19 febrero, 2012

El Horla II

Hicimos una parada en Rockville, para hacer una comida breve. Scully ha estado muy callada durante el viaje, es como si algo la preocupara. Apenas si ha hecho alguna que otra observación en cuanto al caso que nos espera en West Greenwich. Casi podría asegurar que su estado tiene que ver con la conversación privada que tuvo con Skinner.
Estoy de nuevo al volante, ya hemos pasado Delaware y New Jersey, ahora tomo la interestatal 95 Express, pronto llegaremos a Connecticut. Estamos a pocas millas de nuestro destino, me detengo súbitamente. Scully vuelve sus ojos hacía mi extrañada.
- ¿Qué pasa Mulder, por qué nos detenemos?


- Scully, ¿qué fue lo qué te dijo Skinner? – la veo fijar los ojos en la carretera, luego posar su mirada en sus manos que descansan sobre el expediente, para finalmente quedarse observándome por unos segundos antes de responder.
- El esta preocupado por ti… debes recordar la forma en que te involucraste en el caso Mostow. Tampoco creo que hayas olvidado lo que le ocurrió a tu antiguo mentor.
- Mostow, el asesino que dibujaba gárgolas… decía estar poseído por un demonio que lo obligaba a cometer los crímenes.
- Sé que nunca fuiste uno de los favoritos del agente Patterson, pero él te admiraba a su manera, me lo dijo confidencialmente su ayudante. Todavía purga condena en una institución mental. Mulder, hay ciertos casos que parecen ejercer una extraña influencia sobre ti, tan poderosa que puedes pasar más de 48 horas seguidas sin dormir e incluso olvidas hasta comer. Tu cerebro trabaja al máximo, pierdes la noción de todo lo que no este relacionado a la verdad que deseas encontrar… y este parece ser uno de estos. Eso es lo que teme nuestro jefe…
- ¿También tú verdad Scully?, también temes que un día de estos pierda la razón. Yo escribí algo al final del informe de ese caso, algo que era más para mi mismo que para cualquiera que pudiera leerlo. “Trabajamos en la oscuridad, hacemos lo que podemos por combatir el mal que de lo contrario nos destruiría; pero si el destino está marcado por el carácter, esta lucha no es una elección, sino una llamada. Sin embargo, a veces el peso de esta carga nos hace fallar y se rompe la frágil fortaleza de nuestra mente, permitiendo que salgan los monstruos que moran en ella. Nos quedamos solos mirando al abismo. Mirando el  rostro burlón de la locura”
No le temo al abismo, no si permaneces a mi lado, tu racionalidad a menudo extrema es y será siempre mi salvación. Tengo la certeza de que tu mano siempre estará tendida para sacarme del más oscuro agujero, aún en contra de mi voluntad.



Departamento de Policía: 280
Victoria Carretera West Greenwich, Rhode Island
8:00 p.m.

Conforme nos acercábamos al lugar, el tráfico se tornaba más caótico, grupos de policías se esforzaban por imponer el orden y evitar algún accidente. Tardamos más de media hora en llegar a la Estación de Policía de Greenwich. El jefe, un hombre alto y delgado estaba en la puerta de la estación junto con un grupo de sus oficiales. También estaban en el lugar miembros de la Agencia para el Manejo de Emergencias del estado. Nos sorprendió encontrarlos en el lugar, este organismo solo responde a casos de situaciones de crisis o desastres. Uno de los agentes se acerco a nosotros y nos impidió el paso, seguramente pensando que éramos un par de ciudadanos asustados con los que lidiar. Su expresión cambio cuando le mostramos nuestras credenciales,  le hizo un gesto al oficial a cargo para que se acercara.
El policía se dirigió hacía nosotros acompañado de otro hombre, ambos nos quedaron mirando con cierto asombro.
- Solo vienen ustedes dos, pensé que el FBI enviaría una brigada de apoyo – comento con un tono de impaciencia el más alto de ellos, pero luego reacciono y nos tendió la mano amistosamente.
- Por favor disculpen agentes, la situación es bastante difícil aquí, de ninguna manera subestimo su presencia. Soy el jefe de policía Mark Halpern y él es teniente gobernador de la Agencia de Emergencias Bradd Nelson.
- Señores, qué ocurre concretamente aquí. Han dado alguna orden de evacuación, ¿la población esta expuesta a algún tipo de peligro natural o tecnológico? – Le pregunto mi compañera – el hombre dio una mirada a su alrededor cómo buscando una respuesta coherente.
- Agente… ¿Scully? – Se acerco a nosotros y nos dijo bajando mucho la voz – no deseamos provocar más pánico del que ya existe, nuestra misión es proteger la vida y la propiedad de los ciudadanos… nadie ha dado ninguna orden para evacuar, la gente simplemente esta tomado sus autos y abandonado sus casas. Llevo más de quince años al frente y nunca antes me había enfrentado a una situación como esta.
El  hombre que lo acompañaba tomo la palabra. Era más joven que Halpern, pero al parecer estaba tan desconcertado como el otro.
- Aquí no enfrentamos ninguna inundación, ni la cercanía de algún huracán o tormenta; tampoco se trata de alguna amenaza terrorista, disturbios civiles o algún peligro tecnológico… agentes no sabemos a qué nos estamos enfrentando. ¡Nosotros, que deberíamos informar y velar por la seguridad de estas personas! – el teniente se llevo una mano a la frente en un gesto de desesperación. Puse una de mis manos sobre su brazo y lo miré directamente a los ojos.
- Teniente Nelson, nos damos cuenta que tanto usted como el Oficial en jefe están haciendo todo lo posible por hacer lo correcto. Hay algún lugar donde podamos reunirnos, necesitamos toda la información de la que dispongan.
- Vengan con nosotros, en mi oficina podemos conversar… no me arriesgo a decir que “tranquilamente” porque como podrán ver las situación esta bastante lejos de esto, pero por lo menos tendremos algo de privacidad. Teniente, usted puede guiarlos, voy a hablar con mis hombres, necesito que se mantengan alertas, no sabemos qué pueda suceder de continuar este clima de incertidumbre. Normalmente diría que estamos preparados para afrontar cualquier situación, pero todo esto es tan extraño…
- Ve Mark, les adelantare cuanto sabemos sobre este caso, luego podrás darles información más detallada sobre las muertes de Holstein y Adler.
Caminamos en silencio hasta la Estación y de allí recorrimos varios pasillos hasta llegar a las oficinas del Jefe de Policía. Era una habitación amplia y bastante ordenada; los archivadores perfectamente alineados, sin los expedientes asomando por los cajones; sobre la superficie pulida del escritorio descansaban algunos portarretratos, los papeles puestos ordenadamente en sus bandejas al igual que la correspondencia. Nada en aquel lugar parecía fuera de sitio. Sin duda Halpern era un hombre metódico, con un alto grado de rigurosidad, precisión y exactitud en sus razonamientos, quizá algo malhumorado. Cuando se habita un lugar por un periodo largo, se deja huellas de nuestra personalidad en este. Pase los más importantes años en la academia en el área de Investigación del Comportamiento del FBI.
- Mark me informo que ya les habían enviado algunos datos sobre los dos hombres muertos. Directamente a usted agente Mulder, si no me equivoco.
- Sí, los revise hoy en la mañana y pedí que nos asignaran el caso. ¿Por qué yo teniente Nelson?
- Dadas las circunstancias tan insólitas del caso, creo que es el único a quien podíamos recurrir. Personas huyendo de un ser… invisible, no necesitamos las burlas de nadie. He escuchado hablar de usted, fui yo quien le sugirió a Halpern que lo contactara – no pude evitar una sonrisa, no sabía que mi fama trascendiera más allá de las cuatro paredes del sótano que me habían asignado como oficina – Encuentra algo gracioso en lo que le estoy diciendo – La voz de Nelson había subido de tono, estaba visiblemente enojado, había interpretado mal el gesto en mi rostro, me apresure a sacarlo de su error.
- Usted no entiende, no me estoy burlando de usted y mucho menos de la situación a la que esta haciendo frente, es solo que me no me considero tan importante como para que personas como ustedes recurran a mi.
- No debería ser tan modesto agente Mulder, usted es mucho más conocido de lo que piensa. Un brillante perfilador de asesinos en serie. Aunque muchos se “rían” de sus teorías, estoy seguro que en el fondo sienten respeto por su aguda inteligencia y la tenacidad con que maneja sus casos – sentí una oleada de calor subir a mis mejillas, pocas veces había encontrado personas que sintieran respeto por mi trabajo. Pero de inmediato me repuse, ¡oh vanidad!, la quiero lo más lejos posible.
Escuchamos la puerta abrirse y luego apareció ante nosotros Halpern. Se le veía cansado. Desde cuándo no tenía un momento de sosiego, se dejo caer más que sentarse en una de las sillas próximas a donde nos encontrábamos.
- Llegas en el momento justo Mark, estaba por empezar a darles algunos detalles adicionales a los agentes, pero es mejor que tú mismo se los digas, yo solo conozco los hechos por los informes que me has dado.
- Bien, qué necesitan saber – nos dijo alternando su mirada entre Scully y yo.
- Mi compañera es médico, si es posible ella podría asistir al forense… no sé si  ya se realizaron las autopsias. Me gustaría ver el lugar donde ocurrieron las muertes y entrevistarme con algunos de los testigos.
- No hay ningún problema en que la agente Scully trabaje con el doctor Bruce Horwood, todavía no se han hecho las autopsias, estábamos esperando por ustedes. Yo puedo llevarlo al lugar donde encontramos los cuerpos, en cuanto a los testigos… la mayoría ha abandonado el lugar, pero tengo sus declaraciones – tomo una carpeta que tenía sobre el escritorio, paso algunas hojas y luego continuo – solo podrá escuchar el testimonio directo de Walter Reeves y Steven Harrison, son los únicos que todavía permanecen en la ciudad.
- Me gustaría hablar con la señora Holstein – observe dibujarse un gesto de contrariedad en el rostro del policía.
- Bueno… si usted lo considera indispensable – le hice un gesto afirmativo – ella se encuentra bastante alterada, por supuesto no es para menos… para nadie debe ser sencillo enfrentar el suicidio de una persona cercana.
- ¿Ella se encuentra en su casa?
- No, no podía dejarla sola en el estado en que se encuentra. Ella esta ahora con los Davis, son sus parientes cercanos, Catherine Davis es su hermana.
Scully había permanecido todo este tiempo en silencio, creo que inconscientemente estaba monopolizado la conversación. Definitivamente he hecho algo mal, conozco demasiado bien a mi compañera. Me disculpe con los dos hombres y la llevé hasta el pasadizo.
- Lo siento Scully, ya me conoces, me dejo llevar por mi “entusiasmo”. Si lo deseas iremos juntos al hospital y luego…
- ¡Cállate Mulder!, ¿me puedes decir qué haríamos los dos en el depósito de cadáveres? Si encuentro algo anormal te llamaré. Ve con Halpern, esto me llevará algunas horas; porque no vemos dónde alojarnos antes de empezar. Quiero estar segura de tener una cama donde dormir cuando termine con esto.
Lo que sobraba en este sitio eran habitaciones de hotel. No nos costó mucho encontrar un lugar agradable. Más para  Scully que para mí, yo solo necesito un sillón mullido y un televisor, no puedo conciliar el sueño si no tengo uno de estos aparatos encendido frente a mí.
La observe unos segundos mientras se alejaba en compañía del teniente Nelson, luego seguí a Halpern hasta su auto.
-¿Por dónde desea que empecemos? Quiere ir primero a la playa donde encontramos los cuerpos. La zona esta custodiado, he dado órdenes estrictas para que nadie se acerque al lugar y estropee las evidencias. He sacado algunas conclusiones, las puede ir leyendo en el informe – se estiro por detrás mío para alcanzar el file que estaba en el asiento trasero y lo puso en mis manos –  O prefiere que vayamos a la casa de Holstein.
- Quiero ver la playa, ya han pasado más de ocho horas, las pistas son más fáciles de perderse allí. ¿Ha puesto vigilancia en la casa también?
- ¡Por supuesto, no soy un novato Mulder… agente Mulder!
- Mulder esta bien – le dije tratando de crear un clima menos formal entre nosotros, si iba a trabajar mucho tiempo al lado de este hombre sería mejor que nos mantuviéramos en buenos términos. Además este era su “territorio” – no tenía intención de decirle cómo hacer su trabajo.
- Esta bien Mulder – de pronto me quito el file de las manos – creo que es mejor que llegue allá y saque sus propias conclusiones, no quiero influir en sus razonamientos.
Me dedique a mirar por la ventanilla y mantener la boca cerrada durante el resto del camino. No sabía si aquel hombre me estaba retando o quería “halagar” mi intelecto. Después de unos veinte minutos finalmente llegamos al lugar, no pude reprimir un suspiro de alivio. La arena suave de la playa se hundía bajo nuestros pies, junto con la brisa marina me inundaron los recuerdos de tiempos mejores; sin duda debí perderme más en estos de lo que pensaba porque sentí un toque fuerte en el hombro.
- ¿Se fue usted de la tierra Mulder? – me comento el policía con una sonrisa burlona.
- Sí, me suelo desconectar cuando la compañía me obliga a ello – le respondí intentando a duras penas sonreír.
- Venga conmigo Mulder – agrego secamente.
Las potentes luces de los patrulleros iluminaban el lugar, algunos oficiales se paseaban inquietos, se les notaba bastante fatigados, pero todos se irguieron cuando vieron aparecer a su jefe. Uno de ellos levantó la cinta de seguridad para permitirnos pasar. Con el transcurrir de las horas el hedor de la sangre y los restos esparcidos por el suelo se había hecho insoportable, estaba acostumbrado a todo tipo de escenas y olores desagradables, sin embargo sentí revolvérseme el estomago. Reprimí cualquier gesto que pudiera delatarme, no quería mostrar ninguna debilidad ante aquel hombre. Sin embargo, por la mirada que me dirigió pude darme cuenta que todos mis esfuerzos habían sido en vano. Aparte de lo mencionado no había más que ver, la arena de una playa no es precisamente el mejor suelo para conservar huellas. Me mantuve lejos del grupo, lo que buscaba, aunque no sabía exactamente qué no lo iba a encontrar frente a mis narices; además quería evitar la mirada constante de Halpern, parecía ansioso por verme cometer algún error y demostrarme quien era el más hábil. Cruce la carretera y llegue hasta la zona boscosa, mi pequeña linterna no me ayudaba demasiado, solo contaba con la luminosidad del cielo estrellado y de las casas, pero la mayoría de estas estaban en penumbras. Por fin encontré algo interesante, en algunas zonas la hierba estaba hundida, parecían huellas de pisadas… pero no tenían una forma definida, era su profundidad lo que más me llamaba la atención; un poco más allá descubrí algunos árboles derribados, como si alguien los hubiera hecho a un lado para abrirse paso en una carrera frenética. Pero qué podía tener semejante fuerza. Ya no podía continuar, la oscuridad era completa, en mi afán por seguir aquel rastro me había alejado demasiado de la carretera… ¡mierda!, no tenía idea dónde estaba. Me detuve para tomar un respiro, en todo momento camine en sentido vertical a la carretera, no recordaba haber hecho ninguna curva o desvío, por lo tanto, tenía que volver sobre mis pasos en la misma dirección. Comencé el camino de vuelta, pero de pronto me detuve, tenía la sensación de que alguien iba detrás de mí, tan cerca que me bastaba levantar el brazo por detrás para atraparlo y eso fue lo que hice. Estaba solo. No había más que oscuridad rodeándome; pero era como si esta oscuridad tuviera vida propia, la sentía respirar sobre mí… esperando, esperando a que yo hiciera algún movimiento para tragarme. Debía serenarme o estaba perdido, camine rápidamente alumbrando por delante con la linterna, sentía cada vez más cercana aquella presencia y el instinto me decía que debía huir, huir. A no mucha distancia distinguí las luces de los patrulleros y me precipite hacía estas corriendo, fue entonces que sentí algo parecido a una mano grande y helada tirando de uno de mis hombros con tanta fuerza que perdí el equilibrio,  lance un grito desesperado. Debo haber perdido el sentido por unos instantes porque al abrir los ojos me hallaba rodeado por los hombres de Halpern y él mismo arrodillado a mi costado.
- ¡Por Dios Mulder!, por qué se alejo de esa forma, ¿esta usted loco? – me parecía estar escuchando a Skinner. Quise levantarme, pero al apoyar mi mano izquierda para hacerlo un terrible dolor me lo impidió – ¡estése quieto!, ya pedí una ambulancia. Usted debe ser un dolor de cabeza en la Agencia.
- ¿Por qué cree que mis oficinas están en el sótano? – pude ver que sonreía, aunque de haberlo podido evitar no lo hubiera hecho.
Ya en un tono más tranquilo volvió a dirigirse a mí.
- Me alegra no tenerlo bajo mis ordenes – mientras hablaba me palpo ligeramente el hombro lastimado y vi como retiraba su mano de inmediato alarmado – esta usted sangrando mucho – el mismo hombre que hace un rato quería patearme el trasero y enviarme de vuelta a Washington ahora estaba preocupado por mi bienestar.
Escuche el sonido de la sirena y pronto estaban los paramédicos atendiéndome, uno de ellos había puesto un grueso apósito presionando mi herida. Me levantaron con cuidado para colocarme en una camilla. Había visto repetirse esta situación tantas veces que esto era para mí como ir al supermercado a comprar las provisiones de la semana… más bien del semestre, porque rara veces tenía en la refrigeradora o en la despensa algo que no fueran algunas cervezas, jugos vencidos y mis imprescindibles semillas de girasol. Ya dentro del la ambulancia cerré los ojos intentando relajarme y descansar un poco; pero tuve que abrirlos de inmediato, no podía deshacerme de esa sensación angustiante de una presencia desconocida, invisible, pero no por ello menos real. Trate de mantenerme despierto todo el tiempo que transcurrió hasta que llegamos al hospital. Mientras me trasladaban a urgencias, Scully apareció a mi lado.
- Por favor, debe esperar aquí… – le dijo tajante uno de los paramédicos.
- Soy agente del FBI, él es mi compañero, y además soy médico. ¿Le parece suficiente? – Se ubico a mi lado para examinar mejor mi herida, sus ojos azules me miraron perplejos. Busque su mano y la apreté suavemente.
- Vamos Scully, ya sabes que parte de mi tour en los viajes es una visita al hospital local – pero ella estaba bastante seria – Hey, me siento bien, es solo… – me quede en silencio porque no sabía exactamente qué era lo que me había herido, ni la gravedad de mis lastimaduras – ¿Encontraste algo inusual en las autopsias? – le pregunto para aliviar la tensión.
- Algunas cosas, pero hablaremos luego – su mano se desprendió de entre mis dedos, mientras su mirada angustiada se quedaba grabada en mi mente. Cerré los ojos al traspasar la puerta de urgencias, ella no podía verme ahora, en realidad deseaba gritar; el hombro me dolía terriblemente, eran punzadas cada vez más intensas, sentía el sudor escurrirse por mi frente y sobre los labios.
Observé a un médico joven inclinarse sobre la herida y dibujarse en su rostro un gesto parecido al que vi en mi compañera, entonces lo que me ocurría era más serio de lo que imaginaba. Una gran necesidad de dormir se fue apoderando de mí hasta que todo se fue convirtiendo en una masa blanca y luminosa.
Cuando desperté estaba acostado sobre una cama de hospital, era extraño despertar en una cama. Lo primero que vi, fue el rostro de Scully inclinado sobre el mío y su mirada azul expectante. Mi fiel compañera, cuántas veces te he llevado al límite y sin embargo continuas a mi lado; inamovible, como un faro que me guía a través de las tinieblas, de las más profundas tempestades en la que mi ser se hunde. Puedes poner en duda cualquiera de mis insensatas búsquedas, intentar encajarlas en tu ciencia… pero a pesar de que tu razón te hubiera obligado a abandonarme hace mucho, tu has permanecido siempre conmigo. Me muevo un poco, el dolor aun esta allí aunque ha disminuido bastante.
- Hola – le digo.
- Hola, parece que está es la única forma de mantenerte quieto – me dice sonriendo, su cabello brilla como una moneda de cobre recién acuñada.
- Me siento bastante bien, ¿sabes cuando me dan de alta?
- Creo que en… – consulto su reloj – en una cuarenta minutos, si pudiera te dejaría una semana aquí, aunque tuviera que atarte. Mulder, tendrás que venir mañana para que te revisen. Claro que te han aplicado antibióticos y algunas vacunas, pero no se descarta la posibilidad de una infección.
- ¿Qué fue lo que me paso? – la observe bajar la mirada y volver la cabeza a un lado.
- Parece que algún animal te ataco.
- ¿Me dices que salto sobre mi una ardilla voladora o un mapache paranoico?, ¿quizá un conejo resentido con la humanidad?... no sé de otros animales por esta zona.
- No estamos lejos de South Kingstown, apenas unos 3 km, hay muchos coyotes en ese lugar.
Mire la extensión de el vendaje, eso no era el zarpazo de un coyote. Estos no miden más de un metro y no es frecuente que ataquen a los humanos. Además estaba el ancho de sus huellas.
- Creo que ni tu te crees eso, vamos Scully, no eres bióloga pero sabes bien que esto no lo hizo un coyote.
- Dime quién lo hizo entonces, tú debes haberlo visto.
- Ese es algo a lo que no puedo responderte. No vi nada, pude sentir que algo me perseguía, pero al volverme no distinguí  absolutamente nada. Me sentí amenazado y empecé a correr, luego una zarpa se clavo en mi hombro y me derribo – me estremecí involuntariamente al revivir la experiencia, cerré los ojos para apartar ese recuerdo y lleve la conversación a otro tema.
- Me dijiste que habías encontrado algo extraño en las autopsias.
- Holstein, bueno, murió a causa del disparo en la sien evidentemente… sin embargo, los niveles de norepinefrina y dopamina eran anormales, estos neurotransmisores son reconocidos por jugar un importante rol en la atención y concentración; estos desniveles fueron causados por las etapas prolongadas de insomnio; además tenía el estómago prácticamente vació, lo que indica que llevaba por lo menos más de 24 horas sin comer. La falta de sueño debe haber ocasionado el estado de paranoia en el que se encontraba. En cuanto a Adler… las heridas en el cráneo son profundas, el hueso parietal izquierdo esta completamente destrozado; el húmero y la clavícula  presentan fracturas múltiples. La piel presenta rasgaduras en esas zonas…
- ¿Qué tipo de rasgaduras? – parecía estar librando una lucha interna, como siempre ocurría en ella; las evidencias frente a su espíritu crítico y racional.
- Marcas similares a la que tienes en el hombro.
Sentí un frio intenso apoderarse de mi, entonces aquello… ¡el Horla!, había estado tras mis pasos, me había tocado, ahora El me conocía. Me levante rápidamente de la cama, no podía quedarme acostado mientras aquello vagaba por el lugar. Mi compañera intento inútilmente mantenerme acostado.
- ¡Dijiste que ya estaban por darme de alta, déjame levantarme! – como para contrariar los deseos de Scully, apareció una enfermera para indicarme que el médico había firmado mi salida y podía marcharme. Ella se apartó de mi lado y salió de la habitación. Tome mis ropas y comencé a vestirme, el proceso fue bastante lento y doloroso. Una cosa era estar acostado y otra intentar mover libremente el brazo, los niveles de dolor eran bastante diferentes. Busque mi celular y llame a Halpern, me sobresalto escuchar tocar la puerta y verlo aparecer después de indicar a quien estaba acompañándolo que esperara.
- ¡Vaya, usted si que es rápido!
- Vine a ver como seguía y la agente Scully me dijo que estaba por salir del hospital. Se recupera usted con mucha rapidez Mulder.
- Si, es cuestión de práctica  y créame que tengo mucha.
- Bien, si usted lo dice… ¿le duele mucho? – Negué con la cabeza – Es usted la persona más terca que he conocido, solo que ahora estoy prevenido. ¡Trabajamos en equipo o… trabajamos en equipo!,  ¿me entendió Mulder?
Lo que me faltaba, otro Skinner.
- Quisiera entrevistarme con algunas personas antes que decidan abandonar la ciudad.
- Le asignare a uno de mis oficiales de confianza, me gustaría acompañarlo pero tengo cosas pendientes que solo yo puedo resolver. Scott Sanders es un joven bastante inteligente, algo impulsivo e impaciente – una sonrisa burlona se dibujo en sus labios – usted y él se entenderán de maravilla. La agente Scully no tendrá problemas en trabajar con un tercero, ¿no es así?
- Sinceramente nos gusta trabajar por nuestra cuenta, por supuesto, lo mantendremos al tanto de nuestros avances. Solo necesito el apoyo de su oficial para que nos guíe, luego podemos prescindir de su compañía, usted debe andar falto de personal.
- Tengo suficientes hombres, Sanders puede quedarse con ustedes todo el tiempo que lo requieran – había captado el mensaje, Scott estaría allí para informarle de todo lo que hacíamos, y para evitar que me salga de las reglas – él se encargará de acompañarlo mañana para que le revisen esa herida.
- Mi compañera puede encargarse de eso, no es necesario que…
- La agente Scully se ha pasado la noche a su lado, creo que en algún momento necesita descansar – baje los ojos avergonzado, ignoraba que ella hubiera estado conmigo todo la noche, y yo solo pensando en el caso.
- De acuerdo, Halpern… señor…
- Halpern, puede llamarme Halpern, no soy su jefe. Estaré en contacto con ustedes, nos reuniremos con el teniente Nelson a las 21 horas, en su despacho – de pronto se volvió hacía alguien que esperaba en la puerta – este es el oficial Sanders – Scott, el agente Fox Mulder, en un momento conocerás a su compañera la agente Dana Scully. Ellos vienen desde Washington  para apoyarnos en la investigación de este caso… y en su cierre definitivo.
Sanders, era un hombre cercano a los treinta años; de cabello oscuro, delgado y ligeramente más bajo que yo. Era clara su ascendencia latina, se podía considerar un hombre atractivo, aunque Scully sería mejor que yo juzgando estas cosas. Algo en su fisonomía destacaba por encima de todo; eras sus ojos castaños, brillantes y profundos, una mirada  directa, resuelta, honesta. Pero habían calado muy profundamente en mí las palabras de mi antiguo informante: “No confíes en nadie”.
- He oído hablar mucho de usted agente Mulder.
- ¿Qué persigo hombrecitos verdes, sabuesos infernales o mutantes asesinos?
- No, el teniente Nelson se refiere a usted con mucho respecto, no sé si ya lo sabe, pero fue idea de él traerlo para ayudar en esta investigación – pase por alto las palabras del policía.
- Y me imagino que usted tuvo la poca fortuna de ser asignado a nosotros.
- Nuevamente se equivoca, fui yo quien pidió trabajar con ustedes.
- Bien… ¿puedo llamarlo Scott? – me hizo un gesto afirmativo – será mejor que empecemos, tenemos mucho trabajo pendiente.
- Su compañera nos esta esperando.
- Ah… ya conoció a la agente Scully.
- Si, me la encontré en el pasillo hace un momento.
- Bien, Scott, empecemos por visitar la casa de Holstein – podía hacerme el duro, pero realmente me estaba costando  bastante desempeñar el papel, el dolor en el hombro era un infierno
- Señor, podemos pedir que le administren algún analgésico antes de salir – o este oficial era muy observador o “la actuación” me estaba saliendo pésima.
- No, necesito estar alerta, los analgésicos suelen a producir somnolencia y necesito tener el cerebro despejado.
Scully nos esperaba sentada en uno de los sillones del área de admisión, estaba entretenida hojeando una revista médica. Cuando nos vio la dejo de lado y se puso de pie de inmediato.
Nos subimos a nuestro auto, mientras Scott lo hacía en su patrulla sirviéndonos de guía. La casa de Justin Holstein estaba frente al mar  Era una casa amplia y hermosa, por lo visto su empleo era bastante rentable.
- No vivía nada mal Holstein – comenté.
- Tenía un cargo importante en una agencia de ProvPort, aquí en Rhode Island. Este es uno de los puertos más activos en el noreste de Estados Unidos – Scott avanzó y quito la cinta de seguridad  de la puerta.
Scully levanto una ceja y sonrío al ver todo el lujo desplegado en el lugar.
- ¡Vaya no escatimaba en gastos! – comento mientras observaba los preciosos objetos que decoraban el amplio salón.
- ¿Cómo marchaban las cosas entre los Holstein oficial?
- Siempre se llevaron bastante bien, pero hace menos de dos meses la señora Holstein visito al jefe Halpern en varias ocasiones, se le notaba angustiada e inquieta por algo. Estuve presente en un par de entrevistas que tuvieron, decía que  el comportamiento de su esposo era bastante inusual.
- ¿Inusual, qué quiere decir?
- Conocí a Justin Holstein, era un hombre amable, le agradaba dar pequeñas reuniones para sus amigos. Todos los fines de semana la casa estaba iluminada, se podía escuchar la música y las risas desde fuera; con esto no estoy diciendo que se tratara de una persona escandalosa, nunca recibimos quejas de los vecinos, además las reuniones nunca se prolongaban más allá de la medianoche. De pronto, las reuniones cesaron y la casa se torno oscura y silenciosa. Fue por esa época que su esposa empezó a visitar la Estación – Eh, dónde se fue el agente Mulder.
Había avanzado por el ancho pasillo. La casa tenía unas seis habitaciones, solo tres de ellas parecían haber tenido huéspedes permanentes, las otras debían estar acondicionadas para recibir invitados. Si las cosas no iban bien en la pareja, Justin debía ocupar una de estas habitaciones, pero la tercera… bueno no sé quién habitaba la tercera porque el matrimonio no tenía hijos. Una de las otras era claramente la que había estado ocupando Holstein, era amplia y cómoda, aunque lucía bastante desordenada.  La ropa estaba amontonada por los sillones, y los libros esparcidos por el piso. Solo unos pocos estaban puestos sobre un estante, junto con varios files y otros documentos relacionados con su trabajo. Observe que las ventanas estaban fuertemente aseguradas, incluso una gruesa cinta de las que se utilizan para embalar bordeaba todos los lados de las mismas. Era como si no deseara que ingresara ni la más mínima ráfaga de aire. La puerta también tenía hasta cuatro jugos de cerrojos y gruesas toallas descansaban al pie de esta. Holstein debía haber vivido algunos días encerrado en ese lugar. Había restos de comida enlatada, botellas de jugo vacías. Los grifos de la ducha y del lavamanos estaban clausurados; nadie podía tener acceso al agua allí ni siquiera él mismo. Cómo había podido sobrevivir de esa manera, de qué forma se las ingeniaría para satisfacer sus necesidades fisiológicas. Trate de hacerme espacio en medio de todo ese caos, buscaba algo que pudiera darme una pista, algún indicio de lo que le estaba ocurriendo. Después de hurgar entre los cajones de un pequeño escritorio encontré algo, mis ojos devoraron las hojas sueltas, las palabras garrapateadas sobre ellas estaban escritas por alguien hundido en la desesperación y luego, entre estas un dibujo, un recorte que debió haber sacado de algún libro… allí estaba en toda su pavorosa expresión…el Horla, sentado sobre el pecho de un hombre, apretando entre sus descarnadas manos el cuello del infeliz. Parecía un grabado del siglo XIX, mis ojos se fijaron en sus enormes manos y en las garras al final de sus dedos. La mano que tenía libre busco la herida y sentí mi sangre congelarse.
-¡Scully! – Mi llamado debe haber sonado insólito, angustiado – Creo haber perdido por unos segundos la razón, porque me parecía tener delante de los ojos la imagen de aquel monstruoso ser; tan viva, tan real, casi podía escuchar su respiración que se asemejaba a un quejido ronco.
- ¡Mulder!, ¡Mulder! – las sacudidas de Scully me volvieron a la realidad, o es que nunca me fui de ella. Scott estaba a mi lado intentando llevarme a uno de los sillones más cercanos.
- ¡Esta demasiado pálido!, voy a buscar un poco de agua – lo observe salir a toda prisa de la habitación. La mirada de mi compañera descendió hasta mi mano y los papeles que apretaba en ella.
- ¿Qué tienes allí Mulder?, ¿qué son esos papeles?
- Es lo que Holstein estuvo escribiendo, es una especie de diario, esta fechado. No he podido leerlo completamente, solo algunos párrafos, pero parece ser el relato de lo que le estaba enloqueciendo… y esta es la imagen de sus pesadillas. Puse frente a los ojos de Scully el grabado.

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