Y todo desapareció; los enfermeros, las ventanas enrejadas, los cercos, las paredes, el dolor y hasta las mismas personas que me rodeaban. Encontré el alivio que ansiaba, la música me llevó lejos, muy lejos, donde nadie podía alcanzarme, ni siquiera Amber.
Creo que sin darme cuenta, como el maelstrom1 que arrastra todo a su vórtice, me lleve a los que estaban conmigo en aquella sala; médicos, enfermeros y enfermos... en esos minutos alcanzaron conmigo la libertad. Solo una mirada no se conmovió, solo alguien no vibro con cada nota... Gina Raymond. Todos estaban en silencio, habían detenido sus labores y ahora continuaban todavía así, como esperando no sé exactamente qué.
- Muy hermoso doctor House, ya nos demostró su gran talento. Ahora creo que todos pueden volver a sus mesas de trabajo - era ella la que había roto el ensueño en que todos estábamos sumergidos arrojándonos de nuevo a la realidad, su realidad - pienso que ya fue suficiente por hoy, la música altera a los demás pacientes.
- De dónde saca usted esa teoría Srta. Raymond - contesto de inmediato Stevens, había cierto tono de enojo en su voz - por el contrario, escuchar música es la mejor manera de relajarse, miré nada más sus rostros, nunca antes había visto esa expresión de sosiego en ellos. Greg puede ocupar todo su tiempo de terapia ocupacional tocando el piano, si así lo desea. No solo es bueno para él, sino para todos.
Cerré los ojos y sonreí, al menos por unas horas tendría este consuelo. Al abrirlos me tope con los de Stevens que me observaba con admiración; Warner y Jhonny me veían como si yo fuera su dios y la bruja Raymond... ¿puede concentrarse tanta ira en una mirada?, pues ella lo había logrado... y con tanta fuerza que tuve que apartar la vista de inmediato.
Ya no quise seguir tocando, baje la cubierta del teclado y apoye la frente y las manos sobre esta. Me acerque a una de las mesas en silencio y comencé a juguetear con los pinceles. Todos seguían esperando, hasta que al darse cuenta que realmente ya no seguiría fueron volviendo a sus asientos poco a poco.
La medicación surtía su efecto muy lentamente; las náuseas y diarreas habían disminuido bastante, pero la ansiedad, los escalofríos y el dolor no; el dolor nunca se iría, siempre estaría conmigo. Quizá remitiera por unas horas, pero luego regresaba con renovada fuerza. Y ahora dolía, dolía mucho. Aparte con fuerza la mesa haciendo temblar todo lo que estaba sobre ella: pinturas, papeles, pinceles, vasos con agua. Mi mano volvió a hacer su conocido recorrido sobre mi muslo.
- ¿Te sientes mal Greg? - me preguntó Stevens.
- Me duele mucho, la metadona no es suficiente... dame algo más fuerte.
- No puedo y lo sabes, hace menos de un día que iniciaste el tratamiento.
- Déjame ir a mi habitación - dudo unos segundos, pero después asintió con un gesto.
- ¡Warner!, por favor lleva al doctor House a su habitación y quédate con él, yo voy en un momento.
Caminamos un trecho, el suficiente para alejarme de la vista de la enfermera, luego me apoye en una de las paredes, no podía dar un paso más. Albert me miraba dudando; seguro estaba sopesando la posibilidad de dejarme solo por unos momentos para ir en busca de una silla de ruedas y lo riesgoso que esto podía ser o llevarme a rastras, que era lo más seguro para él. Pero de pronto me levanto en vilo con bastón y todo, había subestimado su enorme fuerza. Y conmigo en brazos camino hasta la habitación, debía estar acostumbrado a todo esto porque apenas si se notaba un poco de tensión en los músculos de los brazos y el estómago, aparte de un delgado hilo de sudor que le resbalaba por las sienes. Sonreí sin querer, si Wilson viera esto, pondría su cara de niño asombrado y soltaría un ¡wow!; ¿este es el House que detesta cualquier tipo de ayuda?, yo mismo me sentía bastante incómodo, ¡que situación tan patética! Cuando llegamos a la habitación, me deposito suavemente sobre el piso mientras cogía el llavero de un bolsillo especial del uniforme. Intento volver a levantarme, pero está vez me negué, solo le extendí un brazo para poder ponerme de pie.
- ¿Qué fue eso Al?, podías haber ido por una silla, con este dolor no hubiera ido muy lejos. A veces soy muy venenoso, pero no estoy emparentado con ninguna serpiente.
- Disculpe... pero no soporto verlo sufrir, es usted muy orgulloso y finge para ocultar su agonía. Solo mientras tocaba el piano lo vi serenarse, se veía tan... - se callo repentinamente y me dio la espalda fingiendo ver por la mirilla - el doctor Stevens ya debe estar por llegar.
Stevens no tardo mucho en aparecer, saco de su bolsillo una pequeña jeringuilla y me la aplico por vía indovenosa.
- Es una dosis extra de metadona, podrás descansar tranquilo. Volveré a evaluar tu medicación, el dolor ya no debería ser tan agudo.
- Hay ratos en que casi no lo siento, pero luego vuelve a atormentarme - los ojos bondadosos de Stevens me observaron largamente, fue entonces que reparo en mi cabello.
- ¡Tú cabello!... ¿qué sucedió?
- La enfermera Raymond me ordeno que lo llevara con Felipe, al parecer él ya sabía lo que tenía que hacer - Warner había hablado por mí y no estaba seguro de si había sido lo más sensato..
- ¿Pero... con qué autorización se atreve a tomar desiciones sobre mis pacientes? Ella va a ser sancionada por esto. Permanece con él hasta que se duerma Warner.
Vimos retirarse al médico muy enojado rumbo a la sala de terapia, nada bueno se avizoraba para Raymond, pero a la larga tampoco para mi.
- Albert, quizá no debiste mencionar esa última frase, eso de: "él ya sabía lo que tenía que hacer". No le agrado en absoluto a esa bruja. Bueno, en realidad no le agrado a nadie, y eso no me importa, pero con ella es distinto. Su disciplina, sus reglas, su exacerbada puntualidad... es como, como mi padre. Era un hombre incapaz de admitir un punto de vista que no fuera el suyo, castigaba el fallo implacable. Era militar, veía su trabajo como una especie de misión sagrada, más importante que cualquier relación personal. Soy lo que soy gracias a él, para bien o para mal.
- ¿Y dónde está él ahora?
Hace unos meses que murió; me resistía a ir a su funeral, tuvieron que drogarme para obligarme a asistir, y aún así me valí de mil tretas para no llegar. Wilson, me llevó pese a todo; pero aproveche las circunstancias para hacer una prueba de ADN y resultó lo que siempre sospeché, él no era mi padre biológico. Pero ese hecho no cambio nada, creo que fue eso lo me entristeció. Vivía criticándome, nada de lo que hacía era lo suficientemente bueno. Tenía esa moralidad enfermiza de no mentir jamás. Me pase la vida deseando escucharle decir: "tenías razón, hiciste lo correcto" - las lágrimas a mi pesar empezaron a inundar mis ojos y correr por mis mejillas.
- No todas las personas tienen las cualidades para ser buenos padres, hay quienes ni siquiera debían serlo. Además, no es cierto eso que dice que no le agrada a nadie; le cae bien a Jhonny y creo que empieza a simpatizarles a algunos pacientes también; y al doctor Stevens y a su amigo que lo trajo aquí. De seguro que hay gente en el Princenton a la que también le importa. A mí también me agrada y me importa.
- Apenas me conoces Albert, ¿qué sabes tú de mí? A menudo puedo ser cruel. Alguien me dijo que todo el que se acerca a mi sale lastimado.
"Nadie sabe lo que es ser el hombre malo, ser el hombre triste detrás de unos ojos azules. Y nadie sabe lo que es ser odiado, lo que es estar marchito y decir solo mentiras... Nadie se traga así su ira, nada de mi dolor y sufrimiento pueden desvanecerse... Nadie sabe lo que es estar derrotado detrás de unos ojos tristes" 2
Creo que sin darme cuenta, como el maelstrom1 que arrastra todo a su vórtice, me lleve a los que estaban conmigo en aquella sala; médicos, enfermeros y enfermos... en esos minutos alcanzaron conmigo la libertad. Solo una mirada no se conmovió, solo alguien no vibro con cada nota... Gina Raymond. Todos estaban en silencio, habían detenido sus labores y ahora continuaban todavía así, como esperando no sé exactamente qué.
- Muy hermoso doctor House, ya nos demostró su gran talento. Ahora creo que todos pueden volver a sus mesas de trabajo - era ella la que había roto el ensueño en que todos estábamos sumergidos arrojándonos de nuevo a la realidad, su realidad - pienso que ya fue suficiente por hoy, la música altera a los demás pacientes.
- De dónde saca usted esa teoría Srta. Raymond - contesto de inmediato Stevens, había cierto tono de enojo en su voz - por el contrario, escuchar música es la mejor manera de relajarse, miré nada más sus rostros, nunca antes había visto esa expresión de sosiego en ellos. Greg puede ocupar todo su tiempo de terapia ocupacional tocando el piano, si así lo desea. No solo es bueno para él, sino para todos.
Cerré los ojos y sonreí, al menos por unas horas tendría este consuelo. Al abrirlos me tope con los de Stevens que me observaba con admiración; Warner y Jhonny me veían como si yo fuera su dios y la bruja Raymond... ¿puede concentrarse tanta ira en una mirada?, pues ella lo había logrado... y con tanta fuerza que tuve que apartar la vista de inmediato.
Ya no quise seguir tocando, baje la cubierta del teclado y apoye la frente y las manos sobre esta. Me acerque a una de las mesas en silencio y comencé a juguetear con los pinceles. Todos seguían esperando, hasta que al darse cuenta que realmente ya no seguiría fueron volviendo a sus asientos poco a poco.
La medicación surtía su efecto muy lentamente; las náuseas y diarreas habían disminuido bastante, pero la ansiedad, los escalofríos y el dolor no; el dolor nunca se iría, siempre estaría conmigo. Quizá remitiera por unas horas, pero luego regresaba con renovada fuerza. Y ahora dolía, dolía mucho. Aparte con fuerza la mesa haciendo temblar todo lo que estaba sobre ella: pinturas, papeles, pinceles, vasos con agua. Mi mano volvió a hacer su conocido recorrido sobre mi muslo.
- ¿Te sientes mal Greg? - me preguntó Stevens.
- Me duele mucho, la metadona no es suficiente... dame algo más fuerte.
- No puedo y lo sabes, hace menos de un día que iniciaste el tratamiento.
- Déjame ir a mi habitación - dudo unos segundos, pero después asintió con un gesto.
- ¡Warner!, por favor lleva al doctor House a su habitación y quédate con él, yo voy en un momento.
Caminamos un trecho, el suficiente para alejarme de la vista de la enfermera, luego me apoye en una de las paredes, no podía dar un paso más. Albert me miraba dudando; seguro estaba sopesando la posibilidad de dejarme solo por unos momentos para ir en busca de una silla de ruedas y lo riesgoso que esto podía ser o llevarme a rastras, que era lo más seguro para él. Pero de pronto me levanto en vilo con bastón y todo, había subestimado su enorme fuerza. Y conmigo en brazos camino hasta la habitación, debía estar acostumbrado a todo esto porque apenas si se notaba un poco de tensión en los músculos de los brazos y el estómago, aparte de un delgado hilo de sudor que le resbalaba por las sienes. Sonreí sin querer, si Wilson viera esto, pondría su cara de niño asombrado y soltaría un ¡wow!; ¿este es el House que detesta cualquier tipo de ayuda?, yo mismo me sentía bastante incómodo, ¡que situación tan patética! Cuando llegamos a la habitación, me deposito suavemente sobre el piso mientras cogía el llavero de un bolsillo especial del uniforme. Intento volver a levantarme, pero está vez me negué, solo le extendí un brazo para poder ponerme de pie.
- ¿Qué fue eso Al?, podías haber ido por una silla, con este dolor no hubiera ido muy lejos. A veces soy muy venenoso, pero no estoy emparentado con ninguna serpiente.
- Disculpe... pero no soporto verlo sufrir, es usted muy orgulloso y finge para ocultar su agonía. Solo mientras tocaba el piano lo vi serenarse, se veía tan... - se callo repentinamente y me dio la espalda fingiendo ver por la mirilla - el doctor Stevens ya debe estar por llegar.
Stevens no tardo mucho en aparecer, saco de su bolsillo una pequeña jeringuilla y me la aplico por vía indovenosa.
- Es una dosis extra de metadona, podrás descansar tranquilo. Volveré a evaluar tu medicación, el dolor ya no debería ser tan agudo.
- Hay ratos en que casi no lo siento, pero luego vuelve a atormentarme - los ojos bondadosos de Stevens me observaron largamente, fue entonces que reparo en mi cabello.
- ¡Tú cabello!... ¿qué sucedió?
- La enfermera Raymond me ordeno que lo llevara con Felipe, al parecer él ya sabía lo que tenía que hacer - Warner había hablado por mí y no estaba seguro de si había sido lo más sensato..
- ¿Pero... con qué autorización se atreve a tomar desiciones sobre mis pacientes? Ella va a ser sancionada por esto. Permanece con él hasta que se duerma Warner.
Vimos retirarse al médico muy enojado rumbo a la sala de terapia, nada bueno se avizoraba para Raymond, pero a la larga tampoco para mi.
- Albert, quizá no debiste mencionar esa última frase, eso de: "él ya sabía lo que tenía que hacer". No le agrado en absoluto a esa bruja. Bueno, en realidad no le agrado a nadie, y eso no me importa, pero con ella es distinto. Su disciplina, sus reglas, su exacerbada puntualidad... es como, como mi padre. Era un hombre incapaz de admitir un punto de vista que no fuera el suyo, castigaba el fallo implacable. Era militar, veía su trabajo como una especie de misión sagrada, más importante que cualquier relación personal. Soy lo que soy gracias a él, para bien o para mal.
- ¿Y dónde está él ahora?
Hace unos meses que murió; me resistía a ir a su funeral, tuvieron que drogarme para obligarme a asistir, y aún así me valí de mil tretas para no llegar. Wilson, me llevó pese a todo; pero aproveche las circunstancias para hacer una prueba de ADN y resultó lo que siempre sospeché, él no era mi padre biológico. Pero ese hecho no cambio nada, creo que fue eso lo me entristeció. Vivía criticándome, nada de lo que hacía era lo suficientemente bueno. Tenía esa moralidad enfermiza de no mentir jamás. Me pase la vida deseando escucharle decir: "tenías razón, hiciste lo correcto" - las lágrimas a mi pesar empezaron a inundar mis ojos y correr por mis mejillas.
- No todas las personas tienen las cualidades para ser buenos padres, hay quienes ni siquiera debían serlo. Además, no es cierto eso que dice que no le agrada a nadie; le cae bien a Jhonny y creo que empieza a simpatizarles a algunos pacientes también; y al doctor Stevens y a su amigo que lo trajo aquí. De seguro que hay gente en el Princenton a la que también le importa. A mí también me agrada y me importa.
- Apenas me conoces Albert, ¿qué sabes tú de mí? A menudo puedo ser cruel. Alguien me dijo que todo el que se acerca a mi sale lastimado.
"Nadie sabe lo que es ser el hombre malo, ser el hombre triste detrás de unos ojos azules. Y nadie sabe lo que es ser odiado, lo que es estar marchito y decir solo mentiras... Nadie se traga así su ira, nada de mi dolor y sufrimiento pueden desvanecerse... Nadie sabe lo que es estar derrotado detrás de unos ojos tristes" 2
- ¡Usted no es malo, no lo es! Ya le dije que llevo mucho tiempo aquí y he visto pasar toda clase de casos; algunos tan espantosos que quisiera poder bloquearlos de mi memoria. Sé hasta donde puede descender un ser humano... hasta convertirse en una fiera, no, peor aún, los animales matan por instinto; ya sea por alimento, por defenderse o por supervivencia. Pero estos hombres mataban por placer, en ellos no había el más mínimo sentimiento de culpa ni remordimiento... esos están confinados en unas celdas especiales de donde no saldrán jamás.
- Albert, la verdadera maldad está en aquel que es capaz de discernir entre el bien y el mal y optan por lo segundo, son perfectamente responsables de lo que hacen. Los hombres que mencionas deben tener alguna disfunción cerebral, carecen de consciencia.
- Entiende cuando le dije por qué quería que este a mi cargo. Yo quiero aprender, entender.
- Sí, si Albert, te enseñare lo que quieras... pero ahora no, me estoy durmiendo. Dime, ¿cuándo podré ver a alguien de afuera? - le digo con la lengua pastosa por efecto del medicamento.
- En una semana, es lo aconsejable. ¿Quiere ver a alguien en especial? - me dice, y noto como si su voz sonara decepcionada.
- Eh... sí, extraño al idiota de Wilson... lo extraño... mucho, sabes, él es mi consciencia... a menudo irritante, pero no puedo vivir sin... él, es decir ella. Hasta otro día Al... - las palabras me salen arrastradas y ya no sé muy bien lo qué estoy diciendo.
- Hasta mañana doctor House... Greg.
Me pareció escuchar que me llamó por mi nombre, pero está bien, así esta bien.
Así, dormido, vuelve a tener la misma expresión que cuando tocaba el piano. Desaparecen las arrugas de su frente, sus mejillas se iluminan y algo cercano a una sonrisa se dibuja en sus labios. Duerme tranquilo amigo mío, que yo velaré tu sueño y mientras estés conmigo, nadie volverá a hacerte daño. Quisiera abrazarte y borrar esos rastros de lágrimas con ternura, pero debo frenar mis impulsos, si les doy rienda suelta, te perdería, lo sé bien.
La alarma suena de nuevo y yo me levanto como impulsado por un resorte, ya Stenvens debe haber hablado con la bruja esa, y no sé qué es lo que me espera. No deseo encender ni una pequeña chispa, ella es como un depósito de combustible y no tengo ganas de arder a su lado.
Me uno a la fila de zombis que marchan hacía las duchas, de sus brazos cuelgan toallas y en la mano llevan en pequeñas bolsas sus útiles de aseo. No me acostumbro a esto, no soporto sus miradas en mi muslo cuando finalmente me quedo desnudo. Me apresuro a meterme bajo el chorro tibio de la ducha y dejar que el agua corra por mi cuerpo. Hago un esfuerzo por olvidar que estoy aquí, por fingir que no siento sus ojos sobre mí, por olvidar que los enfermeros tampoco me quitan la mirada de encima. Soy el primero en salir y envolverme en la toalla para cubrirme. ¿Es que no hay un solo rincón donde poder tener un poco de intimidad?, debo sentarme resignado en una de las bancas y comenzar a vestirme - Eres el centro de atención, ¿es eso lo que tanto te gusta verdad? - Amber está de nuevo sentada a mi lado, jugueteando con el dije que pende de su cuello, lo reconozco, es aquel que llevaba en el accidente y me ayudo a identificarla - ¿lo recuerdas no es cierto?, es muy bonito - cierro los ojos y me pongo de pie de inmediato, quiero alejarme de ese lugar.
- Debe esperar al resto doctor House, todos deben salir juntos - me dice uno de los enfermeros, busco a Warner y lo veo apostado en la otra esquina.
- ¿Y qué hago entre tanto... admirar la belleza de sus anatomías? ¡Que lástima deje mis lápices en la sala de terapia!, sino podría haber hecho unos bocetos estupendos.
- Mejor por qué no me cuenta lo que le sucedió en la pierna - me dice el hombre de uniforme blanco, con los ojos fijos en los míos, veo a Albert acercarse rápidamente hasta donde estamos.
- ¡Déjalo de mi cuenta Walt!, él está a mi cargo.
- No, no, Warner, ¿quiero saber cómo se hizo esa cosa horrenda que tiene en la pierna? Es repugnante.
Veo a Warner apretar los puños y agachar la mirada para que el otro no viera la rabia que había en ella. Era increíble el dominio sobre sí mismo que tenía.
- Walt, no te parece que te estas pasando de la raya, ¿quién te crees para hablarle así? No olvides quien es.
- ¿Y quién es? Un médico que no pudo lidiar con sus propias adicciones. Nada bueno he oído de él, todo lo describen como un...
- ¡Callate Walt!, una palabra más y te reporto con el doctor Stevens, sabes que tengo autoridad para hacerlo.
El otro hombre lo miró con una sonrisa extraña; no sabía si era desprecio, burla o como si supiera algo sobre Warner que yo ignoraba... pero intuía.
- Ya cálmate amigo, no molestaré más a tu "protegido".
- Ve a hacer lo que te corresponde, creo que ya todos han terminado. Yo me encargo de este grupo.
Fuimos saliendo escoltados por los enfermeros hacía nuestras habitaciones a dejar las cosas y cambiarnos, para luego volver a alinearnos y dirigirnos al comedor. Otra vez el desfile frente al encargado de llenarnos las bandejas, me senté lo más alejado de todos que pude, pero los oía cuchichear y mirar hacía donde yo estaba cada vez que pensaban que no estaba prestando atención. Ya no pude aguantar más aquel zumbido de voces a mi alrededor, arroje la bandeja con furia derramando todo su contenido por el limpio suelo. Todos se quedaron mudos.
- ¡Ya basta, ya basta!, tanto les importa lo que vieron en las duchas. Pues se lo debo a unos imbéciles que no pudieron diagnosticarme a tiempo, tres días de agonía, para después descubrir yo mismo lo que me ocurría. ¿El resultado?, lo que ya vieron... una obstrucción en la circulación, tejido necrozado que tuvieron que extirpar, hasta dejar este agujero... cómo lo llamaste Walt ¿repugnante? Yo nunca quise esto, pero alguien más decidió sobre mi propio cuerpo. Me convirtió en un tullido condenado de por vida al dolor. ¿Es suficiente?, ¿quieren también los pormenores?
Me deje caer sobre la silla, rendido, sin fuerzas; preguntándome por qué no morí aquella vez, por qué tenía que morir de a pocos día a día.
El silencio era total, parecía que hasta habían dejado de respirar. Cuando levanté la cabeza, solo algunos continuaban observándome; pero no era curiosidad lo que veía en sus ojos, era lástima... Oh, cuanto odiaba despertar ese sentimiento. En ese momento deseaba que un rayo los partiera a todos y me librara de ellos. Pero, dónde estaba Raymond, no recordaba haberla visto, ¿qué extraño?, cuanto hubiera gozado de el espectáculo. Se escuchó el timbre para ir a la sala de terapia grupal, veía como todos iban saliendo, pero yo me quede allí como si el rayo que invocaba me hubiera alcanzado a mí mismo. Todos salieron en silencio, solo Warner se quedo conmigo.
- ¡Vete Warner! no pienso ir a ninguna maldita terapia, no voy moverme de aquí, y ni se te ocurra tocarme porque lo vas a lamentar. ¿Y dónde esta esa perra de Raymond, por qué no está aquí para recitarme sus reglas y reírse de mi debilidad?
- El doctor Stevens la asignó a otra área por unos días como medida disciplinaria.
- ¿Ah sí? y a dónde la enviaron.
- Al área de pacientes con enfermedades crónicas agudas; paranoicos, esquizofrénicos, sicóticos.
- ¡Que lo disfrute!
Había estirado mi pierna derecha sobre otra de las sillas; mientras un hombre vestido de verde se encargaba de limpiar el desastre que había ocasionado.
Stevens no tardó en aparecer en escena, está vez no sonreía.
- Warner, ayuda a levantarse al doctor House y llévalo a la sala de terapia.
- Yo no voy a ningún lado.
- Vas a ir Greg, y quiero que lo hagas por tu propia voluntad, no me obligues a llevarte por la fuerza - su voz sonaba severa, pero su mirada estaba cargada de frustración. Comprendí que él en realidad no deseaba forzarme a moverme, pero si cedía ahora perdería autoridad frente a los otros pacientes.
- Ayúdame Al, debo ir a la sala de terapia.
Elliot Stevens me sonrió, puso una de sus manos sobre mi hombro y me lo oprimió suavemente.
- Bien Greg - se dio la vuelta satisfecho de haberme echo entrar en razón... ¿yo estaba entrando en razón?, estaba más loco de lo que pensaba.
- Ni se te ocurra llevarme en brazos, no soy tu novia.
- Dios me libre de tener una chica parecida a usted. Vamos a ver, dónde fue a parar ese bastón suyo... ¡aquí está!, ahora apóyese en el y pase su otro brazo por mis hombros, eso es - sentía que me apretaba contra su cuerpo más de lo necesario, por un momento su mano sobre mi cintura se movió como una caricia; instintivamente quise apartarme.
- Ya está firme, ahora puede caminar solo - me dijo soltándome de inmediato.
Luego del incidente que provoque, los días transcurrieron tranquilos. Las horas "de recreo" antes del almuerzo las pasaba con Jhonny y otros tres tipos más que se habían convertido en... ¿mi nuevo equipo? Me entretenía buscando similitudes entre estos hombres y la gente del Princenton. Jhonny, era un peluche dulce y tierno; Mark, siempre me llevaba la contraría en todo, era un hombre muy inteligente; Luke me respetaba pero no aceptaba ciegamente todo cuanto decía y finalmente estaba Ross, era el único que no entendía la razón por la que estaba a mi lado, parecía que estaba allí porque simplemente no sabía dónde más estar.
Durante las horas de terapia ocupacional seguía tocando el piano, a veces dejaba de lado los clásicos, y me lanzaba con una pieza de jazz o atendía algún pedido. Después me apartaba un rato para ponerme a trabajar, cuando todos me veían inclinado sobre una de las mesas haciendo dibujos y escribiendo; dejaban de prestarme atención. Solo Jhonny nunca me dejaba tranquilo, estaba todo el tiempo preguntándome qué era esto o aquello, muchas veces lo mandaba al diablo, pero él ni se inmutaba y seguía arrodillado sobre la silla, con los codos apoyados sobre la mesa; alternando sus bonitos ojos entre mis dibujos y yo - Bien Jhonny, te dejo que te quedes, pero con una condición - le dije uno de esos días. Sus ojos de turquesa se abrieron felices y simplemente me dijo - ¡yo hago lo que quieras! - ten cuidado con lo que dices niño idiota, no vuelvas a repetirle eso a nadie - Bajo los ojos avergonzado y asintió con la cabeza - No, eso no me basta, quiero escuchártelo decir - le dije con cierta energía - No le diré a nadie eso que te dije - Perfecto, mi condición es que cuando me veas trabajando, solo... ¡callate por dios!
Y así lo hizo, pero cuando no estábamos allí seguía parloteando y riendo como un verdadero "pájaro loco". Los papeles en los que trabajaba, eran las lecciones para Warner; le hacía los esquemas y las explicaciones de las diferentes partes del cerebro y cómo funcionaban. El las estudiaba y luego en las noches se quedaba conmigo en mi habitación para repasar lo aprendido. Era un excelente alumno, aprendía rápido y aguantaba mis sarcasmos sin chistar.
Me sentía mejor, solo que mañana regresaba Raymond a su puesto. Detesto admitirlo, pero aquella mujer me inspiraba miedo. Tenía cierto poder en el hospital y yo estaba seguro que lo usaría en mi contra a la menor provocación. Debía estar ansiosa por vengarse de mí, y la venganza en una mujer como ella debía ser devastadora.
Me había largado lo más pronto posible de mi casa por causa de mi padre, pero de aquí, de aquí... no podría huir.
Estabamos en mi habitación con Warner aclarándole algunos puntos que se le dificultaba aprender, de pronto guardo todos sus apuntes.
- ¿Qué pasa, ya estas cansado?
- Mañana en la tarde regresa la enfermera Raymond.
- Lo sé
- Mañana es sábado, ya se cumplió una semana de tu internamiento. Podrás recibir visitas.
- También sé eso, pero cuál es el problema, nadie va a venir a visitarme. Desde que Wilson me dejo aquí, no le ha importado saber más de mi, así que dudo que venga a verme.
- No es correcto lo que dices.
- ¿A qué te refieres?
- Wilson ha llamado todos los días al doctor Stevens preguntando por ti. Y más de una vez le ha pedido que lo dejará venir a verte. Así que estoy seguro que lo verás mañana.
Algo debió ver en mi mirada, en mi rostro, no sé. Pero observe el suyo ensombrecerse.
- Por qué has esperado hasta ahora para decírmelo. Warner, tú y Jhonny tienen su "estrella" en mi listado.
- Pero Wilson es distinto ¿verdad?
- Wilson es mi amigo por más de diez años, claro que es distinto. Juntos hemos pasado muchas cosas y no tienes idea la cantidad de veces que he puesto su amistad a prueba y siempre me ha sido incondicional.
- Y nunca te has preguntado si lo que él siente por tí es más profundo que solo amistad.
Me dejo helado, cómo este hombre había podido ver tanto. De qué forma había dado con ese pensamiento que siempre tuve en mi mente, pero que me asustaba llevar al plano consciente.
- ¿Por qué dices eso, es una tontería?
- No lo es, y sabes porque entiendo a Wilson, pues por la simple razón que yo siento lo mismo que él. Estaría dispuesto a hacer cualquier sacrificio por ti - y pasando de las palabras a los hechos, me tomo con fuerza por la cintura y apretó sus labios contra los míos; en un beso posesivo y delicado a la vez. Me debatí entre sus brazos hasta que logré soltarme, sin pensarlo mi puño fue a estrellarse en su rostro, solo cuando le vi sangrar recuperé la cordura. El había sacado un pañuelo y se limpiaba la sangre de los labios. Yo no estaba acostumbrado a estas situaciones, nunca he sabido cómo manejar los sentimientos. No sabía qué debía decir.
- Supongo que está es la última clase.
- Te seguiré dando los esquemas y las anotaciones.
- Ya no será igual.
- No, ya no podrá ser igual.
- He cometido una gran estupidez. Pero toda acción tiene una consecuencia, ¿no es cierto?
- Es cierto.
- El que no puedas corresponderme no significa que pueda olvidar lo que siento.
Se acosto y no dijo una palabra más. En sus ojos no había repulsión ni burla; solo una cierta tristeza, como cuando un objeto que no es preciado se estropea. Se quedo con la mirada clavada en la pared de enfrente, ni siquiera se movió cuando me escucho cerrar la puerta. En qué piensas ahora Greg, en ese amigo sin cuya presencia no sabes vivir; en las horas que te esperan cuando vuelva la maldita Raymond; en lo que ha ocurrido entre nosotros. Debes estar pensando en todo ahora, que revoltijo debes tener dentro de la cabeza. Igual estaré siempre a tu lado para cuidarte... aunque sea para él.
1.Maelstrom: Gran torbellino formado por corrientes y contracorrientes de gran oleaje, que se halla en las costas meriodionales del archipiélago noruego de las islas Lofoten en la provincia de Nordland. Poe y Verne lo describen como un gigantesco vórtice circular que llega hasta el fondo del océano.
2. Fragmentos de la letra de "Behind blue eyes" de The Who
- Entiende cuando le dije por qué quería que este a mi cargo. Yo quiero aprender, entender.
- Sí, si Albert, te enseñare lo que quieras... pero ahora no, me estoy durmiendo. Dime, ¿cuándo podré ver a alguien de afuera? - le digo con la lengua pastosa por efecto del medicamento.
- En una semana, es lo aconsejable. ¿Quiere ver a alguien en especial? - me dice, y noto como si su voz sonara decepcionada.
- Eh... sí, extraño al idiota de Wilson... lo extraño... mucho, sabes, él es mi consciencia... a menudo irritante, pero no puedo vivir sin... él, es decir ella. Hasta otro día Al... - las palabras me salen arrastradas y ya no sé muy bien lo qué estoy diciendo.
- Hasta mañana doctor House... Greg.
Me pareció escuchar que me llamó por mi nombre, pero está bien, así esta bien.
Así, dormido, vuelve a tener la misma expresión que cuando tocaba el piano. Desaparecen las arrugas de su frente, sus mejillas se iluminan y algo cercano a una sonrisa se dibuja en sus labios. Duerme tranquilo amigo mío, que yo velaré tu sueño y mientras estés conmigo, nadie volverá a hacerte daño. Quisiera abrazarte y borrar esos rastros de lágrimas con ternura, pero debo frenar mis impulsos, si les doy rienda suelta, te perdería, lo sé bien.
La alarma suena de nuevo y yo me levanto como impulsado por un resorte, ya Stenvens debe haber hablado con la bruja esa, y no sé qué es lo que me espera. No deseo encender ni una pequeña chispa, ella es como un depósito de combustible y no tengo ganas de arder a su lado.
Me uno a la fila de zombis que marchan hacía las duchas, de sus brazos cuelgan toallas y en la mano llevan en pequeñas bolsas sus útiles de aseo. No me acostumbro a esto, no soporto sus miradas en mi muslo cuando finalmente me quedo desnudo. Me apresuro a meterme bajo el chorro tibio de la ducha y dejar que el agua corra por mi cuerpo. Hago un esfuerzo por olvidar que estoy aquí, por fingir que no siento sus ojos sobre mí, por olvidar que los enfermeros tampoco me quitan la mirada de encima. Soy el primero en salir y envolverme en la toalla para cubrirme. ¿Es que no hay un solo rincón donde poder tener un poco de intimidad?, debo sentarme resignado en una de las bancas y comenzar a vestirme - Eres el centro de atención, ¿es eso lo que tanto te gusta verdad? - Amber está de nuevo sentada a mi lado, jugueteando con el dije que pende de su cuello, lo reconozco, es aquel que llevaba en el accidente y me ayudo a identificarla - ¿lo recuerdas no es cierto?, es muy bonito - cierro los ojos y me pongo de pie de inmediato, quiero alejarme de ese lugar.
- Debe esperar al resto doctor House, todos deben salir juntos - me dice uno de los enfermeros, busco a Warner y lo veo apostado en la otra esquina.
- ¿Y qué hago entre tanto... admirar la belleza de sus anatomías? ¡Que lástima deje mis lápices en la sala de terapia!, sino podría haber hecho unos bocetos estupendos.
- Mejor por qué no me cuenta lo que le sucedió en la pierna - me dice el hombre de uniforme blanco, con los ojos fijos en los míos, veo a Albert acercarse rápidamente hasta donde estamos.
- ¡Déjalo de mi cuenta Walt!, él está a mi cargo.
- No, no, Warner, ¿quiero saber cómo se hizo esa cosa horrenda que tiene en la pierna? Es repugnante.
Veo a Warner apretar los puños y agachar la mirada para que el otro no viera la rabia que había en ella. Era increíble el dominio sobre sí mismo que tenía.
- Walt, no te parece que te estas pasando de la raya, ¿quién te crees para hablarle así? No olvides quien es.
- ¿Y quién es? Un médico que no pudo lidiar con sus propias adicciones. Nada bueno he oído de él, todo lo describen como un...
- ¡Callate Walt!, una palabra más y te reporto con el doctor Stevens, sabes que tengo autoridad para hacerlo.
El otro hombre lo miró con una sonrisa extraña; no sabía si era desprecio, burla o como si supiera algo sobre Warner que yo ignoraba... pero intuía.
- Ya cálmate amigo, no molestaré más a tu "protegido".
- Ve a hacer lo que te corresponde, creo que ya todos han terminado. Yo me encargo de este grupo.
Fuimos saliendo escoltados por los enfermeros hacía nuestras habitaciones a dejar las cosas y cambiarnos, para luego volver a alinearnos y dirigirnos al comedor. Otra vez el desfile frente al encargado de llenarnos las bandejas, me senté lo más alejado de todos que pude, pero los oía cuchichear y mirar hacía donde yo estaba cada vez que pensaban que no estaba prestando atención. Ya no pude aguantar más aquel zumbido de voces a mi alrededor, arroje la bandeja con furia derramando todo su contenido por el limpio suelo. Todos se quedaron mudos.
- ¡Ya basta, ya basta!, tanto les importa lo que vieron en las duchas. Pues se lo debo a unos imbéciles que no pudieron diagnosticarme a tiempo, tres días de agonía, para después descubrir yo mismo lo que me ocurría. ¿El resultado?, lo que ya vieron... una obstrucción en la circulación, tejido necrozado que tuvieron que extirpar, hasta dejar este agujero... cómo lo llamaste Walt ¿repugnante? Yo nunca quise esto, pero alguien más decidió sobre mi propio cuerpo. Me convirtió en un tullido condenado de por vida al dolor. ¿Es suficiente?, ¿quieren también los pormenores?
Me deje caer sobre la silla, rendido, sin fuerzas; preguntándome por qué no morí aquella vez, por qué tenía que morir de a pocos día a día.
El silencio era total, parecía que hasta habían dejado de respirar. Cuando levanté la cabeza, solo algunos continuaban observándome; pero no era curiosidad lo que veía en sus ojos, era lástima... Oh, cuanto odiaba despertar ese sentimiento. En ese momento deseaba que un rayo los partiera a todos y me librara de ellos. Pero, dónde estaba Raymond, no recordaba haberla visto, ¿qué extraño?, cuanto hubiera gozado de el espectáculo. Se escuchó el timbre para ir a la sala de terapia grupal, veía como todos iban saliendo, pero yo me quede allí como si el rayo que invocaba me hubiera alcanzado a mí mismo. Todos salieron en silencio, solo Warner se quedo conmigo.
- ¡Vete Warner! no pienso ir a ninguna maldita terapia, no voy moverme de aquí, y ni se te ocurra tocarme porque lo vas a lamentar. ¿Y dónde esta esa perra de Raymond, por qué no está aquí para recitarme sus reglas y reírse de mi debilidad?
- El doctor Stevens la asignó a otra área por unos días como medida disciplinaria.
- ¿Ah sí? y a dónde la enviaron.
- Al área de pacientes con enfermedades crónicas agudas; paranoicos, esquizofrénicos, sicóticos.
- ¡Que lo disfrute!
Había estirado mi pierna derecha sobre otra de las sillas; mientras un hombre vestido de verde se encargaba de limpiar el desastre que había ocasionado.
Stevens no tardó en aparecer en escena, está vez no sonreía.
- Warner, ayuda a levantarse al doctor House y llévalo a la sala de terapia.
- Yo no voy a ningún lado.
- Vas a ir Greg, y quiero que lo hagas por tu propia voluntad, no me obligues a llevarte por la fuerza - su voz sonaba severa, pero su mirada estaba cargada de frustración. Comprendí que él en realidad no deseaba forzarme a moverme, pero si cedía ahora perdería autoridad frente a los otros pacientes.
- Ayúdame Al, debo ir a la sala de terapia.
Elliot Stevens me sonrió, puso una de sus manos sobre mi hombro y me lo oprimió suavemente.
- Bien Greg - se dio la vuelta satisfecho de haberme echo entrar en razón... ¿yo estaba entrando en razón?, estaba más loco de lo que pensaba.
- Ni se te ocurra llevarme en brazos, no soy tu novia.
- Dios me libre de tener una chica parecida a usted. Vamos a ver, dónde fue a parar ese bastón suyo... ¡aquí está!, ahora apóyese en el y pase su otro brazo por mis hombros, eso es - sentía que me apretaba contra su cuerpo más de lo necesario, por un momento su mano sobre mi cintura se movió como una caricia; instintivamente quise apartarme.
- Ya está firme, ahora puede caminar solo - me dijo soltándome de inmediato.
Luego del incidente que provoque, los días transcurrieron tranquilos. Las horas "de recreo" antes del almuerzo las pasaba con Jhonny y otros tres tipos más que se habían convertido en... ¿mi nuevo equipo? Me entretenía buscando similitudes entre estos hombres y la gente del Princenton. Jhonny, era un peluche dulce y tierno; Mark, siempre me llevaba la contraría en todo, era un hombre muy inteligente; Luke me respetaba pero no aceptaba ciegamente todo cuanto decía y finalmente estaba Ross, era el único que no entendía la razón por la que estaba a mi lado, parecía que estaba allí porque simplemente no sabía dónde más estar.
Durante las horas de terapia ocupacional seguía tocando el piano, a veces dejaba de lado los clásicos, y me lanzaba con una pieza de jazz o atendía algún pedido. Después me apartaba un rato para ponerme a trabajar, cuando todos me veían inclinado sobre una de las mesas haciendo dibujos y escribiendo; dejaban de prestarme atención. Solo Jhonny nunca me dejaba tranquilo, estaba todo el tiempo preguntándome qué era esto o aquello, muchas veces lo mandaba al diablo, pero él ni se inmutaba y seguía arrodillado sobre la silla, con los codos apoyados sobre la mesa; alternando sus bonitos ojos entre mis dibujos y yo - Bien Jhonny, te dejo que te quedes, pero con una condición - le dije uno de esos días. Sus ojos de turquesa se abrieron felices y simplemente me dijo - ¡yo hago lo que quieras! - ten cuidado con lo que dices niño idiota, no vuelvas a repetirle eso a nadie - Bajo los ojos avergonzado y asintió con la cabeza - No, eso no me basta, quiero escuchártelo decir - le dije con cierta energía - No le diré a nadie eso que te dije - Perfecto, mi condición es que cuando me veas trabajando, solo... ¡callate por dios!
Y así lo hizo, pero cuando no estábamos allí seguía parloteando y riendo como un verdadero "pájaro loco". Los papeles en los que trabajaba, eran las lecciones para Warner; le hacía los esquemas y las explicaciones de las diferentes partes del cerebro y cómo funcionaban. El las estudiaba y luego en las noches se quedaba conmigo en mi habitación para repasar lo aprendido. Era un excelente alumno, aprendía rápido y aguantaba mis sarcasmos sin chistar.
Me sentía mejor, solo que mañana regresaba Raymond a su puesto. Detesto admitirlo, pero aquella mujer me inspiraba miedo. Tenía cierto poder en el hospital y yo estaba seguro que lo usaría en mi contra a la menor provocación. Debía estar ansiosa por vengarse de mí, y la venganza en una mujer como ella debía ser devastadora.
Me había largado lo más pronto posible de mi casa por causa de mi padre, pero de aquí, de aquí... no podría huir.
Estabamos en mi habitación con Warner aclarándole algunos puntos que se le dificultaba aprender, de pronto guardo todos sus apuntes.
- ¿Qué pasa, ya estas cansado?
- Mañana en la tarde regresa la enfermera Raymond.
- Lo sé
- Mañana es sábado, ya se cumplió una semana de tu internamiento. Podrás recibir visitas.
- También sé eso, pero cuál es el problema, nadie va a venir a visitarme. Desde que Wilson me dejo aquí, no le ha importado saber más de mi, así que dudo que venga a verme.
- No es correcto lo que dices.
- ¿A qué te refieres?
- Wilson ha llamado todos los días al doctor Stevens preguntando por ti. Y más de una vez le ha pedido que lo dejará venir a verte. Así que estoy seguro que lo verás mañana.
Algo debió ver en mi mirada, en mi rostro, no sé. Pero observe el suyo ensombrecerse.
- Por qué has esperado hasta ahora para decírmelo. Warner, tú y Jhonny tienen su "estrella" en mi listado.
- Pero Wilson es distinto ¿verdad?
- Wilson es mi amigo por más de diez años, claro que es distinto. Juntos hemos pasado muchas cosas y no tienes idea la cantidad de veces que he puesto su amistad a prueba y siempre me ha sido incondicional.
- Y nunca te has preguntado si lo que él siente por tí es más profundo que solo amistad.
Me dejo helado, cómo este hombre había podido ver tanto. De qué forma había dado con ese pensamiento que siempre tuve en mi mente, pero que me asustaba llevar al plano consciente.
- ¿Por qué dices eso, es una tontería?
- No lo es, y sabes porque entiendo a Wilson, pues por la simple razón que yo siento lo mismo que él. Estaría dispuesto a hacer cualquier sacrificio por ti - y pasando de las palabras a los hechos, me tomo con fuerza por la cintura y apretó sus labios contra los míos; en un beso posesivo y delicado a la vez. Me debatí entre sus brazos hasta que logré soltarme, sin pensarlo mi puño fue a estrellarse en su rostro, solo cuando le vi sangrar recuperé la cordura. El había sacado un pañuelo y se limpiaba la sangre de los labios. Yo no estaba acostumbrado a estas situaciones, nunca he sabido cómo manejar los sentimientos. No sabía qué debía decir.
- Supongo que está es la última clase.
- Te seguiré dando los esquemas y las anotaciones.
- Ya no será igual.
- No, ya no podrá ser igual.
- He cometido una gran estupidez. Pero toda acción tiene una consecuencia, ¿no es cierto?
- Es cierto.
- El que no puedas corresponderme no significa que pueda olvidar lo que siento.
Se acosto y no dijo una palabra más. En sus ojos no había repulsión ni burla; solo una cierta tristeza, como cuando un objeto que no es preciado se estropea. Se quedo con la mirada clavada en la pared de enfrente, ni siquiera se movió cuando me escucho cerrar la puerta. En qué piensas ahora Greg, en ese amigo sin cuya presencia no sabes vivir; en las horas que te esperan cuando vuelva la maldita Raymond; en lo que ha ocurrido entre nosotros. Debes estar pensando en todo ahora, que revoltijo debes tener dentro de la cabeza. Igual estaré siempre a tu lado para cuidarte... aunque sea para él.
1.Maelstrom: Gran torbellino formado por corrientes y contracorrientes de gran oleaje, que se halla en las costas meriodionales del archipiélago noruego de las islas Lofoten en la provincia de Nordland. Poe y Verne lo describen como un gigantesco vórtice circular que llega hasta el fondo del océano.
2. Fragmentos de la letra de "Behind blue eyes" de The Who
4 comentarios:
Rosita querida, sí que me has entretenido... qué capítulo tan emocionante... ya quiero más!!! No tardes
Mi Rosa, tengo que imprimirte y llevarte al curro porque no tengo tiempo de leerte ahora, ¡Y YA ESTAMOS CIANÓTICOS TODOS, JAJA! ( tu sabes de lo que hablo )...
Después te digo, ¿ok, mi amor?
Un beso, de los de los ángeles, ya sabes.
Ross.. como explicarlo, me has dejado sin palabras... y la cancion y pues todo... un House que nos deja ver a traves de él, que reconoce lo que siente.. pero que Reaciona como.. como, pues como House!!! y eso ha sido lo mejor...
Espero con ansias leerte otra vez.
amiga, cada vez esta mejor!!!!
un gran abrazo.
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