Dicen que el tiempo todo lo cura, pero los días transcurrían y Wilson no daba muestras de cambiar de actitud.
House había recobrado, al menos en apariencia, su habitual forma de ser; es decir era el mismo "desgraciado manipulador" de siempre. Solo él sabía que las cosas ya no eran las mismas, incluso había engañado a Cameron haciéndole pensar que ya estaba sino bien, por lo menos mejor.
Acechaba a Wilson desde cualquier rincón que le sirviera de escondite; sabía que continuaba solo. Toda su rutina era de su pequeño cuarto de hotel al hospital y viceversa, no existía nada en medio.
Los casos iban y venían, los expedientes pasaban por sus manos y las copias iban a parar de cualquier manera sobre sus subordinados. La pizarra seguía llenándose de datos y él continuaba jugando con su pelota o dándole vueltas al bastón mientras pensaba en las soluciones para los casos más extraños que llegaban al Princeton-Plainsboro. Agradecía esos instantes en que su mente podía concentrarse en otra cosa que no fuera su amigo, entonces dedicaba todas sus facultades y su tiempo hasta dar con el diagnóstico correcto. Podía pasar hora tras hora revisando radiografías, análisis. Incluso cumplía con sus horas de consultorio, siempre y cuando no tuviera un caso entre manos. Apenas si se movía del hospital salvó para regresar a su casa y dormir unas horas… un vaso de wisky y unas cuantas vicodin ayudaban, también mitigaban el dolor, al menos el de la pierna.
Esa mañana cuando llegó, la enfermera de recepción le dijo que Cuddy quería verlo en su despacho.
- ¿Qué puedo hacer por ti esta linda mañana?
- Wilson se va, hoy presento su carta de renuncia.
House no se esperaba aquello, miro a Cuddy, bajo los ojos y se dio la vuelta. Se dirigía al consultorio de Wilson, probablemente iba a recibir más palabras crueles, pero no importaba, su amigo no podía irse. Al menos tenía el consuelo de verlo cada día, pero si se marchaba… no, eso era impensable.
Cuando debía enfrentarse a una situación difícil, siempre echaba mano de su frasco de pastillas, pero ahora las cosas iban a ser distintas, si iba a confrontar a su amigo, quería estar todo lo lúcido posible. El dolor de la pierna le hacía doblarse a cada trecho (era increíble como el dolor moral estaba tan estrechamente ligado al dolor físico), pero House seguía caminando, cuando llegó no hubo necesidad de tocar, la puerta estaba ligeramente abierta.
Wilson guardaba sus cosas en una caja de cartón, House recordó que ya lo había visto hacer aquello antes, en los días de reinado de Vogler.
- Cuddy dijo que te marchas.
- Sí, como ves estoy empacando mis cosas.
- ¿No te parece que ya has guardado luto lo suficiente?
- ¡Vete al diablo House!... ¿qué sabes tú de amar?, ahora dudo que hayas amado alguna vez a Stacy. Podías haber sido feliz con ella, y la arrojaste de tu vida, te gusta ser un infeliz, un adicto desgraciado. Bien, sigue así, solo que yo no estaré para recoger los pedazos. Ahora sal de aquí.
House dio unos pasos hasta la puerta y salió, pero luego se volvió sobre los mismos e intento traspasar la puerta de nuevo. Wilson se apresuro a empujarla, ya era inútil, el otro había puesto el pie para evitar que la cerrara.
- ¡Maldición!, es que quieres que te saque a la fuerza, tan difícil es entender que no quiero verte.
- No quiero que te vayas.
Mientras hablaba House observaba su bastón, parecía un niño triste al que estaban a punto de abandonar. Por unos instantes la mirada de Wilson se suavizó, pero de nuevo le venía a la memoria la imagen de Amber agonizando en sus brazos y volvía a llenarse de rabia.
- Jimmy, perdóname, por favor perdóname.
- Y piensas que con decir eso todo se olvida. Sigues siendo el mismo idiota de siempre, ¿crees que todo gira a tu alrededor, que eres tan especial?
- No me creo especial, solo soy como soy. Hay quienes me aceptan, y quienes me detestan, me doy cuenta que estos últimos son los más; pero eso no me interesa, solo me importa la opinión de quienes… de quienes aprecio.
Wilson sonrió con desprecio, y siguió con la tarea de guardar las cosas que se habían ido acumulando en la oficina.
House agarro por la fuerza uno de los cuadros que su amigo estaba metiendo en la caja. El otro le dirigió una mirada venenosa y trató de librar el objeto de su mano, forcejearon unos instantes.
- ¡Suelta eso!, ¿es qué nunca vas a dejarme en paz?
- No, hasta que razones, has pasado una buena parte de tu vida aquí. Ganas bien, te llevas bien con tus pacientes, todos te aprecian… ¿quieres cambiar eso por qué no puedes verme a la cara sin recordar lo que paso? Bien, a mí nadie me soporta, no me interesa la simpatía de los pacientes. No puedo cambiar los hechos, con respecto a tu novia. Si alguien tiene que irse, ese voy a ser yo.
- ¿Acaso quieres manipularme como lo haces con todos?
- Estoy diciendo la verdad, solo dilo y me voy del hospital.
- No te creo nada, ya vete tengo mucho que hacer.
- No quiero.
- Que salgas de aquí te digo, mi paciencia tiene un límite.
- Ya te dije que no quiero.
Wilson estaba enfurecido, su puño fue a estrellarse en el rostro del otro; la sangre que le brotaba de la nariz comenzó a escurrirse por la barbilla. Le dio un nuevo golpe y esta vez House trastabillo y cayó al piso, Wilson ya no razonaba, solo seguía golpeándolo. Greg no hacía nada por defenderse, dejaba que su amigo se desquitara. De pronto se detuvo, parecía haber recobrado la consciencia, veía a su compañero tirado en el suelo con la nariz y los labios sangrando, hasta debía tener algunos moretones en el cuerpo. Cerró los ojos y dos gruesas lágrimas rodaron por sus mejillas… ¿qué estaba haciendo? Se arrodillo a su costado y lo levanto hasta recostar su cabeza en el regazo. Saco un pañuelo del bolsillo y con cuidado lo fue pasando sobre sus heridas.
- Yo… yo no quería golpearte House.
- ¿Ahora si puedes perdonarme? Bueno... me aliviaste el dolor de la pierna, ahora me duele por todos lados.
- Callate idiota...creo que hace mucho te perdone, pero no quería admitirlo, sentía que era traicionar a Amber, tú nunca la quisiste, siempre la tratabas mal.
- Tal vez porque era muy parecida a mí, me veía reflejado en ella… y yo… no sé si quiero ver qué llevo dentro
- Espera, voy a traer algo para curarte, no te muevas.
Se aparto un poco, pero House lo retuvo tirando de su brazo, para ayudarse a incorporar. El tirón había sido tan repentino que sus rostros quedaron a unos pocos centímetros. No se quitaban los ojos de encima, como esperando a que sucediera algo, aunque no sabían bien qué.
- Jimmy…estas sobre mi pierna…duele.
Wilson se apresuro a quitar su peso del dolorido muslo del otro, solo sus ojos no se apartaban de los de su amigo. Jimmy pensó que siempre le había gustado el color de aquellos ojos; parecía que sus sentimientos podían interpretarse por la tonalidad de estos, él, que lo trataba continuamente había llegado a traducir algo los muchos tonos de sus ojos. Cuando estaba concentrado eran de un azul acerado, si estaba divertido, celestes, sus tristezas eran dos zafiros oscuros, su ira era de un azul intenso como dos llamaradas. Pero este era un tono nuevo, no recordaba habérselo visto nunca... y se hundía en su cerebro confundiéndole, deseos extraños lo asaltaron de pronto... su mirada fue bajando hasta concentrarse en su labios delgados. Se apartó de su lado rápidamente con las mejillas encendidas, cuando esa vaga idea tomo forma en su mente, él quería... él quería besar a su amigo.
- ¿ Qué pasa, no me vas ayudar a levantarme?,¿qué tienes?
Wilson se acerco y lo ayudo a levantarse, pero ahora que finalmente era consciente de lo que sentía por House, cualquier contacto físico se le hacía insufrible, le aterraba verse descubierto por este... y entonces qué iba a ocurrir, probablemente se burlaría de él después de aporrearlo con el bastón a cualquier intento que se saliera de lo normal, y ya no estaba muy seguro de poder seguir conteniéndose.
- Voy a buscar los medicamentos...
- ¿Todavía estas enojado, yo creí que ya me habías perdonado?
- No, no estoy enojado...
- ¿Por qué sales corriendo entonces?
- Yo no... bueno, necesitas que te atienda esas heridas.
- Estoy bien, además ya perdí la cuenta de las veces que me han dado un buen golpe. Vamos a charlar como antes, extraño fastidiarte y que pongas cara de mártir.
- Ahora no es buena idea.
Una voz femenina cortó repentinamente su charla, Cuddy miraba a House incrédula, quién podía haberle golpeado así. Avanzó unos pasos pero él la detuvo con un gesto.
- ¿Tú...tú le hiciste esto Wilson?
- Sí, sí, te juro que ni yo mismo sé cómo ocurrieron las cosas, perdí la cabeza.
- Será mejor que lo lleves a urgencias para que lo atiendan.
House puso una de esas caras que desarmaban a cualquiera, indudablemente tenía un lado divertido y sabía usarlo muy bien cuando quería.
- No mami, tu sabes que no me gusta urgencias... me dan miedo los médicos.
- Basta de portarte como si tuvieras seis años.
La mujer intento acercarse a él para obligarlo a moverse, pero House levantó el bastón entre amenazante y risueño.
- Ya olvidaste que una vez te dije que yo sé muy bien cómo usar esto... y no bromeo.
Cuddy retrocedió y suspiró resignada, cuando Gregory House se empeñaba en algo no había forma de hacerle cambiar de parecer... él iba hasta el final de las cosas, aunque se tratará de su propia vida.
- Esta bien, total al que le duele es a ti. Yo misma no creo lo que voy a decirte, pero tomate el día libre, mañana estarás mejor. No puedes andar por el hospital en esas condiciones, ya es bastante con tu aspecto habitual.
- ¿Acaso me estas criticando? Las camisas sin planchar son parte de mi encanto.
- ¡Dios, llevatelo de aquí Wilson! Asegurate que se quede tranquilo en casa.
No, definitivamente aquella no era una buena alternativa... qué iba a hacer en el departamento de House ahora que tenía los sentidos hechos un revoltijo. Cerró los ojos conformado a su suerte dejando caer los brazos a los costados. Aquel era un gesto característico en él cuando ya no tenía forma de luchar contra algo. Lo que fuera que iba a suceder, sucedería... quizá era mejor llevar las cosas al límite, siempre es mejor saber que estar permanentemente en la incertidumbre; no podía olvidar la mirada de su amigo en esos breves instantes, tal vez tenía una esperanza...
Mientras conducía Wilson le daba algunas miradas fugaces, el otro miraba abstraído por la ventanilla, hubiera dado lo que fuera por saber en qué estaba pensando, porque por mucho que conociera a su amigo nunca se sabía a qué atenerse con el. Además deseaba que fueran más de 14 kilómetros los que separaban al hospital de su apartamento, quería que todos los semáforos estuvieran en rojo así tardarían una eternidad en llegar y podría serenarse. Por primera vez le asustaba quedarse a solas con House; tener que tocarlo, porque eso era inevitable, cómo iba a cuidar de su heridas sin acercarsele.
- Eres insoportable, por qué no dejaste que te llevará a urgencias.
- No me agrada urgencias, esta lleno de gente herida.
- ¿Y qué esperas encontrar en urgencias?
La respuesta nunca llegó, había algo en su tono de voz, que le hizo comprender que su último comentario no había sido una broma.
Finalmente llegaron al departamento. Su amigo descendió del auto con algo de dificultad, a pesar del dolor que debía estar experimentando, se negó a recibir ayuda, él caminaría como pudiera hasta su casa.
- No es necesario que te aburras a mi lado, puedes regresar al hospital, solo no dejes que Cuddy te vea.
- Yo provoque todo esto, así que ahora tengo que arreglarlo, vamos entra de una buena vez para ver esas heridas.
El apartamento lucía igual que siempre, atestado de libros, con su habitual desorden. Las únicas cosas que mantenía siempre cuidadas y relucientes eran su piano y sus guitarras alineadas con cuidado en la pared.
- Ve al sillón, enseguida vuelvo, voy por el maletín de primeros auxilios.
House solo hizo un gesto de asentimiento, sin despegar los labios; tanto silencio de su parte lo empezaba a poner nervioso. Cuando regreso lo encontró exactamente en la misma postura en que lo había dejado, con la misma mirada indescifrable. Se acerco y empezó a limpiar la sangre que empezaba a resecarse sobre el rostro; lo hacía con todo el cuidado posible, pero a pesar de ello lo sentía revolverse dolorido.
- ¿Te duele algo más?
- No, solo la pierna.
Lo vio meterse la mano en el bolsillo y sacar su frasco de vicodin, tragarse un par y cerrar los ojos esperando que el dolor aminorará. Poco a poco se fue adormilando, había sido demasiado esfuerzo para un día, demasiado. James lo veía relajarse, hasta que su respiración suave y regular le indico que se había dormido finalmente. Ahora podía contemplarlo a su gusto, sin temer su mirada azul; las arrugas de su frente se habían hecho más profundas, y grandes ojeras se dibujaban bajo sus ojos, estaba más enjuto que antes y sus labios algo resecos se mantenían apretados aún en sueños. Se acerco evitando hacer cualquier ruido y rozo levemente con su mano una de sus rasposas mejillas, trazo con uno de sus dedos sus labios... su mano subió hasta su cabello revuelto... y ya no supo lo que hacía, hundió su nariz en esa melena que empezaba a encanecer y se embriago con su aroma; sus labios besaron su frente, descendieron hasta sus ojos, sintieron el áspero contacto de su barba y se posaron en sus labios con dulzura. Frotaba sus mejillas con las de Greg con ternura, siempre con ternura. De pronto escucho un gruñido que lo paralizó, unos brazos fuertes lo apartaron con brusquedad.
- ¿Qué haces?
Wilson bajo los ojos avergonzado, qué podía decirle, ni siquiera él mismo tenía certeza de sus sentimientos. Dónde había ido a parar su heterosexualidad, qué era esta atracción inexplicable que sentía por su amigo.
- Yo... yo lo siento, eso fue una locura.
- Como que andas un poco extraviado hoy; primero me agarras a golpes y ahora... me besas, ¿no te habrás tomado alguna de mis vicodin?
Al ver la mirada confundida y triste de James, House se arrepintió de haber bromeado, y medio se incorporo para dejarle espacio a su amigo y le hizo una seña para que se sentara a su lado.
- Jimmy... ¿Por qué hiciste eso?
- Es algo que ha estado ahí siempre, creo que esa es la razón de que mis relaciones sean un fracaso. Siempre estabas tú... solo que no era consciente de ello hasta que te vi tirado en el suelo y sangrando por mi culpa... fue allí que me dí cuenta que tú eras más que un amigo, no sé que nombre darle a esto que siento por ti...
- Algo parecido al amor, ¿tú me amas Jimmy?
Wilson vio que sus ojos adquirían de nuevo ese color desconocido, era como si mil luces se encendieran en ellos. Y aquello le dio valor.
- Sí, como jamás pensé que podía amarse a alguien. Siempre estuve a la deriva, buscando algo que no sabía qué era hasta que te encontré.
- No me hagas esto Jimmy, yo no soy bueno para nadie. Solo hago peores a las personas que me rodean, solo sirvo para lastimar...
- No digas nada, solo quiero saber qué sientes tú.
- Bésame de nuevo. Pero ten cuidado todavía me duelen los golpes.
- Lo sé, lo sé.
Wilson lo reclino suavemente sobre el sillón y empezó a besarle suavemente, rozando apenas con sus labios su cuello, la curva de su mandíbula, para luego ascender y fundirse en sus labios entreabiertos. No había pasión desenfrenada solo una ternura infinita. House lo retuvo entre sus brazos sintiendo sus latidos sobre los suyos, sus dedos finos se enredaron en su castaña melena... era lo que tantas veces había ansiado, no quería deshacer el abrazo, temía que si al soltarlo despareciera y la noche volviera a hundirlo en su abismo.
- Quedate Jimmy, quedate está noche, no quiero que te vayas... las mañanas son siempre tan frías.
Una sonrisa clara se dibujo en sus labios y los muros cayeron.