18 enero, 2009

Epílogo

Cuanta razón había tenido mi amigo cuando me dijo que aquella no sería una noche tranquila. Tanto Franz como yo tenemos el sueño ligero, así que despertamos de inmediato cuando escuchamos unos golpes nerviosos en nuestra puerta. Se trataba de Forrester, tenía un gesto de profunda preocupación marcado en el rostro.
- Franz... Raúl ha desaparecido.
Mi compañero dio un respingo, por unos instantes se quedo sin saber qué decir.
- Pero... ¿qué sucedió?, se supone que tú lo cuidabas... por favor discúlpame, no estoy reprochándote nada.
- Y tendrías toda la razón del mundo. No me explico cómo pude quedarme dormido, si algo le ocurre a ese joven mi consciencia no tendrá descanso.
- Tom, ve a despertar a Jackman.
Cuando estuvimos todos reunidos fuimos a la habitación donde había estado Raúl. Las batientes de las ventanas se abrían y cerraban empujadas por el viento, aquel sonido tenía un no sé que de siniestro. Entonces Franz reparo en la cruz puesta sobre el velador, la observó por unos instantes sin tocarla, vi en sus ojos ese brillo que me indicaba que había encontrado alguna pista.
- ¿Por qué se la quito?, me había prometido no hacerlo - dijo acongojado Forrester.
Greene la tomo finalmente en la mano y la guardo en un bolsillo de su pantalón.
- Una razón muy poderosa debe haberle hecho romper su promesa. Sin embargo, la cruz estaba puesta de la forma en que lo estaba por alguna razón.
- ¿Quería decirnos algo? - dijo el capitán Jackman.
- Sí, es muy probable que nos quisiera indicar algo. ¡Vamos!, todos recojan sus cosas, no tenemos tiempo que perder.
Al momento estábamos saliendo a las frías calles. Que distintas me parecían ahora las aceras de Cavendich en comparación con aquella vez en que las recorrí junto a Franz; cuando el aire era cálido y perfumado, no este viento helado y lleno de malos presagios.
Greene se detuvo un instante, parecía desconcertado. El conocía mejor que nadie todos los rincones de la ciudad, pero ahora parecía no saber qué camino tomar.
- Capitán, ¡ayúdeme a pensar!, estoy demasiado alterado. ¿Recuerda algún sitio en particular por la zona?
El capitán se quedó en silencio por unos instantes, profundas arrugas surcaban su frente. Entonces levantó el rostro con un ligero gesto de triunfo.
- ¡El almacén de chatarra!, queda cerca de aquí, pero no se me paso por la cabeza que pudiera esconderse en ese lugar. Todavía es usado por algunos recolectores.
- ¡Vamos para allá! - dijo Franz echando a correr con todos nosotros tras él tratando de igualar su ritmo.
Cuando llegamos el almacén estaba vacío, pero nos basto echar una ojeada para darnos cuentas que había estado ocupado por nuestro enemigo. Greene se inclinó y recogió una cinta brillante del suelo, él y yo nos mirábamos, en ella reconocimos la prenda que llevaba atada al cuello la noche en que lo vimos en la casona Madison.
Franz hizo un gesto de desesperación, todos nos sentíamos descorazonados. ¿Qué había sido de nuestro joven amigo?, ¿por qué se había despojado de la cruz si sabía que era lo único que podía protegerlo del monstruo aquel?
- Vayámonos de aquí, ya está por amanecer. Tenemos toda la mañana hasta antes que el sol se oculte para hallar a Raúl. No nos daremos un minuto de descanso hasta encontrarlo sea en la condición que sea.
Apenas pudo terminar de hablar, se dio la vuelta para emprender el camino de regreso, yo sabía que una profunda emoción lo embargaba. Incluso el racional Forrester no podía disimular su tristeza. Apresure el paso para llegar hasta mi compañero.
- ¡Franz, espera, espera!
- De alguna forma es mi culpa Tom...
- No digas eso.
- ¿Acaso no fui yo quien lo metió en todo este maldito asunto?
- Y el aceptó, como lo hicimos todos. Cada uno de nosotros conocía el peligro al que nos exponíamos, nada nos ocultaste.
Nos apartamos del resto del grupo, entonces Franz busco mi mano y la puso sobre su corazón.
- Sabes que te pertenece, pero ese joven es importante para mí.
- Lo sé, lo sé - le dije juntando mí frente a la suya, sus labios buscaron los míos y nos fundimos en un largo beso; él buscaba consuelo y yo ansiaba dárselo.
Estábamos muy cerca a la casa, cuando divisamos a Raúl de pie en el umbral de la puerta, observando en todas direcciones. Estaba pálido y angustiado, en cuanto nos vio corrió hacía nosotros; abrazo con fuerza a Franz, cogió su rostro entre sus manos y sonrió. Luego se volvió hacía Jackman, Cecil y yo tomándo nuestras manos entre las suyas.
- ¡Están bien!, nunca antes había creído en Dios, pero ahora creo, porque he orado por primera vez y mi ruego ha sido escuchado - sin querer sus ojos húmedos iban una y otra vez a los de Franz.
- Pero... ¿dónde has estado Raúl? - era Forrester quien lo interrogaba.
- He estado en cualquier lugar y en ninguno.
- ¿Quincey te llevó hasta ese almacén, te forzó a ir con él? - seguía insistiendo el bibliotecario, nunca lo había visto tan excitado.
- Sí... en cierta forma si, pero luego yo accedí a ir con él.
- ¿Por qué cometer una locura semejante? - Cecil lo zarandeaba sin darse cuenta.
- Es un ser solitario, tan solitario como yo. Me hablo de los sufrimientos su madre, del horror que sintió cuando comprendió en lo que se había convertido, de la súbita muerte de su padre de la que él se sentía responsable. Reniega de ese destino espantoso al que está condenado.
Franz lo observaba, sus ojos grises parecían querer abrirse paso hasta lo más profundo de los pensamientos del joven.
- ¿Sabes algo más Raúl? - le dijo Franz.
- Nada más, cuando lo deje estaba sentado sobre una improvisada silla, repasando los manuscritos de su madre.
- Vayan a descansar amigos míos, todos necesitamos tomarnos un respiro. Durante el día somos tan libres como él es prisionero.
Cuando nos quedamos a solas, Franz casi se desplomo sobre uno de los sillones.
- No nos dice toda la verdad Tom, algo oculta, y eso me llena de temor. No sé qué hacer, por primera vez en mi carrera, no sé qué hacer. ¿Dónde descansa Quincey ahora?, no puede haber vuelto al almacén. No hay muchos sitios dónde pueda ocultarse, sabe que la luz del sol lo destruiría... ¿dónde, Dios, dónde puede estar? Vamos con Jackman, revisaremos ese mapa mil veces si es necesario.
- Pero Franz, acabamos de separarnos. Dales un respiro.
- Es cierto, yo mismo casi no puedo tenerme en pie. Son más de las siete de la mañana, a las diez llamaremos a los otros y... - se estaba quedado dormido mientras hablaba, traje una manta y lo cubrí, yo me recosté en un sillón cercano al suyo y me quede mirándolo hasta dormirme también.
Me desperté antes de la hora acordada y prepare una merienda sustanciosa; no sabía hasta que momento volveríamos a comer algo. Eran cerca de las diez cuando me acerque para despertarlo.
- ¡Franz, Franz! - lo vi abrir los ojos un instante para luego volver a cerrarlos - qué pasa, ¿te sientes mal?
Se arrebujo en la manta y se incorporo a medias.
- No te ha ocurrido alguna vez que no quisieras levantarte, que te cuesta hasta respirar.
- Lo hallaremos y le daremos finalmente paz. Recuerdas nuestras primeras conversaciones en las que me decías que los sentimientos no pueden obstaculizar la razón. En estos momentos no puedes perder la objetividad.
- Es cierto, si cedo a la desesperación puedo perderlos a todos.
- Ven a comer algo - me hizo un gesto negativo con la cabeza - come algo por favor, este será un largo día.
Se levanto desganado y comió con igual desgano; pero me sentí aliviado de saber que eso lo mantendría por algunas horas.
De inmediato estaba haciendo las llamadas para reunir a todos en la Delegación. No transcurrieron ni veinte minutos cuando ya estaba conduciendo hacía nuestro lugar de encuentro. Llegamos los primeros, a los pocos minutos Forrester y Raúl estaban con nosotros.
- Ahora más que nunca debemos encontrarlo, dos veces lo hemos hallado y dos veces se ha visto obligado a abandonar su guarida, debe estar lleno de ira... y la ira en un ser como él ha de ser terrible, no sabemos de lo que pueda ser capaz. Usará todo su poder para destruirnos.
Escuchábamos hablar a Franz y sabíamos cuan ciertas eran sus palabras.
- Todos vivimos en está ciudad o en sus cercanía, traten de recordar los lugares solitarios o abandonados que puedan servirle de escondite. Marcaremos en el mapa estos lugares y los visitaremos todos; debemos darnos prisa, no tenemos mucho tiempo.
Nunca había sentido una angustia tan honda cuando vi ocultarse el sol, habíamos visitado tantos sitios y desafortunadamente nada encontramos. ¡Otro día perdido!
Franz tenía el ceño fruncido y los puños apretados. Sabía que la impotencia era el sentimiento que ahora prevalecía por encima de cualquier otro.
- Es riesgoso continuar la búsqueda, ahora es él quien tiene ventaja. Desde ayer no ha conseguido su alimento, es muy probable que hoy ataque, ¡pero dónde, a quién!
Estamos cerca de la casa de Clare, Greene se detuvo de pronto.
- Vamos a hacer una breve visita a una buena amiga mía y de Tom, quiero asegurarme de que todo este bien, ustedes adelántense y esperen nuestro regreso, por ningún motivo se separen - sus ojos fijos en los de Raúl eran como dos centellas - ¡por ningún motivo, entendieron!
Greene se quedo clavado en el lugar hasta que se perdieron de vista, solo entonces nos dimos la vuelta rumbo a casa de nuestra amiga. Siempre, aun en las más graves situaciones mi amigo me había hecho participe de sus sentimientos, pero este silencio de ahora era difícil de soportar.
Cuando llegamos Franz hizo sonar el timbre, la puerta no tardo en abrirse, allí estaba nuestra querida Clare, me bastaba ver su dulce mirada para sentirme de alguna forma aliviado; a Franz parecía ocurrirle lo mismo, por unos instantes desapareció de su rostro la tensión y sonrió.
- Que bueno verlos, pasen, pasen, hay alguien que pregunta por ti Franz, me dice que son muy buenos amigos. Es un joven tan agradable, que raro que no supiera nada de él hasta ahora.
La sonrisa de Franz se congelo en sus labios, casi empujo a Clare al entrar. Allí, de pie en medio de la sala estaba Quincey sonriéndonos de una forma que podría parecer encantadora, pero que a mí me resultaba odiosa. Se acercó hasta nosotros y clavó sus azules ojos en los grises de mi amigo, sus miradas hablaban por ellos.
- Es una lástima el tener que privarme de tú compañía mi querido Franz, pero tengo muchas cosas pendientes, y me temo que la noche será muy corta - se volvió hacía Clare y le hizo una reverencia - ha sido un placer conocerla señora Taylor tenga por seguro que volveré a visitarla.
- Cierra la puerta Clare, sin duda mi... "amigo" puede concederme unos minutos.
Franz se mordía los labios hasta hacerse daño. Los ojos de Quincey refulgieron a la vista de la sangre, por un momento pensé que se le iba a echar encima, pero el brillo de la cruz que mi amigo llevaba en el cuello lo hizo retroceder.
- La sangre es la vida, cuídala mucho Franz. No olvides que estoy cerca de todo lo que amas. No me persigas más, no te interpongas entre mi elegido y yo, si te atreves a contrariarme me encargare de que cada minuto de tu vida sea un suplicio.
Su mirada parecía ejercer un efecto pernicioso en mi amigo. Greene no hacía ningún movimiento, no pronunciaba una palabra.
Saque el arma e hice varios disparos, pero había desaparecido. Nuestros amigos debieron escucharlos porque a los pocos minutos estaban junto a nosotros.
- ¿Qué sucedió?, hemos escuchado disparos - nos dijo Jackman entre jadeos.
Greene estaba rígido y extremadamente pálido, la mirada perdida y los labios sangrando, lo tomé de los hombros y lo sacudí con fuerza. Los demás lo observaban llenos de ansiedad esperando a que reaccionara. Lanzó un quejido, sus piernas parecían negarse a sostenerle, antes de caer apoyo sus manos y una rodilla en la acera. Pensé que había llegado al límite de sus fuerzas, pero entonces respiro profundamente y se irguió.
- Es ahora o nunca, si esta vez se nos escapa no habrá descanso para los que amamos - de nuevo se quedo en silencio, pero yo que le conocía bien, sabia que ahora su mente estaba trabajando al máximo - ¡el cementerio Conrad!
Subimos a los autos y nos encaminamos a toda velocidad hasta el cementerio. A Greene no le resulto ningún problema abrir el pesado candado que cerraba el portón. Todos sosteníamos en una mano las armas y en la otra las cruces que centellaban a la luz de la luna.
- ¡No se separen!, por nada de este mundo se separen - nos gritaba Franz mientras avanzábamos por entre antiguos mausoleos y blancas lápidas.
Lo que ocurrió luego no se borrara jamás de mi memoria. De pronto el silencio del lugar fue roto por un gruñido ronco, todo ocurrió como en una pesadilla, la horrenda bestia lanzándose sobre Greene, Raúl poniéndose frente a él y recibiendo el terrible impacto de las garras en su pecho. Disparamos al unísono nuestras armas, escuchamos al animal lanzar un alarido espantoso y caer muerto. Sin dar crédito a nuestros ojos vimos como recuperaba su forma humana y en segundos se iba corrompiendo hasta convertirse en polvo.
Franz estaba arrodillado junto a Raúl, la cabeza del joven descansaba en su regazo. Me acerque y revise sus heridas, levante los ojos hacía mis compañeros sin darles ninguna esperanza.
- Las heridas son mortales. Así lo llevaremos en este momento a urgencias, ya nada... - no pude seguir hablando un sollozo me lo impidió.
Forrester y Jackman también se habían arrodillado al lado de nuestro amigo caído, las lágrimas resbalaban por sus pálidas mejillas.
Raúl abrió por unos instantes los ojos, su último aliento estaba concentrado en Franz "Tom", me llamo sin quitar los ojos de mi amigo, "un beso, solo un beso". Franz me miro con los ojos arrasados en lágrimas, yo asentí, entonces se inclino sobre Raúl y apoyo sus labios en los ya casi sin vida de Raúl. Una sonrisa le ilumino el rostro, y poco a poco, su ya débil respiración fue cesando hasta extinguirse por completo.

Escribo estas últimas líneas con un gran pesar, todavía no es difícil para todos aceptar que nuestro querido amigo ya no este más a nuestro lado. Solo anhelo una cosa, que Franz recuperé la paz y no insista en la errada idea de culparse por la muerte de Raúl. Confió en que la profundidad de mi amor me ayude a borrar todas las sombras de sus hermosos ojos.

Sin darnos cuenta ha llegado la primavera, afuera el sol brilla esplendoroso, las primeras flores empiezan a abrirse y su delicado aroma perfuma el aire. Hoy he visto sonreír a mi amado después de muchos meses, mi mano ha buscado la cruz que ya nunca me abandonará y la he apretado contra mi pecho en señal de gratitud.

Agradecimientos:
A todos mis queridos amigos que capítulo tras capítulo me han acompañado en esta aventura.

Relato basado en la novela de Bram Stoker "Drácula"
Sherlock Holmes de Arthur Conan Doyle.


8 comentarios:

Dalia dijo...

ay que triste final, pero a veces estas historias no pueden terminar de otra manera.

Magistral mi querida amiga, miles de gracias por compartir tus hermosas historias con nosotros.

Arquitecturibe dijo...

lo de triste, bueno, lo tramos en la sangre....
lo de perfecto... bueno, tu lo sabes hacer así y lo compartes....
Pero entonces es cuando me digo "esta Rosita y yo somos los mas idiotas del mundo... hacemos cosas magistrales, perfectas en su medida y en lo justo... y aun asi, no hacemos mas que felicitarnos entre nosotros, sin darnos paso a crecer en un mundo necesitado de nuestro arte..."
Creo que se acerca el tiempo de salir de la oscuridad hermosa... no lo crees así?
besitos desde mi lejana galaxia

Marga dijo...

Ahora que le cogí cariño al vampiro, se muere, jopetas que hartón de llorar ¿será posible que yo llore por la muerte de un vampiro?
Eso sólo lo has conseguido tú Rosa, mi preciosa flor.

No tengo palabras para agradecerte todo el cariño que me consta, has puesto en escribir este relato, todo lo que has compartido es inmenso.

Y totalmente de acuerdo con Darkie, ya es hora de que ustedes dos salgan de la oscuridad...

Besitos

AnCris dijo...

Ahhhhhhhhh, Rosi... esto ha sido un placer de leer... no me cabe más que FELICITARTE y darte las GRACIAS por un relato tan impecable y ameno.

Un beso grandísimo y... ¿con qué otras aventuras traerás a nuestros amigos?

un-angel dijo...

Ah...me ha dado pena este final, en cierto modo me pasó como a Marga, había cogido cariño al vampiro triste que no había podido elegir su destino... pensé que iban a encontrar una solución a gusto de todos y por supuesto no contaba con la muerte de Raul...
No hace falta que te diga lo bien que está, mi querida Rosa, espléndido. Creo que nuestros heroes merecen una vida más larga, ¿ya tienes preparada una nueva aventura?
Un beso muy grande, amiga mia, y siempre agradecido por compartir tu talento con todos nosotros...

El César del Coctel dijo...

Rosita, ¡qué final!

Ninca imaginé a Quincey visitando a Clare... ¿qué le habrá dicho?, ¿qué habrá sentido ella mientras lo tuvo en casa?

Me ha gustado mucho que además de mostrar lo fantásticos que puden ser nuestros héroes, has mostrado lo humanos que son.

No me esperaba la muerte de Raúl, ni la del vampiro... ambos ya eran de mis afectos.

Y sigo insistiendo: no puedes dejarnos sin mas avnturas de nuestros amigos!!!!

Estaré a la espera de las próximas... en el pasado, en su presente o en el futuro... con vampiros o en catástrofes, con pasión y ternura...

Aquí estaré

Gracias
Un besote y un abrazote

Anónimo dijo...

Me ha tomado el amanecer en sus manos leyendo tus historias amiga mia... ahora entiendo muchas cosas d los dos ultimos capitulos...

Bueno... tenias razon es lo mejor que has escrito... y mira que todo lo que escribes esta impregnado de encanto, soltura y belleza

Cha!!!! Debo dormir... nos vemos pronto

yanmaneee dijo...

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