02 diciembre, 2006

Piedra negra sobre una piedra blanca


CÉSAR

César, hoy como ayer,
te has sentado a la mesa
a comer tus agonías, apurando cada migaja.
Solo que hoy, no almorzaras más con tú sombra.

Te dolía el ser hombre,
y en algún jirón del tiempo,
a todos nos pesa esta envoltura amarga.

Y sin embargo como nos esmeramos
planchando sus arrugas,
alisando cada detalle.
Nos escondemos entre sus plieges pasajeros,
para no mostrar el alma.

Más tú,
le has regalado al viento,
los húmeros y la carne,
y te quedaste tan solo con el alma.

Pero... César,
andar en alma es triste,
no estan los dientes,
ni las uñas,
ni los puños,
¿con qué ibas a defenderte entonces?

Y como debieron dolerte
todos esos oscuros desgarrones,
eras como ese Cristo que nunca entendiste.
Y que ironía,
el cargo todos los pecados,
y tú quisiste abarcar todas las penas.

Más tú desnudez,
ha fecundado muchas almas,
y ya no eres de la arena,
ni del del viento,
ni de la lluvia ni de los rios,
Ahora eres del tiempo.
Rosa de Fuego 1996


César Abraham Vellejo Mendoza nació en Santiago de Chuco, departamento de La Libertad, en marzo de 1892. Fue el último de diez hermanos.
Vallejo realizó sus estudios primarios en el mismo Santiago de Chuco. Los secundarios, desde 1905, en el Colegio nacional de Huamachuco hasta fines de 1908. Visita Lima en 1911 y en 1913 ingresa a la Universidad de La Libertad (Trujillo). Siguió cursos en la Facultad de Letras de dicho instituto hasta terminar en 1915. En los años del 1915 a 1917, Vallejo estudió Derecho en la Universidad trujillana. Para pagar sus estudios trabajaba como profesor, por entonces ya publicaba sus primeros versos en diversos periódicos.
Vallejo regresó a Lima a comienzos de 1918, año en que publica "Los Heraldos Negros". En 1919 hace su doctorado en la Facultad de Letras de la Universidad San Marcos. Continuaba con su trabajo como profesor en diversos planteles de instrucción. Llevaba una vida pobre y bohemía.
Vallejo vuelve a Santiago de Chuco. El 13 de julio de 1920, se produce un violento incidente pueblerino, en el que se vierón mezclados su hermano Miguel y él. Del 6 de noviembre de 1920 al 26 de febrero de 1921 permaneció Vallejo en una mísera cárcel de Santiago de Chuco. En la cárcel escribió "Escalas Melografiadas"(Lima,1923), prosa desgarradora, y algunos de los poemas de "Trilce"(Lima, 1922- Madrid,1930).
En mayo de 1923 apareció la novela corta "Fabla Salvaje".
En este año también viaja a Europa, acompañando a un amigo a quien su familia había enviado un pasaje de primera y este convirtió en dos de tercera para compartirlo con el poeta.
Sus primeros meses en París, fueron de gran precariedad económica, que iria paliando con sus trabajos como traductor y corresponsal. Hasta 1927 Vallejo no participa en ningún movimiento politíco. Conoce a Georgette, quien se convertiría en su esposa.
Abocado al estudio del marxismo , hizó tres viajes a la entonces Unión Soviética, lo que le valdría ser señalado como indeseable por la policía francesa, lo que determinó su expulsión en 1930 de Francia, dandole plazo hasta el 29 de enero de 1931 para abandonar el país. Un mes antes de cumplirse el plazo Vallejo llega a Madrid. Ese mismo año publica la novela "El Tungsteno"(Madrid, 1931).
Durante la guerra civil española, Vallejo, que había dejado de escribir versos, reencontró su inspiración. Compone nuevos poemas, los recogidos más tarde en "España, aparta de mí este Cáliz"(México, Séneca 1940), que integraron precisamente el volumen póstumo "Poemas Humanos"(Públicación póstuma, París 1939). Desde París, Vallejo contribuye a orientar la opinión sudamericana a favor de la República Española. Luego regresa a París. Las prolongadas persecuciones económicas, las miserias, el desgaste nervioso le postran de tal suerte que tienen que conducirlo a la clínica del Boulevard Arago (13 de marzo de 1938). Las últimas palabras que pronunció fueron: "Allí...pronto...navajas...Me voy a España". Eran las nueve a.m. del 15 de abril, de un Viernes Santo.


PIEDRA NEGRA SOBRE UNA PIEDRA BLANCA Me moriré en París con aguacero,
un día del cual tengo ya el recuerdo.
Me moriré en París - y no me corro- talvez un jueves,
como es hoy, de otoño.

Jueves será, porque hoy, jueves, que proso
estos versos, los húmeros me he puesto
a la mala y, jamás como hoy, me he vuelto,
con todo mi camino, a verme solo.

César Vallejo ha muerto, le pegaban
todos sin que él le haga nada;
le daban duro con un palo y duro
también con una soga; son testigos
los días jueves y los huesos húmeros,
la soledad, la lluvia, los caminos...

Poemas Humanos- 1939

ESPAÑA, APARTA DE MÍ ESTE CÁLIZ

Niños del mundo,

si cae España - digo, es un decir-

si cae

del cielo abajo su antebrazo que asen,

en cabestro, dos láminas terrestres;

niños, ¡que edad la de las sienes concávas!

¡qué temprano en el sol lo que os decía!

¡qué pronto en vuestro pecho el ruido anciano!

¡qué viejo vuestro 2 en el cuaderno!

¡Niños del mundo, está

la madre España con su vientre a cuestas;

está nuestra maestra con sus férulas,

está madre y maestra,

cruz y madera, porque os dio la altura,

vértigo y división y suma, niños;

está con ella, padres procesales!

Si cae - digo, es un decir- si cae

España, de la tierra para abajo,

niños, ¡cómo vais a cesar de crecer!

¡cómo va a castigar el año al mes!

¡cómo van a quedarse en diez los dientes,

en palote el diptongo, la medalla en llanto!

¡Cómo va el corderillo a continuar

atado por la pata al gran tintero!

¡Cómo vais a bajar las gradas del alfabeto

hasta la letra en que nació la pena!

Niños,

hijos de los guerreros, entre tanto,

bajad la voz, que España está ahora mismo repartiendo

la energía entre el reino animal,

las florecillas, los cometas y los hombres.

¡Bajad la voz, que está

con su rigor, que es grande, sin saber

qué hacer, y está en su mano

la calavera hablando y habla y habla,

la calavera, aquélla de la trenza,

la calavera, aquélla de la vida!

¡Bajad la voz os digo;

bajad la voz, el canto de las sílabas, el llanto

de la materia y el rumor menor de las pirámides, y aún

el de las sienes que andan con dos piedras!

¡Bajad el aliento, y si

el antebrazo baja,

si las férulas suenan, si es la noche,

si el cielo cabe en dos limbos terrestres,

si hay ruido en el sonido de las puertas,

si tardo,

si no veis a nadie, si os asustan

los lápices sin punta, si la madre

España cae - digo, es un decir -

salid, niños del mundo; id a buscarla!...

España, aparta de mí este Cáliz- 1940

LOS HERALDOS NEGROS

Ay golpes en la vida tan fuertes ... Yo no sé!

Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,

la resaca de todo lo sufrido

se empozara en el alma... Yo no sé!

Son pocos; pero son... Abren zanjas oscuras

en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.

Serán talvez los potros de bárbaros atilas;

o los heraldos negros que nos manda la Muerte.

Son las caídas hondas de los Cristos del alma,

de alguna fe adorable que el Destino blasfema.

Esos golpes sangrientos son las crepitaciones

de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.

Y el hombre... Pobre... pobre! Vuelve los ojos, como

cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;

vuelve los ojos locos, y todo lo vivido

se empoza, como charco de culpa, en la mirada.

Hay golpes en la vida tan fuertes... Yo no sé!

Los Heraldos Negros- 1918

Textos: Obra Poética, César Vallejo- Ediciones "El Comercio"

La Literatura Peruana- Luis Alberto Sánchez

5 comentarios:

Da Vinci dijo...

He de confesarte que no concía a Cesar Vallejo, pero por sus poemas, por el relato de su vida y por tu propio y sentido poema, en el cual demuestras la admiración que sientes por él, has sembrado en mi alma las ganas de saber y leer su obra.
Como siempre, has hecho un magnífico trabajo de estudio e investigación. Amiga tienes madera de periodista, pero de las buenas, de los profesionales que aman su trabajo y que son sinceros y honrados con el personaje tratado y con sigo mismos.
No cambies nunca, que no trafique el mercader con lo que tu voluntad quiere ser.

Un abrazo.

Anónimo dijo...

Hola

Rosa de Fuego, es la primera vez que visito tu blog, y me encuentro con este magnífico tema de Cesar Vallejo, veo que también eres Peruana..al igual que yo

Sabes siempre es un gusto leer los poemas de César Vallejo, me acuerdo que desde el colegio el que más me impacto fue Los "Heraldos Negros", siento tanta fuerza en ese poema.
Y el otro que me gusta es el PIEDRA NEGRA SOBRE UNA PIEDRA BLANCA, ya que es el anuncio de su muerte.., increible.

Gracias por tan lindo tema

Anónimo dijo...

...querida Rosita me llevo como siempre tus palabras al trabajo para que me acompañen y me den un poco de vidilla al día de mañana, que tengo una tediosa tarde... luego te comento punto por punto, ¿vale? Un besote grande, amiga mia...
...es que el angelito siempre anda igual, revoloteando a deshora por los rincones...

Anónimo dijo...

No tengo costumbre de leer poesía, pero me ha gustado lo que nos has traído de este hombre... me ha gustado la historia de su vida... pero sobre todo...no sé si es que yo no entiendo o que me dejo llevar por el corazón, pero lo que más me gustó fue...¡la poesía que le dedicó la Rosa de Fuego, que bonita amiga,que artistaza estas hecha!... Un besito.

Anónimo dijo...

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