Había avanzado por el ancho pasillo. La casa tenía unas seis habitaciones, solo tres de ellas parecían haber tenido huéspedes permanentes, las otras debían estar acondicionadas para recibir invitados. Si las cosas no iban bien en la pareja, Justin debía ocupar una de estas habitaciones, pero la tercera… bueno no sé quién habitaba la tercera porque el matrimonio no tenía hijos. Una de las otras era claramente la que había estado ocupando Holstein, era amplia y cómoda, aunque lucía bastante desordenada.  La ropa estaba amontonada por los sillones, y los libros esparcidos por el piso. Solo unos pocos estaban puestos sobre un estante, junto con varios files y otros documentos relacionados con su trabajo. Observe que las ventanas estaban fuertemente aseguradas, incluso una gruesa cinta de las que se utilizan para embalar bordeaba todos los lados de las mismas. Era como si no deseara que ingresara ni la más mínima ráfaga de aire. La puerta también tenía hasta cuatro jugos de cerrojos y gruesas toallas descansaban al pie de esta. Holstein debía haber vivido algunos días encerrado en ese lugar. Había restos de comida enlatada, botellas de jugo vacías. Los grifos de la ducha y del lavamanos estaban clausurados; nadie podía tener acceso al agua allí ni siquiera él mismo. Cómo había podido sobrevivir de esa manera, de qué forma se las ingeniaría para satisfacer sus necesidades fisiológicas. Trate de hacerme espacio en medio de todo ese caos, buscaba algo que pudiera darme una pista, algún indicio de lo que le estaba ocurriendo. Después de hurgar entre los cajones de un pequeño escritorio encontré algo, mis ojos devoraron las hojas sueltas, las palabras garrapateadas sobre ellas estaban escritas por alguien hundido en la desesperación y luego, entre estas un dibujo, un recorte que debió haber sacado de algún libro… allí estaba en toda su pavorosa expresión…el Horla, sentado sobre el pecho de un hombre, apretando entre sus descarnadas manos el cuello del infeliz. Parecía un grabado del siglo XIX, mis ojos se fijaron en sus enormes manos y en las garras al final de sus dedos. La mano que tenía libre busco la herida y sentí mi sangre congelarse.
-¡Scully! – Mi llamado debe haber sonado insólito, angustiado – Creo haber perdido por unos segundos la razón, porque me parecía tener delante de los ojos la imagen de aquel monstruoso ser; tan viva, tan real, casi podía escuchar su respiración que se asemejaba a un quejido ronco.
- ¡Mulder!, ¡Mulder! – las sacudidas de Scully me volvieron a la realidad, o es que nunca me fui de ella. Scott estaba a mi lado intentando llevarme a uno de los sillones más cercanos.
- ¡Esta demasiado pálido!, voy a buscar un poco de agua – lo observe salir a toda prisa de la habitación. La mirada de mi compañera descendió hasta mi mano y los papeles que apretaba en ella.
- ¿Qué tienes allí Mulder?, ¿qué son esos papeles?
- Es lo que Holstein estuvo escribiendo, es una especie de diario, esta fechado. No he podido leerlo completamente, solo algunos párrafos, pero parece ser el relato de lo que le estaba enloqueciendo… y esta es la imagen de sus pesadillas. Puse frente a los ojos de Scully el grabado.