Green se levanto, y se dirigió a su mesa. Empezó a guardar en un maletín una amplia gama de artilugios. Y luego se volvió hacía mi y me observo con aquella mirada en la que sus escrúpulos y sus deseos parecían librar una lucha abrumadora. Por unos momentos sentí lástima de él, cuanta razón tenía Clare cuando me dijo que todo aquello era para mi amigo una agonía.
- Tom acompáñame, tenemos un día bastante largo por delante. Debemos ir a inspeccionar el lugar donde fue encontrado el último cuerpo; visitar las escuelas y conversar con maestros, alumnos, auxiliares, conserjes. Saber si alguno vio algún desconocido o algo inusual... y por último debemos hacer el trabajo más desagradable, visitar la morgue.
No hice ningún comentario de lo que había ocurrido entre nosotros hacía unos minutos, era inútil, solo lograría alejarlo más de mi lado. Lo único que podía hacer era apelar a toda mi paciencia, ¡paciencia!, ¡paciencia! Cómo tenerla ahora que había sentido su cuerpo sobre el mió y el sabor de sus labios. Me levante del sillón y tome mi maleta, me acomode un poco la arrugada camisa.
- Tengo todo listo, solo voy al baño a refrescarme la cara.
- No tardes, voy a sacar el auto de la cochera.
Cuando salí de la casa lo encontré esperándome, con las llaves puestas en el encendido.
- Vamos a un depósito en Lane, ya han andado por allí los agentes oficiales, forenses y demás; poco ha de ser lo que descubramos, pero siempre puede existir algún detalle que se les haya escapado.
Quería hacer un comentario, pero las palabras se negaban a salir de mi boca. Cómo podía besarme como lo hizo y luego seguir como si nada hubiera ocurrido.
- Franz, tú me...
- Ahora no Tom, te lo ruego, ahora no. Si no atrapamos a ese asesino quizá pronto tengamos otra muerte que lamentar y no quiero eso, pienso que tú tampoco.
Tardaríamos un par de horas en llegar hasta el lugar. El silencio se me hacía insoportable, me preguntaba si aquella idea de trabajar juntos funcionaría. En el hospital, aunque a menudo las consultas resultaban monótonas, por lo menos tenía tranquilidad. Pero el vernos a diario, casi las 24 horas del día. Ya no estaba seguro de poder soportarlo, además estaban aquellos arrebatos suyos que me llevaban a la locura para después arrojarme al abismo. El parecía adivinar lo que pasaba por mi mente
- Yo fui criado por un padre estricto; para él todo era blanco o negro, con duras reglas de las que no podía apartarme. Todo aquello me marcó profundamente. Tom, nunca antes estuve tan confundido como ahora; eres importante para mí, más de lo que puedas imaginarte. Pero hay recuerdos terribles que no puedo borrar, prejuicios de los que no puedo librarme.
- Franz, yo no te pido nada.
El solo asintió con la cabeza, y siguió manejando con la mirada fija en el camino, finalmente llegamos. Aquel era un paraje desolado, unas casas descoloridas se extendían a lo largo de la calle. La basura se amontonaba en los contenedores, parecía que el servicio de limpieza pública hubiera olvidado aquel lugar. Unos chiquillos sucios y desarrapados correteaban por las aceras, ajenos a toda aquella miseria.
La cinta de seguridad acordonaba el sitio, había tres agentes que montaban guardia frente al depósito.
Green fue el primero en salir del auto y dirigirse a los hombres, ellos lo saludaron con respeto y le abrieron paso.
- Tom acércate, nuestro buen amigo Jackman lo tiene todo solucionado.
Era un lugar sucio, parecía tener mucho tiempo abandonado a juzgar por las capas de polvo que se amontonaban por todos lados, el color de las paredes se había tornado de un tono indefinido, muchos de los vidrios de las ventanas estaban rotos. Habíamos avanzado algunos pasos cuando escuchamos el pataleo de unos pies corriendo.
- Rápido Tom, rápido, da la alarma a los policías, que rodeen el edificio.
Corrí a la calle y pronto todos estuvieron con las armas desenfundadas cubriendo todas las posibles salidas. Al poco rato vimos aparecer por una de las ventanas el cuerpo delgado de un jovencito, no debía tener más de quince años. Saltó con agilidad cayendo en brazos de Greene que lo esperaba, se debatió como una fiera, pero con la ayuda de uno de los agentes no tardaron en dominarlo. El muchacho nos miraba con sus ojos oscuros y desafiantes, vestía mucho mejor que los demás chicos del lugar. Greene lo sujetó del brazo y clavo su mirada de acero en él; pero en ella no había dureza, ni reprobación, el muchacho se fue calmando.
- ¿Qué hacías aquí? - le preguntó mi amigo en un tono tranquilizador.
- Yo no he hecho nada, déjeme ir.
- Nadie aquí te está acusando de nada, solo dime por qué estabas en este sitio.
- Aquí - el chiquillo parecía incómodo - bueno, aquí vienen mis "amigos" a buscarme.
- ¿Te refieres a los tipos con los que te acuestas?
El muchacho enrojeció primero y palideció después. Pero luego volvió a mirarnos como restando importancia a las palabras de mi amigo - algunos tienen mucho dinero y pagan bien - dijo sin asomo alguno de verguenza.
- ¿Tienes padres?
- La historia de siempre, una madre borracha y un padre que te muele a golpes. Hasta que llega un día en que es imposible respirar y te largas, porque cualquier cosa es mejor que esa mierda de vida.
- Uno de los policías te llevará a un albergue temporal, no puedes quedarte aquí.
El chiquillo volvió a enfurecerse, pero de nuevo vi con asombro la habilidad que tenía Greene para tranquilizarlo. Había en su mirada un algo de piedad y ternura, era como esos seres lastimados que ven reflejados en otro sus propias heridas.
- Creeme, no quieres esto realmente. Nadie puede querer esto.
El jovencito se dejo conducir sin más resistencia, antes de subir al patrullero se quedo mirando a mi amigo. Me acerque a Franz y le pregunte extrañado - ¿es que no vas a interrogarlo? - El tenía el ceño arrugado y los labios apretados, yo que ya había aprendido a leer en sus gestos sabía que estaba profundamente conmovido - claro que sí Tom, pero una cosa a la vez - me contesto.
Por espacio de más de una hora estuvo concentrado revisando el lugar; apenas si mascullaba alguna palabra más para sí mismo que para mí.
- Este es un método que se usa para espacios cerrados, lo llaman radial. Usamos el cuerpo como el centro y de allí trazamos radios...
Lo vi colocarse unas gafas con unos visores extraños y comenzar a examinar el suelo como me había dicho. Luego saco otras y tomo unas muestras que guardo cuidadosamente. Levantando las primeras me grito desde donde estaba - esto es lo últimito Tom, una invención de los tailandeses, con estos lentes puedes detectar cualquier tipo de fluido corporal... pero por desgracia no he descubierto nada - y volvió a su tarea. Lo vi salir y empezar a analizar un trecho de la carretera para volver después. De pronto una sonrisa se pintó en su rostro.
- ¡Las botas de nuevo! y ahora hay en las huellas partículas de serrín, cosa que no había antes. Se ha cuidado bien de borrarlas , pero para un buen ojo no pasan desapercibidas. Observa Tom, las de la entrada son más notorias porque llevaba el peso adicional del cuerpo del niño... pero mira estas otras que se alejan, apenas si se perciben. Aquí fue atado el cuerpo con algo metálico, los roces en esta columna lo delatan, observa las zonas que estuvieron en contacto con las caderas y las piernas, el polvo está removido. Averiguemos ahora en el vecindario si alguien ha visto un Honda del 95, probablemente gris y usa llantas Good Year, la derecha delantera está algo gastada.
- Pero, pero... ¿cómo has podido averiguar eso?
- Visores ultravioleta mi Tommy, conozco las huellas de la mayoría de fabricantes de llantas. Sé las que usa la policía y estas no lo son. Con seguridad se trata de un auto robado, si revisas las estadísticas veras que los Honda de ese año son los favoritos de los ladrones. Y el gris es el color preferido por los usuarios.
No se me había pasado por alto que en medio de su euforia me había llamado su Tommy.
- Franz, cientos de autos deben pasar por aquí.
- No, no. La gente de por aquí debe tener autos de los 80, si los tienen. Y aquellos que menciona el muchacho, sus clientes caros, deben usar unas Wolfrace o BK racing.
- ¿Y tú crees que gente como esa va a venir a este sitio?
- Esa gente iría hasta el infierno para obtener lo que quieren. ¿Acaso crees que van a exponerse a una acusación por pedofilía? Mientras más oculto este el lugar donde recogen a sus presas, mejor.
Luego fuimos a entrevistar a los vecinos, como esperábamos nadie sabía nada, ni había visto nada. Pero unos cuantos billetes siempre refrescan la memoria de algunos. La noche en que fue encontrado el cuerpo, nuestro testigo había visto un Honda plateado; le llamó la atención porque estuvo un buen rato estacionado frente al depósito. Cuándo mi amigo le pregunto si había visto al conductor, este dijo que casi no lo distinguió porque ya anochecía; solo pudo notar que era alto y corpulento.
Mientras íbamos camino a la Escuela San Ignacio, podía notar en mi amigo un entusiasmo que apenas podía disimular.
- ¡Es él Tommy, es él! Si ahora se me escapa es porque soy un verdadero imbécil.
El vecindario al que nos dirigíamos no era muy diferente al que habíamos dejado. Quizá un poco más limpio, menos descolorido y con alguno que otro parque, pero allí terminaban las diferencias.
No sé que don tenía Greene con los muchachitos y las mujeres, pero al parecer estos se hallaban muy a gusto con él. Y hasta los más callados se ponían charlatanes y risueños. Ni los unos ni los otros recordaban haber visto ningún auto con esas características, tampoco reconocieron a Vogle cuando les mostró una fotografía. Pero tal parece que aquel era nuestro día. Uno de los conserjes declaró que vio un Honda plateado hacía unos dos días estacionado a unas cuadras de la escuela, lo recordaba porque le llamó la atención la corpulencia de su conductor.
Apenas terminó de hablar con el trabajador, se puso en comunicación con Jackman y le dio los detalles del auto.
- Ahora mi Tommy, toda la policía de Cavendich y ciudades aledañas están buscando un Honda gris del 95 con una llanta delantera gastada. Nos toca la parte más penosa... y por desgracia es la que debes manejar tú.
El saber que me sentía suyo, era la segunda vez que me llamaba así y la tercera que me decía Tommy, me hacía más llevadero lo que iba a enfrentar. Siempre hasta ese momento había trabajado por la vida, nunca con la muerte. Pero esto significaba evitar que otros niños fueran asesinados... era la vida para ellos.
La Morgue Central, era un edificio de dos pisos con grandes y pulidas ventanas que reverberaban a la luz del atardecer. Los pisos relucientes, las paredes de una tonalidad levemente rosada rompían aquella monotonía de blancos. En el primer piso estaban las cámaras refrigerantes y en el segundo funcionaba el área administrativa. Cuando el médico forense en jefe supo que mi amigo estaba allí fue a saludarlo y personalmente nos condujo a una de las grandes y frías habitaciones.
- Este es el cuerpo del pequeño - nos dijo abriendo uno de los gabinetes - les hemos dicho a los padres que necesitábamos hacer una prueba final, desean llevarse el cuerpo de su hijo, nos ha costado mucho que accedieran a esto.
- Se lo agradezco doctor Maxell, pero usted sabe bien que nada de lo que hago es sin una razón justificada. Solo una hora - me dirigió una mirada como para que aprobara su afirmación, yo asentí con la cabeza - y esos pobres padres podrán llevarse al niño.
El pequeño tenía una palidez anómala, los miembros inferiores ligeramente contraídos, tenía unos arañones muy ligeros en las pantorrillas, casi imperceptibles. Sabía que todo esto ya lo habían hecho los médicos del lugar, pero Franz insistía en que repitiera las pruebas, no sé que esperaba que yo viera que los demás no habían visto.
Las muñecas presentaban laceraciones, de pronto me llamo la atención un minúscula fibra incrustada en la piel, tome un portaobjetos y la puse bajo el microscopio, era lana.
- Observa esto Franz.
- Esto pertenece a una alfombra con seguridad.
- Por el color y el hundimiento en la carne, el niño estuvo encadenado mucho antes de ser asesinado.
Volví a ver ese brillo en sus ojos, nada bueno le esperaba a Vogle si Franz lo atrapaba; y yo deseaba que fuera así.
El resto del cuerpo estaba intacto, hasta que llegamos al cuello. En la parte derecha del mismo, sobre la misma yugular se veían dos incisiones, separadas por unos cinco centímetros entre ellas, lo suficientemente profundas para rasgar la piel y llegar a la vena misma. Por la laceración de los bordes el objeto punzante debía haber sido introducido con fuerza. Tome una muestra de una de las heridas con un hisopo.
- ¿Y? - me dijo anhelante Franz.
- ¡Esto es resina!
- Bien Tommy, creo que ya podemos dejar en paz a está familia, ya vimos todo lo que había que ver. Ahora debemos revisar las ropas.
Maxell nos llevó a otra habitación, saco una bolsa etiquetada con el nombre del muchacho. Greene se puso unos guantes y empezó a revisar prenda tras prenda.
- Restos de polvo en la parte trasera y las piernas del pantalón, rastros de herrumbre en la espalda de la camisa. La tela de ambas es barata. Tomaré una muestra de la tierra y el serrín de las suelas de las zapatillas. ¿Qué más había doctor Maxell? - el médico nos alcanzó otra bolsa sellada - Algunos centavos, cartas con dibujos y de nuevo la cinta que usa de mordaza el criminal. Esto no nos dice mucho, solo corrobora lo que ya sabemos. ¿Y en cuánto al narcótico usado?
- Se trata de ketamina.
- Es un sedante que también se usa en animales, ¿verdad?
- Si, por ello no es muy difícil de conseguir. Se puede comprar en una veterinaria.
Nos retiramos y agradecimos al doctor Maxell. Apenas habíamos salido a la calle cuando el móvil de Franz empezó a timbrar con insistencia.
- Es Jackman, hallaron el Honda.
Cuando llegamos al lugar Jackman nos esperaba, nuevamente se había acordonado el lugar.
- Franz, te esperábamos. Nadie ha tocado nada.
Divise la silueta perfecta y los ojos verdes de Stella, pero Franz estaba tan ansioso en empezar su tarea que ni siquiera noto su presencia. Todos mirábamos absortos trabajar al brillante detective. Examinó el área alrededor del auto, el exterior, las llantas; luego revisó minuciosamente el interior. Conforme iba haciendo todo esto acumulaba pequeñas bolsas para almacenar evidencias.
- Hay pequeñísimas manchas de sangre en el asiento posterior. Las Harley-Davidson de nuevo se hacen presentes, no hay muchos lugares dónde vendan esas botas, es importante visitarlos todos; estas tiendas tienen registros, cámaras de seguridad... algo encontraremos. El serrín, capitán Jackman, debemos averiguar de dónde proviene, es de un tono claro, muy fino, casi parece polvo. El auto no ha salido de la ciudad, no hay polvo ni salpicaduras. Ah, y me olvidaba de lo más importante... un par de cabellos, cortos y oscuros, estaban en el respaldo del asiento del conductor, sin duda pertenecen a Vogle. ¿A nombre de quién está registrado este auto?
- Está a nombre de William Spencer.
- Un auto robado, lógico.
- Efectivamente, Spencer denunció su robo hace dos semanas. Franz, cuando encontramos al niño, Vogle se hallaba fuera de la ciudad a cientos de kilómetros.
- ¡Eso es imposible!
- Dame las muestras Franz, haré que las analicen en el laboratorio. Te mantendré informado de los resultados.
- Prepararé un informe de todo lo realizado hoy para usted. Tome esto capitán Jackman - y le extendió un pequeño tubo, dentro estaba la brizna de lana que habíamos encontrado - esto también jugará su papel en el caso.
Apenas mi amigo se dio la vuelta cuando Jackman ya había hecho un despliegue de órdenes para que sus hombres se lancen tras las pistas que Greene había indicado.
Mi amigo conducía en silencio rumbo a su casa, iba absorto en sus pensamientos. Pero el desaliento y el cansancio eran evidentes en su rostro - creo que lo mi anonimato ya no tiene sentido, todo el departamento sabe que estoy en el caso - me dijo disimulando un bostezo.
- Estas agotado, déjame manejar a mi - le dije, pero negó con la cabeza y siguió conduciendo.
- Pero Jackman y Stella dispondrán de las pruebas. Estoy volviendo a repetir todo lo que hice la primera vez, y sin embargo... todo es diferente.
No entendía muy bien qué quería decir. Cuando finalmente llegamos, me tiró las llaves para que guardara el auto, mientras él abría la puerta.
- Me voy a casa, mañana muy temprano estaré aquí.
- Preferiría que no te vayas.
Cerré los ojos un instante, la razón me gritaba que debía irme, que nada bueno resultaría si me quedaba a su lado. Pero quién puede ser coherente cuando se ama. Y amar a un hombre como Greene no era sencillo, todo en él era diferente, complicado, brillante.
- ¿Te quedaras Tommy? - volvió a insistir
- Bien, me quedaré.
Nunca he visto a alguien tan infatigable como Franz. Preparó el informe. Lo veía revisar en su portátil archivo tras archivo, hacer comparaciones de fotografías que tenía almacenadas. Podía haberse pasado toda la noche investigando y fumando sin parar, de no ser porque el cansancio lo venció y se quedo dormido sobre el escritorio. Me asustaba despertarlo después de la desagradable experiencia que tuve la primera vez que lo hice, pero necesitaba descansar unas horas y ese no era el mejor lugar para hacerlo.
- ¡Franz, Franz!- le susurre bajito, abrió los ojos ligeramente y se volvió a recostar sobre los brazos - ve a acostarte.
- No quiero, déjame aquí. Mañana debemos hablar con el muchacho... el que encontramos en el depósito...
- Estás durmiéndote, vamos, no seas niño.
Se levantó de mala gana y casi se arrastró hasta su habitación, se arrojo sobre la cama tal como estaba. Le quite los zapatos y le puse una manta encima. Sus hermosos labios entreabiertos despertaron en mí una mezcla de ternura y deseo. Me incline sobre él y lo bese suavemente.
- Yo también te amo Tom... - dijo entre sueños y se quedo profundamente dormido.