29 diciembre, 2009

Cursilerías para no ser leídas


I

Me he quedado dormida
entre una nube y un luminoso rayo de luna,
me arrulla el viento
que solo sabe decir tu nombre.

He dormido desde el atardecer
con el sol acariciando mi piel,
besando mis ojos cansados.

Y de lejos me llega un rumor
de hojas sacudidas por la brisa de verano
que solo saben decir tu nombre...
tu nombre.

Me he dormido y no quiero,
y no quiero despertar.

He soñado cosas bellas,
he creído sentir que tus brazos me estrechan
con fuerza, con dulzura.

Tus labios me besan la frente,
y las arrugas del ceño se alisan todas,
desciendes por mis mejillas
y todas las lágrimas antiguas,
las de hoy y quizá las de mañana se borran.

Y llegas a mi boca,
que te espera,
que te ansia,
y todas las palabras se transforman en poesía.

Siento tu pecho latiendo en el mío,
y sé que este es mi hogar.

Abro los ojos y encuentro los tuyos,
cielo de verano, mar Mediterraneo.

Me acaricias los cabellos con tus dedos,
y destruyes todas las penas
renuevas los días, las ganas.

Más te alejas, porque no eres real
y sé que jamás estarás en mis días.

Pero soñar, soñar, esto nadie me lo puede arrebatar.

II

Hoy no quiero estar sola, no quiero, no.
Me asusta la oscuridad,
y el silencio que me inunda al entrar,
el sonido de la llave en la cerradura
abriendo la nada... la nada,
a menudo me hace temblar.

Sé que tienes prisa,
que no hay motivo alguno
para que te quedes a mi lado.
Pero no sé...
tal vez hoy puedas dejar de lado tu guión,
tus ensayos,
el estudio de grabación,
la escena que debe repetirse porque no salio bien.

No, no te pediré nada,
nada que tu no quieras entregar.
No besos, no caricias, no pasión sin alma.
Ni siquiera palabras, si pronunciarlas no deseas.

Sucede que está noche
no quiero estar sola.
Necesito tu presencia,
extender mi mano y transformar el frío en calidez.

Deja que el sueño acuda a besarme los párpados,
mecida en las ondas suaves de tus ojos.

Por favor, no te vayas
hasta que este dormida... dormida,
dormida con tu nombre
que quiero gritar,
y no puedo tan siquiera murmurar.


III

Ángel mío, sucede que nadie me enseño a soñar,
ahora te ruego,
no sueltes mi mano.

Con trozos de tiempo,
iré remendando los tuyos, uno a uno.
Todos... todos.
Con tu mirada,
con la tinta de tus pupilas,
me iras ayudando a escribir los míos,
y serán brillantes,
cual rayo de sol que atraviesa un cristal.

Sabes, no quiero escribir más ideas
con sangre, ya no... ya no,
ni con pastillas de colores
que al final son todas negras.
Pienso que tú también estas cansado
de hacer citas con la infelicidad.

Ángel mío, ya es tiempo de cambiar
ya es tiempo de buscar la felicidad,
es tu lucha y la mía.
Si tú pierdes yo pierdo.

4 comentarios:

Mar del Norte dijo...

Nada de cursilerías,,,
Maravillas que siente el corazón!!!
Recuerda, el tuyo es maravilloso...
1beso Rosa

Anónimo dijo...

Jaja... cursilerias por que House no sabe llamarlas de otra forma... pero para nosotros son hermosos cristales vueltos letras que se ven hermosas y se escuchan divinas...
Eres mi Ross Corazon de poetiza xD

Muy bellos

Dalia dijo...

guao, amiga, es hermoso. Gracias por compartirlo, no cursi, solo belleza, que a la final es igual a a amor.

El César del Coctel dijo...

Logras construir imágenes y sensaciones en quien te lee... eso ya te lo he dicho, poque es el poder de escribir con el corazón... y tú siempre lo haces.

Se percibe un sentimiento sin condiciones... eso es pureza-

Hay ternura, esperanza y fuerza.. eso me gusta,

Rosita, gracias por compartir