10 noviembre, 2007

Si tu no vuelves

Para Ana del Sur

Aquel día la discusión había sido más terrible que en otras ocasiones; ya estaba cansado de no tenerte casi nunca a mí lado. Si no eran tus lecciones de administración, eran tus charlas de capacitación, tus clases de taebo ; tal vez tu visitas a la casa de tu madre o de alguna amiga... siempre era yo el último trozo del día, el último suspiro de tu agitada vida de exitosa ejecutiva.
No, no amor no eran celos de tus triunfos por el contrario yo me sentía orgulloso de cada uno de tus logros.
Pero al regresar a casa y girar la llave siempre estaba esperándome la obscuridad de nuestro living; arreglado a tú gusto, todo impecable, todo con ese toque minimalista con el que te sientes tan a gusto. Allí estaba tu mesa de centro de alumio y cristal; tu florero repleto de tulipanes; pero además estaba algo más .... la soledad.
Era el camino de siempre a la cocina a navegar en la congeladora buscando tus ordenados paquetes con alimento saludable, unos minutos en el microondas y ya tenía lista la cena.
Mi trabajo era más sencillo, yo tenía una cátedra en la Universidad más importante de la ciudad, era maestro de historia y literatura. Eramos tan diferentes y a la vez tan parecidos.Tú sumergida en tus estados bancarios, en la bolsa de valores, en tus balances y estados financieros; yo hundiendo mis ojos en el pasado, en la poesía, en el estudio de los escritores, yo quería que mis alumnos sintieran la misma pasión que yo por la lectura.
Reddy, que así se llamaba nuestro perro, le pusimos así porque tenía el pelaje negro salpicado de unos mechones entre rubios y rojizos que a veces parecía que había un incendio entre su suave pelo, era mi silenciosa compañía hasta que llegabas tú.
Pero luego llegabas, recuerdo el ruido del motor del auto y después el sonido de tus tacones hasta llegar al umbral de la puerta y la llave girando en la cerradura, entonces la soledad terminaba; la luz llegaba a pesar de ser de noche y tú sonrisa extinguía cualquier molestia; luego venían tus besos y con ellos me reconciliabas con todo... con todos.
Arrojabas todo a un sillón te despojabas de tus zapatos y te ponías una chinelas que siempre tenías a mano, caminabas a la cocina te servías un jugo y si no era muy tarde cenábamos juntos; siempre teminabamos nuestra comida con una copa de vino, ese dulce y suave por el que sentías una gran predilección. Que dichosos eran los días en que dejabas atrás el trabajo y no habrías para nada tú portafolio, entonces nos íbamos a la cama con Reddy siguiéndonos los pasos, veíamos algo de televisión, luego la apagas y me mirabas con una sonrisa pícara.
Aquellas eran unas noches gloriosas cuando veía deslizar tu vestido y poco a poco irte desprendiéndote de cada prenda, sin prisas.... disfrutando de la excitación que provocabas en mí y luego caminabas despacio hasta mis brazos y nos amábamos... nos amábamos con ternura, con furia; como si el tiempo no alcanzara. Tus cabellos suaves rozaban mi rostro, y yo besaba cada parte de tu cuerpo con deleite, hundiendo mi rostro entre tus senos y me adormecía entre ellos, eran mi paraíso, las montañas que nunca me cansaba de escalar. Desde la selva de tu intimidad... subiendo por tu vientre plano para terminar en ellos.
Y allí recostado el mundo se parecía tan sereno, el perfume fresco de tu piel parecía inundarlo todo, trascendía nuestra habitación y se extendía impregnado las veredas, las calles, los parques, las casas vecinas.
Ese desventurado día, nos dijimos cosas terribles. Era el día de nuestro aniversario, ni siquiera lo habías recordado. Recuerdo que te llame a la oficina para recordarte que preparía una cena especial; nada de esas extrañas e insípidas comidas, sino una cena de verdad. Recuerdo tu voz alegre, entusiasmada por la idea. Sabía que fingias que lo recordabas y hasta que me tenías un obsequio, pero el tenerte aquella noche era lo único que importaba. Ya te imaginaba corriendo a la tienda de artículos de caballeros más cercana para comprar algo a la ligera, pero eso carecía de importancia; tus ojos claros, tu largo y suave cabello, tu delgada silueta apretada a la mía, esa era mi dicha. Habíamos fijado la hora para las 9.00 p.m., me prometiste cancelar cualquier cosa que tuvieras pendiente.
Dieron las nueve en el reloj , las diez y luego las once y con esa última campanada algo murió en mí. Sentado frente a la cena fría la rabia se apodero de mí, de un golpe arroje todo al piso y las lágrimas comenzaron a brotar de mi ojos y trazar surcos plateados en mis mejillas.
Llegaste cerca de las doce, traías una caja adornada con un enorme moño; cuando viste el desastre que había hecho en tu alfombra de $500 dólares, en tus caros muebles; tiraste a un lado el regalo y tu sonrisa se borro de tu bello rostro, me dijiste desde bestia hasta imbécil, que era un inútil y que solo servía para tener las narices metidas en los libros, que no tenía aspiraciones; yo te acuse de insensible, de que nada más te importaba más allá de tus ansias de tener más y más dinero, que jamás habías querido tener hijos, que detestabas la maternidad. Para ti ser madre era un estorbo, además de estropear tu figura de largas horas de gimnasio y de atiborrarte de alimentos que a mí me costaba tragar..
Aquella noche te encerraste en la habitación y no abriste la puerta en todo el resto de ella. A la mañana siguiente vi tus maletas sobre la cama. Tú rostro estaba calmado pero en el fondo de tus ojos adivinaba una tristeza que te esforzabas en disimular. Me extendiste las llaves y me dijiste que podía quedarme con el departamento, que ella viviría con una amiga hasta conseguir uno nuevo, solo era cuestión de tiempo.
Reddy corrió a tú lado y se planto frente a ti con una mirada interrogante en sus almendrados ojos, recuerdo que te inclinaste sobre ella y le diste un beso en la frente. Me miraste de nuevo con esa mirada que se me hundía como un cuchillo en el alma... cogiste tus maletas y te diste la vuelta rápidamente no sin que yo pudiera ver unas lágrimas deslizándose por tu rostro de niña.
Pusiste tu equipaje en el auto y volviste a mirarme, ansiaba gritar que no te fueras, que estaba dispuesto a todo... a las largas noches en soledad, a verte afanada sentada sobre la cama con tú computadora portatil, a tus olvidos, a lo poco que salíamos juntos... a todo. Pero las palabras se quedaron atascadas en la garganta... y te deje marchar... ¡Por Dios te deje marchar!
Arrancaste el auto y Reddy lanzó un ladrido que parecía decir lo que yo no podía: ¡quedate!, corrió tras de tu auto no sé cuantas cuadras, hasta detenerse exhausta. Luego volvió a mi lado, se restrego contra mi pierna y lloramos juntos.
Como te hago volver Ana de mi vida, han pasado tres meses. Has cambiado todos tus números, tus amigas no me dan razón de ti... Todo ha perdido sentido, dicto clases como un autómata, regreso a casa más solo que nunca. Me siento con una copa de tu vino favorito agudizando el oído... esperando escuchar tus tacones de nuevo, tu risa cristalina. Ansiando tu cuerpo enredado en el mío.
Sabes, aquella estrella en la que una vez reparaste risueña ha estado más brillante en estos meses. Siento que es un poco nuestra, quizá seas tú que vienes a hacerme compañía. Me suelo sentar con Reddy en el porche, mirando el horizonte... esperando....esperando.

"Si tú no vuelves
se secarán todos los mares
y esperaré sin ti
tapiado al fondo de algún recuerdo.

Si tú no vuelves
mi voluntad se hará pequeña...
Me quedaré aquí
junto a mi perro espiando horizontes.

Si tú no vuelves
no quedarán más que desiertos
y escucharé por si
algún latido le queda a ésta tierra.

Que era tan serena
cuando me querías
había un perfume fresco que yo respiraba
era tan bonita, era así de grande
y no tenía fin...

Y cada noche vendrá una estrella
a hacerme compañía
que te cuente cómo estoy
y sepas lo que hay.
Dime amor, amor, amor
estoy aquí ¿no ves?
Si no vuelves no habrá vida
no sé lo que haré.

Si tú no vuelves
no habrá esperanza ni habrá nada
Caminaré sin ti con mi tristeza bebiendo lluvia


http://www.youtube.com/watch?v=fpj6bCm--xs

3 comentarios:

AnCris dijo...

Primero, GRACIAS.
Segundo, me emocionaste, se me han llenado los ojos de lágrimas y tengo un nudo imposible en mi garganta... porque esta canción me conmovió desde la primera vez que la escuché y me produce lo mismo en todas las versiones que la escuché... pero hoy, leyendo una historia que puede ser la historia tras la canción... aaahhhh ha sido encontrarle un nuevo sabor...
Así que en tercer lugar te digo: MARAVILLOSO ROSA, MARAVILLOSO.

Un beso ENORME!

devezencuando dijo...

Me encanta la forma en que desarrollas la historia a partir de un título.

¿Qué puedo decir?...Como siempre, mi admiración y un beso...

Anónimo dijo...

Menos mal que tú si volviste.

Me enganché a tu blog y me gusta haberlo hecho.

Un besote Rosa
(Mountain)