07 diciembre, 2008

El vampiro de Cavendich

Habría pasado poco más de una hora cuando el móvil de Franz empezó a timbrar, lo cogí rápidamente. Era Jackman
- Franz, ya levantamos el cuerpo...
- Soy yo capitán
- Tom, ¿y Franz?
- Está dormido
- Bien, dile que venga de inmediato en cuanto despierte, es importante que este aquí.
- Se lo diré capitán, entiendo la situación.
No deseaba despertarlo, estaba tan tranquilo. Lo miré largo rato, sabía bien que si no lo despertaba me iba a odiar por muy buenas que fueran mis intenciones; sin embargo detestaba tener que turbar su paz para llevarlo de nuevo al infierno aquel, enfrentarlo a sus peores pesadillas y quizá hasta poner en juego su salud mental y con ella las extraordinarias facultades de las que estaba dotado. Pero esa era una decisión que no me correspondía tomar, por mucho que quisiera protegerlo. No me quedo más remedio que despertarlo suavemente.
- ¿Qué pasa? - me dijo todavía somnoliento.
- Hace unos minutos llamó Jackman, dice que ya se llevaron el cuerpo.
- ¡Debiste despertarme de inmediato! - me dijo algo molesto.
- Sí, debí hacerlo, lo siento Franz.
- Perdona, sé que lo hacías por mi bien. ¿Qué me has dado? aun me siento un poco "desconectado".
- No te preocupes, los efectos desaparecerán pronto.
- Necesito todos los sentidos bien alertas. Creo que de nuevo tendrás que conducir tú. Te ruego que vayamos rápido, Jackman debe estar desesperado.
Lo tome por los hombros y lo hice mirarme frente a frente.
- Franz, tengo miedo, mucho miedo de cómo pueda afectarte el regresar allá. Si de alguna forma pudiera evitarte todo esto lo haría.
- ¿Acaso crees que no lo sé? Pero no puedo huir para siempre... hoy, mañana, en algún momento tendré que enfrentar mis temores y mejor ahora.
Me puse al volante y el se recostó en el asiento, todo el transcurso del camino se la paso dormitando. Cuando llegamos le di unas palmaditas en el muslo y se despertó del todo.
- Ya estamos aquí - Franz se puso una de las manos sobre los ojos y dio un largo suspiro.
- ¡Vamos Tom!
Jackman nos esperaba impaciente en la puerta de entrada, en cuanto vio a mi amigo se precipitó hacía él con evidentes muestras de alivio.
- Finalmente estas aquí. Mi gente no ha podido descubrir nada, han revuelto todo buscando el mecanismo al que te referías pero sin éxito alguno.
- ¿Y nuestro prisionero?
- Ya ha sido interrogado, bueno, es una forma de decir, porque desde que lo apresamos no ha dicho una sola palabra. Ya se le asignado un abogado.
- Luego le haremos una visita, pero ahora vamos a buscar la forma de abrir ese escondite.
Cuando iba tras una pista se transformaba en otro hombre, todo lo que no estuviera vinculado a lo que buscaba desaparecía de su mente. Desde su mirada gris concentrada, hasta las delgadas manos manipulando sus innovadores artefactos se ponían al servicio de sus fines.
- Observen esto, la escalera de subida no tiene el natural vacío de cualquier otra, allí debe ocultarse la escalera que desciende al sótano del que les hable. Ahora subamos - todos fuimos con él hasta la habitación de Vogle, de pronto sus ojos se iluminaron, sin duda había hallado algo importante - Este reloj, está en una ubicación absurda, la mayoría de personas tienen pequeños relojes en sus veladores, pero no de esas dimensiones y colgados en la cabecera de cama.
Se acerco y abrió la puertecilla de vidrio del artefacto, puso la aguja del minutero en varias posiciones, hasta que al llegar a las once horas, vimos abrirse con estrépito el piso, dejando una ranura suficientemente grande para que entrara un hombre ligeramente inclinado. Todos los que estábamos ahí, incluso el capitán y el resto de los policías no pudimos evitar un estremecimiento al escuchar aquel sonido e instintivamente nos echamos hacía atrás. Solo Franz no se movió, aunque la extremada palidez de su rostro delataba sus sentimientos. Se quedo allí de pie, mirando hacía abajo; el capitán Jackman y yo nos acercamos a él y dirigimos nuestras miradas al fondo, allí reinaba la más completa oscuridad.
- Capitán, que sus hombres esperen arriba, solo bajaremos nosotros tres. Por favor, traiga sus linternas.
El capitán fue a dar órdenes a su gente y por unos instantes me quede a solas con Greene, lo veía respirar con dificultad, todo el temblaba y gruesas gotas de sudor le resbalaban por la frente.
- Franz, no tienes que hacer esto - me cogió la mano y la apretó entre la suya brevemente.
- Si debo y tú mejor que nadie lo sabe.
El capitán también observo la angustia de mi amigo, le puso una mano en el hombro y le dijo algo que no alcance a escuchar. Pero Franz negó con la cabeza, así que pensé que el buen Jackman le estaba aconsejando lo mismo que yo.
Descendimos por la escalera, era de madera y pese al abandono aun conservaba algo de sus antiguos brillos; seguramente aquel sótano fue construido para fines menos siniestros que los que le había dado Vogle. No tardamos en divisar el interruptor. Finalmente estábamos en la guarida del monstruo, la sola idea de saber que en ese lugar había dado fin a tantas vidas lo hacía irrespirable. La habitación estaba repleta de pequeñas mesas de metal y cámaras refrigerantes y en el centro una gran mesa, parecida a las que se utilizan en las cirugías.
Franz se puso unos guantes y empezó a revisar todo lo que había en ellas, de rato en rato sus ojos se levantaban hacía el agujero de la salida, como si temiera que en cualquier instante la tapa se cerrará. Abrió una de las cámaras, estaba casi vacía. Revisó los cajones en ellos encontró bolsas recolectoras, jeringas, varios frascos de ketamina, rollos de la cinta que usaba para amordazarlos. En otras de ellas, había varios juegos de cadenas de todos grosores. Hasta que finalmente halló lo que estaba buscando, el infernal aparato que utilizaba para desangrar a los niños. Se trataba de una especie de encía de metal con puntas afiladas y huecas, similares a los incisivos de un murciélago; adheridas a la delgadísima punta había una fina capa de resina. Los canales de los colmillos terminaban en unas mangueras, que luego se unían para formar una sola conectada a la bolsa recolectora.
- La resina se utiliza mucho en el recubrimiento interior de las latas que contienen alimentos, lo llaman generalmente recubrimiento tipo epoxi. Vogle probablemente la usaba para evitar el contacto directo del metal con la sangre - dijo Franz examinado las puntas del macabro objeto - creo que todo queda explicado capitán... ahora ya pueden bajar sus hombres y clasificar la evidencia - esto último lo dijo casi en un murmullo.
- ¡Capitán, saquémoslo de aquí, pronto!
Entre ambos lo subimos hasta la habitación, había entrado en un paro respiratorio. Le aplique de inmediato reanimación cardio-pulmonar, pero aun no podía sentir su respiración.
- ¡Mi maletín Jackman, está dentro del auto!
Le coloque una mascarilla y la conecte a un pequeño cilindro de oxígeno. Jackman me apoyaba sujetando la mascarilla de acuerdo a mis indicaciones, mientras yo le aplicaba un masaje cardiaco. Finalmente vimos con alivio su pecho subir y bajar. Franz intento moverse, pero lo detuve.
- Franz, has estado unos segundos sin respirar, debes quedarte tranquilo. Ahora voy a controlar tu tensión arterial, hemos llamado una ambulancia, ya viene en camino.
Su presión estaba aun bajo el límite de lo normal, a los pocos minutos llegaron los paramédicos y yo me fui con ellos en la ambulancia. Aquellas fueron las peores horas de mi vida, la sola idea de perderlo me llenaba el alma de una angustia insoportable. Había olvidado por completo mi objetividad como profesional y deje en manos de mis colegas su tratamiento. Solo agradecí que en aquellos segundos vitales hubiera podido mantener la cabeza fría y hacer lo correcto. Después de un rato Clare y Jackman estaban a mi lado aguardando noticias. Como ex-médico del hospital me dieron acceso a cuidados intensivos. Ingrese a la sala y al salir sentí como si el enorme peso que me oprimía se hubiera aliviado.
- ¡Está bien!, no reporta ningún daño por ahora. En la mañana lo pasaran a una habitación. Me quedaré aquí hasta que lo trasladen... hasta que salga de aquí.
- Yo me quedo contigo Tom.
- No es necesario Clare, ve a casa y regresas mañana temprano.
- ¡No, y no me discutas nada! Voy por café.
- Yo debo irme, por desgracia el caso aun no se cierra. Nos falta el último eslabón... escuchar lo que ese hombre tenga que decirnos. Quisiera que Franz este ahí.
- Lo estará
Afortunadamente no se volvió a repetir ningún episodio de PCR, y Franz se reponía satisfactoriamente, fueron muchas las personas que lo visitaron. Entre ellas, tuve que soportar las visitas de Stella durante los cuatro días que estuvo internado. Le traía los diarios y ponía énfasis en los que lo mencionaban. No perdía ocasión para arreglarle la almohada o las ropas, de alguna forma se las ingeniaba para tener siempre las manos sobre él.
- ¿Pero no eras tú la que no querías ver mi nombre envuelto en todo esto? Además, sabes que a mi no me agrada ser noticia de ninguna forma.
Lo importante es que las puebas estan siendo manejadas por los peritos forenses y Jackman; pero todos saben que sin ti no habrían llegado a ningún lado.
- No debes hablar así del capitán, es mi amigo. Sin su fortaleza y el apoyo del Departamento, aun estaría a mitad del camino.
Pero Stella no sabía cuándo callar y siguió llevando sus palabras por la senda equivocada. Dirigió su mirada verde hacía mí y me sonrió desde su asiento.
- Veo que usted Douglas, ha colaborado mucho con Franz. Fue usted quien descubrió la resina en el cuello del niño y confirmo la teoría de que se trataba de hermanos gemelos. Nada mal. Pero creo que por el momento su labor ha terminado, el resto del caso nos corresponde llevarlo a Franz y a mí.
No me paso por alto la omisión que había hecho de mi titulo, llamándome simplemente por mi apellido, y el como había restado importancia a mis aportes con mucha sutileza. Ahora me estaba quitando del camino como si yo fuera un objeto molesto.
- ¿Desde cuándo estimada Stella decides quién trabaja conmigo o quién no?, ¿o tienes la audacia de medir la eficiencia de mis compañeros? Perdona, pero no creo haberte dado ese derecho.
Stella trataba de fingir tranquilidad, pero sus ojos la delataban - tienes razón Franz, a menudo me inmiscuyo más de lo debido en los asuntos de otros, y luego añadió dirigiéndose a mí - te ves muy cansado, ¿quieres tomar un café? - ahora me tuteaba, avanzábamos en confianza a grandes pasos, al menos por parte de ella.
- No gracias, no tengo ganas de tomar nada.
- Insisto, acompáñame por favor.
Me levante y fui tras ella, sería absurdo que continuara rechazando la invitación de la mujer. Iba a su costado en silencio, intentaba replegarme en mi mismo para poder pensar, necesitaba adelantarme a sus juicios, a sus preguntas, para poder contestar a ellas de forma natural. Cuando llegamos a la cafetería fue Stella la que hizo el pedido.
-¿Quieres algo más, algún sándwich?
- No, el café esta bien.
Mientras nos traían el pedido, sentí de nuevo esa mirada escrutadora sobre mí, como si quisiera descubrir algo.
- ¿Quieres mucho a Franz, no es así?
Aquella pregunta era directa, tan inofensiva en su apariencia, que por un instante pensé que estaba dando demasiada importancia a aquella conversación. Baje los ojos por unos instantes, pero después mire serenamente a Gadner.
- Sí, lo aprecio mucho, creo que cualquiera que lo conozca tendría similares sentimientos.
- Al parecer Franz también siente igual... “aprecio” por ti. Eso me parece tan extraño, ¿realmente eres tan especial como él cree?
- No hay nada especial en mí como ve.
- Quizá el te vea como un amigo, pero tú... cómo lo ves tú.
Mis mejillas se tiñeron súbitamente de rojo. Mi temperamento apasionado a menudo es más fuerte que yo, ahora era inútil todo retroceso, nuevamente mi vehemencia me había perdido.
- No entiendo bien su pregunta.
La mujer bajo la voz y se inclino ligeramente hacía mi, me hablaba en un cuchicheo febril, como si deseara hacerme añicos con sus palabras.
- Escúchame bien, soy muy buena en lo que hago y desde hace mucho vengo dándole vueltas a ese asunto entre Franz y tú; pero solo ahora empiezo a verlo claramente.
Sentía deseos de golpearla, me levante furioso y le di la espalda alejándome rápidamente.
- ¡Espera, espera!, o tal vez no te importa llamar la atención, piénsalo, tú perderías más que yo. Ven, vamos a otro sitio más tranquilo, la gente esta empezando a mirarnos.
Mire a mi alrededor y efectivamente encontré algunas miradas puestas en nosotros, sonreí levemente como disculpándome y salí tras Stella.
Finalmente llegamos a los jardines del hospital, ella se sentó en una de las banquetas y con un gesto me invitó a que hiciera lo mismo.
- Dígame, ¿usted tiene algún tipo de relación con Franz?, porque de lo contrario no me explico todo esto - le dije fastidiado.
- Hemos salido varias veces, y pienso que podemos formar una buena pareja.
- ¡Solo eso!, ¿ninguna promesa?, ¿ningún compromiso?, la creía más inteligente señorita fiscal.
Me di la vuelta y la deje sentada perdida en sus pensamientos.
Cuando regrese no podía disimular el gesto de disgusto que tenía en el rostro y que no paso inadvertido para Greene.
- Te ha hecho pasar un mal rato ¿verdad?
- No, no es nada.
- A estas alturas crees que puedes engañarme. Esta vez Stella ha excedido todos los límites. Cuando salga de aquí veré la forma de evitar cualquier contacto con ella. ¿Qué te ha dicho?
- Tonterías, es una mujer caprichosa y posesiva. Piensa que puede tomar todo lo que se le antoje, hasta a las personas.
- Mañana me darán de alta, no la quiero cerca de mí. Le pediré a Jackman que me ayude con esto. Iras conmigo a casa ¿cierto?
- No Franz, es mejor que Clare se quede contigo.
- Pero... ¿por qué?, ahora mismo vas a decirme de qué hablaron con Stella.
Se estaba alterando terriblemente y su respiración volvía a ser irregular, cogí una jeringa y le administre un tranquilizante. Me quede a su lado hasta que se durmió. Me senté en una de las sillas y hundí la cabeza entre mis manos, no podía tener a Franz permanentemente sedado, pero sabía que en cuanto despertara volvería a preguntarme sobre el asunto. Si le decía la verdad se alteraría y si no le decía nada igualmente lo haría. Si me iba a casa con Franz, le daría pie a Stella para continuar con sus insinuaciones o quizá hasta llevar las cosas más lejos. Greene me quería a su lado, y yo ansiaba estar con él, pero ya no sabía qué era lo correcto.
Alguien me dijo alguna vez "que nada hay oculto bajo el sol", entonces debía decirle a Franz la verdad y atenerme a las consecuencias. Jamás pensé que aquella decisión pesaría por largo tiempo en mi vida.

4 comentarios:

Marga dijo...

Ese final me inquieta.

¿porqué decirle la verdad le va a pesar largo tiempo en su vida?

Si los dos quieren estar juntos, algo no me cuadra.

Ya me está hartando la Stellita de las narices...

Aixxxx Rosa, mi niña, con lo bonito que está ahora y tiene que aparecer doña toca pelotas a jorobarlo todo. Noooooooo, puñetas!!!

¿Qué secreto tienes guardado bella flor?

Propongo al resto del club de fans (te copié hadita jijijiji) una cruzada contra Stella!!!

Que el vampiro le chupe la sangre coñeeeee...

Rosa, está fantástico el relato, más emoción imposible, además de que falta saber si han detenido al verdadero asesino o a su gemelo.

No tardes corazón, que a este paso el que se parará será el mío...

Besitos preciosa.

Dalia dijo...

ay no, la cosa cuando ya se estaba solucionando, se enreda... eres una maestra del suspenso mi querida Rosa.

un-angel dijo...

Hummm, hoy he creido ver reflejos de tu querido Holmes en nuestro amigo Greene, la forma tan eficiente de llevar la investigación...
Y ESA BRUJA DE LA STELLA, A VER SI VOY A MANDARLE A UN CAPITAN QUE TU Y YO SABEMOS A QUE LE META UN DETECTOR DE PRESENCIA ALIENIGENA POR CIERTO LUGAR RECÓNDITO, PORQUE NO SE PUEDE SER TAN PERRA SIN COLABORACIÓN EXTRATERRESTRE...
Tras esta explosión de justa ira, quedo un poco inquieto, quisiera un final hermoso para Douglas y Greene, ¿podrá ser?...
Lo dicho, apuntado en la cruzada contra la Stellita, Marga.
Un beso a la artista y a todos los fans!!!

El César del Coctel dijo...

MMMMMMMMMM Grgrgrgrgrgrrgr esa Stella me cae mal... es una bruja inoportuna...grgrgrgrgrgrgr todo va bien y ella aparece

Rosita, qué manera de narrar y qué historia... está de lujo...

No lo imaginas... ahora me retiro porqeu debo ir a trabajar por 3 horas, pero con la gran inquietud, suspenso y malestar por esta Stella y lo que nos dijo Tommy al final.... jejeje, he sntido tan cálido al escribir la forma en que Franz llama a su querido Tom.

Hasta prontito