20 noviembre, 2007

La Historia


Para Maxi

Quizá nunca deberías ayudar demasiado a un corazón solitario, no lo sé...puede que este corazón este tan sediento de cariño y ternura que termine confundiendolo todo, y quede atrapado en sus propias redes de malentendidos.

Hacía poco que había perdido a mi madre, son esos primeros días que no sabes aún en qué mundo gravitas; el dolor es tan profundo y la idea de la perdida se te hace imposible de asimilar. La comida, las palabras de los amigos, las salidas... nada, nada tiene sentido. Pueden pasar semanas o meses antes que comprendas que el ser que tanto amaste ya no estará más contigo. Entonces llega el momento de retomar las riendas de tu vida, te das cuenta que no puedes seguir arrastrándote por la casa en pijamas, con el cabello sin arreglar, con los ojos enrojecidos. Te das cuenta que el mundo continua allá afuera y que los amigos y la familia siguen con sus vidas y que también tu debes continuar con la tuya... entonces es el tiempo de besar su fotografía, estrecharla fuerte contra tu pecho y decirle: ¡hasta pronto!
Sales a la calle y pareces un espectro, y tienes que soportar que te digan mil cosas que no quieres escuchar y que no te saben a nada; y oir de lo delgada y demacrada que estas.... y que debes retomar el trabajo, que ya verás como te distraes. Y tú asintiendo a todo, cuando lo único que quisieras es correr a la casa y zambullirte entre las cobijas de la cama y no salir nunca más.
Daniel era un amigo de mi hermana, nunca había tenido oportunidad de charlar con él; siempre llegaba y salian, si por ahí me topaba con él lo saludaba casi sin levantar la vista, es que era tan atractivo que me intimidaba.... oh, ese es un problema mío con los hombres guapos... ¡me asustan!, las palabras se me atragantan, las manos me empiezan a sudar, así que mi mejor salida es un saludo rápido y a volar. Será que tiendo a mirar con demasiada profundidad, todo lo bello me desarma, y de pronto termino incomodando a las personas.
Desde que murió mi madre Daniel comenzó a visitar la casa con frecuencia, era terrible encontrarmelo en la sala cuando bajaba arrastrando mis pantuflas para beber algo de leche en la cocina. Lo miraba espantada, volaba a la cocina me servía al vuelo el vaso y corría escaleras arriba. Uno de aquellos días, Daniel se planto frente a la escalera, sus ojos verdes me miraban entre asombrados y serios.

- Dime Elisa, pero dime la verdad.... Mi presencia te incomoda de alguna forma?, porque si es así te prometo que no regresare más por aquí.
- No, no, para nada. Es que hoy ha sido un día difícil eso es todo.
- Vamos, sabes que eso no es cierto, no es la primera vez que actuas así conmigo. Dime la verdad.
- Bueno... tú eres el novio de mi hermana ¿verdad?, no veo por qué tenemos que ser amigos
- Yo no soy novio de Mariela, somos amigos, muy buenos amigos.
- Ya, claro, salen todos los días, te quedas con ella en su habitación hasta muy tarde... y quieres que crea que solo son amigos. Pero bueno, a qué viene todo esto, a mí qué me importa si son novios o no, allá ustedes.

Lo hice a un lado de un empujón y subi de prisa las escaleras, en verdad debía reconocer que Daniel me turbaba, no podía explicar la razón... había algo más aparte de su agradable rostro. Era el muchacho más gentil con el que mi hermana había salido, recuerdo que a mi madre le agradaba mucho; solían tener charlas muy amenas en la cocina, incluso cuando Mariela no estaba. Mamá se volvió una mujer callada y triste desde que ella y mi padre se separaron y pocas veces la escuchaba reír, pero con Daniel era distinto; el sonido de su risa me llegaba hasta la habitación y yo abrazada a la almohada sonreía.
Ahora podía recordar los ojos hinchados y enrojecidos de Daniel en el velatorio, y después en el funeral; me dí cuenta que quería sinceramente a mi madre y aquello me hacía sentir una gran simpatía por él. Por eso cuando me dí cuenta de lo grosera que había sido, baje a buscarlo pero el ya no estaba.
El otoño llego de prisa, los meses pasaron sin darnos casí cuenta, Mariela debía regresar a la universidad; la pobre quería dejar de estudiar un tiempo para no dejarme sola en la casa, pero yo me negue por completo. Mi padre nos pasaba una mensualidad bastante generosa, la casa era nuestra y además yo tenía un buen empleo. Al menos economicamente todo estaba bien. Tuve que hacerle mil promesas a Mariela para que finalmente accediera a marcharse; debía conectarme a diario al MSN, llamarla todas las semanas, visitar a la familia... creo que encargo a la mitad de ella que viera por mí.
Cuando fuimos a despedirla a la estación del autubús muchos de los tíos y primos estaban allí, y claro, Daniel en primera fila. Al despedirse se abrazaron fuertemente y me pareció que ella le susurraba algo al oído, el asintió y le acarició el cabello con ternura. Los tíos insistieron tanto, todos querían que me fuera a pasar una temporada con ellos; pero en verdad lo único que ansiaba era regresar a casa... ¡mi casa! Finalmente la familia desistió de adoptarme y pude verme libre, me fui hasta mi auto... de pronto me volví sobresaltada alguien estaba detrás mío.

- ¡Daniel, por Dios!, que susto me has dado, qué haces aquí.
- Y... pense que podía acompañarte hasta tú casa.
- Ay no, me he librado de los tíos a duras penas, no empieces tu también a cuidarme como si fuera una nena.
- No, yo no pienso cuidarte, es un poco tarde y solo quiero que me acerques un poco a casa.
- Bien, sube.

El viaje trancurrió silencioso, extraño en el, Daniel no dijo más de tres palabras. Veía su frente apoyada sobre la luna y la mirada perdida, estaba abatido, no recordaba haberlo visto así desde que mi madre murió. Vivía a unas cuadras de mi casa, sabía por Mariela que vivía solo; no sabía más, y mi hermana tampoco me había contado mucho. Es extraño saber de alguién y a la vez no saber nada, ella se la pasaba hablando de Dan; de lo inteligente que era, de lo desinteresado, de lo sensible, de lo generoso... pero nunca nada demasiado personal. No sabía nada de sus padres, ni si tenía hermanos o no, ni de dónde era, eso jamás lo mencionó Mariela.
El destino tiene caminos extraños, dos líneas pueden ir paralelas, puede parecer imposible que en algún momento estas puedan cruzarse... y sin embargo, allí esta el destino torciendo caminos, cruzando sendas.

Habían transcurrido unos tres días desde la última vez que nos vimos con Dan, había terminado la charla de rigor con Mari. Senti deseos de ir a la habitación de mamá... que diferente estaba, cerre los ojos y trate de recordarla como era antes, cuando ella vivía. Todo siempre estaba limpio y ordenado, su cama tendida sin una sola arruga, sus frascos de cósmeticos siempre relucientes, su colcha rosa... ah, esa era su favorita, cuantas veces me había acurrucado en ella entre sus brazos. Ahora el cuarto estaba limpio y vacio, tan vacio como se había quedado mi corazón desde que ella ya no estaba. Al rincón de la habitación quedaba una última caja, parece que alguién olvido llevarla; allí estaban revueltas muchas cosas inútiles y viejas, pero en el fondo había un pequeño libro, era aquel libro de poemas que a mamá tanto le gustaban. Lo tome y empece a repasar sus gastadas hojas, de pronto algo cayo de entre las hojas, era una fotografía... allí estaban abrazados y sonrientes mis padres. Jóvenes, despreocupados, llenos de sueños y esperanzas. Entonces entendí que mi madre jamás había dejado de amarlo, comprendí sus silencios, sus pocas ganas de reír, sus ojeras de las mañanas...¡madre, como te comprendí aquella noche!. Las lágrimas comenzaron a rodar por mi rostro y llore mucho por ella, por todo el dolor que había tenido que silenciar para no preocuparnos a Mariela y a mí. LLore hasta quedarme sin lágrimas, hasta que el pecho me dolió como si se fuera a romper en mil pedazos... de pronto el sonido del tiembre me saco de mi tristeza. ¿Quién podía ser a aquella hora?, fingi no escuchar, no deseaba ver ni hablar con nadie, pero la persona de afuera no parecía dispuesta a marcharse; me limpie un poco el rostro y baje, escudriñe por la mirilla al inoportuno visitante: que resulto ser Dan.

- Dan...¿qué haces aquí?, es un poco tarde y la verdad... no tengo deseos de hablar con nadie, yo creo que es mejor que...

Calle sorprendida Dan estaba llorando, las lágrimas no cesaban de correr por su pálidas mejillas.

- Dios, Dan ¿qué tienes?
- Quizá tu no sientas deseos de ver a nadie, pero Elisa, no me eches, no está noche... sí no quieres hablar no hables, pero dejáme quedarme contigo, yo, yo estoy muy mal, sí me quedo solo temo hacer alguna tontería. ¡Por favor, por favor!

Continuara...


All of these lines across my face
Tell you the story of who I am
So many stories of where I've been
And how I got to where I am
But these stories don't mean anything.
When you've got no one to tell them to
It's true...I was made for you.

I climbed across the mountain tops
Swam all across the ocean blue
I crossed all the lines and I broke all the rules
But baby I broke them all for you.
Because even when I was flat broke
You made me feel like a million bucks
You do I was made for you.

You see the smile that's on my mouth
It's hiding the words that don't come out
And all of my friends who think that I'm blessed
They don't know my head is a mess.
No, they don't know who I really am
And they don't know what
I've been through like you do
And I was made for you...

All of these lines across my face
Tell you the story of who I am
So many stories of where I've been
And how I got to where I am
But these stories don't mean anything
When you've got no one to tell them to
It's true...I was made for you

Esta es la canción que inspiro esta historia

http://www.youtube.com/watch?v=xq-ZmAYLeB8

18 noviembre, 2007

¿Satisfacción...o Insatisfacción?


Para Pe-jota

"Cada cual debe decidir si es mejor llevar una vida breve pero intensa o larga y rutinaria"

R. W. Fassbinde

Rutina, te quiero tomar a la ligera, hacer de tí una broma... pero me abrazas y me afixias y me matas los sueños.

Y no encuentro satisfacción alguna en lo que hago. El trabajo es una manera de sobrevivir, porque si no trabajas no existes; y no hay dinero para pagar la comida, el seguro, el internet, el alimento de los mininos... trato y trato de buscar algo distinto en el día a día de no hacer siempre las mismas cosas . Pero resulta difícil porque las funciones de una asistente administrativa no ofrecen muchas alternativas para desplegar la imaginación, porque estas supeditada a lo que otra persona piense y decida y por mucho que quieras cambiar las cosas, allí esta la pared con la que siempre te estrellas. Y al regresar a casa la misma monotonía que parece pegada a tus talones. A encender la televisión un rato y engancharte con alguna buena serie... pero llega la propaganda queriéndo hacerte creer que tal detergente dejará tu ropa como nueva; o que tal queso sabe a gloria o que aquel es el auto que te cambiara la vida. Y de nuevo esa sensación de insatisfacción. Porque no es eso lo que quieres. Y de nuevo te preguntas ¿qué hago aquí?.

Y sueñas y suspiras pero a nadie le importa. Y vives esperándo... como dice una canción a esa persona "no es perfecto, más se acerca a lo que yo simplemente soñe" pero la llamada nunca llega, la sonrisa nunca aparece, los ojos nunca te miran y el amor siempre se queda sentado en alguna esquina, sin acertar llegar a tu puerta... y la insatisfacción de nuevo.

Y me doy cuenta que la vida tiene que tener un objetivo, una razón. Hay quienes se comprometen con una causa; hay quienes viven para componer, para pintar, para escribir; hay quienes luchan por sus hijos, por quienes aman; quienes consagran su vida a los demás, en un hospital, en un orfanato, en un asilo. O viven la vida de un tirón... agotan todos los días en uno, beben de un trago lo que otros beben a sorbos, pero viven... para no sentir esta insatisfacción.

Y lo intento, y lo intento, pero no puedo obtener ninguna satisfacción.... y las historias que escribo que solo unos pocos leeran y de nuevo me pregunto, ¿soy tan mala o aburrida? y no sé, y no sé qué responder. Y el corazón se me desborda en cada letra y sin embargo no consigo acertar.

Pero a pesar de todo. Al anochecer, cuando todos duermen y el silencio me acompaña, me siento frente al computador y escribo mientras escucho alguna de mis piezas favoritas.... o visito la casa de los amigos, o me pongo a rebuscar en mi videoteca y veo por enésima vez una película, o leo un libro que ya leí unas tres o cuatro veces... pero en el que siempre encuentro algo nuevo al posar mis ojos entre sus líneas. Entonces, entonces si me siento satisfecha...soy un poco como: "El muchacho que llego de ninguna parte", está realidad no la siento como mía. Prefiero la realidad de vuestras historias, de mis libros, de mis películas.

Hey hey, hey, eso es lo que digo: Entonces me siento satisfecha.

I can't get no satisfaction,
I can't get no satisfaction.
'Cause I try and I try and I try and I try.
I can't get no, I can't get no.

When I'm drivin' in my car
and that man comes on the radio
and he's tellin' me more and more
about some useless information
supposed to fire my imagination.

I can't get no, oh no no no.
Hey hey hey, that's what I say.
I can't get no satisfaction, I can't get no satisfaction.
'Cause I try and I try and I try and I try.
I can't get no, I can't get no.

When I'm watchin' my TV
and that man comes on to tell me
how white my shirts can be.
Well he can't be a man 'cause he doesn't smoke
the same cigarrettes as me.
I can't get no, oh no no no.
Hey hey hey, that's what I say.

I can't get no satisfaction,
I can't get no girl with action.
'Cause I try and I try and I try and I try.
I can't get no, I can't get no.

When I'm ridin' round the world
and I'm doin' this and I'm signing that
and I'm tryin' to make some girl
who tells me baby better come back later next week
'cause you see I'm on losing streak.
I can't get no, oh no no no.
Hey hey hey, that's what I say.

I can't get no, I can't get no,
I can't get no satisfaction, no satisfaction, no satisfaction, no satisfaction.

http://www.youtube.com/watch?v=XTdLS1s2z9U

El puente de los suspiros


Para Pon

Barranco es uno de los distritos más queridos por mí. Su reposada belleza; sus casonas antiguas, donde el tiempo parece haberse detenido y sobretodo su puente.
Construido en 1876 e inaugurado el 14 de febrero durante el gobierno del alcalde Enrique García Monterroso; su construcción fue una necesidad primordial para unir los extremos de la quebrada y permitir el paso de las riberas de la calle Ayacucho y la Ermita. Soportó la Guerra de Pacífico y fue testigo de la destrucción de Barranco, el 14 de enero 1881, fecha en la que tropas chilenas incendian la ciudad destruyendo parte del templo de la Ermita y el Puente, por lo que se procedió a su reconstrucción, siendo reparado varias veces.
Hubo un tiempo, a fines del siglo XIX, en el que existían en el aquel joven distrito más de cien molinos de viento; por lo que empezó a ser conocido como La Ciudad de los Molinos, gracias al poeta y periodista Pedro Paz Soldán y Unanue. Algunos eran de madera y otros de metal, la finalidad de los mismos era la de extraer el agua subterránea que alimentaba los muchos manantiales que formaban las cascadas que luego descienden hasta la playa. Aquellos molinos le daban a Barranco un aspecto singular: sobre las torres giraban las grandes ruedas con sus aspas rojas, dándoles un aspecto maravilloso. Por desgracia, ya no existen más aquellos molinos.
Barranco es el único distrito de Lima que tiene a lo largo de toda su extensión miradores y malecones naturales que ofrecen una vista bellísima al caer el sol.
Amplias escaleras en medio de estos jardines nos conducen al Puente de los Suspiros; que cruza la Bajada de los Baños para deleite de las parejas y de los visitantes. Es tal su encanto que inspiro a nuestra Chabuca a componerle un hermoso vals. Son muchas las historias que se cuenta de quién es el poeta a quién Chabuca canta; a continuación les narró la que quizá se acerca más a la verdad.


Chabuca y el Poeta


Cesar Calvo (poeta y periodista peruano), amigo y confidente de Granda, en diversas entrevistas, reafirmaba el gran aprecio que tenía a esta maravillosa compositora. En la entrevista realizada por Domingo Tamariz Lucar, comenta una de las más importantes anécdotas sobre la historia de esta canción dedicada al Puente de los suspiros:

“La conocí en casa de Mané Checa Solari. Había una reunión. Creo que estaba Szyszlo (Pintor), creo que estaba Blanca Varela (poetisa), César Durand (periodista). Y entonces estaba Chabuca Granda, guapísima, muy hermosa, sería el año 61. Entonces yo me acerqué intempestivamente y le dije: Señora, yo me llamo César Calvo. Me miró medio desconcertada, como preguntando ¿Qué?, y yo le dije, sabe, quiero que me disculpe una cosa, yo soy mitómano de profesión. Entonces me miró con terror. Yo ando diciendo que la canción Puente de los Suspiros, que usted acaba de dar a conocer me la dedicó a mí; que yo soy el poeta ahí que la espera en el puente. Yo en esa época vivía en el puente de los suspiros, en la bajada en el 363. Chabuca estaba asustada. Yo quiero pedirle un favor, no me desmienta cuando le pregunten. Y ahí empezó la amistad…”

Cuenta también de la relación amorosa que se venía dando entre estos dos artistas pero que fue interrumpida por Chabuca al darse cuenta que con César iba a ser una pérdida de tiempo lo del romance: “Me rechazó. Nunca lo aceptó, me dijo que prefería mil veces ser mi amiga toda la vida y no ser mi amor eterno solo un día”- señaló Calvo.

Dice la tradición que cuando uno lo atraviesa por primera vez y sin respirar se le cumple el deseo que pida. Es una pena que desconociera está tradición la primera vez que lo cruce. Solo sé que me quede para siempre prendada de el.
Aquí la letra de la canción en donde Chabuca le canta a ese puente misterioso entre bajada de baños y murmullos. Esta gran compositora supo atrapar en unos versos acompañada de su guitarra una de las más recordadas melodías de nuestro repertorio musical.


Puentecito escondido
entre follajes y entre añoranzas,
puentecito tendido
sobre la herida de una quebrada.
Retoñan pensamientos tus maderos,
se aferra el corazón a tus balaustres.

Puentecito dormido
y entre el murmullo de la querencia,
abrazado a recuerdos,
barrancos y escalinatas.
Puente de los Suspiros,
quiero que guardes,
en tu grato silencio,
mi confidencia.

Es mi puente un poeta que me espera,
con su quieta madera,
cada tarde,
y suspira y suspiro,
me recibe y lo dejo,
solo sobre su herida, su quebrada,
y las viejas consejas van contando
de la injusta distancia de la amante,
sus arrestos vencidos,
vencidos por los ficus,
de enterradas raíces, en su amada.


Fuentes: Atlas Regional del Perú - El Popular
Wikipedia

15 noviembre, 2007

El muchacho que vino de ningún lado

Para Cristina




Un sobre lacrado, una soledad insondable, una luz enceguecedora, unas piernas que apenas me sostenían. Así me encontré un día en Nuremberg; la gente se amontonaba a mi alrededor, me hablaban y yo quería responderles pero solo salían de mi boca sonidos ininteligibles. Un hombre se acerco a mi lado, yo lo mire asustado y solo atine a alargarle el sobre, el hombre lo abrió y proclamo a la pequeña muchedumbre mi nombre.
Oh, que amarga fue mi existencia desde entonces, paseado por todas partes, de nuevo en una jaula, exhibido como un animal. Yo nada sabía de educación y me alimentaba y hacía mis necesidades frente a las gentes que me observaban divertidas, sin ninguna compasión de mi deplorable condición. Mi cautiverio se había hecho aún más intolerable, de la soledad había pasado al tumulto y a la burla. Y así hubiera continuado hasta que un médico determinó que mis facultades mentales estaban intactas, por lo tanto era apto para aprender. Mi condición se debía a la crueldad de haber sido separado del resto de mis semejantes y privado de toda forma de aprendizaje y comunicación
Cuando finalmente pude hablar, fue entonces que pude relatar a las gentes que me rodeaban mi extraño destino. Jamás comprendí porque había sido arrancado del mundo de los hombres y confinado a un universo de encierro y silencio; a una celda cuyas dimensiones fueron buenas mientras que a mi cuerpo de tres años le permitía moverse a sus anchas, pero conforme mis miembros se fueron alargando la celda resulto demasiado pequeña y ya no podía ponerme en pie... fue así hasta que cumplí los diecisiete años.
Las gentes me asediaban de preguntas y yo me sentía mareado y confuso, les dije que recordaba que un hombre me llevaba los alimentos consistentes en pan negro y agua. Solía sentir en el agua un sabor extraño que me provocaba somnolencia al despertar me encontraba aseado, el hombre me enseñaba unas palabras y siempre me hacía escribir un nombre una y otra vez hasta que pude hacerlo a la perfección, decía que ese era mi nombre Kaspar Hauser.
Oh, cuanto me alegrado de que el buen profesor Von Feuerbach se encargara de mi instrucción. He realizado grandes avances, en seis semanas he aprendido a leer y a escribir y eso me ha abierto un mundo que jamás imagine vislumbrar.
Aún es para mí difícil a pesar de mis logros llegar a sincronizar sentimientos y palabras; primero afloran los primeros y me inundan... solo unos segundos después soy capaz de expresar una palabra.
Oh cuanto disfruto de la compañía de los jóvenes como yo y de los niños... sobre todo de estos últimos, con ellos inventamos mil juegos y les he fabricado una replica del caballito de madera con el solía jugar y les cuento historias de sus aventuras y ellos ríen y su risa es como el sonido de una pequeña campana.
La presencia de los adultos me turba un poco, nunca sé bien qué decir, siempre me parece que están examinándome y eso me hace sentir agobiado. Entonces me refugio en el campo, y me tiendo en pasto suave con el rostro al sol y las nubes paseando ante mis ojos. Y dejo que el viento acaricie mi cuerpo, me agrada escuchar su murmullo entre las hojas de los árboles, es un lenguaje que me parece comprender, como comprendo las palabras de las piedrecillas arrastradas por el río.
Y pienso que es allí donde pertenezco; dicen que soy un noble, pero yo no quiero muebles de terciopelo, ni camas mullidas, ni cortinajes dorados, ni reverencias. Yo solo quiero la libertad, la libertad de la naturaleza; ninguna seda rivaliza con las flores al llegar la primavera; ni ningún manjar se compara a las frutas silvestres.
Hoy después de salir de la iglesia he querido pasear, un hombre me ha seguido y me he estremecido... su rostro me parece un mal augurio, me ha entregado unos papeles y me ha dicho que en ellos está el nombre de mi madre. Me he apresurado en abrirlos, pero de pronto he sentido un dolor agudo en el pecho, me he llevado la mano hasta el y he visto el mango de un puñal hundido hasta el fondo y la sangre manando a borbotones.
Los ojos se me cierran, un adormecimiento se apodera de mí, tengo frío. Pero saben, no tengo miedo. Esta realidad nunca fue mi realidad, estoy tendido sobre la hierba que tanto amo mirando el cielo y me duermo con el azul grabado en los ojos.

"Pero lo más humano de todo es comprender que si bien, lo que sea la realidad no depende de nosotros; lo que la realidad significa resulta competencia, problema y en cierta medida opción nuestra"

Basado en "El enigma de Kaspar Hauser "

14 noviembre, 2007

Brazos de sol

Para Cyllan
Hace rato que estoy sentado frente al ordenador, mirando sin mirar. Veo un cuadro repleto de nombres y cifras, pero para mi, es como si estuvieran escritos en alguna lengua extraña. Y es que no puedo apartarte de mis pensamientos. Ya hace un buen rato que ese informe debería estar en el escritorio del jefe...pero qué puedo hacer no puedo evitar volar hasta tí. Al fin cierro los ojos con fuerza y me digo: ya esta bueno Alejandro, ahora al trabajo que si no, luego te ganas tu reprimenda... y hoy está demasiado azul el cielo, afuera el sol brilla esplendoroso y en el aire hay un olor a jazmín... no es buen día para levantar la voz, es un día para hablar con palabras amables, para sonreír, así sin motivo.
El informe se escapa de mis manos sin darme cuenta y va a parar a las del jefe (que lo recibe con un gesto hosco y ni siquiera levanta los ojos para mirarme, pobrecillo, el no debe tener una rosa en casa), lo he terminado, y en realidad no alcanzó a entender cómo lo he hecho. Pero ya la tarde me abraza tibia y es hora de marchar al hogar; antes fue mi casa pero desde que llegaste tú es mi hogar y cada día espero las seis para volar a tus brazos y apagar mi sed en ellos.

Me esperas como siempre con tu claro cabello atado, tus libros tirados sobre nuestra pequeña mesa. Y yo me acerco y te doy un beso pequeño, casto, y libero la cascada de tus ondas entre mis manos y hundo mi rostro en su perfume.
Diana, como la diosa cazadora, me atravesaste un día con una de tus certeras flechas, y no me importa porque yo no queria escapar. Mis amigos dicen que me tienes sorbido los sesos, que por ti bebo los vientos y no me importa que lo digan porque nunca nada ha sido tan cierto. Dicen que el amor es solo una palabra ya demasiado usada, que ha perdido el brillo de tanto ir de mano en mano. Y es que no conocen el tintineo de moneda recién acuñada y su deslumbrar de pequeño sol en la palma de la mano.
Y comemos de prisa Diana, porque hay otro hambre más apremiante que saciar. Y tú en medio de la habitación, dejando caer tus prendas poco a poco... y el espacio desaparece y solo existe tú. Tú y tu piel dorada, entonces sacudes tus cabellos que a la luz de la luna parecen trenzados con diamantes. Y el tiempo se detiene en tu cintura pequeña, en la suavidad de tus piernas que recorro despacio... y los susurros se me escapan de los labios; y algún verso olvidado se enreda entre el tiempo y tu pelo. Todos tus espacios son míos y cada espacio mío ya lo has conquistado con solo posar tus manos de paloma. Y sin sentirlo la mañana se anuncia tras las delgadas cortinas, pero antes amanece en tus ojos de trigal.
Y luego caigo rendido de tanto amar, y me recuesto a tu lado, tu te acodas y me miras y me sonríes y yo pienso que el cielo existe. Y tus manos empiezan a narrar su propia historia en mi piel, tus dedos recorren mis cabellos, mis ojos, mis labios, se deslizan como un río por mi pecho sudoroso y se detiene en mi vientre y entonces apoyas tus mejillas de rosa me das un beso que parece el aleteo de una mariposa. Y luego emprendes el camino hasta volver a mi pecho y te duermes, te duermes pegada a mi corazón.

Diana, hoy quería escribirte unos versos, pero se que conoces el lenguaje de mis latidos, ellos hablan por mí.
Las palabras... me saben a poco las palabras, mi ángel de luz, la mañana ha llegado ya y el sol cae sobre nosotros, entre tus brazos y mi pecho.

Hoy me vino la gana, que no las musas
hoy no tengo pretextos ni disculpa para cantarte a ti
para escribirte un verso y descolgarte desde aquí
hasta las ganas de la mañana ya por venir.

Hoy primero del segundo del año
mientras esta mujer rompe el espacio para inventarse al fin
para mirarla toda en el silencio y de perfil
tomo sus manos como escenario para existir.

Y es que no importa que digan
que está trillado
hablar de amor que maldigan
si no han probado
la noche en sus brazos de sol.

Se detiene el reloj sobre nosotros
caen las diez que resbalan por sus hombros y se cuela la luz
que se enreda en tu pelo pero la liberas tú
oro y diamante por un instante de tono azul.


13 noviembre, 2007

Una noche


Para Marga

Tu padre se había mudado al barrio recientemente. Tú parecías una joven diferente, tus modales, tu forma de expresarte, tu forma de vestir; todo en ti delataba a una persona de una refinada educación. Cómo podía haber venido a parar a esta apartada zona de clase media baja alguien como tú. En unas semanas eras la comidilla de todas las viejas del barrio y la envidia de las chiquillas. Eras el centro de atención de todos los muchachos que siempre tenían un motivo para dejarse caer por tú casa. Tu padre era maestro, en realidad era arquitecto, pero había preferido la docencia, la Universidad no quedaba muy lejos de tu casa y aquel educado caballero muy pronto se gano las simpatías de todos los vecinos. Siempre saludaba a todo el mundo y la sonrisa nunca desaparecía de su rostro, además se contaba que era un excelente profesor ameno y didáctico. Y tú no eras muy diferente a él, siempre gentil con todos, aún con los pesados que no pensaban en otra cosa que en llevarte a la cama.

La noticia de que tú padre había sido un hombre adinerado que perdió todo o casi todo, que para el caso viene a ser lo mismo, corrió como reguero de pólvora. Parece que fue víctima de un fraude millonario por parte de alguien en quien el confiaba y ahora se hallaba en esta lamentable situación. Apenas pudo rescatar algunas cosas que los acreedores no pudieron llevarse y algunos ahorros que mantenía para casos de contingencias y que jamás pensó que usaría, le permitieron hacerse de aquella casita y traer consigo unos pocos muebles; el resto había sido rematado. Venías de una clase alta, aquello explicaba tus modales de niña fina.
Pronto se supo también que seguías los pasos de tu padre y habías decidido estudiar la misma carrera; solo que te habías especializado en restauraciones.
De todos aquellos que te visitaban yo me había convertido en tú favorito, será porque era el único que realmente te escuchaba y no me pasaba el tiempo haciéndote torpes insinuaciones; con el paso de los meses también me gane el aprecio de tu padre. Pasábamos agradables tardes, con un vaso de limonada fresca o una taza de chocolate caliente (según fuera la estación) y charlábamos un poco de todo. Me extasiaba escuchándoles hablar de sus viajes, de su finca, de su casa de playa.... pero no hablaban de ello con amargura ni de forma pretenciosa; lo hacían con la naturalidad de quien habla de alegres días.
Tu padre había logrado rescatar a costa de muchos sacrificios un gran piano, era de un tono negro y brillante, parecía el amo de la casa por los mimos que le brindabas. Ocupaba el centro del pequeño salón, soberbio y elegante, como un diamante engarzado en un anillo de latón. Algunas tardes tocabas deliciosas piezas, tu preferido era Chopin, antes nunca me había interesado en la música clásica pero desde que te escuche me instruí en todo ello, sobretodo en tus compositores favoritos. Cuando te sentabas al piano, con tu delgado vestido de gasa (un recuerdo de tiempos pasados) parecías una de aquellas damas antiguas del siglo XVIII; me sonreías y me extasiaba en tus delgadas y pálidas manos recorriendo el teclado y la música se hundía en mi corazón junto con la mirada de tus ojos verdes y tu blanca sonrisa. Decías que tocabas para ambos, tu padre y yo, pero tus atenciones solo eran para mí.
Tu padre no parecía desaprobar nuestra amistad y tú siempre respondías con dulzura y la brillantez de tus ojos de esmeralda a cada avance mío. Pronto no tuve duda de que yo no te era indiferente.

Aún recuerdo aquella tarde, eran fines de febrero. El sol brillaba tibio, resplandecía entre tus rubios cabellos, tú estabas sentada sobre la arena de la playa, estábamos solos; la mayoría de los bañistas se habían retirado ya.... entonces tome tu mano y te mire fijamente a los ojos, los colores se te subieron al rostro, pero no apartaste la mirada y entonces te bese, te bese con ternura, con suavidad... que suaves y dulces eran tus labios mi Helena.
Fueron tres meses de dicha, procurábamos estar a todas horas juntos, y sin embargo jamás habíamos pasado de besos y caricias. Nunca me había sentido así antes con una chica, había algo en ti en que me inspiraba respeto. Yo era feliz con el calor de tus abrazos, con tus mimos de chiquilla, con tus arrebatados besos.
Pero la felicidad es esquiva, tal parece que se esfuerza en envolvernos en sus rosados velos, para después en un girar tranformandolos en negros tules.
Yo tenía que marcharme, habían abierto una sucursal en otro país y yo formaba parte del personal que sería trasladado; hice hasta lo imposible para evitar que me transfirieran pero todo fue inútil.
Fue una noche de junio, el otoño ya se había adueñado de las calles, extendía sus manto gris por las veredas, por las fachadas de las casas, por el cielo, por mi corazón. Tu estabas parada en la salida de pasajeros del aeropuerto con tu padre, me desesperaba no saber cuándo volvería a verte. Te tome entre mis brazos y te bese con fuerza, tu me estrechaste con igual o mayor fuerza, parecías no querer apartarte de mí. En los altavoces del aeropuerto anunciaban mi vuelo y la puerta de ingreso, fue Don Miguel quien te aparto de mi lado.

- Ya, ya Helena...por favor pequeña no hagamos espectáculos.
- Pero papá, yo le amo, le amo, le amo. Algo me dice que no debo dejarlo ir.
- Mi ángel, pero ya veras como pronto estarán juntos de nuevo, ya lo veras.

Recuerdo tu rostro cubierto de lágrimas y tu delicada mano apretando con fuerza tu pañuelo, solté las maletas y te sujete con dulzura por los hombros.

- Helena, sonríe, sonríe para mí. No quiero ver esa carita triste.

Tu hiciste un esfuerzo y te secaste los ojos y sonreíste y entonces todo se iluminó, una luz pareció brotar de ti y me inundó el corazón, me dí la vuelta de prisa o jamás podría marcharme.
¡Helena!, ¡Helena!...por qué me aleje de ti.
Nos escribíamos con frecuencia mensajes; todas las noches nos pasábamos largas veladas charlando por internet. Pasaron unos meses, solo Dios sabe cuantos sacrificios hice, pero finalmente logre reunir el dinero para enviarte el pasaje. La emoción de volver a vernos nos embargaba a los dos, contábamos los días como siglos... dos días, dos días nos separaban apenas. Tú padre accedió a duras penas a dejarte marchar, solo lo hizo con la promesa de que nos casaríamos en cuanto llegáramos y le haríamos llegar el Certificado de Matrimonio y los vídeos y fotos de la boda.
Llegarías el 24 de mayo en el vuelo de las 4:00 p.m; yo estaba en el Paris Charles de Gaulle Airport, el corazón me retumbaba... esperaba escuchar tus pasos menudos... faltaban unos minutos tu vuelo estaba al llegar... pronto te tendría en mis brazos de nuevo, ¡Helena!, mi dulce Helena.
El vuelo llegó puntualmente, te espere ansioso, buscando tu bello rostro entre los pasajeros, pero tu no aparecías.... bajo hasta el último pasajero, las puertas se cerraron y tu no estabas... qué podía haber sucedido...Dónde estabas mi dama, no sabes que solo vivo añorandote, que cada noche te sueño, que pienso en que por fin podremos amarnos hasta la saciedad.
Tú no llegaste, llamé desesperado a la casa de tú padre... nadie contestaba, llame a un amigo muy querido. El me contó todo, Helena jamás llegaría, el día que marchaba para el aeropuerto, mientras tratabas de conseguir un taxi, Don Miguel se había retrasado un poco. Arrastrabas tu maleta mirando al horizonte, y no reparaste en un coche que venía a velocidad. Mi amigo dice que moriste de forma instantánea, que no sentiste ningún dolor, Le ruego a Dios que haya sido así, no soportaría la idea de saber que hubieras sufrido. Colgué el teléfono y me quede en la habitación hasta que oscureció...no sé cuanto tiempo estuve allí, solo recuerdo que me desperté en una habitación de un hospital, mis compañeros de trabajo me habían llevado hasta allí, habían tenido que derribar la puerta.

Regreso a Lima, regreso a mi tierra...París, ya no tengo nada qué hacer aquí. He conseguido que me devuelvan mi antiguo trabajo por las circunstancias en que me vi inmerso. Ahora vivo junto a Don Miguel.... es una sombra de aquel hombre alegre y optimista... creo que yo también soy una especie de espectro. Voy de la casa al trabajo y viceversa. Me consuela cuidar de su padre y creo que a él también le alegra tenerme a su lado.

A menudo me apoyo en el balconcito de madera de mi casa (traje a Miguel conmigo)... y espero oír tus menudos pasos corriendo hacía mí. A veces me parece que estas al llegar....quizá una de estas noches mi Helena...quizá una de estas noches regreses a mí.


La dama de mi amor
no ha llegado aún
la espero con pasión
sé que un día vendrá.

No sabe que yo estoy añorándola
no hay tiempo que no esté
adorándola
qué hacer,
qué ofrecer si rogar,
o implorar porque al fin,
me llegue quiero su amor,
una noche.

El verbo de mi amor
no lo expreso aun
esta sin conjugar
no ha podido hablar.

La noche que soñé
ya la siento aquí
sus pasos percibí
no tardan en llegar.

Que hacer, que ofrecer
si rogar, o implorar
porque al fin,
me llegue quiero su amor,
una noche.

Buen dolido esta tibio
que nunca vio amanecer.
Y en mis manos
una estrella
que solo quiere
mi alma latir.

Que hacer, que ofrecer
si rogar, o implorar
porque al fin,
me llegue
quiero su amor.

Que hacer, que ofrecer
si rogar, o implorar
porque al fin,
me llegue
quiero su amor, una noche.

11 noviembre, 2007

Tu eres mi amor

Para un ángel oscuro

La lluvia caía recia, era una de esas lluvias de otoño que llegan de repente. Yo no había reparado en ti, hasta que nos quedamos frente a frente cobijados al interior de una tienda de videorentas. Sin querer mis ojos se quedaron clavados en ti, tus cabellos castaños se pegaban húmedos a tus sienes, y tus ojos de un tono que no alcanzaba a definir; parecían a medio camino entre el océano y el bosque. Sonreíste y mis ojos bajaron a tus labios sensuales, en verdad eras muy hermosa y por primera vez le dí gracias a Dios por aquella lluvia. Temblabas bajo tus ropas mojadas, no se me ocurrió otra cosa que despojarme de mi abrigo y ponerlo sobre tus frágiles hombros. De nuevo sonreíste, pero esta vez tus ojos se quedaron más tiempo enredados en los míos.

- ¡Que bella mujer!- pensé... que fortuna venir a toparme con ella. Y de pronto me encontré sin saber qué decirle. Fue ella la que rompió el silencio, me tendió una de sus delgadas manos - Hola, mi nombre es Mariana, bueno, Mariana Ardiles... y cuál es el nombre del primer caballero que me encuentro después de mucho tiempo- Aquel halago me supo a gloria, me apresure a tomar su mano y la mantuve entre la mía sin darme cuenta - Disculpa, pero necesito mi mano- Debo haber enrojecido, porque ella se echo a reír y me dio una palmada en el hombro para hacerme entender que bromeaba. - Raúl, me llamo Raúl - Ella entro a la tienda luego de sacudirse un poco el agua y limpiarse los zapatos en el tapete de la entrada - Vamos, a limpiarse esos zapatos, que aquí hay gente que trabaja y no queremos darles más ¿verdad Raúl? Yo asentí embobado mientras me limpiaba las botas a conciencia.
Su silueta la ocultaba mi grueso abrigo, solo podía apreciar que era delgada, pero como me gustaban las castañas ondas de su cabello que se escapaban por el cuello del gabán. La veía fisgonear por todos los pasillos, hasta que se detuvo en la sección de "Dramas", cogió un par de películas y se acerco a la cajera.
- Mira, te gusta la Bullock... y esta otra... la del barco que se hunde.
- El Titanic.
- No, no esa del barco pesquero con Clooney.
- Ah... "La tormenta perfecta"
- ¡Esa misma! ¿Te gustan?
- Bueno, la de Clooney me gusta mucho, pero no sé cuál has alquilado de la Bullock.
- Mmmmm, una con la que lloro siempre.
- Y entonces por qué la alquilas.
- Porque me hace llorar.

No entendía la lógica de las mujeres, y creo que jamás la entenderé, me limite a sonreírle. Pago las películas y miró afuera, la lluvia seguía cayendo tupida.

- ¿Tienes auto?
- No, vengo al trabajo en autobús. El auto lo dejo para los fines de semana.
- ¿Qué te parece si te doy un aventón? ¿Por dónde vives?
- Oh, no te preocupes, estoy a unas cuadras de casa.
- Con mayor razón... sabes, yo estoy muy lejos de casa, vivo por la Molina.
- No creas que soy una aventada, pero no te importaría si me quedo un rato en tu casa hasta que pase este chaparrón. ¿tienes videograbadora?
- Sí, claro que sí.
- Que si me quedo o que si tienes videograbadora.
- Sí a ambas cosas.
Levantaste la chaqueta y la pusiste sobre nuestras cabezas y corrimos hasta tu auto, era un hermoso BMW. Me fije al vuelo en sus finas ropas y me sentí un poco avergonzado de llevar semejante chica a mi modesto departamento. No tardamos en llegar.
Mi departamento estaba en un segundo piso constaba de dos habitaciones, un baño completo, un pequeño salón que hacía las veces de living y comedor y una cocina que era mi orgullo. Adoraba cocinar así que está era la mejor habitación del lugar. No mostraste ningún asombro, entraste como en tu casa, me pediste ir al baño para secarte y cuando saliste eras una nueva mujer. Tú cabello era mucho más oscuro de lo que me había imaginado y tus ojos parecían dos trozos de mar.
- ¿Tienes hambre?
- Sí, mucha... qué tienes
- Lo que quieras
- Vaya, vaya, todo un tesoro, que tal un chocolate caliente con muchos pastelitos. Dónde esta tu videograbadora.

Pasamos una noche encantadora, la risa de aquella muchacha era como si mil delicadas copas de cristal tintinearan a la vez, pero cuando llegaban las escenas tristes, en verdad lloraba.
Su sencillez, su ternura, sus bromas me fueron cautivando poco a poco. Después de aquel día nos volvimos a ver muchas veces, siempre coincidíamos en aquella tienda y de allí nos íbamos a mi departamento. Poco a poco se fue adueñando de mis días; poniendo esa nota de frescura y alegría que tanto me hacían falta; pero sobretodo se fue adueñando de mi corazón, en su sonrisa extinguía todas mis penas, con sus caricias calmaba todos mis males. Y cada noche sentía estremecerse su cuerpo bajo el mío, temblar y gemir a cada arremetida; pero siempre la trataba con dulzura infinita; como algo muy bello que puede romperse si se trata con torpeza.
Pero ella jamás quizo llevarme a su casa, siempre tenía alguna excusa. También empecé a darme cuenta que nunca nos movíamos de aquel lugar, nuestros encuentros no pasaban de los alrededores donde yo vivía. Lo que era una ventaja porque estaba en un conglomerado de fastfood y multicines, así que no me parecía extraño. Hasta que un día me dijo que debía asistir a un cóctel, yo le dije que podía acompañarla, pero ella enrojeció de pronto y me dijo que era imposible... que solo admitían socios.
Y entonces me fui dando cuenta que yo no encajaba en su mundo de BMW, cócteles, de joyas caras que trataba de hacerme creer que eran imitaciones, diseñadores conocidos, sus blusas importadas, su maquillaje y sus perfumes de marcas que yo solo veía en los catálogos.
De pronto poco a poco se fue alejando de mi, ya no nos veíamos con la asuidad de antes. Nuestros encuentros en la videorenta de diarios, se fueron espaciando a dos veces por semana, luego a una... y luego dos o tres veces al mes. Hasta que un día no apareció más.
Enamorado de una diosa... pobre infeliz que recibió un día una llamada. Tú llorabas y sabía que eras sincera, al menos era el sentimiento que en ese instante te embargaba. Me dijiste que ya no podías verme más, que tus padres se iban de viaje a Londres y tu te ibas con ellos.

Me has dejado en pedazos; te has llevado mi corazón mi princesa, mi fe, mi dicha y mi ilusión.

Tu eres mi amor
mi dicha y mi tesoro
mi solo encanto
y mi ilusión.

Tu eres mi amor
mi dicha y mi tesoro
mi solo encanto
y mi ilusión.

Ven a calmar mis males
mujer no seas tan inconstante
no olvides al que sufre y llora
por tu pasión.

Ven a calmar mis males
mujer no seas tan inconstante
no olvides al que sufre y llora
por tu pasión

Yo te daré mi amor mi fe
todas mis ilusiones tuyas son.
Pero tu no olvidaras
al infeliz que te adoro
al pobre ser que un día fue
tu encanto tu mayor anhelo
y tu ilusión.

Ven a calmar mis males
mujer no seas tan inconstante
no olvides al que sufre y llora
por tu pasión.

Yo te daré mi amor mi fe
todas mis ilusiones tuyas son.
Pero tu no olvidaras
al infeliz que te adoro
al pobre ser que un día fue
tu encanto tu mayor anhelo
y tu ilusión

10 noviembre, 2007

¡Quedate!

Para Ana

Que agitados fueron los años ochenta. El terror estaba a la vuelta de la esquina. Los camaradas inundaban las universidades nacionales. Era cosa de todos los día ver pintarrajeadas las paredes de las aulas con consignas subversivas. Las clases eran cada vez mas espaciadas, la universidad era intervenida casi a diario por las fuerzas armadas en busca de terroristas. ¿Acaso se podía estudiar en aquellas circunstancias?
Tú ansiabas un país más justo, donde la riqueza no fuera a manos de unos pocos, donde la miseria no fuera el único destino de los pueblos olvidados y un día aciago te involucraste con todo aquello. Nunca olvidare... cómo olvidar aquel día que te subieron el carro porta tropas y ya no supe más de ti.
Las suelas de mis zapatos se desgastaron haciendo mil indagaciones, nadie me daba razón de ti... te habías esfumado, como si nunca hubieras existido.

El tiempo pasaba y el dolor se fue convirtiendo en un sentimiento extraño, me volví arisca, ya no deseaba que nadie más se acercara a mí y escondí entre ropas sueltas todo rastro de mujer que aún me quedaba... yo solo esperaba que algún milagro te devolviera a mí.
Cinco años después las cosas ya no eran las de antes, las aulas volvían a ser centros de aprendizaje y no de adoctrinamiento. Una mañana de febrero, la recuerdo tan nitidamente. Un joven de barba mal afeitada se tropezó conmigo, mis ojos se levantarón hacía a él y una luz extraña me inundo, el murmuro una disculpa y se alejo presuroso de mi lado. Corrí tras el llamándole - ¡Espera, espera! - pero el siguió su camino sin volverse.
El estaba en la clase de Ingieniería Civil, después de aquel día nos tropezamos mucha veces, hasta que terminamos haciéndonos amigos... su rostro me recordaba a otro tan amado, pero sin embargo estaba tan ajado y enjuto; con un aire de cansancio y tristeza que me convencí que era imposible que fuera mi Ernesto... Ernesto, que dulce pronunciar tu nombre después de tantos años de haberlo hundido en el olvido.
Nuestra amistad se iba estrechando, nos convertimos en inseparables. Yo estudiaba Administración de empresas y habíamos empezado a hacer planes cuando nos recibiéramos, pensábamos montar nuestro pequeño negocio; nuestra carreras se complementaban y nos auguraba un buen futuro.
Su compañía me hacía recordar otros tiempos más felices, por fin sonreía de nuevo. Todo el mundo se daba cuenta de mi cambio. Mi vida amaneció y cada luz de mi universo se encendió.
Cada uno de aquellos cinco largos años de ausencia soñaba que te buscaba, y me parecía oír tu voz llamándome, diciendome que no llorara más, que tu estabas bien. Eran como el murmullo de los ángeles y así me conforme, así sobrevivi a esa pérdida, a no saber que había sido de ti. Si estabas muerto, prisionero en alguna inmunda cárcel, torturado... Esa voz que me consolaba fue mi salvación.
Recuerdo que una tarde sentados en el hermoso parque repleto de fragantes olivos; que extraño era aquello, aquel parque era el que más amábamos Ernesto y yo, entonces nos quedamos mirando fijamente... mis labios sintieron sed de los tuyos y me acerque para besarte pero te separaste de un salto - No Natalia, no, sigamos siendo amigos, es mejor así- yo me ruborice confundida, no entendía tu actitud, estaba casi segura que yo no te era indiferente, te había sentido temblar cuando estaba cerca de ti, entonces... por qué esa negativa.
Nos recibimos había llegado el tiempo de enfrentar la vida, de concretar nuestros sueños. Fuiste mi pareja en la fiesta de graduación, evitabas bailar conmigo las canciones lentas, extrañamente desaparecías. Todo termino al amanecer como un hechizo, me llevaste a casa y nos despedimos, me miraste largo rato y otra vez me asalto esa sensación de que yo conocía esa mirada, sonreíste y te alejaste, dejándome con mi largo vestido azul, tan azul como los ojos de mi Ernesto.
No llamaste ni te comunicaste en semanas , hasta que decidí buscarte en tu pequeña buahardilla. Abriste la puerta desprevenido, ya no podías volver a cerrarla. Era una habitación pequeña pero limpia y ordenada, me hiciste aguardar unos instantes para preparar un café, aproveche para dar una vueltas y de pronto mis ojos repararon en un libro de pastas rojas... era: "Sensatez y sentimientos", el libro de Austen que yo le había regalado a Ernesto hacía tanto tiempo... por qué extraña circunstancia había ido a parar a sus manos.
Cuando regresaste con la bandeja de café, poco falto para que se te cayera de las manos.
- ¿Por qué tienes este libro, dime por qué?
- Es un libro, lo compre hace tiempo.
- Eso no puede ser...
Le mostré la primera hoja donde yo había puesto una dedicatoria para Ernesto.
- Este libro se lo obsequie hace mucho a alguien que ame mucho, por qué lo tienes tú.
- Bueno, es cierto... Ernesto Masias me lo dio hace tiempo... estuvimos presos juntos.
- Y que fue de él, por Dios dime que fue de él.
Francisco trato de esquivarme pero yo lo hale de la delgada camisa, su pecho quedo al descubierto... hondas cicatrices lo marcaban. Me quede horrorizada ante el espectáculo. No porque me produjera repugnancia sino por pensar en el dolor que aquello debió causarle. El se cubrió rápidamente, pero no sin antes de que yo pudiera reparar en un pequeño lunar a un lado de su cintura... ese era el lunar de Ernesto, de mi Ernesto.
- ¿Ernesto, Ernesto... eres tú?

El solo atino a quitarse unos lentes de contacto con que cubría el adorado azul de sus ojos.
- Sí pequeña, sí, soy yo.
- Pero... pero por qué todo esto.
- Estuve preso tres años, cuando me soltaron era un guiñapo de hombre, regrese a casa de mis padres y ellos me cuidaron hasta que me recupere. Luego retome las clases, quería una nueva vida, olvidar todo aquel horror, jamás imagine que te encontraría de nuevo, pensé que te habías mudado con tus tíos de California.
- Pero, por qué no te revelaste a mí, por qué me mentiste.
- Porque tenía miedo, yo ya no era aquel muchacho de dieciocho años que amaste, ahora era un hombre lleno de cicatrices. Minaron mi cuerpo y mi espíritu.
- Y tú crees que eso me hubiera importado...¡quédate a mi lado, no te vayas nunca más , no me dejes como ayer!. La vida ha sido como una larga noche, y ahora es como si el sol nos abrigara de nuevo el corazón. Ya no quiero sentir frío otra vez. Por favor quédate por siempre.
- Si Natalia... ya no más mentiras, soy tuyo como lo he sido por todos estos años, ahora es nuestro tiempo, ya no voy a dejarte sola nunca más. Ya no más noches largas, ya no más el abismo de no tenerte cerca.

Apareciste así
Y fue el destino que nos quiso reunir
Algún camino de otro tiempo más feliz
Te trae de nuevo aquí


Mi vida amaneció y cada luz de mi universo se encendió
En otro rostro me dijiste aquí estoy yo
Y yo te conocí
Y mi vida te ofreci

Quédate, que este tiempo es nuestro
y el amor tiene ganas de volver
Oh, quédate
Hoy no te me vayas como ayer

Te fuiste aquella vez
Y yo en mis sueños;
tantas veces te busqué
Entre los ángeles tu voz imaginé
Así me conformé
Pero ahora te encontré

Quédate, que este tiempo es nuestro
Y el amor tiene ganas de volver
Oh quédate,
No me dejes sola otra vez

Que la noche es larga
Si no estoy contigo
Si otra vez me lanzas al abismo
Si otra vez te vas
Quédate
Por Favor
Por siempre

Quédate, que este tiempo nuevo
Como el sol nos abriga el corazón
Oh quédate, quédate
Que no vuelva el frío en el adiós

Quédate, que este tiempo es nuestro
Y el amor sólo quiere renacer
Oh quédate, quédate
Hoy no te me vayas como ayer
Quédate

Si tu no vuelves

Para Ana del Sur

Aquel día la discusión había sido más terrible que en otras ocasiones; ya estaba cansado de no tenerte casi nunca a mí lado. Si no eran tus lecciones de administración, eran tus charlas de capacitación, tus clases de taebo ; tal vez tu visitas a la casa de tu madre o de alguna amiga... siempre era yo el último trozo del día, el último suspiro de tu agitada vida de exitosa ejecutiva.
No, no amor no eran celos de tus triunfos por el contrario yo me sentía orgulloso de cada uno de tus logros.
Pero al regresar a casa y girar la llave siempre estaba esperándome la obscuridad de nuestro living; arreglado a tú gusto, todo impecable, todo con ese toque minimalista con el que te sientes tan a gusto. Allí estaba tu mesa de centro de alumio y cristal; tu florero repleto de tulipanes; pero además estaba algo más .... la soledad.
Era el camino de siempre a la cocina a navegar en la congeladora buscando tus ordenados paquetes con alimento saludable, unos minutos en el microondas y ya tenía lista la cena.
Mi trabajo era más sencillo, yo tenía una cátedra en la Universidad más importante de la ciudad, era maestro de historia y literatura. Eramos tan diferentes y a la vez tan parecidos.Tú sumergida en tus estados bancarios, en la bolsa de valores, en tus balances y estados financieros; yo hundiendo mis ojos en el pasado, en la poesía, en el estudio de los escritores, yo quería que mis alumnos sintieran la misma pasión que yo por la lectura.
Reddy, que así se llamaba nuestro perro, le pusimos así porque tenía el pelaje negro salpicado de unos mechones entre rubios y rojizos que a veces parecía que había un incendio entre su suave pelo, era mi silenciosa compañía hasta que llegabas tú.
Pero luego llegabas, recuerdo el ruido del motor del auto y después el sonido de tus tacones hasta llegar al umbral de la puerta y la llave girando en la cerradura, entonces la soledad terminaba; la luz llegaba a pesar de ser de noche y tú sonrisa extinguía cualquier molestia; luego venían tus besos y con ellos me reconciliabas con todo... con todos.
Arrojabas todo a un sillón te despojabas de tus zapatos y te ponías una chinelas que siempre tenías a mano, caminabas a la cocina te servías un jugo y si no era muy tarde cenábamos juntos; siempre teminabamos nuestra comida con una copa de vino, ese dulce y suave por el que sentías una gran predilección. Que dichosos eran los días en que dejabas atrás el trabajo y no habrías para nada tú portafolio, entonces nos íbamos a la cama con Reddy siguiéndonos los pasos, veíamos algo de televisión, luego la apagas y me mirabas con una sonrisa pícara.
Aquellas eran unas noches gloriosas cuando veía deslizar tu vestido y poco a poco irte desprendiéndote de cada prenda, sin prisas.... disfrutando de la excitación que provocabas en mí y luego caminabas despacio hasta mis brazos y nos amábamos... nos amábamos con ternura, con furia; como si el tiempo no alcanzara. Tus cabellos suaves rozaban mi rostro, y yo besaba cada parte de tu cuerpo con deleite, hundiendo mi rostro entre tus senos y me adormecía entre ellos, eran mi paraíso, las montañas que nunca me cansaba de escalar. Desde la selva de tu intimidad... subiendo por tu vientre plano para terminar en ellos.
Y allí recostado el mundo se parecía tan sereno, el perfume fresco de tu piel parecía inundarlo todo, trascendía nuestra habitación y se extendía impregnado las veredas, las calles, los parques, las casas vecinas.
Ese desventurado día, nos dijimos cosas terribles. Era el día de nuestro aniversario, ni siquiera lo habías recordado. Recuerdo que te llame a la oficina para recordarte que preparía una cena especial; nada de esas extrañas e insípidas comidas, sino una cena de verdad. Recuerdo tu voz alegre, entusiasmada por la idea. Sabía que fingias que lo recordabas y hasta que me tenías un obsequio, pero el tenerte aquella noche era lo único que importaba. Ya te imaginaba corriendo a la tienda de artículos de caballeros más cercana para comprar algo a la ligera, pero eso carecía de importancia; tus ojos claros, tu largo y suave cabello, tu delgada silueta apretada a la mía, esa era mi dicha. Habíamos fijado la hora para las 9.00 p.m., me prometiste cancelar cualquier cosa que tuvieras pendiente.
Dieron las nueve en el reloj , las diez y luego las once y con esa última campanada algo murió en mí. Sentado frente a la cena fría la rabia se apodero de mí, de un golpe arroje todo al piso y las lágrimas comenzaron a brotar de mi ojos y trazar surcos plateados en mis mejillas.
Llegaste cerca de las doce, traías una caja adornada con un enorme moño; cuando viste el desastre que había hecho en tu alfombra de $500 dólares, en tus caros muebles; tiraste a un lado el regalo y tu sonrisa se borro de tu bello rostro, me dijiste desde bestia hasta imbécil, que era un inútil y que solo servía para tener las narices metidas en los libros, que no tenía aspiraciones; yo te acuse de insensible, de que nada más te importaba más allá de tus ansias de tener más y más dinero, que jamás habías querido tener hijos, que detestabas la maternidad. Para ti ser madre era un estorbo, además de estropear tu figura de largas horas de gimnasio y de atiborrarte de alimentos que a mí me costaba tragar..
Aquella noche te encerraste en la habitación y no abriste la puerta en todo el resto de ella. A la mañana siguiente vi tus maletas sobre la cama. Tú rostro estaba calmado pero en el fondo de tus ojos adivinaba una tristeza que te esforzabas en disimular. Me extendiste las llaves y me dijiste que podía quedarme con el departamento, que ella viviría con una amiga hasta conseguir uno nuevo, solo era cuestión de tiempo.
Reddy corrió a tú lado y se planto frente a ti con una mirada interrogante en sus almendrados ojos, recuerdo que te inclinaste sobre ella y le diste un beso en la frente. Me miraste de nuevo con esa mirada que se me hundía como un cuchillo en el alma... cogiste tus maletas y te diste la vuelta rápidamente no sin que yo pudiera ver unas lágrimas deslizándose por tu rostro de niña.
Pusiste tu equipaje en el auto y volviste a mirarme, ansiaba gritar que no te fueras, que estaba dispuesto a todo... a las largas noches en soledad, a verte afanada sentada sobre la cama con tú computadora portatil, a tus olvidos, a lo poco que salíamos juntos... a todo. Pero las palabras se quedaron atascadas en la garganta... y te deje marchar... ¡Por Dios te deje marchar!
Arrancaste el auto y Reddy lanzó un ladrido que parecía decir lo que yo no podía: ¡quedate!, corrió tras de tu auto no sé cuantas cuadras, hasta detenerse exhausta. Luego volvió a mi lado, se restrego contra mi pierna y lloramos juntos.
Como te hago volver Ana de mi vida, han pasado tres meses. Has cambiado todos tus números, tus amigas no me dan razón de ti... Todo ha perdido sentido, dicto clases como un autómata, regreso a casa más solo que nunca. Me siento con una copa de tu vino favorito agudizando el oído... esperando escuchar tus tacones de nuevo, tu risa cristalina. Ansiando tu cuerpo enredado en el mío.
Sabes, aquella estrella en la que una vez reparaste risueña ha estado más brillante en estos meses. Siento que es un poco nuestra, quizá seas tú que vienes a hacerme compañía. Me suelo sentar con Reddy en el porche, mirando el horizonte... esperando....esperando.

"Si tú no vuelves
se secarán todos los mares
y esperaré sin ti
tapiado al fondo de algún recuerdo.

Si tú no vuelves
mi voluntad se hará pequeña...
Me quedaré aquí
junto a mi perro espiando horizontes.

Si tú no vuelves
no quedarán más que desiertos
y escucharé por si
algún latido le queda a ésta tierra.

Que era tan serena
cuando me querías
había un perfume fresco que yo respiraba
era tan bonita, era así de grande
y no tenía fin...

Y cada noche vendrá una estrella
a hacerme compañía
que te cuente cómo estoy
y sepas lo que hay.
Dime amor, amor, amor
estoy aquí ¿no ves?
Si no vuelves no habrá vida
no sé lo que haré.

Si tú no vuelves
no habrá esperanza ni habrá nada
Caminaré sin ti con mi tristeza bebiendo lluvia


http://www.youtube.com/watch?v=fpj6bCm--xs

08 noviembre, 2007

El desafio II

Como mi unicornio sigue sin aparecer, les lanzo otro desafio. Me encanta escribir y cuando las ideas se resisten a venir a mi mente recurro a los amigos y así, tengo una doble satisfacción. Les puedo regalar lo que les gusta y me brinda el placer inmenso de inventar o recorrer mi gastada biblioteca (que ahora, felizmente, tengo a un metro de distancia).


A ver, el desafio consiste ahora en proponerme una canción, la que les guste especialmente y yo creare una historia en base a ella. Por lo pronto ya tengo un pedido de mi querido DaVinci, "Una balada de otoño" de Serrat; y mi Pon que me pide algo de amor, tragedias y alegrías; así que le regalare "El puente de los suspiros" un vals de Chabuca Granda.


Y ahora mi imaginación y mi corazón estan abiertos para ustedes mis queridos amigos.

Nota: Si desean adquirir el libro "Pequeños poemas a grandes amores", aqui les dejo el link correspondiente:

04 noviembre, 2007

Miau

Para los que se olvidan de dar de comer a los michis, por salir a las carreras. Sin más comentarios...ahí les va el video.



Como habrán notado sigo en mi onda gatuna.

Gracias a Gaby que me envio este video.