10 noviembre, 2007

¡Quedate!

Para Ana

Que agitados fueron los años ochenta. El terror estaba a la vuelta de la esquina. Los camaradas inundaban las universidades nacionales. Era cosa de todos los día ver pintarrajeadas las paredes de las aulas con consignas subversivas. Las clases eran cada vez mas espaciadas, la universidad era intervenida casi a diario por las fuerzas armadas en busca de terroristas. ¿Acaso se podía estudiar en aquellas circunstancias?
Tú ansiabas un país más justo, donde la riqueza no fuera a manos de unos pocos, donde la miseria no fuera el único destino de los pueblos olvidados y un día aciago te involucraste con todo aquello. Nunca olvidare... cómo olvidar aquel día que te subieron el carro porta tropas y ya no supe más de ti.
Las suelas de mis zapatos se desgastaron haciendo mil indagaciones, nadie me daba razón de ti... te habías esfumado, como si nunca hubieras existido.

El tiempo pasaba y el dolor se fue convirtiendo en un sentimiento extraño, me volví arisca, ya no deseaba que nadie más se acercara a mí y escondí entre ropas sueltas todo rastro de mujer que aún me quedaba... yo solo esperaba que algún milagro te devolviera a mí.
Cinco años después las cosas ya no eran las de antes, las aulas volvían a ser centros de aprendizaje y no de adoctrinamiento. Una mañana de febrero, la recuerdo tan nitidamente. Un joven de barba mal afeitada se tropezó conmigo, mis ojos se levantarón hacía a él y una luz extraña me inundo, el murmuro una disculpa y se alejo presuroso de mi lado. Corrí tras el llamándole - ¡Espera, espera! - pero el siguió su camino sin volverse.
El estaba en la clase de Ingieniería Civil, después de aquel día nos tropezamos mucha veces, hasta que terminamos haciéndonos amigos... su rostro me recordaba a otro tan amado, pero sin embargo estaba tan ajado y enjuto; con un aire de cansancio y tristeza que me convencí que era imposible que fuera mi Ernesto... Ernesto, que dulce pronunciar tu nombre después de tantos años de haberlo hundido en el olvido.
Nuestra amistad se iba estrechando, nos convertimos en inseparables. Yo estudiaba Administración de empresas y habíamos empezado a hacer planes cuando nos recibiéramos, pensábamos montar nuestro pequeño negocio; nuestra carreras se complementaban y nos auguraba un buen futuro.
Su compañía me hacía recordar otros tiempos más felices, por fin sonreía de nuevo. Todo el mundo se daba cuenta de mi cambio. Mi vida amaneció y cada luz de mi universo se encendió.
Cada uno de aquellos cinco largos años de ausencia soñaba que te buscaba, y me parecía oír tu voz llamándome, diciendome que no llorara más, que tu estabas bien. Eran como el murmullo de los ángeles y así me conforme, así sobrevivi a esa pérdida, a no saber que había sido de ti. Si estabas muerto, prisionero en alguna inmunda cárcel, torturado... Esa voz que me consolaba fue mi salvación.
Recuerdo que una tarde sentados en el hermoso parque repleto de fragantes olivos; que extraño era aquello, aquel parque era el que más amábamos Ernesto y yo, entonces nos quedamos mirando fijamente... mis labios sintieron sed de los tuyos y me acerque para besarte pero te separaste de un salto - No Natalia, no, sigamos siendo amigos, es mejor así- yo me ruborice confundida, no entendía tu actitud, estaba casi segura que yo no te era indiferente, te había sentido temblar cuando estaba cerca de ti, entonces... por qué esa negativa.
Nos recibimos había llegado el tiempo de enfrentar la vida, de concretar nuestros sueños. Fuiste mi pareja en la fiesta de graduación, evitabas bailar conmigo las canciones lentas, extrañamente desaparecías. Todo termino al amanecer como un hechizo, me llevaste a casa y nos despedimos, me miraste largo rato y otra vez me asalto esa sensación de que yo conocía esa mirada, sonreíste y te alejaste, dejándome con mi largo vestido azul, tan azul como los ojos de mi Ernesto.
No llamaste ni te comunicaste en semanas , hasta que decidí buscarte en tu pequeña buahardilla. Abriste la puerta desprevenido, ya no podías volver a cerrarla. Era una habitación pequeña pero limpia y ordenada, me hiciste aguardar unos instantes para preparar un café, aproveche para dar una vueltas y de pronto mis ojos repararon en un libro de pastas rojas... era: "Sensatez y sentimientos", el libro de Austen que yo le había regalado a Ernesto hacía tanto tiempo... por qué extraña circunstancia había ido a parar a sus manos.
Cuando regresaste con la bandeja de café, poco falto para que se te cayera de las manos.
- ¿Por qué tienes este libro, dime por qué?
- Es un libro, lo compre hace tiempo.
- Eso no puede ser...
Le mostré la primera hoja donde yo había puesto una dedicatoria para Ernesto.
- Este libro se lo obsequie hace mucho a alguien que ame mucho, por qué lo tienes tú.
- Bueno, es cierto... Ernesto Masias me lo dio hace tiempo... estuvimos presos juntos.
- Y que fue de él, por Dios dime que fue de él.
Francisco trato de esquivarme pero yo lo hale de la delgada camisa, su pecho quedo al descubierto... hondas cicatrices lo marcaban. Me quede horrorizada ante el espectáculo. No porque me produjera repugnancia sino por pensar en el dolor que aquello debió causarle. El se cubrió rápidamente, pero no sin antes de que yo pudiera reparar en un pequeño lunar a un lado de su cintura... ese era el lunar de Ernesto, de mi Ernesto.
- ¿Ernesto, Ernesto... eres tú?

El solo atino a quitarse unos lentes de contacto con que cubría el adorado azul de sus ojos.
- Sí pequeña, sí, soy yo.
- Pero... pero por qué todo esto.
- Estuve preso tres años, cuando me soltaron era un guiñapo de hombre, regrese a casa de mis padres y ellos me cuidaron hasta que me recupere. Luego retome las clases, quería una nueva vida, olvidar todo aquel horror, jamás imagine que te encontraría de nuevo, pensé que te habías mudado con tus tíos de California.
- Pero, por qué no te revelaste a mí, por qué me mentiste.
- Porque tenía miedo, yo ya no era aquel muchacho de dieciocho años que amaste, ahora era un hombre lleno de cicatrices. Minaron mi cuerpo y mi espíritu.
- Y tú crees que eso me hubiera importado...¡quédate a mi lado, no te vayas nunca más , no me dejes como ayer!. La vida ha sido como una larga noche, y ahora es como si el sol nos abrigara de nuevo el corazón. Ya no quiero sentir frío otra vez. Por favor quédate por siempre.
- Si Natalia... ya no más mentiras, soy tuyo como lo he sido por todos estos años, ahora es nuestro tiempo, ya no voy a dejarte sola nunca más. Ya no más noches largas, ya no más el abismo de no tenerte cerca.

Apareciste así
Y fue el destino que nos quiso reunir
Algún camino de otro tiempo más feliz
Te trae de nuevo aquí


Mi vida amaneció y cada luz de mi universo se encendió
En otro rostro me dijiste aquí estoy yo
Y yo te conocí
Y mi vida te ofreci

Quédate, que este tiempo es nuestro
y el amor tiene ganas de volver
Oh, quédate
Hoy no te me vayas como ayer

Te fuiste aquella vez
Y yo en mis sueños;
tantas veces te busqué
Entre los ángeles tu voz imaginé
Así me conformé
Pero ahora te encontré

Quédate, que este tiempo es nuestro
Y el amor tiene ganas de volver
Oh quédate,
No me dejes sola otra vez

Que la noche es larga
Si no estoy contigo
Si otra vez me lanzas al abismo
Si otra vez te vas
Quédate
Por Favor
Por siempre

Quédate, que este tiempo nuevo
Como el sol nos abriga el corazón
Oh quédate, quédate
Que no vuelva el frío en el adiós

Quédate, que este tiempo es nuestro
Y el amor sólo quiere renacer
Oh quédate, quédate
Hoy no te me vayas como ayer
Quédate

4 comentarios:

devezencuando dijo...

Hilando una vida con la letra de una canción...

Gracias Rosita por este reto personal que para nosotros es todo un regalo...

Sigo leyendo...

Anónimo dijo...

Realmente te lo trabajas muchísimo.

Te felicito y agradezco tu capacidad para engrandecer esas letras.

Un beso guapa

Ana dijo...

Rosa, gracias mil.
Lo leí cuando lo publicaste pero no tuve tiempo de decirte nada (trabajo, trabajo y atasco total).

Supongo que habrá muchos Ernestos marcados para los que la vida ya no fue igual, pero me alegro por este Ernesto que finalmente se dejó llevar por la brisa de su rosa..

Qué canción más bonita, no la conocía.
La bajaré y la escucharé como te dije. shhhh, que ya empieza a sonar...
Un beso enorme.

pon dijo...

Una que acaba bien, qué gusto!!
Y ahora, la vida otra vez.