César Abraham Vellejo Mendoza nació en Santiago de Chuco, departamento de La Libertad, en marzo de 1892. Fue el último de diez hermanos.
Vallejo realizó sus estudios primarios en el mismo Santiago de Chuco. Los secundarios, desde 1905, en el Colegio nacional de Huamachuco hasta fines de 1908. Visita Lima en 1911 y en 1913 ingresa a la Universidad de La Libertad (Trujillo). Siguió cursos en la Facultad de Letras de dicho instituto hasta terminar en 1915. En los años del 1915 a 1917, Vallejo estudió Derecho en la Universidad trujillana. Para pagar sus estudios trabajaba como profesor, por entonces ya publicaba sus primeros versos en diversos periódicos.
Vallejo regresó a Lima a comienzos de 1918, año en que publica "Los Heraldos Negros". En 1919 hace su doctorado en la Facultad de Letras de la Universidad San Marcos. Continuaba con su trabajo como profesor en diversos planteles de instrucción. Llevaba una vida pobre y bohemía.
Vallejo vuelve a Santiago de Chuco. El 13 de julio de 1920, se produce un violento incidente pueblerino, en el que se vierón mezclados su hermano Miguel y él. Del 6 de noviembre de 1920 al 26 de febrero de 1921 permaneció Vallejo en una mísera cárcel de Santiago de Chuco. En la cárcel escribió "Escalas Melografiadas"(Lima,1923), prosa desgarradora, y algunos de los poemas de "Trilce"(Lima, 1922- Madrid,1930).
En mayo de 1923 apareció la novela corta "Fabla Salvaje".
En este año también viaja a Europa, acompañando a un amigo a quien su familia había enviado un pasaje de primera y este convirtió en dos de tercera para compartirlo con el poeta.
Sus primeros meses en París, fueron de gran precariedad económica, que iria paliando con sus trabajos como traductor y corresponsal. Hasta 1927 Vallejo no participa en ningún movimiento politíco. Conoce a Georgette, quien se convertiría en su esposa.
Abocado al estudio del marxismo , hizó tres viajes a la entonces Unión Soviética, lo que le valdría ser señalado como indeseable por la policía francesa, lo que determinó su expulsión en 1930 de Francia, dandole plazo hasta el 29 de enero de 1931 para abandonar el país. Un mes antes de cumplirse el plazo Vallejo llega a Madrid. Ese mismo año publica la novela "El Tungsteno"(Madrid, 1931).
Durante la guerra civil española, Vallejo, que había dejado de escribir versos, reencontró su inspiración. Compone nuevos poemas, los recogidos más tarde en "España, aparta de mí este Cáliz"(México, Séneca 1940), que integraron precisamente el volumen póstumo "Poemas Humanos"(Públicación póstuma, París 1939). Desde París, Vallejo contribuye a orientar la opinión sudamericana a favor de la República Española. Luego regresa a París. Las prolongadas persecuciones económicas, las miserias, el desgaste nervioso le postran de tal suerte que tienen que conducirlo a la clínica del Boulevard Arago (13 de marzo de 1938). Las últimas palabras que pronunció fueron: "Allí...pronto...navajas...Me voy a España". Eran las nueve a.m. del 15 de abril, de un Viernes Santo.
PIEDRA NEGRA SOBRE UNA PIEDRA BLANCA Me moriré en París con aguacero,
un día del cual tengo ya el recuerdo.
Me moriré en París - y no me corro- talvez un jueves,
como es hoy, de otoño.
Jueves será, porque hoy, jueves, que proso
estos versos, los húmeros me he puesto
a la mala y, jamás como hoy, me he vuelto,
con todo mi camino, a verme solo.
César Vallejo ha muerto, le pegaban
todos sin que él le haga nada;
le daban duro con un palo y duro
también con una soga; son testigos
los días jueves y los huesos húmeros,
la soledad, la lluvia, los caminos...
Poemas Humanos- 1939
ESPAÑA, APARTA DE MÍ ESTE CÁLIZ
Niños del mundo,
si cae España - digo, es un decir-
si cae
del cielo abajo su antebrazo que asen,
en cabestro, dos láminas terrestres;
niños, ¡que edad la de las sienes concávas!
¡qué temprano en el sol lo que os decía!
¡qué pronto en vuestro pecho el ruido anciano!
¡qué viejo vuestro 2 en el cuaderno!
¡Niños del mundo, está
la madre España con su vientre a cuestas;
está nuestra maestra con sus férulas,
está madre y maestra,
cruz y madera, porque os dio la altura,
vértigo y división y suma, niños;
está con ella, padres procesales!
Si cae - digo, es un decir- si cae
España, de la tierra para abajo,
niños, ¡cómo vais a cesar de crecer!
¡cómo va a castigar el año al mes!
¡cómo van a quedarse en diez los dientes,
en palote el diptongo, la medalla en llanto!
¡Cómo va el corderillo a continuar
atado por la pata al gran tintero!
¡Cómo vais a bajar las gradas del alfabeto
hasta la letra en que nació la pena!
Niños,
hijos de los guerreros, entre tanto,
bajad la voz, que España está ahora mismo repartiendo
la energía entre el reino animal,
las florecillas, los cometas y los hombres.
¡Bajad la voz, que está
con su rigor, que es grande, sin saber
qué hacer, y está en su mano
la calavera hablando y habla y habla,
la calavera, aquélla de la trenza,
la calavera, aquélla de la vida!
¡Bajad la voz os digo;
bajad la voz, el canto de las sílabas, el llanto
de la materia y el rumor menor de las pirámides, y aún
el de las sienes que andan con dos piedras!
¡Bajad el aliento, y si
el antebrazo baja,
si las férulas suenan, si es la noche,
si el cielo cabe en dos limbos terrestres,
si hay ruido en el sonido de las puertas,
si tardo,
si no veis a nadie, si os asustan
los lápices sin punta, si la madre
España cae - digo, es un decir -
salid, niños del mundo; id a buscarla!...
España, aparta de mí este Cáliz- 1940
LOS HERALDOS NEGROS
Ay golpes en la vida tan fuertes ... Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma... Yo no sé!
Son pocos; pero son... Abren zanjas oscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán talvez los potros de bárbaros atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.
Son las caídas hondas de los Cristos del alma,
de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.
Y el hombre... Pobre... pobre! Vuelve los ojos, como
cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como charco de culpa, en la mirada.
Hay golpes en la vida tan fuertes... Yo no sé!
Los Heraldos Negros- 1918
Textos: Obra Poética, César Vallejo- Ediciones "El Comercio"
La Literatura Peruana- Luis Alberto Sánchez