21 noviembre, 2008

Douglas entra en acción I

Nada he dicho sobre mi persona a lo largo de este viaje al pasado. Soy hijo de padres de esa nueva clase surgida a fines de los años sesenta; una clase nacida de los cambios económicos y sociales. Las reformas del Estado habían barrido con los terratenientes, sus injusticias y sus tierras regadas con el dolor del campesinado y las habían puesto en manos de estos. Pero por desgracia, era un pueblo indebidamente preparado, sin la tecnología ni los conocimientos necesarios para el aprovechamiento eficiente de sus tierras. Cada quién trataba de sobrevivir apelando a los usos y costumbres de sus ancestros. Lo que pudo ser una de las reformas más importantes del país, se convirtió en el más estruendoso fracaso.
Se iniciaron las migraciones a las grandes urbes, la gente empujada por el hambre busco en las capitales las oportunidades de sobrevivir, de estudiar, de forjarse un futuro; cosas que sus olvidados pueblos no les ofrecían. Las metrópolis se vieron inundadas de provincianos. Ciudades que no estaban preparadas para la afluencia masiva de personas, tuvieron que abrir sus puertas a regañadientes. Cualquier lugar era bueno para vivir, colocar unas barricadas y luchar como fieras por defender el espacio obtenido; ya fuera en grandes extensiones de tierra que nadie reclamaba, cerros, espacios junto al mar o a los ríos.
Mis padres llegaron en esos grupos de gente que buscaba un futuro, se afincaron en la Metrópoli más importante del país y se dejaron la piel de las manos trabajando de lo que fuera; siempre decían que las generaciones venideras debían heredar todo aquello que a ellos les fue negado.
Así crecí en un hogar donde la ociosidad no existía. No teníamos en abundancia, pero si lo suficiente para vivir sin angustias. Mi padre coincidía con el de Franz en afirmar que la educación lo era todo, la mejor arma para sobrevivir. Y fue así como me vi estudiando en una de las mejores Universidades de Medicina del país. No era de naturaleza excepcionalmente brillante, pero está carencia la suplía con largas noches de estudio. Me gradué, hice feliz a mis padres y sentí orgullo de mis logros. No pasó mucho tiempo para que uno de mis profesores me propusiera una vacante en San Marcos. El resto es ya conocido. 1

Los meses transcurrieron rápidamente, como predijo Greene no me fue difícil aprobar los cursos. Una mañana recibí su llamada diciéndome que teníamos una importante tarea. La perspectiva de la aventura, de ver en acción a mi querido amigo y de poner en práctica mis recién adquiridos conocimientos, hacía que mi corazón latiera con fuerza. Contrariamente a mis costumbres casi volé hasta la casa de Franz. Hacía algún tiempo él me había dado un duplicado de sus llaves y yo las de mi departamento, así que abrí la puerta y me lo encontré terminando de guardar unas brillantes pistolas en su estuche.
- ¿Y cuál es la misión... a dónde vamos?
- Pero, pareces un niño al que le han prometido llevar al parque de diversiones. ¿Tú crees que te voy a exponer así por que si al peligro? Afuera no es un juego Tom, y debes estar listo para afrontarlo. Sé medir a la gente, eres hombre bondadoso y tranquilo; pero también posees un temple que ni tú mismo conoces.
- Y bien, qué vamos a hacer entonces.
- A practicar un poco de tiro mí amigo. Ya estas entrenado mentalmente, ahora te hace falta el entrenamiento físico, mejorar tus reflejos.
Observó mi cara alicaída. En mis locos sueños ya me veía persiguiendo criminales, corriendo a velocidades extremas en el auto, derribando puertas y virando con el arma a todos lados.
- Tom, Tom... a veces no sé si hago bien en meterte en todo esto.
-Yo quiero acompañarte, como ves aprendo con facilidad.
- Bien, pero recuerda que quizá, en algún momento debas dispararle a alguien e ir en contra de tus principios. ¿Aún deseas continuar?
- Sí, estoy resuelto. Pero está arma solo se disparará en un caso extremo.
Fueron algunas semanas de visitas diarias al Campo de Tiro de la Policía, mi técnica mejoraba día a día, mis reflejos se fueron afinando. Claro que no tenía la destreza de Franz, pero yo veía en su mirada que estaba contento con mis avances. Unos ligeros golpes en mi hombro me hacían saber que estaba haciéndolo bien. Debo confesar que el entrenamiento físico no fue tan excitante como el anterior; levantarme casi de madrugada a correr o ir al gimnasio, practicar mil maniobras de escape o formas de allanar una casa, me dejaban en un estado lamentable, sobretodo para alguien que como yo llevaba una vida más bien sedentaria . Al final de cada noche terminaba agotado, casi llegaba a rastras hasta mi departamento; mientras que a Franz, apenas parecía cansarle todo aquel desborde de ejercicio.
Estábamos en el pequeño jardín delantero de su casa, tirados sobre el suave césped, dejando que el tibio sol nos relajara antes de darnos un baño. Yo había cogido mi maletín para marcharme, cuando sentí la mano de Greene sujetarme.
- Por qué no te quedas a almorzar, también puedes ducharte aquí. ¿Recuerdas que tengo una habitación adicional completamente independiente?, ahí te puedes acomodar y descansar; quédate siempre que quieras, además ahora que realmente empecemos a trabajar juntos, creo que será más cómodo para ambos. Yo también me voy a dar un baño y después- su rostro adquirió un aspecto risueño- te sorprenderé con uno de mis guisados. ¿De acuerdo?
- Bueno, gracias a Dios soy médico y el Hospital se encuentra cerca, digo, por lo de tus guisos - lo vi reír divertido.
El baño estaba impecable como todo en aquella casa, me preguntaba de dónde sacaba tiempo para limpiar o tenía alguna persona que se encargaba de esos menesteres; pero yo había estado en su casa en horarios y días diferentes y jamás había visto a nadie.
El agua resbalaba tibia por mi cuerpo llevándose el cansancio y el pegajoso sudor con ella. Era una sensación absolutamente placentera, tanta que en un momento perdí el equilibrio, debido quizá al exceso de agua jabonosa en el suelo de la ducha, instintivamente quise cogerme a un estante, pero lo único que logre fue arrastrarlo en mi caída. La sangre resbalaba desde mi frente debido al golpe. Franz debió escuchar el ruido y correr presuroso hasta el baño. Una incomodidad tremenda se apodero de mí, no deseaba que mi amigo me viera sin nada encima.
- Estoy bien, estoy bien, un simple resbalón.
- ¿Estas seguro?
- ¡Que sí!
Pero Greene noto la sangre en mis dedos, los que seguramente manche al tocarme la frente lastimada. Abrió la cortina por completo y me examinó rápidamente, pude darme cuenta que él tampoco estaba vestido, una bata a medio cerrar era lo único que lo cubría.
- Mira nada más cómo te has puesto.
Me ayudo a incorporarme, y se quedo mirándome, en el gris de sus ojos veía dilatarse sus pupilas, su pecho subir y bajar agitadamente. Se acercó ligeramente, cogió una toalla y la envolvió a mi cintura.
- Sujétate fuerte de mí, no vayas a volver a resbalar.
Puse uno de mis brazos alrededor de su cuello, y para ganar estabilidad, al salir lo estreche con el otro fuertemente por la cintura. Aquella situación estaba llevando al límite la capacidad de controlar mis deseos. Su piel caliente, su aliento en mi hombro, su aroma turbador. Sentía mi cuerpo estremecerse en contra de mi voluntad. Todo estaba fuera de control.
- Siántate, voy por unas gasas - me decía, pero su voluntad y sus piernas no parecían responderle, estaba de pie frente a mí observándome de una forma que me hacía perder la poca sensatez que me restaba.
Volvió a acortar la distancia entre nosotros, alargo su mano y con una caricia casi etérea, fue recorriendo mi cuello, mis hombros, delineando mis pectorales, bajando dulcemente por mi vientre. De pronto se detuvo como si un rayo lo hubiera alcanzado, hizo un movimiento hacía atrás y me dio la espalda sin decir nada. Regresó después de unos minutos, y dejo un botiquín sobre el lavabo - Allí está todo lo que necesitas, vístete rápido, ya hablaremos mañana - y volvió a salir sin mirarme.
- ¡Franz! espera...
- ¡Vete, vete de aquí! - me grito con aspereza, pero debió notar mi rostro desconcertado y pesaroso, entonces suavizó su tono - perdona Tom, perdona. Ve a casa y descansa ha sido un día difícil.
Se acercó para ayudarme con la herida pero lo rechace. El salió y cerró la puerta tras de sí. Me vestí todo lo rápido que pude, tomé mis cosas y salí dando un portazo. No podía detener las lágrimas, ni esa sensación de que algo se nos desgarra por dentro, la herida en la frente tampoco dejaba de sangrar. Preso de aquella angustia recorrí el trecho que separaba la casa de Greene de la de nuestra amiga; poco me importaban las miradas curiosas de las gentes que se cruzaban conmigo.
Ella estaba ocupada arreglando uno de sus rosales, cuando me vio dejo a un lado sus tijeras de podar y corrió hacía mí. Yo me abrace a ella como lo hubiera hecho con mi madre y deje que todo el dolor me inundará.
- ¡Tom, vamos adentro!
Me hizo recostar en uno de sus sillones y atendió mi herida. Me ayudo a cambiarme la sudadera manchada de sangre. Y luego se quedo frente a mí con su mirada dulce y triste.
- ¿Quieres que te traiga algo de beber?
- Nada, nada Clare. Todo es inútil... sabes qué se siente cuando parece que finalmente has llegado a la cima y de pronto, das un paso en falso... y caes, duele mucho, y... ya no estas seguro si quieres intentar subir de nuevo.
- Si realmente quieres alcanzar esa cima, pues acostúmbrate a caer no una sino diez veces. Pero cuando llegues, verás que todos esos golpes, raspaduras y llagas valieron la pena.
- Clare, yo no sé si tú entiendes...
- Tom, soy una mujer vieja y he vivido el doble de tus años. Nada tienes que explicarme, muy pocas cosas pueden sorprenderme, salvo la muerte. ¿Amas a Franz, verdad?
La naturalidad y lo repentino de su pregunta me hicieron mirarla aturdido.
- Tan transparente soy... entonces él... los demás.
- Eres transparente para quién miré sin prejuicios, y de esos no hay muchos; además no te importe lo que otros puedan pensar, se fiel a lo que sientes no hay otra forma de estar en paz. En cuánto a Franz, ya no sabe en qué ni en quién creer. Pero siente por ti algo que ni él mismo quiere confesarse, tú lo has convertido en otro hombre y eso lo asusta porque lo hace vulnerable.
Clare me tomo el rostro con sus rugosas manos y acercó su frente a la mía.
- El también te ama Tom, él también te ama. Pero no sé cuanto tarde en admitirlo, tampoco sé cuanto puedas esperar tú. Dicen que el tiempo todo lo cambia; las montañas se desgastan, las joyas pierden su brillo, las ideas que ayer nos entusiasmaron hoy nos parecen triviales... Pero pienso que aquello que echo fuertes raíces, eso no cambia nunca, permanece inmutable.
Tomé con inmensa ternura una de sus manos y la lleve hasta mis labios y deposite en ella un beso lleno de admiración y respeto.
Debí quedarme dormido porque cuando abrí los ojos ya empezaba a atardecer. A mi lado, sobre una mesita estaba una fuente con unos panecillos y un tazón de sopa caliente, engullí todo de prisa porque no comía nada desde la mañana.
- ¿Quieres algo más?
- No, con esto me basta Clare.
Me levante y tome mis cosas para marcharme a casa, la escuche entonces decir mi nombre con una solemnidad que me hizo mirarla fijamente.
- Aun llevas amargura en la mirada. Quiero contarte algo, me parece que es importante que lo sepas. Conozco a Franz desde sus épocas en la Academia de Policía, por ese entonces no había mujer alguna que se le resistiese ni oportunidad que él no aprovechará, pero nunca supe de hombre alguno en su vida. Y así fue hasta que ocurrió "aquello". El piensa que ignoro todo, pero no es así Tom, sé bien lo que le hicieron esos bastardos. No lo juzgues con ligereza, porque sí para ti esto es duro, para él debe ser una agonía.
Asentí con la cabeza, le di un beso y salí en busca de mi auto. Mientras conducía no podía dejar de pensar en Franz, en las palabras de Clare, en mí mismo. Yo siempre supe que no encajaba en esos absurdos roles sexuales que la sociedad impone. Recordaba los voluptuosos "juegos" con los compañeros de la facultad, las veces en que me lanzaba a las calles en busca de sexo casual. La disciplina que me impuse al ingresar al Hospital.
Cuando llegué arroje mis llaves sobre la mesa, la cabeza me dolía terriblemente. No sabía si era por el golpe o por la tensión de las últimas horas. No tenía deseos ni de desvestirme para meterme en la cama, solo me hundí en mi mullido sillón y cerré los ojos para olvidarme de todo.
Empezaba a adormilarme cuando el timbre del teléfono me sobresaltó. Era Franz.
- Tom, ¿estas bien?
- Sí Franz, pero muy cansado, me duele mucho la cabeza.
- Perdóname por favor, tú no merecías que te hablara así.
- Ya no importa.
- Tenemos un caso, es importante...
- Mañana estaré temprano en tu casa. Buenas noches... mi Franz.

1. Breve anotación de Anthony Douglas

6 comentarios:

Arquitecturibe dijo...

marco territorio antes que llegue alguien a dañarme el ser primero!!!!

Arquitecturibe dijo...

Yo tambien trato de entrenarme seguido.... hacer del mundo mi campo de tiro para tener mas practica...pero parece que soy mal aprendiz!
que bien escribes mi negra... que bien me atrapas.
Hey, sabes, que de las nuevas temporadas de Heroes y House no he podido verme ni un capitulo??? es que Diana la chica con la que vivo, a la misma hora, se ve una telenovela hartisima... entonces solo miro el reloj y me pongo a leer... y en las repeticiones se me olvida!!! si sere un tonto!
besitos desde mi lejana galaxia!!
Siiiiiiiiiii puse el primer comentario hoy!!!

un-angel dijo...

Madre de Dios esa escena del baño ha sido ¡increible! Después de leer el título del capítulo, "Douglas entra en acción" creí que DE VERDAD ENTRABA EN ACCIÓN, jaja,pero está perfecto así, perfecto, porque si Greene era una máquina con las mujeres va a tener que cambiar un poco su modus operandi para enfrentarse a la sensibilidad y la ternura de Tom. Por cierto, ya verás que sin ponernos de acuerdo hemos tenido transmisión de pensamiento en lo que a los cuartos de baño se refiere!!! Siempre lo he dicho, es que el WC da muchisimo juego, jaja.
Un beso, como siempre grande y enhorabuena por el ritmo de la historia, fenomenal.

El César del Coctel dijo...

Mi maiga Rosita... me has colmado de alegría; primero porque encuentro un nuevo capítulo que ya necesitaba encontrar, y segundo por el camino por el que va la historia.

Y se me hace un completo Cóctel: escuchaba a Celine Dion, leía la historia de Douglas, me encontré con la ternura cuando Greene le llama Tom, la sonrisa por el guisado, la sensualidad extrema por la escena en el baño, el dolor al caer de la cima, la ternura y sabiduría de Clare... y las esperanzas!!!

Gracias Rosita
PD: se me olvidaba... Las Montañas (con M mayúscula) no se desgastan... el tiempo las hace fuertes

Marga dijo...

INJUSTICIA!!!!!!!!!!!!

Siempre me tengo que quedar con la miel en la boca, me quejaré formalmente a no sé quien, pero me quejaré, grrrrrr.

Eso no vale, yo que me las prometía felices, me digo, aixxxxx por fin se lanzan a la vorágine y pataflofffffff.

MI ROSITA, no nos hagas esto, buaaaaaa, buaaaaaaa y más buaaaaaaaaaa.

Hala!!!!!! no me muevo de aquí, hasta la nueva entrega, si el jefe me despide vendré a picar a tu casita jajajajaja.

Esto está que arde, que arde, que arde de pasión, ya me relamo. (Coñeeee parezco un gato, miauuuu)

Me encanta Clare!!!

No tardes mi bella flor

Besitos, abracitos, achuchones y muchos mimitosssss

Dalia dijo...

ay amiga, que buena tu historia!!!!