Afuera el sol caía a plomo, rebotaba sobre el suelo agreste y duro que a duras penas daba lo necesario para que pastara el ganado. La hierba crecía débil, amarilleaba antes de alcanzar su plenitud. Pero lo peor era el problema del agua, por aquellos días el pozo se había secado y Harry se había visto obligado a cavar otro.
El hombre terminaba su desayuno, un café fuerte con algunos huevos y pan recién hecho. Comía bajo la atenta mirada de su esposa; una mujer de aspecto cansado y triste, cabellos rubios que empezaban a encanecer. La mujer le dirigía rápidas miradas, siempre atenta a cualquier deseo que pudiera expresar su esposo. Ya había probado el peso de su gruesa mano en su delicado rostro, ya había sentido el sabor entre salado y dulzón de su propia sangre. Se veía a sí misma tirada en un rincón gimoteando y quejándose muy quedo, después de una de sus palizas. Cualquier motivo era suficiente para caerle a golpes; el café estaba frío, no encontraba una camisa, no había estado a tiempo para coger el cubo lleno de tierra cuando bajaba al pozo, en fin, poco importaba el motivo.
El hombre terminaba su desayuno, un café fuerte con algunos huevos y pan recién hecho. Comía bajo la atenta mirada de su esposa; una mujer de aspecto cansado y triste, cabellos rubios que empezaban a encanecer. La mujer le dirigía rápidas miradas, siempre atenta a cualquier deseo que pudiera expresar su esposo. Ya había probado el peso de su gruesa mano en su delicado rostro, ya había sentido el sabor entre salado y dulzón de su propia sangre. Se veía a sí misma tirada en un rincón gimoteando y quejándose muy quedo, después de una de sus palizas. Cualquier motivo era suficiente para caerle a golpes; el café estaba frío, no encontraba una camisa, no había estado a tiempo para coger el cubo lleno de tierra cuando bajaba al pozo, en fin, poco importaba el motivo.
Helen, fue alguna vez una mujer atractiva, pero los años y el sufrimiento habían dejado sus huellas. En ocasiones, a escondidas de Harry se contemplaba largo rato en el pequeño espejo del baño, se contemplaba buscando a aquella mujer que recordaba, y por más esfuerzos que hacía no se reconocía en aquella imagen que le devolvía el espejo.
Finalmente el hombre terminó de desayunarse, y empezó a fumarse un cigarrillo; lo hacía con cierta prisa, sabia que en unas horas el sol sería insoportable y solo contaba con las breves horas antes del mediodía para avanzar el trabajo del pozo. Carraspeó aclarándose la garganta, aquella acción hizo que su manzana de Adán se moviera convulsivamente bajo los pliegues flácidos y rojizos de su cuello. Helen se le quedo mirándo, ya había perdido la cuenta de cuántas veces esta sensación le había asaltado, sentía que su esposo le recordaba algo. No se trataba de otra persona, era algo más. A veces le parecía que estaba a punto de encontrar la respuesta... pero esta moría antes de llegar a su conciencia. Harry se levanto y salió dando un portazo. La mujer comenzó a recoger los tratos de prisa, los puso en el fregadero y se dispuso a poner ordén en la cocina. Sabía que tenía que apurarse, pronto escucharía la voz de Harry llamádole a gritos para que se encargara del cubo. Pero a pesar de la prisa, ahora podía respirar más tranquila, la presencia de su marido le hacía el aire irrespirable, además del malísimo tabaco que fumaba.
El hombre había llegado hasta el agujero que venía cavando desde hace unas semanas, de buena gana no hubiera emprendido aquel pesado trabajo; pero era indispensable el agua para el ganado. El antiguo pozo se había secado y estuvo por unos meses acarreando agua en unas enormes barricas con su vieja camioneta desde el pozo de Earl, su vecino, pero este empezó a insinuarle que su ganado parecía siempre sediento y que no le vendrían mal algunos dólares por el agua. A Harry esto le cayó pésimamente... ¿desde cuándo se les cobra el agua a los vecinos?, así que decidió cavar otro pozo.
El trabajo estaba retrasado, cogió la cuerda que provenía de un carrete enorme, quitó el seguro, y empezó a acomodar la escalerilla enrollable que tenía al final. Helen terminaba de arreglar las tazas cuando escucho la voz de Harry llamándole, se seco las manos en el mandilito que tenía atado a la cintura; se lo quito, se recogio el cabello y se coloco un overol que se ponía siempre que ayudaba a su marido en la excavasión. Al poco rato, ya estaba al borde del pozo al lado de Harry, esperando que terminara. El hombre se acomodo en la escalera, cogio la pala, la cuerda con el cubo y empezó a descender.
- ¡Dale a la manija hasta que yo te diga!
Helen se coloco junto a la carrete y empezó a darle vueltas a la manivela.
- !Ya, ahí esta bien!
Ahora empezaba lo más penoso de su tarea, que consistía en subir los cubos de latón repletos de tierra a la superficie y vaciarlos. Cada vez que sentía el tirón de la cuerda sabía que tenía que resoplar para subir el pesado cubo. Ya había perdido la cuenta de cuantos cubos había subido... de pronto escucho un grito terrible que le hizo estremecerse de pies a cabeza.
-¡Harry, Harry! ¿Qué paso?
-¡ Subeme mujer!, ¡Subeme!
Cuando el hombre llego al borde estaba casí purúreo y respiraba con dificultad. Se izó sobre el borde y se dejo caer pesadamente sobre el suelo, se desabotono la camisa y empezo a tomar aire con fuerza. Casí nunca hablaba con su mujer, salvo para darle órdenes o agredirla, pero ahora sentía una gran necesidad de hablar.
- Helen... aquello fue terrible...de pronto el piso cedió a mis pies, podía haberme quedado allí enterrado, ¡enterrado vivo!... de no haber sido porque estaba en ese momento agarrado a la escalera. Oh Helen... fue horrible.
- Y ahora... ¿qué vas a hacer ahora?
- Pués voy a averiguar la profundidad que tiene ese agujero Anda ve a traer la linterna de la cocina.
Cuando helen volvió Harry tenía a su costado un gran carrete de hilo fino, ato la linterna al extremo de la cuerda, la encendió y empezó a bajarla por el pozo. La fue bajando, ya casí eran treinticinco metros de profundidad, el hombre se detuvo unos instantes y siguio haciendo descender la linterna, pronto era solo un débil resplandor en el fondo, Harry dejo caer más y más la cuerda hasta que del gran rollo apenas quedaban unos pocos metros. Se detuvo admirado.
- Esto debe tener unos trescientos metros de profundidad... y aún no encuentro fondo. Será mejor subir la cuerda.
Pero la cuerda no subio cuando tiro de ella. Se puso tirante como si se hubiera enganchado a alguna cosa. Dio entonces un fuerte tirón y se sobresalto al sentir un sacudón al otro extremo. Harry soltó la cuerda asutado, se sento y empezó a cavilar sobre aquel hecho extraordinario.
- Pero... qué puede haber allí abajo. Son más de trescientos metros de profundidad. ¿No me estaré volviéndo loco?.
- Harry, es mejor que ...
- Oh, cállate... estoy seguro que hay algo allí abajo.
Y como para cerciorarse volvió a tirar de la cuerda. Está vez no hubo respuesta, entonces empezó a tirar de ella poco a poco. Atada al final encontro una bolsa blanca de un material parecido al cuero. Se dío prisa en abrirla, dentro había una pequeña pero pesada barra de metal amarillo y brillante junto con una nota escrita en un lenguaje extraño. El hombre hundió su navaja y con la punta rayo el metal, la hoja mordió con facilidad en la barra. Era oro, sin lugar a dudas. Miro largo rato la nota y la dejo a un lado.
- ¡Extranjeros!, y por lo visto estan muy urgidos de linternas. Seguro son cosas del gobierno, siempre hacen sus experimentos en sitios lejanos.
- Pero Harry, eso no tiene sentido. Además no hay ninguna mina cerca, y es demasiado profundo...
- Oh, tú nunca entiendes nada, quedate cerca vigilando. Voy al pueblo a traer un cargamento de linternas.
Helen lo vió correr hacía la vieja camioneta y tomar el camino del pueblo. Cuando se alejo, tomo la nota del suelo y la observo cuidadosamente. ¡Que extraña era aquella escritura!, en realidad todo era muy extraño. Si se trataba del gobierno, por qué empleaban a extranjeros, y por qué iban a necesitar con tanta urgencia linternas hasta pagar una fortuna por ellas. No eso no tenía ningún sentido. Helen se metió la nota en uno de los bolsillos del overol y se fue a la cocina, de pronto penso que las personas que estaban allí abajo podían estar hambrientas, además de ignorar que la gente que vivía en la superficie hablaba inglés. Así que fue hasta el escritorio de Harry busco lápiz y papel y escribio una pequeña nota. Tomo un poco de pan fresco y un buen trozo de tocino lo envolvio todo en un sacador limpio, se le ocurrió poner también un pequeño diccionario, para que pudieran traducir su nota. Volvío al agujero, puso todo dentro de un cubo y lo ató a la gran cuerda y empezo a bajarlo lentamente. Sintió entonces un tirón, aguardo conteniendo el aliento unos minuto, tiro ligeramente de la cuerda y la noto libre pero muy pesada, empezó a darle vueltas a la manivela, hasta que llego de nuevo el cubo hasta el borde del pozo, solo que ahora estaba lleno de aquellas pequeñas barras amarilla. Había una nota sobre ellas, escrita con una letra menuda y pegada.
Continuará...
8 comentarios:
¡Ufff!... Rosa mía, está genial, de veras, el ambiente, las líneas que se trazan de la relación entre ellos dos... He podido sentir la soledad de ese matrimonio, no solo por lo que tienen alrededor sino por la que vive cada uno dentro de esa relación,y luego la soledad que les proporciona ese entorno árido, hasta que llega...el absoluto......desconcierto por ese agujero del que "llegan cosas"... pero que bien escribes, amiga mía... espero la segunda parte, ¿vale?...De verdad que está increible, ya te dije que me gustaban estas historias, pero superas mis expectativas.
Un besote.
Suena a Tierra Media y a misteriosos señores con poderes.
O el comienzo de un rivindicativo relato sobre la inteligencia femenina...
Esperaremos el resto.
Un abrazo.
Querida Rosa...sigue porfis.....que intriga ¿con que nos escontraremos?, bueno pero es una mujer con temple y espíritu (aunque por mandatos de crianza calle.....), ufff.. que imaginación la mía, espero mucho mas amiga ¿si?¿vale?
yo vi esa historia en un programa cuando era una niñaa, contaban historias muy buenas, alguien sabe cual era ese programaa? me gustaria volver a ver las historias
Estimada Anna Renesmee:
Probablemente viste esta historia con algunas variaciones en un capítulo de la serie "Alfred Hitchcock Presenta". Harry era un marido abusivo y los de abajo lo confundieron con un pavo, cuando bajó colérico a ajustarles las cuentas, se lo comieron. Manden más pavo... Helen sólo comentó: vaya, vaya...Una joyita de humor negro. Saludos
ES DE LA SERIE DE CUENTOS DE ALFRED ME PARECE HORAS TOMADAS A LA LUZ DEL DIA O CUENTOS PARA LEERSE A PLENA LUZ DEL DIA, AL FINAL LA SEÑORA QUEDA SOLA Y RICA XQ LE NVIAN ORO ESOS DE ALLA BAJO, ESTA MUY LINDA ESA NOVELA
Mucho Buscar Este Mito!!! Gracias Por Compartirlo <3
Es de la serie cuentos asombrosos el capítulo se llama acción de gracias
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