14 enero, 2009

Raúl

Cuando terminamos nuestra conferencia daban las diez de la noche, en realidad sentía recelos de que nuestros compañeros se aventuraran a salir, a pesar de que tenían forma de protegerse, Franz pareció leer mis pensamientos.
- Será mejor que no estemos solos hasta que todo esto termine. ¿Capitán Jackman, tendría inconveniente en que Raúl se quedara en su casa?
- En absoluto, mi esposa es muy buena anfitriona, y a los chicos les da igual... con tal que no invadan su espacio - dijo bromeando.
- Cecil, ¿quieres quedarte con nosotros?, tenemos una habitación extra en la que puedes acomodarte.
- Mi querido amigo, dudó mucho que ese vampiro venga tras de mí, no creo ser muy apetecible desde ningún punto de vista - Franz sonrió ante la observación de el bibliotecario.
Raúl daba golpecitos impacientes con el pie sobre el piso, al parecer no le hacía ninguna gracia ir a quedarse en casa de Jackman.
- ¡Es que no te cansas de dar órdenes!, ¿desde cuándo decides dónde me quedo o no?
Todos lo miramos sorprendidos, no entendíamos aquel repentino malhumor.
- No fue mi intención molestarte, solo lo hago mirando por tu bienestar.
- Puedo cuidarme solo.
Franz no dijo nada más, pero una sombra de preocupación cruzó por sus ojos cuando vimos al joven salir dando un portazo.
- Es tan extraño, no conocía ese lado de su personalidad- dijo Franz pensativo - o será cierto que soy tan impositivo, si es así, por favor disculpen, es algo que no puedo evitar.
- Alguien tiene que estar al frente de cualquier acción que se emprenda, y tú lo haces mejor que cualquiera de nosotros - le dijo el capitán Jackman - voy a alcanzar a ese muchacho y hacerle entender la gravedad de la situación.
- El sabe eso capitán, el problema es que su mente científica se enfrenta a lo inexplicable y se niega a aceptarlo. Pero es mejor que vayamos a buscarlo, su incredulidad puede ser su perdición.
El otoño ya se adueñaba de las calles y un frío intenso nos envolvió cuando salimos. Pero lo que más nos inquieto fue una pesada niebla rodeando la casa y extendiéndose a lo largo de la calle. Un aroma dulce se impregno a nuestras narices, era un olor agradable, tanto que parecía adormecernos.
- ¡Dios, esta aquí y va tras Raúl! - dijo Franz angustiado - todos nos pusimos en guardia, cogimos nuestras armas y nos lanzamos en busca del joven.

Notas de Raúl Thomas:

Desde que salí de la tutela de mis padres, decidí que de allí en adelante yo era dueño de mi destino. Sabía lo que era tocar fondo, de las noches frías en las calles, de las cosas que había hecho y que de solo recordarlas me llenaban de vergüenza.
Fui un alumno destacado en la escuela y después en la universidad, pero también me distinguí por la rebeldía para acatar las reglas, no me agradaba recibir órdenes de nadie, nunca le había confesado esto a Franz en nuestras conversaciones.
Había emprendido aquel viaje con la esperanza de lograr que me amase, sabía que sus preferencias sexuales eran distintas a las mías, pero confiaba en la fuerza de mis sentimientos y porque no decirlo en mis cualidades físicas.
Nunca en mi vida podré olvidar su mirada cuando nos conocimos, en ella no había reproches, ni condenas. Aun resuena en mis oídos lo que me dijo: "Créeme, no quieres esto realmente. Nadie puede querer esto". Franz me había salvado en muchas formas.
El verme de pronto rechazado me dejo abatido, sabía que nadie tenía la culpa, pero a pesar de la simpatía que tenía por Tom, no podía evitar sentir celos de su suerte. Durante todos esos años viví aferrado a una esperanza... ahora, ahora ya no sabía cómo seguir. Mi dolor se transformó en amargura, aguante cuanto pude, pero cuando quiso enviarme con aquel policía como si fuera un inútil mi paciencia llegó a su límite. Además todo eso parecía de locos, sin embargo, allí estaban las pruebas atormentándome... cómo era posible que aquel pelaje no encajara en ninguna de las especies conocidas.
Yo me baso en evidencias para poder creer. Pero ahora estaba trastornado, ¿qué hacía yo llevando un crucifijo encima, y balas bendecidas?, quite de mi cuello la cadena y me la guarde en el bolsillo; al momento sentí un escalofrío recorrer todo mi cuerpo, poco a poco me iba rodeando una niebla espesa y helada. Me estremecí cuando vi surgir de ella un hombre joven, reconocí sus vestiduras se las había oído mencionar tantas veces a Franz, quise buscar en mi saco el arma pero me era imposible hacer ningún movimiento. Su aroma me sumía en un extraño sopor. Sin saber por qué, no deseaba que se alejara de mi lado. Su aliento era cálido sobre mi garganta, sus labios rozándome la piel hasta sentir un leve mordisco. Pero de pronto se aparto, y se quedo observándome de una forma que no alcanzó a definir.
- A ti no te conozco, ¿estas con el hombre aquel de los ojos grises? - me dijo, el tono de su voz era suave y dulce.
- Sí, estoy con él.
- Entonces... ¿quieres destruirme?
- Aquello que hace daño debe ser destruido, como se destruyen las plagas en un sembrío.
- ¿Te parezco una plaga?
Su voz, sus facciones, todo en él era hermoso, cómo podía albergarse maldad en un ser como aquel. Me quede en silencio, no sabía qué responder. Extendí la mano para tocarlo, dudaba de mis ojos, de todos mis sentidos. Su brazo fuerte pero extremadamente frío me recordaba la frialdad de los cadáveres, cuando aquella idea cruzó por mi mente lo solté de inmediato. Pero él tomó mi mano y la puso sobre una de sus mejillas.
- No te alejes, hace tanto tiempo que no siento una calidez como la tuya - había tanta melancolía en su voz, que sentí lástima de su suerte y una profunda tristeza se apodero de mí. Abrí los brazos para acogerlo en ellos, pero me vi interrumpido por alguien que me empujó a un lado. Cuando salí de mi ensueño vi a Franz empuñando una cruz frente a él, retrocedía cubriéndose el rostro como si la vista de aquel objeto le fuera insoportable. De pronto aquellos bellos ojos adquirieron un tono rojo y desapareció frente a mi como si se disolviera en la niebla.
Franz me levantó con cuidado del piso donde había caído desplomado, lo primero que hizo fue abrir el cuello de mi camisa para examinar mi cuello, lo sentí suspirar aliviado. Pero al instante lo vi fruncir el ceño.
- No es nada de cuidado, está vez hemos llegado a tiempo. ¿Dónde esta la cruz que te di?
Nada le respondí solo me abrace a él y empecé a sollozar como si un dolor guardado por años me embargara. Sentía su mano acariciando mi cabeza y mi aflicción aumento porque sabía que Franz nunca sería mío. En pocos minutos estaba rodeado por el resto de mis compañeros, Greene me dejo en manos de Douglas y se fue con los demás en pos de aquel ser.

Me preocupaba aquella persecución, nos enfrentábamos a un ser extraordinariamente peligroso. Tenía a Raúl apoyando su brazo en mis hombros, parecía que en cualquier momento iba a desmayarse, y así ocurrió, tuve que levantarlo en brazos y llevarlo hasta la casa. Subí la calefacción y lo abrigue con una gruesa manta, al poco rato comenzó a reaccionar, había tanta tristeza en su mirada que sentí una opresión en el pecho.
- Quincey... ese es su nombre ¿verdad?
- Sí, ¿por qué lo preguntas?
- Tom, por un momento sentí tanta lástima por él, la forma en que me miraba. No puede ser tan perverso, además, no ha matado a nadie.
- Raúl, ha estado a punto de hacerlo, una de sus últimas víctimas aún no se recupera, su médico y yo abrigamos muy pocas esperanzas de que así sea; sabes bien que ocurrirá si no sobrevive.
- Lo sé, se convertirá en un ser igual a él, entonces... ¿no debemos sentir piedad de Quincey?
- Por piedad a su alma debemos destruirlo.
- Tom... ¿me permites una pregunta personal?
Sabía por dónde iba la cosa y no estaba muy seguro de querer hablar sobre ello, pero asentí para distraerlo de su pena.
- ¿Quieres mucho a Franz?
- ¡Con toda mi vida!
Dos gruesas lágrimas rodaron por sus mejillas, Raúl se apresuró a sacárselas con los dedos.
- Y él te quiere de la misma forma.
Me quede en silencio observándole, en mi se debatían sentimientos encontrados; por un lado sentía pena por el joven, entendía su frustración, sabía cuánto puede doler el amor no correspondido. Pero por otro lo sentía como una amenaza, a pesar de la nobleza demostrada; ya una vez Franz, aunque sea por unos segundos había en cierta forma sucumbido ante él, quién podría asegurar lo que ocurriría con Raúl constantemente a su lado.
La puerta se abrió y vi entrar a Greene con Jackman y Forrester, se veían exhaustos, me apresure a servirles una taza de chocolate caliente que siempre teníamos a mano Franz y yo cuando comenzaba la temporada de otoño. Después de un rato y al calor de la habitación todos parecían más confortados. Mi compañero fue el primero en romper el silencio.
- Nada hemos encontrado, pero casi estoy seguro que su refugio está muy cerca de aquí, conoce nuestros movimientos y eso nos pone en desventaja. Bueno, les guste o no, todos permaneceremos aquí está noche - dijo dirigiendo una rápida mirada a Raúl.
- ¿Qué fue lo que sucedió desde que saliste de aquí?
Raúl se removió un poco entre las mantas, y comenzó su relato, los ojos de Greene y Forrester no se apartaban de los de Raúl. Apenas había terminado de hablar, cuando ya Forrester estaba a su lado examinando cuidadosamente su cuello.
- Son dos ligeras incisiones, apenas si ha rasgado la piel - dijo sin mucho entusiasmo - pero no entiendo por qué se detuvo, nosotros tardamos un poco en llegar hasta ti, en ese tiempo pudo haberte lastimado y sin embargo no lo hizo.
- Quizá fue porque adivino la piedad que sentía por él.
- ¡No, no hay algo más! - dijo Greene golpeando con un puño sobre la mesa.
- Si tú hubieras visto su mirada, la tristeza que había en ella.
- La misma tristeza que lo hizo llevar a una jovencita al borde de la muerte - le dijo Franz con ironía - Tom, ayúdame a traer unas mantas y veamos como acomodamos a nuestros amigos.
Pronto tuvimos a Jackman echado sobre uno de los sillones; Forrester y Raúl ocupaban el cuarto de huéspedes, aunque bien sabíamos que nadie dormiría esa noche. Vi que Greene llamaba a un lado a Cecil y hablaba con él en voz baja. Cuando estuvimos seguros de que todos estaban cómodos mi amigo y yo nos fuimos a nuestra habitación.
Aquel día había transcurrido como en una pesadilla, me arroje sobre la cama tal como estaba y Franz no tardó en acompañarme. Lo estreche entre mis brazos y él me beso dulcemente.
- Por lo menos tendremos unas horas descanso - le dije, acariciando sus cabellos.
- Quisiera que así sea Tom... pero no lo sé, por eso he puesto en guardia a Cecil. El está acostumbrado a velar por muchas horas al igual que yo. Se lo he pedido a él porque entiendo que no te hubiera agradado que me quedara toda la noche a solas con Raúl.
- Ya lo creo que no.
- Vamos a tratar de descansar un poco - lo vi cerrar los ojos hasta quedar dormido.

Notas de Raúl Thomas:

Forrester saco algunas cosas de su maletín y las puso en la cama cercana a la mía. Todo el ritual de aquel hombre me divertía un poco. Lo veía frotar las ventanas con flores de ajo, colgar un crucifijo sobre el respaldar de mi cama y luego poner las armas sobre la mesita de noche. Entonces se acercó a mí y volvió a colgar la cruz en mi cuello.
- Por nada de este mundo te la quites muchacho. Por amor a... tus padres, obedéceme.
- Sí Cecil, no me la quitare, no te preocupes.
Ambos nos acostamos, pero yo podía notar que el bibliotecario no me quitaba la vista de encima. Me daba lástima ver como se esforzaba por luchar con el sueño, sin duda era un hombre fuerte a pesar de su aspecto endeble, pero el día había sido tremendamente agotador para todos.
También yo fui cediendo al cansancio, y caí en un profundo sueño, lo último que recuerdo eran unas motas de polvo danzando a la luz de la luna, estas se arremolinaban hasta ir tomando forma humana.
No podía asegurar si continuaba despierto o dormido, solo sé que una voz hermosa me llamaba por mi nombre una y otra vez; entonces me levanté, fui hasta la ventana y la abrí de par en par. Quincey estaba de nuevo frente a mí con aquellos sus dulces ojos. Me extendió la mano, pero de repente hizo un gesto de repulsa.
- ¡Quítate eso que llevas al cuello!
Mis manos fueron hasta mi cuello, pero las volví a dejar caer a mis costados.
- No lo haré, he dado mi palabra.
- ¿A quién has hecho tal promesa?
- Al hombre que duerme conmigo en la habitación.
- ¡Mientes!, no es por él que llevas eso - me dijo enfurecido, sus ojos refulgían con tal ira que no pude evitar dar un paso atrás.
- Lo haces por amor, sí, por amor al hombre que no me da descanso. ¿Le amas por su belleza?
- Hay mucho más que belleza en él, es el mejor hombre que he conocido, digno del amor de cualquiera.
Lo vi sonreír de una manera odiosa, repare entonces en sus blancos incisivos sobre los rojos labios.
- Y sin embargo, él no te ama - hubiera jurado que había jubilo en sus palabras.
Calle ante la verdad de sus palabras, y agache la cabeza dejando que las lágrimas rodaran por mis mejillas.
- ¿Quieres acompañarme?, no te haré daño, no podría. Pero antes debes quitarte ese objeto - extendió nuevamente su mano hacía mi, entonces yo me quite la pequeña cruz que pendía de mi cuello y la deje sobre un velador, el lado más largo de ella indicaba la dirección por la que nos habíamos marchado.
Debía tener una fuerza extraordinaria porque de repente me vi fuera de la casa. De nuevo sonreía, pero ahora lo hacía de manera tan distinta. Me tomó de la mano y me condujo hasta un antiguo almacén. Todo este tiempo había estado tan cerca a nosotros. El lugar era oscuro y húmedo, pero él se las había arreglado para improvisar una especie de dormitorio, cogió unas mantas y me hizo sentar en ellas.
- Mira a lo que me ha reducido ese hombre - me dijo abarcando con sus brazos todo el lugar. Oh, Raúl, Raúl, he vivido casi un siglo en la más espantosa soledad, los recuerdos de lo único que ame parecen ya tan lejanos. Solo esto me queda de mi madre - me dijo señalando una carpeta de cuero repleta de hojas sueltas, continuo hablando en el mismo tono mezcla de tristeza y rencor - ¿Estas cansado?, ¿quieres escuchar mi historia? - asentí con la cabeza, y entonces comenzó un extraordinario relato. Era en verdad el hijo de Mina Harker como había asegurado Forrester.
Me parecía haber cruzado un umbral vedado para la razón. Era un ser lleno de dolor, pero igualmente de rencor. Odiaba al vampiro que había envenenado la sangre de su madre, pero ahora, esa misma cólera, bien me daba cuenta, la concentraba en una sola persona... en Franz. Recordé la falta de piedad que había tenido con la muchachita aquella de la que me hablo Tom, si algo de bondad había en aquel ser, está no tardaría en desaparecer. Hice un gesto para levantarme, pero una mano de hierro me sujeto.
- ¿Tan pronto te marchas?
- Ya he oído tu historia, en verdad te compadezco, es un destino que no elegiste.
- Regresas a él... a ese hombre que tiene el corazón tan gris como sus ojos. ¡Que sabe él de amar!
- No regreso por él, lo hago por ti, si me echan en falta vendrán a buscarme. ¿Es eso lo que quieres?
- Cuídate de mentirme Raúl - me dijo y había en su voz un tono tan terrible que me estremecí por completo.
Me aleje a toda prisa de allí. Sentí una gran dicha cuando miré al cielo y vi las primeras luces del día pintándose en él. La ventana seguía abierta y entre por ella, pero Forrester no estaba, corrí a la sala, golpee fuertemente la puerta de la habitación de Franz, pero nadie respondía. ¡Ninguno de mis compañeros estaban en la casa!

Penúltimo capítulo

6 comentarios:

Marga dijo...

Y ahora yo me tengo que ir a trabajar sola.

¿Me pongo una cruz?...

Está fantástico Rosa, esto no me lo esperaba, la verdad.

Hasta Quincey me da penita a mí y todo, al fin y al cabo no es más que un ser humano tocado por la desgracia.

¿Acabará Raúl acompañando a Quincey por toda la eternidad?, eso me da un poco de pánico, pero me dan lástima estos muchachos...

Todos están en peligro ¿verdad?

Me apena haber leído "penúltimo capítulo"...

Ahora me voy a trabajar, sola, en un día que encima está más gris que los ojos de Franz, como salga a la calle y me envuelva la niebla...

Socorrooooooo!!!!!!! jajajajaja

Rosa, precioso de verdad, no quisiera que terminara el relato, me sigue sabiendo a poco.

Cuídate de vampiros y lobos preciosa flor.

Te quiero muchooooooo

Besitos

AnCris dijo...

Tengo 4 capítulos por leer, los he subido al MP4 y hoy comenzaré con la lectura... regreso mañana a dejar el comentario correspondiente... se me fue pasando el tiempo y mirá ahora cómo estoy de demorada! desastre... en fin, mañana comentario, PROMETIDO!
Un besote grandísimo!!!

Dalia dijo...

ah esos vampiros tan hermosos y terrible!

un-angel dijo...

Ah...no se, estoy dividido...el vampiro tiene un lado humano que me impide sentir nada malo hacia él a pesar de todo lo sucedido...y Raul ¡es tan vulnerable ahora que tiene su corazón herido!... no sé, no sé, no creo que una solución sea acompañar a Quincey en su tenebrosa existencia para curarse del rechazo de Greene,pero... ¿que solución puedes buscar para contentarnos a todos, incluidos a los protagonistas de tu historia? Te lo has puesto complicado a ti misma, mi Rosa querida,jaja...
Veremos que sale de tu pluma, porque esa será la única verdad posible...
Un beso grande.

El César del Coctel dijo...

Increible, exquisito....mmmm... Rosita, qué capítulo!!!!... me gusta esa mezcla tan compleja y misteriosa de Quincey... un aroma que envuelve y la necesidad de una caricia... ¿será que se enamoró de Raúl?... me gusta mucho, mucho, mucho. Este es un vampiro diferente... exquisito.

Y reitero...jejeje... me gustó mucho la forma en que se ha acercado a Raúl...mmmm

Me entristece pensar que es el penúltimo :( pero se que no es la última historia de Franz y Tommy... porque prometiste que sería una serie, ¿verdad?... no nos dejes sin ellos.

Besos

El César del Coctel dijo...

PD: yo si me dejaría moder el cuello por un vampiro así.... suspiros!!! ¿será que me ha hipnotizado con su aroma?