La música es el idioma del alma, va más allá de las palabras.
Atravieso corriendo la puerta de salida y no me detengo hasta llegar al auto. Es demasiado, demasiado. Tengo que apoyarme en una de las puertas, la cabeza no deja de darme vueltas; no sé qué pensar, no sé que hacer. ¿Qué sucedió allá dentro House, qué fue lo que hicimos? Mi corazón bombeando a toda prisa, convirtiendo la sangre en fuego, un fuego que se esparce por todo el cuerpo y se concentra en mis entrañas. Puedo cerrar los ojos y sentirte de nuevo. Nuestras manos sudorosas enlazadas. Siento tu palma abierta, sobre mi corazón, tus dedos acariciando mi cabello y la tibieza de tus labios en los míos. Estas en todas partes, cierro mis brazos a mi alrededor como si te estrechara.
Me quedo ahí parado, debo serenarme, no puedo conducir en las condiciones en que me encuentro. ¿Qué hubiera ocurrido si hubiéramos estado solos... hasta dónde hubiéramos llegado? ¿Es esto parte de algún juego, quieres probar algo... o acaso en realidad sientes algo por mí? No, no es un juego, esa mirada tuya rogándome que no me vaya, tu dedos aferrados a los míos sin querer soltarlos. ¡Dios mío!, será que de nuevo he vuelto a meterte en un infierno, de nuevo te he traicionado como lo hice con Tritter.
Algo me dice que debo sacarte de allí. Cuando te vi después de está larga semana, tuve que hacer un esfuerzo para no dejar traslucir mi dolorosa sorpresa, aunque para alguien con tu agudeza es inútil tratar de disimular algo. Ese hombre de cabello cortísimo, y mirada apagada no eras tú. Te ves más delgado, parece que un siglo hubiera caído sobre ti. Pero nos necesitábamos tanto que olvidamos todas las preguntas.
¡No más rehabilitación tras esos muros oscuros!, hoy hablaré con Stevens.
Mis gritos deben escucharse por todo el pabellón; quiero acallarlos pero no puedo. Es como aquella vez, cuando desperté de la primera operación... la morfina no era suficiente, no lo era... tuvieron que ponerme en coma para poder soportar el dolor. Warner me mira angustiado, puedo sentir su desesperación y su impotencia.
- Warner... el dolor me va a matar. ¿Qué fue lo qué me dieron... dios, qué me inyecto esa perra?
A pesar del dolor trataba de pensar; la dosis de metadona que me correspondía... la que había tomado en la tarde (Stevens había prescrito una dosis adicional), aún estaba en mi organismo... el forcejeo... sí, podía haber forzado el músculo y hacer que el dolor recrudeciera, pero no hasta ese punto... ¡naloxona!, eso era, un antagonista de la metadona.
- ¡Arde Warner, por dios, es insoportable!
Albert se dio la vuelta y salió a toda prisa de la habitación; no sabia exactamente lo que iba a hacer; si me iba a dejar porque ya no soportaba verme así, si iba en busca del médico de turno. Lo único que escuche después de unos minutos fue el ruido de una ventana rompiéndose estrepitosamente, luego los pasos rápidos de unas zapatillas de goma sobre el piso, Warner estaba ahí frente a mí con una ampolleta y una jeringuilla.
- ¿Cuánto debo aplicarte, dime rápido?
- ¿Qué es eso Al?
- Metadona.
- Inyecta 20 mg, eso me aliviará.
- ¿No es demasiado?
- No, no te preocupes, está en el límite.
Sentí como ataba la goma sobre mi brazo y luego hundía la aguja en mi vena. El efecto no tardaría en sentirse, solo tenía que soportar unos minutos más.
- ¿Qué has hecho Al?
- Rompí la ventana del modulo de medicinas con una silla.
- Pero qué... ¿sabes lo qué va a costarte eso?
- Sí, y no me importa.
- Y yo que pensaba que la estupidez en el Princenton era insuperable.
Observé sus manos y sus brazos, tenían algunos rastros de sangre.
- ¡Con una silla! - y alcé los ojos al techo - Ve a curarte eso.
- No hasta que te duermas.
- ¿Cómo vas a explicar esto mañana, eh?
- Ese es mi asunto.
- Nuestro asunto, porque me duele a mí.
El dolor me había calmado bastante, ahora podía moverme y me senté sobre la cama.
- ¿Tienes un botiquín a la mano?
- ¿Para qué?
- "Para jugar con mis amiguitos mañana al doctor", anda ve a traerlo - al momento regresó con uno.
- A ver, dame ese brazo - Y con cuidado fui curando sus heridas, felizmente eran rasguños, no había vidrios incrustados ni cortes profundos - !Ya está!... y no vuelvas a hacer esto nunca más.
Sentía como poco a poco el sueño iba apoderándose de mí. Le extendí la mano y esté me la tomó enseguida.
- Gracias Al. Mañana... qué pasará mañana. El libro de control de los medicamentos... no debe saber que falta esa ampolla, Stevens puede ayudarnos... el vidrio, pudo haberse roto en la revuelta sin que nadie lo notará, es bastante creíble...
Me quedo ahí parado, debo serenarme, no puedo conducir en las condiciones en que me encuentro. ¿Qué hubiera ocurrido si hubiéramos estado solos... hasta dónde hubiéramos llegado? ¿Es esto parte de algún juego, quieres probar algo... o acaso en realidad sientes algo por mí? No, no es un juego, esa mirada tuya rogándome que no me vaya, tu dedos aferrados a los míos sin querer soltarlos. ¡Dios mío!, será que de nuevo he vuelto a meterte en un infierno, de nuevo te he traicionado como lo hice con Tritter.
Algo me dice que debo sacarte de allí. Cuando te vi después de está larga semana, tuve que hacer un esfuerzo para no dejar traslucir mi dolorosa sorpresa, aunque para alguien con tu agudeza es inútil tratar de disimular algo. Ese hombre de cabello cortísimo, y mirada apagada no eras tú. Te ves más delgado, parece que un siglo hubiera caído sobre ti. Pero nos necesitábamos tanto que olvidamos todas las preguntas.
¡No más rehabilitación tras esos muros oscuros!, hoy hablaré con Stevens.
Mis gritos deben escucharse por todo el pabellón; quiero acallarlos pero no puedo. Es como aquella vez, cuando desperté de la primera operación... la morfina no era suficiente, no lo era... tuvieron que ponerme en coma para poder soportar el dolor. Warner me mira angustiado, puedo sentir su desesperación y su impotencia.
- Warner... el dolor me va a matar. ¿Qué fue lo qué me dieron... dios, qué me inyecto esa perra?
A pesar del dolor trataba de pensar; la dosis de metadona que me correspondía... la que había tomado en la tarde (Stevens había prescrito una dosis adicional), aún estaba en mi organismo... el forcejeo... sí, podía haber forzado el músculo y hacer que el dolor recrudeciera, pero no hasta ese punto... ¡naloxona!, eso era, un antagonista de la metadona.
- ¡Arde Warner, por dios, es insoportable!
Albert se dio la vuelta y salió a toda prisa de la habitación; no sabia exactamente lo que iba a hacer; si me iba a dejar porque ya no soportaba verme así, si iba en busca del médico de turno. Lo único que escuche después de unos minutos fue el ruido de una ventana rompiéndose estrepitosamente, luego los pasos rápidos de unas zapatillas de goma sobre el piso, Warner estaba ahí frente a mí con una ampolleta y una jeringuilla.
- ¿Cuánto debo aplicarte, dime rápido?
- ¿Qué es eso Al?
- Metadona.
- Inyecta 20 mg, eso me aliviará.
- ¿No es demasiado?
- No, no te preocupes, está en el límite.
Sentí como ataba la goma sobre mi brazo y luego hundía la aguja en mi vena. El efecto no tardaría en sentirse, solo tenía que soportar unos minutos más.
- ¿Qué has hecho Al?
- Rompí la ventana del modulo de medicinas con una silla.
- Pero qué... ¿sabes lo qué va a costarte eso?
- Sí, y no me importa.
- Y yo que pensaba que la estupidez en el Princenton era insuperable.
Observé sus manos y sus brazos, tenían algunos rastros de sangre.
- ¡Con una silla! - y alcé los ojos al techo - Ve a curarte eso.
- No hasta que te duermas.
- ¿Cómo vas a explicar esto mañana, eh?
- Ese es mi asunto.
- Nuestro asunto, porque me duele a mí.
El dolor me había calmado bastante, ahora podía moverme y me senté sobre la cama.
- ¿Tienes un botiquín a la mano?
- ¿Para qué?
- "Para jugar con mis amiguitos mañana al doctor", anda ve a traerlo - al momento regresó con uno.
- A ver, dame ese brazo - Y con cuidado fui curando sus heridas, felizmente eran rasguños, no había vidrios incrustados ni cortes profundos - !Ya está!... y no vuelvas a hacer esto nunca más.
Sentía como poco a poco el sueño iba apoderándose de mí. Le extendí la mano y esté me la tomó enseguida.
- Gracias Al. Mañana... qué pasará mañana. El libro de control de los medicamentos... no debe saber que falta esa ampolla, Stevens puede ayudarnos... el vidrio, pudo haberse roto en la revuelta sin que nadie lo notará, es bastante creíble...
Se ha dormido intranquilo, lo veo revolverse en la cama. No se quién se siente más angustiado si él o yo, no sé que nos espera mañana. Puedo explicárselo todo a Stevens. Le suelto la mano suavemente y la pongo bajo las cobijas.
Las siete otra vez, pero hoy las cosas son diferentes. Al salir de las duchas se escucha una confusión tremenda, ya Raymond debe haber descubierto su precioso e impecable modulo lleno de vidrios rotos. Todos estamos caminando rumbo a nuestras habitaciones; pero una voz que suena como un trueno en medio de una tormenta nos detiene.
- ¿Qué sucedió anoche, quién rompió esa ventana? - sus ojos son dos esferas de fuego que pasea sobre cada uno de nosotros. Nadie se atreve a mirarla, es como si temieran convertirse en cenizas a su solo contacto; pero yo sostengo su mirada, quema, pero no doy marcha atrás.
Nadie dice una palabra, pero qué podrían decir si no saben nada. O al menos eso creo.
- Bien, ya veo que no tienen deseos de colaborar conmigo. Oh no, no voy a enojarme, vayan a vestirse para que desayunen.
Todos regresamos a los cuartos. Siempre con nuestros guardianes vigilando, y de nuevo esa especie de ceremonia absurda... Una hora para comer, para tomar aire, para charlar; solo en la noche sobre nuestras camas éramos libres. Me apoyaba con más fuerza sobre el bastón, el dolor era soportable. Pero había sido un retroceso con respecto a mi anterior estado. Recibí mi bandeja y me fui a ocupar una mesa libre; Mark, Luke, y Jhonny se me unieron.
- ¿Cómo te sientes? , esa mujer es una maldita zorra - me dijo bajando la voz Mark.
- Sí que lo que es, todos aquí la detestamos - confirmo Luke casi en un susurro.
- ¿Y por qué sigue aquí, por qué nadie ha hecho nada por detener sus excesos? Todos agachan la cabeza como mansos corderitos, por qué. Tú Luke, que tienes más tiempo aquí, dime qué poder tiene esa mujer para hacer lo que quiera. Si, es cierto que Stevens la sancionó, pero no regresa como quien teme ser sancionado de nuevo. Más bien vuelve como si hubiera pasado la noche con Jake Gyllenhaal.
- Ella tiene más poder del que te imaginas. La mayoría de médicos solo les interesa cumplir sus horas de trabajo y recibir su paga; no se involucran en nada. Son muy pocos los que realmente se interesan por los pacientes, Stevens entre ellos. Además he escuchado que Raymond tiene importantes vínculos con los dueños de este hospital - Luke hablaba tan bajo que tengo que hacer un esfuerzo para no perderme una palabra de su relato - es también por esa razón que la mayoría de doctores prefieren no cruzarse en su camino. Los que se han atrevido no han durado mucho. Pero Stevens es un buen hombre y ella no puede deshacerse de él, ¿sabes que es sobrino del socio mayoritario del Mayfield? Friedrich, Meier y Edwars pertenecen al grupo de Stevens, son buenos tipos también. Pasa lo mismo con los enfermeros. Están esas bestias de Walt, Thomas y Weber, nada les importa, parece que gozaran con su trabajo, pero Warner es distinto; creó que eso ya lo sabes tú. La misma historia se repite en cada Pabellón - escuchaba concentrado todo lo que Luke me iba narrando.
- ¿Qué más sabes Luke?
- Nos están mirando, ya no puedo decirte nada más - Iba a retirarse para dejar su bandeja pero yo lo retuve tomándolo del brazo con suavidad.
- ¡Vamos, Luke, cuéntame más de esas desnudistas que conociste! Demonios, a todos nos viene bien escuchar de mujeres en este encierro - dije alzando la voz, los enfermeros nos miraron con una sonrisa de complicidad y por un momento apartaron los ojos de nuestro grupo - ahora, habla Luke, habla.
- Sé que se cometen muchos abusos con los enfermos, aquí no es tan notorio... pero en los pabellones de arriba; con los enfermos crónicos y otros infelices que no pueden moverse, ni siquiera gritar. Ella está enfrente de todo.
- ¿Y todo este tiempo te has callado? - le dije con la mirada llena de furia.
- ¿Qué querías que hiciera?, ¿acaso no has probado ya algo de su veneno? Pero te aseguro amigo que eso no es nada... y pasa que yo no quiero terminar atado a una cama o deambulando como una sombra por los pasillos.
Mark llevaba ya cierto tiempo internado y aquellas noticias no parecían serle desconocidas del todo; pero el pobre Jhonny no dejaba de temblar y de acurrucarse más a mi lado.
- Debemos hablar con Stevens a cualquier precio, no consigo entender cómo siendo el director de este hospital pueda ignorar tantas cosas. El Princenton es tan grande como esto y no hay cosa que pase desapercibida para su directora.
- Stevens lleva poco tiempo aquí, apenas se está enterando de lo que ocurre en este lugar - dice Mark sin quitar los ojos de los enfermeros.
- Pues ayudémosle a que se entere por completo de una buena vez.
- House, ella puede aniquilarte y hablo de cosas peores que morir.
El timbre sonó y todos nos estremecimos involuntariamente, debía hablar con Stevens. Nos separamos para evitar sospechas, solo mantuve a Jhonny a mi lado. Nos sentamos como siempre en las sillas dispuestas en media luna. Notaba a Stevens serio y cansado.
- He sido informado por la señorita Raymond que ayer se produjeron algunos desmanes en el modulo de farmacia - nos dijo mirándonos seriamente - ¿quisiera saber qué fue lo que ocurrió?, alguno de ustedes debe saber algo.
- Y le contó también lo que hizo con Greg, ¿lo hizo o eso se lo calló? - el que había hablado era Jhonny. Este muchacho no dejaba de sorprenderme.
- ¿Qué fue lo que sucedió?, la enfermera Raymond no me informó de ningún otro incidente.
- Por supuesto, no le convenía en absoluto. Por qué no le pide que le cuente cómo trató al doctor House, fue humillante y cruel - yo miraba a mi joven compañero, y mi preocupación iba en aumento, cada palabra que pronunciaba era un peligro para él - pero nada lo detenía, ni los disimulados tirones que le daba - Solo se había negado a tomar las medicinas porque reconoció que no eran las que habitualmente tomaba; el también es médico y sabe reconocerlas. Entonces... la... la señorita Raymond llamó a los enfermeros y lo arrojaron sobre el piso, mientras uno de ellos le aplicaba algo.
Elliot lo escuchaba con los ojos muy abiertos; en su mirada parecían luchar la sorpresa, la rabia, la indignación. Sus manos que antes descansaban tranquilamente sobre los brazos de su silla, ahora se apretaban sobre estas.
- Hay muchas cosas que ignoras Stevens - ahora era yo quien me había puesto de pie.
- No luces bien Greg.
- Acérquese doctor, miré las magulladuras que tiene - Era imposible hacer callar a Jhonny. Viéndolo allí de pie, con sus castaños cabellos revueltos y sus ojos de turquesa encendidos... sentí una profunda admiración por él.
Stevens se levantó de su silla y se dirigió hasta mi lugar.
- Greg, vamos a mi consultorio para poder examinarte.
- No es necesario, hazlo aquí mismo.
- ¿Piensas desnudarte delante de todos?
- Por dios Stevens, ellos me ven a diario desnudo en las duchas.
- Bien, si tú lo quieres así. Puedes quedarte con los interiores.
Me fui quitando la ropa todo lo rápido que el dolor me lo permitía. Hasta quedarme casi sin prenda alguna frente a él. Sus manos fueron examinándome lentamente; se detenían en los moretones que tenía por casi todo el cuerpo, pero luego se quedaban unos instantes sobre las magulladuras más graves, las que tenía en las muñecas, tobillos y al costado del muslo izquierdo. Cuando levantó sus ojos hacía mí, tenía una mirada nueva, extraña, imposible de describir con palabras.
- Ya es suficiente, puedes vestirte Greg. Pero está el asunto de la ventana del modulo, ahora Raymond debe estar inventariando los medicamentos. Deben decirme la verdad de lo contrario no podré hacer nada.
Warner avanzó hasta ponerse frente al médico, tenía lo puños cerrados colgando a cada lado de sus caderas.
- Fui yo quien rompió el vidrio de la ventana.
- ¿Tú Warner, por qué razón?
- Raymond había hecho que le aplicarán naloxona, me es imposible soportar el sufrimiento de un ser humano sin hacer nada, cogí una ampolla de metadona y una jeringa - me daba cuenta que ambos ya no utilizaban el termino de "señorita", cuando se referían a ella.
- Veré cómo soluciono eso. Yo hubiera hecho lo mismo Warner. Ahora vayan al patio, ya no hay nada mas que discutir aquí.
Hoy nadie tenía ganas de correr, ni jugar al baloncesto; todos al igual que yo sentían que algo estaba por ocurrir, algo que lo cambiaría todo. Nos quedamos sentados en las bancas contemplando el gris cielo algunos, o las murallas que rodeaban al hospital otros. Me dí cuenta que uno de nuestros vigilantes no estaba en su lugar, Walt había desaparecido. El espía de la zorra Raymond había corrido a informarle de los últimos sucesos, tenía que estar preparada para la batalla que se avecinaba. Por lo que Luke nos había contado la victoria se alzaba para las legiones de Stevens. Sin embargo, basta una sola pieza en el lugar incorrecto, un naipe que se mueve ligeramente y todo está acabado.
Warner se acerca a mí y me dice que Stevens ha recibido una llamada de su casa, parece que su esposa ha tenido un accidente. La mujer está en el octavo mes de embarazo.
Elliot sale al patio con los ojos enrojecidos, en verdad lo compadezco, debe estar luchando entre el amor a su esposa y su deber; peor aun en las circunstancias en que se encuentran ahora las cosas en el hospital. Es como tener dos personas pendiendo de un precipicio tendiendo sus manos hacía él... salvar a una significa dejar morir a la otra. Finalmente elige la mano de su mujer.
- Mi esposa ha tenido un accidente, debo ir con ella. Friedrich se queda con ustedes, también Meier, ambos están informados de todo. No dejaré las cosas así, volveré lo más pronto posible, les doy mi palabra.
¿Qué pueden hacer las tropas sin su capitán?... estamos solos.
Friedrich está a cargo del segundo grupo de internos de adicciones por fármacos, apenas si lo hemos visto un par de veces. Meier es responsable de los alcohólicos en las etapas más avanzadas. ¿Qué pueden hacer estos hombres, por mucho que lo desearán? Ellos deben estar lidiando con sus propios demonios. A pesar de todo, ambos llegan hasta el patio; lucen nerviosos, son mucho más jóvenes que Stevens.
- Estamos al corriente de todo, tomé House - me pone un localizador en el bolsillo, tan disimuladamente que solo me percaté al sentir su peso dentro de este. Me hablaba fingiendo conversar con el otro médico - llámeme en el momento que sea - luego se retiraron aparentando conformidad.
- Bueno, todo parece estar en orden aquí. Ya que Stevens no se encuentra vamos a tener que vigilar sus pacientes - esto lo dijo Friedich cuando paso al lado de Walt y Thomas, sus palabras tenían un tono de advertencia.
Las siete otra vez, pero hoy las cosas son diferentes. Al salir de las duchas se escucha una confusión tremenda, ya Raymond debe haber descubierto su precioso e impecable modulo lleno de vidrios rotos. Todos estamos caminando rumbo a nuestras habitaciones; pero una voz que suena como un trueno en medio de una tormenta nos detiene.
- ¿Qué sucedió anoche, quién rompió esa ventana? - sus ojos son dos esferas de fuego que pasea sobre cada uno de nosotros. Nadie se atreve a mirarla, es como si temieran convertirse en cenizas a su solo contacto; pero yo sostengo su mirada, quema, pero no doy marcha atrás.
Nadie dice una palabra, pero qué podrían decir si no saben nada. O al menos eso creo.
- Bien, ya veo que no tienen deseos de colaborar conmigo. Oh no, no voy a enojarme, vayan a vestirse para que desayunen.
Todos regresamos a los cuartos. Siempre con nuestros guardianes vigilando, y de nuevo esa especie de ceremonia absurda... Una hora para comer, para tomar aire, para charlar; solo en la noche sobre nuestras camas éramos libres. Me apoyaba con más fuerza sobre el bastón, el dolor era soportable. Pero había sido un retroceso con respecto a mi anterior estado. Recibí mi bandeja y me fui a ocupar una mesa libre; Mark, Luke, y Jhonny se me unieron.
- ¿Cómo te sientes? , esa mujer es una maldita zorra - me dijo bajando la voz Mark.
- Sí que lo que es, todos aquí la detestamos - confirmo Luke casi en un susurro.
- ¿Y por qué sigue aquí, por qué nadie ha hecho nada por detener sus excesos? Todos agachan la cabeza como mansos corderitos, por qué. Tú Luke, que tienes más tiempo aquí, dime qué poder tiene esa mujer para hacer lo que quiera. Si, es cierto que Stevens la sancionó, pero no regresa como quien teme ser sancionado de nuevo. Más bien vuelve como si hubiera pasado la noche con Jake Gyllenhaal.
- Ella tiene más poder del que te imaginas. La mayoría de médicos solo les interesa cumplir sus horas de trabajo y recibir su paga; no se involucran en nada. Son muy pocos los que realmente se interesan por los pacientes, Stevens entre ellos. Además he escuchado que Raymond tiene importantes vínculos con los dueños de este hospital - Luke hablaba tan bajo que tengo que hacer un esfuerzo para no perderme una palabra de su relato - es también por esa razón que la mayoría de doctores prefieren no cruzarse en su camino. Los que se han atrevido no han durado mucho. Pero Stevens es un buen hombre y ella no puede deshacerse de él, ¿sabes que es sobrino del socio mayoritario del Mayfield? Friedrich, Meier y Edwars pertenecen al grupo de Stevens, son buenos tipos también. Pasa lo mismo con los enfermeros. Están esas bestias de Walt, Thomas y Weber, nada les importa, parece que gozaran con su trabajo, pero Warner es distinto; creó que eso ya lo sabes tú. La misma historia se repite en cada Pabellón - escuchaba concentrado todo lo que Luke me iba narrando.
- ¿Qué más sabes Luke?
- Nos están mirando, ya no puedo decirte nada más - Iba a retirarse para dejar su bandeja pero yo lo retuve tomándolo del brazo con suavidad.
- ¡Vamos, Luke, cuéntame más de esas desnudistas que conociste! Demonios, a todos nos viene bien escuchar de mujeres en este encierro - dije alzando la voz, los enfermeros nos miraron con una sonrisa de complicidad y por un momento apartaron los ojos de nuestro grupo - ahora, habla Luke, habla.
- Sé que se cometen muchos abusos con los enfermos, aquí no es tan notorio... pero en los pabellones de arriba; con los enfermos crónicos y otros infelices que no pueden moverse, ni siquiera gritar. Ella está enfrente de todo.
- ¿Y todo este tiempo te has callado? - le dije con la mirada llena de furia.
- ¿Qué querías que hiciera?, ¿acaso no has probado ya algo de su veneno? Pero te aseguro amigo que eso no es nada... y pasa que yo no quiero terminar atado a una cama o deambulando como una sombra por los pasillos.
Mark llevaba ya cierto tiempo internado y aquellas noticias no parecían serle desconocidas del todo; pero el pobre Jhonny no dejaba de temblar y de acurrucarse más a mi lado.
- Debemos hablar con Stevens a cualquier precio, no consigo entender cómo siendo el director de este hospital pueda ignorar tantas cosas. El Princenton es tan grande como esto y no hay cosa que pase desapercibida para su directora.
- Stevens lleva poco tiempo aquí, apenas se está enterando de lo que ocurre en este lugar - dice Mark sin quitar los ojos de los enfermeros.
- Pues ayudémosle a que se entere por completo de una buena vez.
- House, ella puede aniquilarte y hablo de cosas peores que morir.
El timbre sonó y todos nos estremecimos involuntariamente, debía hablar con Stevens. Nos separamos para evitar sospechas, solo mantuve a Jhonny a mi lado. Nos sentamos como siempre en las sillas dispuestas en media luna. Notaba a Stevens serio y cansado.
- He sido informado por la señorita Raymond que ayer se produjeron algunos desmanes en el modulo de farmacia - nos dijo mirándonos seriamente - ¿quisiera saber qué fue lo que ocurrió?, alguno de ustedes debe saber algo.
- Y le contó también lo que hizo con Greg, ¿lo hizo o eso se lo calló? - el que había hablado era Jhonny. Este muchacho no dejaba de sorprenderme.
- ¿Qué fue lo que sucedió?, la enfermera Raymond no me informó de ningún otro incidente.
- Por supuesto, no le convenía en absoluto. Por qué no le pide que le cuente cómo trató al doctor House, fue humillante y cruel - yo miraba a mi joven compañero, y mi preocupación iba en aumento, cada palabra que pronunciaba era un peligro para él - pero nada lo detenía, ni los disimulados tirones que le daba - Solo se había negado a tomar las medicinas porque reconoció que no eran las que habitualmente tomaba; el también es médico y sabe reconocerlas. Entonces... la... la señorita Raymond llamó a los enfermeros y lo arrojaron sobre el piso, mientras uno de ellos le aplicaba algo.
Elliot lo escuchaba con los ojos muy abiertos; en su mirada parecían luchar la sorpresa, la rabia, la indignación. Sus manos que antes descansaban tranquilamente sobre los brazos de su silla, ahora se apretaban sobre estas.
- Hay muchas cosas que ignoras Stevens - ahora era yo quien me había puesto de pie.
- No luces bien Greg.
- Acérquese doctor, miré las magulladuras que tiene - Era imposible hacer callar a Jhonny. Viéndolo allí de pie, con sus castaños cabellos revueltos y sus ojos de turquesa encendidos... sentí una profunda admiración por él.
Stevens se levantó de su silla y se dirigió hasta mi lugar.
- Greg, vamos a mi consultorio para poder examinarte.
- No es necesario, hazlo aquí mismo.
- ¿Piensas desnudarte delante de todos?
- Por dios Stevens, ellos me ven a diario desnudo en las duchas.
- Bien, si tú lo quieres así. Puedes quedarte con los interiores.
Me fui quitando la ropa todo lo rápido que el dolor me lo permitía. Hasta quedarme casi sin prenda alguna frente a él. Sus manos fueron examinándome lentamente; se detenían en los moretones que tenía por casi todo el cuerpo, pero luego se quedaban unos instantes sobre las magulladuras más graves, las que tenía en las muñecas, tobillos y al costado del muslo izquierdo. Cuando levantó sus ojos hacía mí, tenía una mirada nueva, extraña, imposible de describir con palabras.
- Ya es suficiente, puedes vestirte Greg. Pero está el asunto de la ventana del modulo, ahora Raymond debe estar inventariando los medicamentos. Deben decirme la verdad de lo contrario no podré hacer nada.
Warner avanzó hasta ponerse frente al médico, tenía lo puños cerrados colgando a cada lado de sus caderas.
- Fui yo quien rompió el vidrio de la ventana.
- ¿Tú Warner, por qué razón?
- Raymond había hecho que le aplicarán naloxona, me es imposible soportar el sufrimiento de un ser humano sin hacer nada, cogí una ampolla de metadona y una jeringa - me daba cuenta que ambos ya no utilizaban el termino de "señorita", cuando se referían a ella.
- Veré cómo soluciono eso. Yo hubiera hecho lo mismo Warner. Ahora vayan al patio, ya no hay nada mas que discutir aquí.
Hoy nadie tenía ganas de correr, ni jugar al baloncesto; todos al igual que yo sentían que algo estaba por ocurrir, algo que lo cambiaría todo. Nos quedamos sentados en las bancas contemplando el gris cielo algunos, o las murallas que rodeaban al hospital otros. Me dí cuenta que uno de nuestros vigilantes no estaba en su lugar, Walt había desaparecido. El espía de la zorra Raymond había corrido a informarle de los últimos sucesos, tenía que estar preparada para la batalla que se avecinaba. Por lo que Luke nos había contado la victoria se alzaba para las legiones de Stevens. Sin embargo, basta una sola pieza en el lugar incorrecto, un naipe que se mueve ligeramente y todo está acabado.
Warner se acerca a mí y me dice que Stevens ha recibido una llamada de su casa, parece que su esposa ha tenido un accidente. La mujer está en el octavo mes de embarazo.
Elliot sale al patio con los ojos enrojecidos, en verdad lo compadezco, debe estar luchando entre el amor a su esposa y su deber; peor aun en las circunstancias en que se encuentran ahora las cosas en el hospital. Es como tener dos personas pendiendo de un precipicio tendiendo sus manos hacía él... salvar a una significa dejar morir a la otra. Finalmente elige la mano de su mujer.
- Mi esposa ha tenido un accidente, debo ir con ella. Friedrich se queda con ustedes, también Meier, ambos están informados de todo. No dejaré las cosas así, volveré lo más pronto posible, les doy mi palabra.
¿Qué pueden hacer las tropas sin su capitán?... estamos solos.
Friedrich está a cargo del segundo grupo de internos de adicciones por fármacos, apenas si lo hemos visto un par de veces. Meier es responsable de los alcohólicos en las etapas más avanzadas. ¿Qué pueden hacer estos hombres, por mucho que lo desearán? Ellos deben estar lidiando con sus propios demonios. A pesar de todo, ambos llegan hasta el patio; lucen nerviosos, son mucho más jóvenes que Stevens.
- Estamos al corriente de todo, tomé House - me pone un localizador en el bolsillo, tan disimuladamente que solo me percaté al sentir su peso dentro de este. Me hablaba fingiendo conversar con el otro médico - llámeme en el momento que sea - luego se retiraron aparentando conformidad.
- Bueno, todo parece estar en orden aquí. Ya que Stevens no se encuentra vamos a tener que vigilar sus pacientes - esto lo dijo Friedich cuando paso al lado de Walt y Thomas, sus palabras tenían un tono de advertencia.
¡Estamos solos!, Friedrich y Meir nunca llegarán a tiempo. No quiero perder de vista a Jhonny su audacia de está mañana le puede costar muy cara. Volteó a mi costado, el muchacho no está. Suspiro aliviado cuando lo veo que está jugando una partida de baloncesto con Mark y Luke; creo que están buscando la manera de aliviar la tensión que se respira en el aire. De pronto Thomas y Weber se acercan a ellos, estoy seguro de qué es lo que estan buscando.
-¡Que mal tiro Jhonny! - le dice Thomas y le da un empujón que termina derribándolo sobre el piso - vamos yo te voy a enseñar como se debe lanzar.
Jhonny se levanta enfurecido, tratando de quitarle la pelota de las manos al enfermero.
- ¡Vete Thomas, nadie te ha invitado al juego!
- No necesito que un grupo de locos me invite.
- ¡Suelta la pelota, demonios! - le dice Jhonny forcejeando con el otro, nunca lo había visto tan alterado, Thomas le da un golpe en el estómago que lo hace caer de rodillas. Ya no soportó más, me lanzó sobre el maldito enfermero... no esperaba mi reacción, así que lo tomo desprevenido y logro derribarlo. La adrelanila que ahora esparce mi cerebro ha bloqueado el dolor; estoy sobre él golpeándolo con los puños una y otra vez. Walt y Weber no tardan en aparecer, ellos me cogen a mí; mientras Thomas se hace cargo de Jhonny.
- No vuelvas a ponerme una mano encima, maldito hijo de... - siento su puño estrellarse en mi rostro y luego el sabor de la sangre en los labios - ¿Te preocupa mucho tu amiguito?, tranquilízate, el nos agrada mucho también.
- Deja al chico tranquilo Tom, yo me encargo - le dice Warner tratando de llevarse a Jhonny consigo .
- Si claro, ya me imagino con que gusto lo harías.
Warner finge no entender el doble sentido de las palabras de su compañero e insiste en llevárselo.
- Parece que olvidas que yo estoy a cargo de ustedes.
- No, ya no Warner. Ustedes, encierren al doctorcito en su habitación; luego pueden llevar a Jhonny con la señorita Raymond, ojala siga tan entusiasta como hoy en la mañana.
Veía como los dos hombres tomaban con rudeza al indefenso joven. Me debato como una fiera para librarme de los hombres; pero no puedo... dios mío, no puedo, no puedo. Lo veo desaparecer por uno de los pasillos, no grita, no forcejea, no pide auxilio; parece resignado a su suerte. En un descuido logró darle un codazo feroz en el rostro de Walt, por reacción Weber también me suelta. Sonrió cuando veo que los muchachos derriban las bancas para impedirles que me sigan. Voy todo lo rápido que mi pierna me permite, llego a una encrucijada, hay tres pasadizos... no sé cuál seguir, entonces diviso en el pulido piso una raya, como de algo que es arrastrado; sigo el camino pero solo me encuentro con puertas cerradas, las golpeo con furia, pero nada... solo silencio. Avanzó un poco más, por fin las cosas se equilibran, he llegado a un lugar llenó de cabinas telefónicas. Marco el número de Wilson.
- ¡Wilson, debes sacarme de aquí... ahora!
- ¿House, eres tú?
- No sé que tengas otros amigos en el sanatorio.
- ¿Qué sucede, te oyes alterado?
- Trae a la policía contigo, de prisa Wilson, si algo te importo hazme caso - escuchó los pasos de los enfermeros acercándose, me deslizo por otro corredor, pero ya es demasiado tarde, me han apresado. No pierden la oportunidad de desquitarse a golpes por mi huída; me arrastran hasta mi habitación... no, mi celda y la puerta se cierra ante mí. Grito, doy de puñetazos sobre la ventanilla, nadie parece escucharme... Jhonny, oh dios, Jhonny.
El buscador, lo tengo aun en mi bolsillo por suerte no lo han descubierto, llamo a Friedich.
Tarda unos minutos en llegar, está agitado y sudoroso. Me mira asombrado, debe estar preguntándose por qué estoy sangrando y encerrado.
- ¡Voy por las llaves! - me grita.
- No, olvídese de eso, vaya de prisa al pasadizo que está cerca a las cabinas de teléfono, lleve a su gente con usted, no pierda tiempo.
- ¿Pero qué debo buscar?
- Están por torturar o matar a alguien, ¡vaya de una buena vez!
¡Wilson, Wilson, por favor no tardes!, grito con todas mis fuerzas mientras sigo golpeando la ventanilla.
Los acontecimientos se suceden tan rápido que apenas puedo poner orden en mi cerebro. La puerta de pronto se abre y siento como dos hombres de blanco, me arrojan sobre una camilla, me atán con fuerza a ella y me llevan a toda prisa... ¿es este el fin, es eso peor que la muerte de que me hablaba Mark?, los observó detenidamente, no se trata de ninguno de mis "ángeles de la guarda", son unos hombres que no había visto hasta ahora. Veo el blanco techo sobre mi cabeza, parece una banda para ejercitarse puesta al máximo, solo interrumpida de tramo en tramo por las luces de los fluorescentes. Finalmente se detienen frente a una habitación abren la puerta y la cierran rápidamente. Es una sala para tratamientos con electroshock. Escuchó algo parecido a un sollozo, muy quedo, al girar la cabeza veo en un rincón, echado sobre el piso tratando de cubrirse inútilmente a Jhonny, hay sangre entre sus piernas, en su frente. Cierro los ojos, y lloró en silencio, no me importa morirme ahora mismo, en cierta forma siempre he buscado la muerte... pero hoy la deseo más que nunca. ¡Jhonny, niño estúpido!, por qué tuviste que defenderme, yo no merezco tu sacrificio. ¡Maldita sea!, era yo quien debía cuidar de tí.
- ¡Maldita sea Raymond, malditos sean todos ustedes!
- Le dije que había reglas, usted las ignoró, es más, se burlo de ellas. Esto no es más que su obra. Prepárenlo para... ¿freírle el cerebro?, es así como le llama usted, ¿verdad?
Ajustaron aún más las correas que me sostenían a la camilla y me pusieron un protector en la boca para evitar que me mordiera la lengua. Luego sentí como colocaban los electrodos a cada lado de mi cabeza.
- Yo voy a destruir aquello de lo que tanto se jacta doctor House, cuando termine con usted no recordará ni su nombre.
Un dolor espantoso se extendió por todos mis cuerpo... luego todo se apago...
Cuando desperté estaba sobre una camilla. Todo era un caos alrededor del hospital. Veía muchos autos de la policía rodeando el edificio y las sirenas de la ambulacia lastimando mis oídos. Otras camillas pasaron junto a mí; en una de ellas iba un muchacho muy pálido de cabello castaño, cuando estuvimos cerca me miró y me sonrió, era la sonrisa más triste que podía recordar. Pero quién era este hombre, no lo reconocía de ningún lado, pero algo me movía hacía él y le devolví la sonrisa. Sentí una mano sobre mi brazo, era un hombre moreno y joven; también estaba acostado en una camilla, el vendaje que llevaba en el hombro se iba tiñendo de rojo.
- ¡Greg, Greg! ¿Cómo te sientes? La pesadilla ha terminado, la policía se ha llevado a Raymond y al resto de sus buitres. ¡Lo lograste Greg, lo lograste! - me dijo, pero su entusiasmo se tornó en desconcierto cuando se dió cuenta que lo miraba sin entender nada de lo que me decía - ¡no, no Greg, no a ti, no! - vi como las lágrimas resbalaban por sus mejillas.
Jhonny se levanta enfurecido, tratando de quitarle la pelota de las manos al enfermero.
- ¡Vete Thomas, nadie te ha invitado al juego!
- No necesito que un grupo de locos me invite.
- ¡Suelta la pelota, demonios! - le dice Jhonny forcejeando con el otro, nunca lo había visto tan alterado, Thomas le da un golpe en el estómago que lo hace caer de rodillas. Ya no soportó más, me lanzó sobre el maldito enfermero... no esperaba mi reacción, así que lo tomo desprevenido y logro derribarlo. La adrelanila que ahora esparce mi cerebro ha bloqueado el dolor; estoy sobre él golpeándolo con los puños una y otra vez. Walt y Weber no tardan en aparecer, ellos me cogen a mí; mientras Thomas se hace cargo de Jhonny.
- No vuelvas a ponerme una mano encima, maldito hijo de... - siento su puño estrellarse en mi rostro y luego el sabor de la sangre en los labios - ¿Te preocupa mucho tu amiguito?, tranquilízate, el nos agrada mucho también.
- Deja al chico tranquilo Tom, yo me encargo - le dice Warner tratando de llevarse a Jhonny consigo .
- Si claro, ya me imagino con que gusto lo harías.
Warner finge no entender el doble sentido de las palabras de su compañero e insiste en llevárselo.
- Parece que olvidas que yo estoy a cargo de ustedes.
- No, ya no Warner. Ustedes, encierren al doctorcito en su habitación; luego pueden llevar a Jhonny con la señorita Raymond, ojala siga tan entusiasta como hoy en la mañana.
Veía como los dos hombres tomaban con rudeza al indefenso joven. Me debato como una fiera para librarme de los hombres; pero no puedo... dios mío, no puedo, no puedo. Lo veo desaparecer por uno de los pasillos, no grita, no forcejea, no pide auxilio; parece resignado a su suerte. En un descuido logró darle un codazo feroz en el rostro de Walt, por reacción Weber también me suelta. Sonrió cuando veo que los muchachos derriban las bancas para impedirles que me sigan. Voy todo lo rápido que mi pierna me permite, llego a una encrucijada, hay tres pasadizos... no sé cuál seguir, entonces diviso en el pulido piso una raya, como de algo que es arrastrado; sigo el camino pero solo me encuentro con puertas cerradas, las golpeo con furia, pero nada... solo silencio. Avanzó un poco más, por fin las cosas se equilibran, he llegado a un lugar llenó de cabinas telefónicas. Marco el número de Wilson.
- ¡Wilson, debes sacarme de aquí... ahora!
- ¿House, eres tú?
- No sé que tengas otros amigos en el sanatorio.
- ¿Qué sucede, te oyes alterado?
- Trae a la policía contigo, de prisa Wilson, si algo te importo hazme caso - escuchó los pasos de los enfermeros acercándose, me deslizo por otro corredor, pero ya es demasiado tarde, me han apresado. No pierden la oportunidad de desquitarse a golpes por mi huída; me arrastran hasta mi habitación... no, mi celda y la puerta se cierra ante mí. Grito, doy de puñetazos sobre la ventanilla, nadie parece escucharme... Jhonny, oh dios, Jhonny.
El buscador, lo tengo aun en mi bolsillo por suerte no lo han descubierto, llamo a Friedich.
Tarda unos minutos en llegar, está agitado y sudoroso. Me mira asombrado, debe estar preguntándose por qué estoy sangrando y encerrado.
- ¡Voy por las llaves! - me grita.
- No, olvídese de eso, vaya de prisa al pasadizo que está cerca a las cabinas de teléfono, lleve a su gente con usted, no pierda tiempo.
- ¿Pero qué debo buscar?
- Están por torturar o matar a alguien, ¡vaya de una buena vez!
¡Wilson, Wilson, por favor no tardes!, grito con todas mis fuerzas mientras sigo golpeando la ventanilla.
Los acontecimientos se suceden tan rápido que apenas puedo poner orden en mi cerebro. La puerta de pronto se abre y siento como dos hombres de blanco, me arrojan sobre una camilla, me atán con fuerza a ella y me llevan a toda prisa... ¿es este el fin, es eso peor que la muerte de que me hablaba Mark?, los observó detenidamente, no se trata de ninguno de mis "ángeles de la guarda", son unos hombres que no había visto hasta ahora. Veo el blanco techo sobre mi cabeza, parece una banda para ejercitarse puesta al máximo, solo interrumpida de tramo en tramo por las luces de los fluorescentes. Finalmente se detienen frente a una habitación abren la puerta y la cierran rápidamente. Es una sala para tratamientos con electroshock. Escuchó algo parecido a un sollozo, muy quedo, al girar la cabeza veo en un rincón, echado sobre el piso tratando de cubrirse inútilmente a Jhonny, hay sangre entre sus piernas, en su frente. Cierro los ojos, y lloró en silencio, no me importa morirme ahora mismo, en cierta forma siempre he buscado la muerte... pero hoy la deseo más que nunca. ¡Jhonny, niño estúpido!, por qué tuviste que defenderme, yo no merezco tu sacrificio. ¡Maldita sea!, era yo quien debía cuidar de tí.
- ¡Maldita sea Raymond, malditos sean todos ustedes!
- Le dije que había reglas, usted las ignoró, es más, se burlo de ellas. Esto no es más que su obra. Prepárenlo para... ¿freírle el cerebro?, es así como le llama usted, ¿verdad?
Ajustaron aún más las correas que me sostenían a la camilla y me pusieron un protector en la boca para evitar que me mordiera la lengua. Luego sentí como colocaban los electrodos a cada lado de mi cabeza.
- Yo voy a destruir aquello de lo que tanto se jacta doctor House, cuando termine con usted no recordará ni su nombre.
Un dolor espantoso se extendió por todos mis cuerpo... luego todo se apago...
Cuando desperté estaba sobre una camilla. Todo era un caos alrededor del hospital. Veía muchos autos de la policía rodeando el edificio y las sirenas de la ambulacia lastimando mis oídos. Otras camillas pasaron junto a mí; en una de ellas iba un muchacho muy pálido de cabello castaño, cuando estuvimos cerca me miró y me sonrió, era la sonrisa más triste que podía recordar. Pero quién era este hombre, no lo reconocía de ningún lado, pero algo me movía hacía él y le devolví la sonrisa. Sentí una mano sobre mi brazo, era un hombre moreno y joven; también estaba acostado en una camilla, el vendaje que llevaba en el hombro se iba tiñendo de rojo.
- ¡Greg, Greg! ¿Cómo te sientes? La pesadilla ha terminado, la policía se ha llevado a Raymond y al resto de sus buitres. ¡Lo lograste Greg, lo lograste! - me dijo, pero su entusiasmo se tornó en desconcierto cuando se dió cuenta que lo miraba sin entender nada de lo que me decía - ¡no, no Greg, no a ti, no! - vi como las lágrimas resbalaban por sus mejillas.
Un grupo de paramédicos me levantaron para ponerme en la ambulancia, solo entonces noté que desde que desperté una mano no había soltado la mía, me volví para ver quién me sostenía.
- ¿Quién eres tú?
- House, soy yo, Wilson tu mejor amigo.
- ¿Mi amigo?... lo siento, no puedo recordarte.
El hombre se reclinó sobre mi pecho y empezó a sollozar, mientrás me abrazaba. Me debe querer mucho, pero no lo recuerdo, no recuerdo casi nada.
- Soy Wilson, James, tu Jimmy... por favor Greg, por favor... - tomo una de sus manos y acarició con ella mis cabellos, mi rostro, la detengo en mis labios y después lentamente la bajo hasta mi pecho - ¿me sientes Greg, me sientes?
- Sí, ahora te siento Jimmy... - le toco el rostro de nuevo, siento su perfume, su calidez; sí le recuerdo... - ¿ puedes comprame unas papas fritas?, pero más tarde... ahora estoy tan cansado, tan cansado.
Te aprieto con fuerza, vas a recuperarte. Tengo toda la paciencia del mundo, toda la vida para esperar por ti, para que vuelvas a ser el médico más brillante del Plaisboro Princenton. Estas a mi lado y ya nunca te dejaré marchar, te llevaré a vivir conmigo, al menos hasta que te quieras librar de mi. Le huyes a cualquier relación profunda y probablemente eso no haya cambiado, pero al menos por un tiempo pensaré que tu también me amas y seré feliz mientras dure.
"Hola oscuridad, mi vieja amiga. He venido nuevamente ha hablar contigo. Porque una visión deslizándose suavemente, dejo sus semillas mientras yo dormía. Y la visión que fue plantada en mi cerebro, aún continúa. Dentro del sonido del silencio.
Gente conversando sin hablar, gente oyendo sin escuchar... y nadie se atrevía a romper el sonido del silencio. Tontos les dije, ustedes no saben que el silencio crece como un cáncer; escuchen las palabras que podría enseñarles, tomen mis brazos que podría extenderles. Pero mis palabras cayeron como silenciosas gotas de lluvia y resonaron en los pozos del silencio"1
1. Fragmentos de la canción "The sound of silence" de Simon & Garfunkel
- ¿Quién eres tú?
- House, soy yo, Wilson tu mejor amigo.
- ¿Mi amigo?... lo siento, no puedo recordarte.
El hombre se reclinó sobre mi pecho y empezó a sollozar, mientrás me abrazaba. Me debe querer mucho, pero no lo recuerdo, no recuerdo casi nada.
- Soy Wilson, James, tu Jimmy... por favor Greg, por favor... - tomo una de sus manos y acarició con ella mis cabellos, mi rostro, la detengo en mis labios y después lentamente la bajo hasta mi pecho - ¿me sientes Greg, me sientes?
- Sí, ahora te siento Jimmy... - le toco el rostro de nuevo, siento su perfume, su calidez; sí le recuerdo... - ¿ puedes comprame unas papas fritas?, pero más tarde... ahora estoy tan cansado, tan cansado.
Te aprieto con fuerza, vas a recuperarte. Tengo toda la paciencia del mundo, toda la vida para esperar por ti, para que vuelvas a ser el médico más brillante del Plaisboro Princenton. Estas a mi lado y ya nunca te dejaré marchar, te llevaré a vivir conmigo, al menos hasta que te quieras librar de mi. Le huyes a cualquier relación profunda y probablemente eso no haya cambiado, pero al menos por un tiempo pensaré que tu también me amas y seré feliz mientras dure.
"Hola oscuridad, mi vieja amiga. He venido nuevamente ha hablar contigo. Porque una visión deslizándose suavemente, dejo sus semillas mientras yo dormía. Y la visión que fue plantada en mi cerebro, aún continúa. Dentro del sonido del silencio.
Gente conversando sin hablar, gente oyendo sin escuchar... y nadie se atrevía a romper el sonido del silencio. Tontos les dije, ustedes no saben que el silencio crece como un cáncer; escuchen las palabras que podría enseñarles, tomen mis brazos que podría extenderles. Pero mis palabras cayeron como silenciosas gotas de lluvia y resonaron en los pozos del silencio"1
1. Fragmentos de la canción "The sound of silence" de Simon & Garfunkel
Relato basado en la novela de Ken Kesey "Alguien voló sobre el nido del cuco"
Sonata "Claro de luna" de Ludwing van Beethoven
Sonata "Claro de luna" de Ludwing van Beethoven
4 comentarios:
Ha sido todo un vuelco a mi cabeza y mis emociones... No!!!
Pero bueno será la paciencia y la esperanza lo que muera al último...
Gracias Ross, lo he disfrutado tanto...
Oh... modificaste el final xD... mejor, asi, aunque lo habìa intuido, ya sè que House si logra recordar a James o.O' T-T
Pues Rosita, me has dejado con la boca abierta.... cuán emocionante este capítulo. Por supuesto que me ha gustado y llenado de emoción... qué bonito final....ahhh.... y me han gustado fragmentos como:
"Mi corazón bombeando a toda prisa, convirtiendo la sangre en fuego, un fuego que se esparce por todo el cuerpo y se concentra en mis entrañas"
"Siento tu palma abierta, sobre mi corazón, tus dedos acariciando mi cabello y la tibieza de tus labios en los míos"
Mi Rosa Inca, sigue escribiendo. No pares.
Un abrazo.
Querida amiga, por fin estoy en tu casa!!!
he disfrutado y sufrido cada linea, gracias una vez mas por compartir tu maravilloso relato con nosotros.
(que maravilla la forma como retratas a House, con cada palabra tuya me gusta mas)
Un abrazo,
Dalia
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