11 noviembre, 2007

Tu eres mi amor

Para un ángel oscuro

La lluvia caía recia, era una de esas lluvias de otoño que llegan de repente. Yo no había reparado en ti, hasta que nos quedamos frente a frente cobijados al interior de una tienda de videorentas. Sin querer mis ojos se quedaron clavados en ti, tus cabellos castaños se pegaban húmedos a tus sienes, y tus ojos de un tono que no alcanzaba a definir; parecían a medio camino entre el océano y el bosque. Sonreíste y mis ojos bajaron a tus labios sensuales, en verdad eras muy hermosa y por primera vez le dí gracias a Dios por aquella lluvia. Temblabas bajo tus ropas mojadas, no se me ocurrió otra cosa que despojarme de mi abrigo y ponerlo sobre tus frágiles hombros. De nuevo sonreíste, pero esta vez tus ojos se quedaron más tiempo enredados en los míos.

- ¡Que bella mujer!- pensé... que fortuna venir a toparme con ella. Y de pronto me encontré sin saber qué decirle. Fue ella la que rompió el silencio, me tendió una de sus delgadas manos - Hola, mi nombre es Mariana, bueno, Mariana Ardiles... y cuál es el nombre del primer caballero que me encuentro después de mucho tiempo- Aquel halago me supo a gloria, me apresure a tomar su mano y la mantuve entre la mía sin darme cuenta - Disculpa, pero necesito mi mano- Debo haber enrojecido, porque ella se echo a reír y me dio una palmada en el hombro para hacerme entender que bromeaba. - Raúl, me llamo Raúl - Ella entro a la tienda luego de sacudirse un poco el agua y limpiarse los zapatos en el tapete de la entrada - Vamos, a limpiarse esos zapatos, que aquí hay gente que trabaja y no queremos darles más ¿verdad Raúl? Yo asentí embobado mientras me limpiaba las botas a conciencia.
Su silueta la ocultaba mi grueso abrigo, solo podía apreciar que era delgada, pero como me gustaban las castañas ondas de su cabello que se escapaban por el cuello del gabán. La veía fisgonear por todos los pasillos, hasta que se detuvo en la sección de "Dramas", cogió un par de películas y se acerco a la cajera.
- Mira, te gusta la Bullock... y esta otra... la del barco que se hunde.
- El Titanic.
- No, no esa del barco pesquero con Clooney.
- Ah... "La tormenta perfecta"
- ¡Esa misma! ¿Te gustan?
- Bueno, la de Clooney me gusta mucho, pero no sé cuál has alquilado de la Bullock.
- Mmmmm, una con la que lloro siempre.
- Y entonces por qué la alquilas.
- Porque me hace llorar.

No entendía la lógica de las mujeres, y creo que jamás la entenderé, me limite a sonreírle. Pago las películas y miró afuera, la lluvia seguía cayendo tupida.

- ¿Tienes auto?
- No, vengo al trabajo en autobús. El auto lo dejo para los fines de semana.
- ¿Qué te parece si te doy un aventón? ¿Por dónde vives?
- Oh, no te preocupes, estoy a unas cuadras de casa.
- Con mayor razón... sabes, yo estoy muy lejos de casa, vivo por la Molina.
- No creas que soy una aventada, pero no te importaría si me quedo un rato en tu casa hasta que pase este chaparrón. ¿tienes videograbadora?
- Sí, claro que sí.
- Que si me quedo o que si tienes videograbadora.
- Sí a ambas cosas.
Levantaste la chaqueta y la pusiste sobre nuestras cabezas y corrimos hasta tu auto, era un hermoso BMW. Me fije al vuelo en sus finas ropas y me sentí un poco avergonzado de llevar semejante chica a mi modesto departamento. No tardamos en llegar.
Mi departamento estaba en un segundo piso constaba de dos habitaciones, un baño completo, un pequeño salón que hacía las veces de living y comedor y una cocina que era mi orgullo. Adoraba cocinar así que está era la mejor habitación del lugar. No mostraste ningún asombro, entraste como en tu casa, me pediste ir al baño para secarte y cuando saliste eras una nueva mujer. Tú cabello era mucho más oscuro de lo que me había imaginado y tus ojos parecían dos trozos de mar.
- ¿Tienes hambre?
- Sí, mucha... qué tienes
- Lo que quieras
- Vaya, vaya, todo un tesoro, que tal un chocolate caliente con muchos pastelitos. Dónde esta tu videograbadora.

Pasamos una noche encantadora, la risa de aquella muchacha era como si mil delicadas copas de cristal tintinearan a la vez, pero cuando llegaban las escenas tristes, en verdad lloraba.
Su sencillez, su ternura, sus bromas me fueron cautivando poco a poco. Después de aquel día nos volvimos a ver muchas veces, siempre coincidíamos en aquella tienda y de allí nos íbamos a mi departamento. Poco a poco se fue adueñando de mis días; poniendo esa nota de frescura y alegría que tanto me hacían falta; pero sobretodo se fue adueñando de mi corazón, en su sonrisa extinguía todas mis penas, con sus caricias calmaba todos mis males. Y cada noche sentía estremecerse su cuerpo bajo el mío, temblar y gemir a cada arremetida; pero siempre la trataba con dulzura infinita; como algo muy bello que puede romperse si se trata con torpeza.
Pero ella jamás quizo llevarme a su casa, siempre tenía alguna excusa. También empecé a darme cuenta que nunca nos movíamos de aquel lugar, nuestros encuentros no pasaban de los alrededores donde yo vivía. Lo que era una ventaja porque estaba en un conglomerado de fastfood y multicines, así que no me parecía extraño. Hasta que un día me dijo que debía asistir a un cóctel, yo le dije que podía acompañarla, pero ella enrojeció de pronto y me dijo que era imposible... que solo admitían socios.
Y entonces me fui dando cuenta que yo no encajaba en su mundo de BMW, cócteles, de joyas caras que trataba de hacerme creer que eran imitaciones, diseñadores conocidos, sus blusas importadas, su maquillaje y sus perfumes de marcas que yo solo veía en los catálogos.
De pronto poco a poco se fue alejando de mi, ya no nos veíamos con la asuidad de antes. Nuestros encuentros en la videorenta de diarios, se fueron espaciando a dos veces por semana, luego a una... y luego dos o tres veces al mes. Hasta que un día no apareció más.
Enamorado de una diosa... pobre infeliz que recibió un día una llamada. Tú llorabas y sabía que eras sincera, al menos era el sentimiento que en ese instante te embargaba. Me dijiste que ya no podías verme más, que tus padres se iban de viaje a Londres y tu te ibas con ellos.

Me has dejado en pedazos; te has llevado mi corazón mi princesa, mi fe, mi dicha y mi ilusión.

Tu eres mi amor
mi dicha y mi tesoro
mi solo encanto
y mi ilusión.

Tu eres mi amor
mi dicha y mi tesoro
mi solo encanto
y mi ilusión.

Ven a calmar mis males
mujer no seas tan inconstante
no olvides al que sufre y llora
por tu pasión.

Ven a calmar mis males
mujer no seas tan inconstante
no olvides al que sufre y llora
por tu pasión

Yo te daré mi amor mi fe
todas mis ilusiones tuyas son.
Pero tu no olvidaras
al infeliz que te adoro
al pobre ser que un día fue
tu encanto tu mayor anhelo
y tu ilusión.

Ven a calmar mis males
mujer no seas tan inconstante
no olvides al que sufre y llora
por tu pasión.

Yo te daré mi amor mi fe
todas mis ilusiones tuyas son.
Pero tu no olvidaras
al infeliz que te adoro
al pobre ser que un día fue
tu encanto tu mayor anhelo
y tu ilusión

8 comentarios:

hermes dijo...

" Yo te daré mi amor, mi fé, todas mis ilusiones tuyas son ..."

Muy hermoso Rosa.

Un besote

Anónimo dijo...

Realmente lindo

Un beso

devezencuando dijo...

Viviendo de ilusiones porque así soy feliz...

Arquitecturibe dijo...

GRACIAS GRACIAS GRACIAS hermosa!!!
es increible ...... pero vi parte de mi melancolia intergalactica en esas letras ¿o solo me pareció? de cualquier manera es hermoso lo que logras con esos enredos en los que te embarcas!!!!
un beso enorme... mas enorme que nunca
pd... "y de repente un angel" Jaime Baily

pon dijo...

Ay el amor se va. Tal vez llegue otro?

Unknown dijo...

Esta parte es muy buena:

"Mujer no seas tan inconstante"

Felicidades por el blog, chauuuu.

Unknown dijo...

De verdad muy interesante lo que escribes, me alegra saber que existen personas como tu. Chauuuuu

Anónimo dijo...

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