29 agosto, 2008

Nada más que decir, nada más que apostar



Dicen que el tiempo todo lo cura, pero los días transcurrían y Wilson no daba muestras de cambiar de actitud.
House había recobrado, al menos en apariencia, su habitual forma de ser; es decir era el mismo "desgraciado manipulador" de siempre. Solo él sabía que las cosas ya no eran las mismas, incluso había engañado a Cameron haciéndole pensar que ya estaba sino bien, por lo menos mejor.
Acechaba a Wilson desde cualquier rincón que le sirviera de escondite; sabía que continuaba solo. Toda su rutina era de su pequeño cuarto de hotel al hospital y viceversa, no existía nada en medio.
Los casos iban y venían, los expedientes pasaban por sus manos y las copias iban a parar de cualquier manera sobre sus subordinados. La pizarra seguía llenándose de datos y él continuaba jugando con su pelota o dándole vueltas al bastón mientras pensaba en las soluciones para los casos más extraños que llegaban al Princeton-Plainsboro. Agradecía esos instantes en que su mente podía concentrarse en otra cosa que no fuera su amigo, entonces dedicaba todas sus facultades y su tiempo hasta dar con el diagnóstico correcto. Podía pasar hora tras hora revisando radiografías, análisis. Incluso cumplía con sus horas de consultorio, siempre y cuando no tuviera un caso entre manos. Apenas si se movía del hospital salvó para regresar a su casa y dormir unas horas… un vaso de wisky y unas cuantas vicodin ayudaban, también mitigaban el dolor, al menos el de la pierna.
Esa mañana cuando llegó, la enfermera de recepción le dijo que Cuddy quería verlo en su despacho.
- ¿Qué puedo hacer por ti esta linda mañana?
- Wilson se va, hoy presento su carta de renuncia.
House no se esperaba aquello, miro a Cuddy, bajo los ojos y se dio la vuelta. Se dirigía al consultorio de Wilson, probablemente iba a recibir más palabras crueles, pero no importaba, su amigo no podía irse. Al menos tenía el consuelo de verlo cada día, pero si se marchaba… no, eso era impensable.
Cuando debía enfrentarse a una situación difícil, siempre echaba mano de su frasco de pastillas, pero ahora las cosas iban a ser distintas, si iba a confrontar a su amigo, quería estar todo lo lúcido posible. El dolor de la pierna le hacía doblarse a cada trecho (era increíble como el dolor moral estaba tan estrechamente ligado al dolor físico), pero House seguía caminando, cuando llegó no hubo necesidad de tocar, la puerta estaba ligeramente abierta.
Wilson guardaba sus cosas en una caja de cartón, House recordó que ya lo había visto hacer aquello antes, en los días de reinado de Vogler.
- Cuddy dijo que te marchas.
- Sí, como ves estoy empacando mis cosas.
- ¿No te parece que ya has guardado luto lo suficiente?
- ¡Vete al diablo House!... ¿qué sabes tú de amar?, ahora dudo que hayas amado alguna vez a Stacy. Podías haber sido feliz con ella, y la arrojaste de tu vida, te gusta ser un infeliz, un adicto desgraciado. Bien, sigue así, solo que yo no estaré para recoger los pedazos. Ahora sal de aquí.
House dio unos pasos hasta la puerta y salió, pero luego se volvió sobre los mismos e intento traspasar la puerta de nuevo. Wilson se apresuro a empujarla, ya era inútil, el otro había puesto el pie para evitar que la cerrara.
- ¡Maldición!, es que quieres que te saque a la fuerza, tan difícil es entender que no quiero verte.
- No quiero que te vayas.
Mientras hablaba House observaba su bastón, parecía un niño triste al que estaban a punto de abandonar. Por unos instantes la mirada de Wilson se suavizó, pero de nuevo le venía a la memoria la imagen de Amber agonizando en sus brazos y volvía a llenarse de rabia.
- Jimmy, perdóname, por favor perdóname.
- Y piensas que con decir eso todo se olvida. Sigues siendo el mismo idiota de siempre, ¿crees que todo gira a tu alrededor, que eres tan especial?
- No me creo especial, solo soy como soy. Hay quienes me aceptan, y quienes me detestan, me doy cuenta que estos últimos son los más; pero eso no me interesa, solo me importa la opinión de quienes… de quienes aprecio.
Wilson sonrió con desprecio, y siguió con la tarea de guardar las cosas que se habían ido acumulando en la oficina.
House agarro por la fuerza uno de los cuadros que su amigo estaba metiendo en la caja. El otro le dirigió una mirada venenosa y trató de librar el objeto de su mano, forcejearon unos instantes.
- ¡Suelta eso!, ¿es qué nunca vas a dejarme en paz?
- No, hasta que razones, has pasado una buena parte de tu vida aquí. Ganas bien, te llevas bien con tus pacientes, todos te aprecian… ¿quieres cambiar eso por qué no puedes verme a la cara sin recordar lo que paso? Bien, a mí nadie me soporta, no me interesa la simpatía de los pacientes. No puedo cambiar los hechos, con respecto a tu novia. Si alguien tiene que irse, ese voy a ser yo.
- ¿Acaso quieres manipularme como lo haces con todos?
- Estoy diciendo la verdad, solo dilo y me voy del hospital.
- No te creo nada, ya vete tengo mucho que hacer.
- No quiero.
- Que salgas de aquí te digo, mi paciencia tiene un límite.
- Ya te dije que no quiero.
Wilson estaba enfurecido, su puño fue a estrellarse en el rostro del otro; la sangre que le brotaba de la nariz comenzó a escurrirse por la barbilla. Le dio un nuevo golpe y esta vez House trastabillo y cayó al piso, Wilson ya no razonaba, solo seguía golpeándolo. Greg no hacía nada por defenderse, dejaba que su amigo se desquitara. De pronto se detuvo, parecía haber recobrado la consciencia, veía a su compañero tirado en el suelo con la nariz y los labios sangrando, hasta debía tener algunos moretones en el cuerpo. Cerró los ojos y dos gruesas lágrimas rodaron por sus mejillas… ¿qué estaba haciendo? Se arrodillo a su costado y lo levanto hasta recostar su cabeza en el regazo. Saco un pañuelo del bolsillo y con cuidado lo fue pasando sobre sus heridas.
- Yo… yo no quería golpearte House.
- ¿Ahora si puedes perdonarme? Bueno... me aliviaste el dolor de la pierna, ahora me duele por todos lados.
- Callate idiota...creo que hace mucho te perdone, pero no quería admitirlo, sentía que era traicionar a Amber, tú nunca la quisiste, siempre la tratabas mal.
- Tal vez porque era muy parecida a mí, me veía reflejado en ella… y yo… no sé si quiero ver qué llevo dentro
- Espera, voy a traer algo para curarte, no te muevas.
Se aparto un poco, pero House lo retuvo tirando de su brazo, para ayudarse a incorporar. El tirón había sido tan repentino que sus rostros quedaron a unos pocos centímetros. No se quitaban los ojos de encima, como esperando a que sucediera algo, aunque no sabían bien qué.
- Jimmy…estas sobre mi pierna…duele.
Wilson se apresuro a quitar su peso del dolorido muslo del otro, solo sus ojos no se apartaban de los de su amigo. Jimmy pensó que siempre le había gustado el color de aquellos ojos; parecía que sus sentimientos podían interpretarse por la tonalidad de estos, él, que lo trataba continuamente había llegado a traducir algo los muchos tonos de sus ojos. Cuando estaba concentrado eran de un azul acerado, si estaba divertido, celestes, sus tristezas eran dos zafiros oscuros, su ira era de un azul intenso como dos llamaradas. Pero este era un tono nuevo, no recordaba habérselo visto nunca... y se hundía en su cerebro confundiéndole, deseos extraños lo asaltaron de pronto... su mirada fue bajando hasta concentrarse en su labios delgados. Se apartó de su lado rápidamente con las mejillas encendidas, cuando esa vaga idea tomo forma en su mente, él quería... él quería besar a su amigo.
- ¿ Qué pasa, no me vas ayudar a levantarme?,¿qué tienes?
Wilson se acerco y lo ayudo a levantarse, pero ahora que finalmente era consciente de lo que sentía por House, cualquier contacto físico se le hacía insufrible, le aterraba verse descubierto por este... y entonces qué iba a ocurrir, probablemente se burlaría de él después de aporrearlo con el bastón a cualquier intento que se saliera de lo normal, y ya no estaba muy seguro de poder seguir conteniéndose.
- Voy a buscar los medicamentos...
- ¿Todavía estas enojado, yo creí que ya me habías perdonado?
- No, no estoy enojado...
- ¿Por qué sales corriendo entonces?
- Yo no... bueno, necesitas que te atienda esas heridas.
- Estoy bien, además ya perdí la cuenta de las veces que me han dado un buen golpe. Vamos a charlar como antes, extraño fastidiarte y que pongas cara de mártir.
- Ahora no es buena idea.
Una voz femenina cortó repentinamente su charla, Cuddy miraba a House incrédula, quién podía haberle golpeado así. Avanzó unos pasos pero él la detuvo con un gesto.
- ¿Tú...tú le hiciste esto Wilson?
- Sí, sí, te juro que ni yo mismo sé cómo ocurrieron las cosas, perdí la cabeza.
- Será mejor que lo lleves a urgencias para que lo atiendan.
House puso una de esas caras que desarmaban a cualquiera, indudablemente tenía un lado divertido y sabía usarlo muy bien cuando quería.
- No mami, tu sabes que no me gusta urgencias... me dan miedo los médicos.
- Basta de portarte como si tuvieras seis años.
La mujer intento acercarse a él para obligarlo a moverse, pero House levantó el bastón entre amenazante y risueño.
- Ya olvidaste que una vez te dije que yo sé muy bien cómo usar esto... y no bromeo.
Cuddy retrocedió y suspiró resignada, cuando Gregory House se empeñaba en algo no había forma de hacerle cambiar de parecer... él iba hasta el final de las cosas, aunque se tratará de su propia vida.
- Esta bien, total al que le duele es a ti. Yo misma no creo lo que voy a decirte, pero tomate el día libre, mañana estarás mejor. No puedes andar por el hospital en esas condiciones, ya es bastante con tu aspecto habitual.
- ¿Acaso me estas criticando? Las camisas sin planchar son parte de mi encanto.
- ¡Dios, llevatelo de aquí Wilson! Asegurate que se quede tranquilo en casa.
No, definitivamente aquella no era una buena alternativa... qué iba a hacer en el departamento de House ahora que tenía los sentidos hechos un revoltijo. Cerró los ojos conformado a su suerte dejando caer los brazos a los costados. Aquel era un gesto característico en él cuando ya no tenía forma de luchar contra algo. Lo que fuera que iba a suceder, sucedería... quizá era mejor llevar las cosas al límite, siempre es mejor saber que estar permanentemente en la incertidumbre; no podía olvidar la mirada de su amigo en esos breves instantes, tal vez tenía una esperanza...
Mientras conducía Wilson le daba algunas miradas fugaces, el otro miraba abstraído por la ventanilla, hubiera dado lo que fuera por saber en qué estaba pensando, porque por mucho que conociera a su amigo nunca se sabía a qué atenerse con el. Además deseaba que fueran más de 14 kilómetros los que separaban al hospital de su apartamento, quería que todos los semáforos estuvieran en rojo así tardarían una eternidad en llegar y podría serenarse. Por primera vez le asustaba quedarse a solas con House; tener que tocarlo, porque eso era inevitable, cómo iba a cuidar de su heridas sin acercarsele.
- Eres insoportable, por qué no dejaste que te llevará a urgencias.
- No me agrada urgencias, esta lleno de gente herida.
- ¿Y qué esperas encontrar en urgencias?
La respuesta nunca llegó, había algo en su tono de voz, que le hizo comprender que su último comentario no había sido una broma.
Finalmente llegaron al departamento. Su amigo descendió del auto con algo de dificultad, a pesar del dolor que debía estar experimentando, se negó a recibir ayuda, él caminaría como pudiera hasta su casa.
- No es necesario que te aburras a mi lado, puedes regresar al hospital, solo no dejes que Cuddy te vea.
- Yo provoque todo esto, así que ahora tengo que arreglarlo, vamos entra de una buena vez para ver esas heridas.
El apartamento lucía igual que siempre, atestado de libros, con su habitual desorden. Las únicas cosas que mantenía siempre cuidadas y relucientes eran su piano y sus guitarras alineadas con cuidado en la pared.
- Ve al sillón, enseguida vuelvo, voy por el maletín de primeros auxilios.
House solo hizo un gesto de asentimiento, sin despegar los labios; tanto silencio de su parte lo empezaba a poner nervioso. Cuando regreso lo encontró exactamente en la misma postura en que lo había dejado, con la misma mirada indescifrable. Se acerco y empezó a limpiar la sangre que empezaba a resecarse sobre el rostro; lo hacía con todo el cuidado posible, pero a pesar de ello lo sentía revolverse dolorido.
- ¿Te duele algo más?
- No, solo la pierna.
Lo vio meterse la mano en el bolsillo y sacar su frasco de vicodin, tragarse un par y cerrar los ojos esperando que el dolor aminorará. Poco a poco se fue adormilando, había sido demasiado esfuerzo para un día, demasiado. James lo veía relajarse, hasta que su respiración suave y regular le indico que se había dormido finalmente. Ahora podía contemplarlo a su gusto, sin temer su mirada azul; las arrugas de su frente se habían hecho más profundas, y grandes ojeras se dibujaban bajo sus ojos, estaba más enjuto que antes y sus labios algo resecos se mantenían apretados aún en sueños. Se acerco evitando hacer cualquier ruido y rozo levemente con su mano una de sus rasposas mejillas, trazo con uno de sus dedos sus labios... su mano subió hasta su cabello revuelto... y ya no supo lo que hacía, hundió su nariz en esa melena que empezaba a encanecer y se embriago con su aroma; sus labios besaron su frente, descendieron hasta sus ojos, sintieron el áspero contacto de su barba y se posaron en sus labios con dulzura. Frotaba sus mejillas con las de Greg con ternura, siempre con ternura. De pronto escucho un gruñido que lo paralizó, unos brazos fuertes lo apartaron con brusquedad.
- ¿Qué haces?
Wilson bajo los ojos avergonzado, qué podía decirle, ni siquiera él mismo tenía certeza de sus sentimientos. Dónde había ido a parar su heterosexualidad, qué era esta atracción inexplicable que sentía por su amigo.
- Yo... yo lo siento, eso fue una locura.
- Como que andas un poco extraviado hoy; primero me agarras a golpes y ahora... me besas, ¿no te habrás tomado alguna de mis vicodin?
Al ver la mirada confundida y triste de James, House se arrepintió de haber bromeado, y medio se incorporo para dejarle espacio a su amigo y le hizo una seña para que se sentara a su lado.
- Jimmy... ¿Por qué hiciste eso?
- Es algo que ha estado ahí siempre, creo que esa es la razón de que mis relaciones sean un fracaso. Siempre estabas tú... solo que no era consciente de ello hasta que te vi tirado en el suelo y sangrando por mi culpa... fue allí que me dí cuenta que tú eras más que un amigo, no sé que nombre darle a esto que siento por ti...
- Algo parecido al amor, ¿tú me amas Jimmy?
Wilson vio que sus ojos adquirían de nuevo ese color desconocido, era como si mil luces se encendieran en ellos. Y aquello le dio valor.
- Sí, como jamás pensé que podía amarse a alguien. Siempre estuve a la deriva, buscando algo que no sabía qué era hasta que te encontré.
- No me hagas esto Jimmy, yo no soy bueno para nadie. Solo hago peores a las personas que me rodean, solo sirvo para lastimar...
- No digas nada, solo quiero saber qué sientes tú.
- Bésame de nuevo. Pero ten cuidado todavía me duelen los golpes.
- Lo sé, lo sé.
Wilson lo reclino suavemente sobre el sillón y empezó a besarle suavemente, rozando apenas con sus labios su cuello, la curva de su mandíbula, para luego ascender y fundirse en sus labios entreabiertos. No había pasión desenfrenada solo una ternura infinita. House lo retuvo entre sus brazos sintiendo sus latidos sobre los suyos, sus dedos finos se enredaron en su castaña melena... era lo que tantas veces había ansiado, no quería deshacer el abrazo, temía que si al soltarlo despareciera y la noche volviera a hundirlo en su abismo.
- Quedate Jimmy, quedate está noche, no quiero que te vayas... las mañanas son siempre tan frías.

Una sonrisa clara se dibujo en sus labios y los muros cayeron.

27 agosto, 2008

Tiempo al tiempo

Qué delgada línea separa la amistad de el amor, en qué momento se empiezan a confundir estos sentimientos tan similares y a la vez tan distintos; quizá sea cuando nace la necesidad de tocar al otro, cuando esta necesidad se convierte en urgencia ante su proximidad.

Hacía unas semanas que House permanecía en el hospital, casi ningún vestigio físico quedaba del electroschok al que se había sometido, salvo dos pequeñas huellas en la frente como si fueran las quemaduras de un cigarrillo.
Cuddy había permanecido a su lado durante el proceso de recuperación y Cameron tampoco dejaba de ir y venir, escapándose de su siempre atestada sala de urgencias. El resto de su equipo también lo visitaba; aún Foreman, pese a que siempre decía que "no le agradaba", de vez en cuando lo miraba a través de los cristales para ver como seguía. Solo Wilson no se acerco ni una sola vez, salvo aquella ocasión, después de que Amber muriera. Y para House eso era demasiado doloroso. Cada vez que sentía que alguien se acercaba, el corazón se le aceleraba con la esperanza que pudiera ser su querido amigo... pero luego llegaba la decepción, y volvía a repetirse, como para convencerse a sí mismo y volver a la realidad: "él no te va a perdonar, esta vez no te va a perdonar".
Contó uno a uno los días que tuvo que permanecer en cama, su mirada se perdía en las paredes de vidrio, veía ir y venir a pacientes, médicos y enfermeras. Sus delgadas manos se aferraban a las cobijas y lanzaba un suspiro, cuanto detestaba esa inacción, no solo porque no podía moverse a su antojo sino porque le era imposible acercarse al consultorio de Wilson y averiguar algo de él. Sabía por Cuddy que aún se encontraba afectado, algo había cambiado en su manera de ser; se había vuelto taciturno y siempre tenía una expresión de tristeza y cansancio.

Cuando le permitieron caminar por los pasillos, quiso ir a toda prisa a buscarlo, pero se contuvo; cuando lo buscara tenía que estar vestido, ser él mismo, no con aquella absurda bata.

Le había pedido a Cuddy que lo dejara terminar la convalecencia en su apartamento. Cameron lo llevó en su auto, ella lo observaba de rato en rato, deseaba romper de alguna forma el pesado silencio que se levantaba entre los dos, pero algo le decía que era mejor dejar las cosas así. Le preocupaba su mirada, más absorta que de costumbre, era como si estuviera más recogido en sí mismo que antes. Allison temía que aquel procedimiento hubiera afectado en algo su magnifico cerebro.
- Ya llegamos, vamos te ayudo a que te instales.
- No, déjame solo.
- Pero House, todavía no estas bien del todo.
- ¡Déjame solo te digo!
Cerró los ojos sopesando su injusto arranque de rabia, su mano se cerro en la empuñadora del bastón.
- Cameron, voy a estar bien.
La joven sonrió levemente y regreso al auto, mientras se abrochaba el cinturón de seguridad, pensaba en lo que House le dijo una vez -"tú no amas, tú necesitas"- tal vez tenía razón y ahora que lo veía tan abatido, desprovisto de su habitual sarcasmo, su amor hacía él se acrecentaba. Por qué no podía amar a Chase, todo sería menos complicado, al menos su compañero no era indescifrable.
House busco la llave y abrió la puerta, el apartamento olía a encierro. Su mirada recorrió rápidamente el salón; todo estaba como cuando lo dejo, excepto por una delgada capa de polvo que lo cubría todo. Ya vería cómo limpiaba después, ahora eso carecía de importancia. Se sentó al piano y sus dedos empezaron a danzar sobre el teclado, fue arrancando un repertorio de sus piezas favoritas, pero de pronto cerro la tapa con violencia, apoyo la frente entre sus manos y se abandono a su tristeza, ahora nadie lo observaba. Le era insoportable que su amigo lo odiara, ya era bastante miserable, ya había tocado fondo tantas veces, que no sabía si esta vez podría salir de nuevo.
Allí lo encontró la mañana, apoyado sobre el piano, con las mejillas aún húmedas, como si en sueños hubiera seguido llorando. Se levanto apoyandose a duras penas sobre su dolorida pierna y fue a ducharse, ya no aguantaba más esa tortura; si Wilson lo detestaba era mejor saberlo de una buena vez, ya vería la forma de recuperarlo, después de todo era una amistad de muchos años, y no podía desaparecer como si nunca hubiera existido.
Extrañamente no quería llegar en la moto aquel primer día, sabía que Wilson jamás había aprobado que la comprara, así que pidió un taxi y llegó hasta el hospital.
Su equipo lo esperaba con alegría mal disimulaba; Taub, Kutner y Trece se acercaron para recibirlo, pero él paso entre ellos tratando de ser el mismo maleducado de siempre. Siguió caminando rápidamente hacía su oficina.
- Y cómo la han pasado sin mí, espero que no hayan matado muchos pacientes.Por si acaso les digo que yo no me hago responsable si se han portado mal.
- No hemos tenido ningún caso importante, la rutina de siempre.
Trece le puso sobre el escritorio un expediente azul.
- Esto te va a interesar, mujer de 29 años ingreso con hemorragia...
La joven callo al instante, la mirada de House, parecía ver a través de ella, volteo y alcanzo a ver al Dr. Wilson dirigiéndose a su oficina. Todos lo habían visto, y sus miradas cayeron en el rostro de House, y por primera vez vieron nublarse su mirada azul. El médico se puso de pie y se dirigió tras Wilson, de nada le servirían ahora su intelecto, ni su sarcasmo, ni su implacable sinceridad; estaba completamente vulnerable. Era una situación nueva, él podía manejar muchas cosas, excepto los sentimientos.
Casi sin aliento llegó hasta el consultorio de Wilson, toco suavemente la puerta.
- Pasa House. ¿Desde cuándo respetas la privacidad?
- Vengo de ver a los niños, parece que se han dedicado a jugar mientras papá no estaba...
- ¿Qué quieres?, tengo mucho trabajo.

Por un momento no supo que decir, sus ojos buscaron la respuesta en las paredes. Entonces los fijo en los de su amigo y los mantuvo allí.

- Quería saber cómo estabas.
- Bien, ya lo ves.
- Te conozco Wilson, a mi no me mientas.
- Y qué quieres que te diga... qué quieres escuchar. Será mejor que te vayas House, yo no quiero...
- No, no me voy hasta que hablemos.
De pronto Wilson se levantó y se paro frente a su amigo. Su mirada era la misma de aquella vez, House sintió que algo se rompía en su interior, pero aguanto la mirada del otro.
- Maldita sea House, qué quieres ahora. Ya no fue suficiente, por qué tuviste que llamarme aquella noche... por qué no fuiste tú el que murió... sabes... sabes que encontré cuando regrese, después de dejar a Amber sobre esa fría camilla, había una nota bajo la almohada donde me pedía disculpas por no esperarme porque había salido a buscarte. ¡Te odio House, te odio... ella esta muerta por tú culpa!... es qué no puedes vivir en tu miseria sin tener que arrastrar a otros en ella. ¡Vete House, vete!


- La llamada era para ti...¿cómo podía yo saber que ella vendría?, Wilson yo hice todo lo que pude, tú lo sabes...yo iba a morir porque así lo querías.
- Yo solo sé que ella ya no está más conmigo y no puedo soportarlo. Ahora sal de aquí... nada de lo digas puede cambiar lo que sucedió.

House asintió y salió del consultorio de su amigo sintiendo el dolor de su pierna llevado al límite, subió como pudo hasta la terraza del hospital, tal parecía que siempre llegaba a ese lugar a lamentar alguna pérdida. Apoyo la espalda en una de las paredes y se dejo caer hasta al piso, las palabras de Wilson habían sido terribles... demasiado terribles para asimilarlas, dolían cómo jamás pensó que algo podía doler. Casi se arrepintió de haberlo buscado... pero él quería la verdad, siempre la cruda verdad, pues ahora la conocía.

- House... ¿estas bien?

Levanto la mirada y se encontró con los ojos de Cameron, era una mirada preocupada, tierna.

- ¿Cómo me encontraste?
- Bueno... Stacy me dijo que venias aquí siempre que te sentías mal.
- Sí, solo dos personas saben que vengo aquí... ahora lo sabes tú también.
- Es por Wilson ¿verdad?
House callo, desde cuándo se había hecho tan transparente, aunque a esas alturas todos sabían que las relaciones entre él y su mejor amigo estaban pendiendo de un hilo.
La joven lo miraba atentamente, nunca había visto a su antiguo jefe tan agobiado, no pudo evitar que los ojos se le llenaran de lágrimas, ella lo amaba, a su pesar lo amaba; sabía bien que era un amor dañino, que él nunca le correspondería, al menos no de la forma que ella deseaba; pero qué podía hacer, nada, absolutamente nada.
Se acerco levanto con suavidad su barbilla, y lo beso rozando apenas sus labios, House se dejaba hacer sin protestar. Entonces Cameron lo tomo entre sus brazos, como si con la fuerza de su ternura pudiera apaciguar la tormenta que veía en sus azules ojos. Sin darse cuenta bien de lo que hacía él también la estrechó hundiendo la cabeza en su agitado pecho, y dejo que las lágrimas resbalaran por sus mejillas; ya no podía sostener la coraza por más tiempo, tenia que desahogarse con alguien o iba a perder la cordura. Ella pasaba una mano por su desordenado cabello, mientras que con la otra mantenía el abrazo. Lloraba junto con él, y ya no importaba qué sucediera después, en esos instantes ella conocía al verdadero House, en esos breves minutos de alguna forma lo sentía suyo.
- ... Allison, el dolor es insoportable, ayudame a levantarme.
Cameron lo miro sorprendida, nunca antes la había llamado por su nombre.
- Dale tiempo House, debes darle tiempo, Wilson está todavía muy dolido.
- Si hubieras escuchado todo lo que me dijo...
- No creas en todo lo que dice, está molesto con la vida. Tú eres una excusa para desquitarse. No hoy ni mañana, pero él terminará entendiendo que no tuviste la culpa.
- ¿Cuánto tiempo debo esperar?
- El que sea necesario.
Sin decir más la joven le paso una mano por la cintura mientras él se apoyaba en su hombro, así llegaron juntos hasta el estacionamiento.
- Ahora te necesito a ti además de mi bastón, si sigo así pronto necesitare que me lleven entre todos. Aunque Foreman de seguro me dejaba caer adrede, nunca le he gustado.
- Vamos, entra al auto.
El obedeció, no tenía ganas de llevarle la contraria, en realidad no tenía ganas de nada. No tardaron mucho en estar frente al 221 de ...... y subir hasta su departamento, ella entró junto con él y lo acompaño hasta su cama. Cameron seguía clavada a su lado, parecía esperar algo, una palabra, un gesto, y se quedaría allí para siempre; ahora mismo temblaba ligeramente a su contacto, su mano negándose a abandonar la suya. De pronto se encontró con la mirada de House, parecía leer en lo más hondo de sus pensamientos; ella se ruborizo y fingió arreglar sus cobijas para evitar sus ojos.
- No es buena idea Allison, no sería justo para ti. Una noche en la que yo ganaría más que tú y luego, qué te quedaría luego.
- Sí, ya había olvidado que... simplemente no puedes amarme.
Cameron se levantó, la escucho llegar hasta la puerta y luego el golpe seco de esta al cerrarse, después... solo silencio.

Continuara... (viene el cierre de la temporada)

22 agosto, 2008

Nada cambia, solo se transforma


House era como una fortaleza rodeada de espesos muros, nada podía entrar ni salir de ella. Sin embargo, en algunas ocasiones, los pesados postigos se abrían y se podía dar un vistazo al interior, muy breve... después, las puertas volvían a cerrarce como si una poderosa mano las hubiera empujado de golpe.

Eran tan pocos los que habían podido ver más allá de esos muros.
Eran tan pocos los que habían podido dejarlo sin palabras o remover algún sentimiento que él se encargaba de acallar rápidamente (los sentimientos impiden ver las cosas con objetividad), eran pocos los que habían logrado ese efecto en aquel genial hombre, y eso era decir bastante. Estaba aquella paciente Adler, aún recordaba sus palabras - "se esconde en su oficina y no quiere ver a los pacientes porque no le gusta como lo miran, la vida le hizo una mala pasada y se quiere desquitar con todo el mundo"- y Giles, el músico de jazz que le dijo directamente que toda aquella obsesión por resolver intrincados casos médicos solo respondían a una cosa, se aferraba a esto porque no tenía nada más; no había esposa, ni hijos, ni besos en las mañanas; a su pesar, en su interior sabía que aquello era verdad, tampoco había podido evitar una sonrisa sincera cuando Giles le extendió la hermosa trompeta que era su inspiración, bien guardada en un estuche. Aún podía recordar el cálido abrazo de Andie, la pequeña niña con cáncer que lo rodeo con sus brazos agradecida, y sabía bien que ella echaba por el suelo toda su teoría acerca de que "todos mienten", porque ella no mentía, como tampoco mentía Adam, el niño autista a quien él había entendido mejor que sus propios padres, cuando este le regalo su preciado video-juego portátil.
Pero así estaban bien las cosas, resolvía los casos porque eran un reto a su brillante mente, no por los aplausos ni las muestras de gratitud, tampoco le importaba que en más de una ocasión fueran otros los que cosecharan las simpatías de los paciente que él había salvado.

Sin querer, siempre era sin querer, había ocasiones en que hablaba de su vida... algo amargo, triste, un pedazo que guardaba muy hondo, pero que de pronto por alguna circunstancia saltaba de nuevo a su memoria y las palabras salían de su boca sin desearlo.
Recordaba a la muchacha que había sido violada, ella había adivinado su dolor, y sabía que nadie mejor que él podía entenderla; y no ceso de acosarlo hasta que se vio acorralado y tuvo que confesarle lo que su padre solía hacerle cuando se salía de sus estrictos parámetros, le contó que lo castigaba obligandole a dormir en el jardín o a bañarse con hielo. No podía pensar en su padre sin que el odio se instalará en sus azules ojos, sí, aquel odio que le había confesado a Cuddy cierta vez que sus padres vinieron a verle al hospital. El correcto señor House que había hecho de la verdad una regla inviolable. Recordaba que Cameron había escuchado sus palabras mezcla de amargura y tristeza - "mi padre se parece a ti, no en la extremada bondad, sino en esa moralidad casi enfermiza de decir siempre la verdad. Esa es una buena cualidad para un niño explorador o para un testigo policial, pero en un padre es un defecto"- la joven lo escuchaba en silencio con sus cálidos ojos verdes clavados en él, en realidad, siempre eran cálidos. Por eso se le grabo a fuego aquello, había aprendido bien la lección, pero en sentido contrario: "todos mienten"

Todo era tan contradictorio en House, inusual. Rechazaba el contacto con los pacientes, rehuía de cualquier vínculo con otra persona fuera de la índole que fuera. Con su grosería, su sarcasmo, su manera brutal de decir las cosas; podía mantenerlos a todos a raya, bien lejos de él. Y pese a esto tenía que reconocer que esa estupenda maquinaría que encerraba en su cráneo no podía echarse a andar si no tenía algunos elementos. Necesitaba alguien con quien discutir sus teorías; alguien que siempre estuviera de acuerdo con sus ideas, no importaba lo audaces que pudieran ser, pero también necesitaba una mente critica que le hiciera poner los pies en el suelo y porque no, alguien que lo admirara profundamente. Le hacía falta quien le obligara a ordenar su desempeño profesional que no dijera sí a todo, porque muy a su pesar tenía que reconocer que no siempre tenía razón.

También estaba ese dolor en su pierna, ese dolor que a veces se hacía insoportable porque era mucho más que un dolor físico, porque cada vez que este le hacía encogerse sobre sí mismo y agarrase a algún mueble le recordaba que la única vez que fue vulnerable, la única vez que se entregó a alguien, había quedado así. Así, así... con aquella enorme cicatriz que le recorría el muslo derecho y le había dejado una cicatriz más honda, más terrible, más dolorosa en el alma. Una pierna inútil que lo ataba para siempre a un bastón para sostener lo que quedaba.

Mantenerlos a todos a raya, fuera de su espacio, eso era lo mejor ¡nadie, nadie volvería a lastimarlo! Además siempre tenía a la mano su vicodin, una botella de wisky, sus discos, su piano, su guitarra, su moto y sus putas... no necesitaba más.

Pero había algo que no encajaba en todo aquello, una pieza que estaba fuera de lugar, y eso lo atormentaba, porque él amaba descifrar jeroglíficos, armar puzzles que nadie más podía armar. Y esa pieza le molestaba. Esa pieza tenía nombre y era Wilson, era su amigo, en realidad, su único amigo. Nadie lo conocía como el impecable Dr. James Wilson, era él el depositario de sus confidencias, sus temores, sus frustaciones, sus amarguras y sus tristezas. Había hecho lo imposible por alejarlo también de su lado; desde bromas pesadas hasta casi hacerlo perder su licencia médica e ir a parar a la cárcel, y sin embargo, allí estaba, siempre a su lado. Solo a Wilson le permitía decirle sus verdades, tirarselas a la cara sin miramientos, su voz resonaba en su cabeza como si fuera su conciencia, quizá por eso lo necesitaba, porque hasta donde recordaba él era un inconsciente. Pero esto no era suficiente, había cosas que no encajaban; era lo mismo que cuando escribía en su pizarra blanca con el marcador, apuntando los síntomas, clavando su mirada y repasando cada uno de ellos buscando la respuesta. Por qué Wilson permanecía a su lado, a pesar de todo y por qué él le permitía tantas cosas. Por qué era amigo de alguien tan opuesto a sí mismo. Wilson era sensible, amistoso, crédulo; además de preocuparse extremadamente por su imagen, nunca había nada en este hombre fuera de lugar desde su cabello bien peinado y cuidado hasta sus zapatos finos y perfectamente limpios. Mientras que él solo se bañaba, cogía lo primero que encontraba que todavía pudiera usarse, alguna camisa que jamás planchaba y un blazer, no importaba si combinaba o no; en cuanto el calzado, le bastaban un par de tennis, el cabello, que ya empezaba a ralear, siempre revuelto y la barba sin afeitar de dos o tres días, era tan molesto tener que hacerlo. Quizá solo era cuestión de costumbres, y simplemente sucedía que se había acostumbrado a su paciencia de santo; a sus llamadas de atención, suaves o rudas, pero siempre sinceras; a escucharlo cada vez que tenía un fracaso amoroso; a su deliciosa comida que el otro se dejaba robar con alguna leve protesta; a su silenciosa compañía, cuando todo lo que necesitaba era eso; a los ratos que lo buscaba en su consultorio para evadir las consultas, a Cuddy o simplemente para conversar. Tenía que admitir que Wilson de alguna forma que no sabía bien explicarse era importante, casi indispensable para seguir viviendo.

Y ahora, qué iba a hacer ahora. De nada le había servido su capacidad de deducción, había resuelto lo que aquejaba a Amber, pero tarde, demasiado tarde...
Está vez Wilson no iba a sonreír, a elevar sus ojos al cielo para pedir paciencia, no, esta vez no lo iba a perdonar. Había sentido su mirada cuando despertaba, cansado, medio muerto en una de las camas del hospital; era una mirada nueva, una mirada que pensó jamás vería en los ojos de su amigo. Había decepción, rabia, tristeza; todo junto y revuelto haciendo una mezcla imposible de tragar.
Recordaba con un escalofrío cuando le preguntó a su amigo si quería que arriezgara su vida para salvar la de Amber y el otro le respondió sin titubear con un movimiento de cabeza afirmativo. Y él fue literalmente a freírse el cerebro para poder recordar, recordar eso que le impedía diagnosticar a la joven, pero ahora ni siquiera eso contaba. Maldecía la hora en que se le ocurrió embriagarse y peor aún hacer esa llamada que cambiaría el destino de sus vidas, el de Amber para siempre, el de ellos... eso no podía saberlo.

Las cosas estaban así, y House sentía por segunda vez que las paredes le quedaban estrechas, el aire de la habitación era irrespirable, que estaba al borde de un abismo y nada podía detener su caída. Ya había experimentado todo aquello cuando Stacy se alejó de su vida... allí estaba ese dolor, que se escurría por sus pálidas mejillas transformado en lágrimas. Pero este dolor era más intenso que aquella vez, no estaba seguro si quería levantarse de esa cama y continuar viviendo; recoger los pedazos que aún le quedaban y volver a ser el médico más insoportable del Princeton- Plainsboro. Ya no tenía claro si debía hablarle, pedirle perdón o más bien suplicarle que lo perdone, acosarlo hasta que cambiará de opinión o dejar todo como estaba, esperar que las heridas se curaran, a que por algún milagro, Wilson volviera a ser el de antes. Pero él mejor que nadie sabía que hay heridas que no se curan jamás. Ahora otra de sus teorías se tambaleaba, "la gente nunca cambia".
Continuara....

18 agosto, 2008

Suspense!!!!!!!

A unas semanas del estreno de la quinta temporada de House MD (16 de septiembre, bueno en Estados Unidos, porque de seguro aquí nos llegará más tarde), y después del del estupendo capítulo "El corazón de Wilson", todos nos quedamos con la interrogante... ¿qué sucederá con la relación entre House y Wilson?. El actor Hugh Laurie ha adelantado que está va a ser difícil al principio pero que luego todo se arreglará entre ellos (ojalá, porque su amistad es uno de los soportes de la serie).
Me lanzó a una mini-encuesta, para poder escribir un mini-relato; es que estoy enganchada con la serie y necesito escribir... sino, mi neurona empieza a agonizar. Allí les va, y está pregunta se la hicieron en el programa de Lipton "Inside the actors studio"(de paso, un programa de entrevistas excelente). ¿Con quién se quedaría finalmente House?, a ustedes... ¿con quién les gustaría? (en la mencionada entrevista Hugh queda abierto a cualquier posibilidad)

House/Cameron

House/Wilson

House/Cuddy

Ya está, a ver qué sucede.

06 agosto, 2008

Por siempre

No sé porque hay ocasiones en que los recuerdos nos vienen, así, sin querer... una hoguera nos unió, pienso que para siempre.

Annie Proulx (Escritora)


Ang Lee (Director)



Heath Ledger (Actor) 1979 - 2008


Jake Gyllenhaal (Actor)



Michelle Williams (Actriz)



Anne Hathaway (Actriz)




Go to sleep, may your sweet dreams come true
Just lay back in my arms for one more night
I've this crazy old notion that calls me sometimes
Saying this one's the love of our lives.
Refrain:
Cause I know a love that will never grow old and
I know a love that will never grow old.


When you wake up the world may have changed
But trust in me, I'll never falter or fail
Just the smile in your eyes, it can light up the night,
And your laughter's like wind in my sails.
(Refrain)


Lean on me, let our hearts beat in time,
Feel strength from the hands that have held you so long.
Who cares where we go on this rutted old road
In a world that may say that we're wrong.
(Refrain)



El tiempo es simplemente impredecible.

04 agosto, 2008

¿Dónde estas corazón?


¿Dónde estás corazón?
ayer te busqué
entre el suelo, y el cielo, mi cielo
y no te encontré
y puedo pensar que huyes de mi
porque en el silencio una corazonada
me dice que si.

¿Dónde estás corazón?
ven regresa por mi
que la vida se me vuelve un ocho
si no estás aquí
y quiero pensar
que no tardarás
porque en el planeta no existe
más nadie a quien pueda yo amar.

¿Dónde estás corazón?
ayer te busque
¿Dónde estás corazón?
y no te encontré


¿Dónde estás corazón?
saliste de aquí
hay buscando quién sabe
qué cosas
tan lejos de mi
y puedo pensar
y vuelvo pensar
que no tardarás
porque en el planeta
no existe más nadie
a quien pueda yo amar.

Te busqué
en el amario
en el abecedario
debajo del carro
en el negro, en el blanco
en los libros de historia
en las revistas
y en la radio.
Te busqué por las calles
en donde tu madre
en cuadros de Botero
en mi monedero
en dos mil religiones
te busqué hasta
en mis canciones.

Hay, cómo extraño mi conexión a internet!!!

La canción es de la siempre linda Shakira