09 noviembre, 2008

Los renglones torcidos (La cadena se cierra)

Tengo el sueño ligero, y a pesar de estar profundamente dormido cualquier ruido, por leve que sea me despierta. Algo parecido a un sollozo me llegaba de lejos, agudicé los oídos, no me equivocaba. Ahora escuchaba claramente unos gemidos ahogados que venían de la habitación de Franz, todos mis sentidos se despertaron y corrí a ver qué le pasaba. Estaba sumido en una pesadilla espantosa, al juzgar por su rostro convulso y sudoroso. Me acerque a él y lo sacudí suavemente para despertarlo, pero seguía murmurando entre sueños, aquellas mismas palabras que ya le había escuchado antes - Sácame de aquí, por favor sácame de aquí... que nadie entre... no quiero que nadie me vea así- su angustia me era insoportable, así que lo sacudí con fuerza por los hombros.
- ¡Despierta Franz, despierta!
Aterrado vi como sacaba con sorprendente rapidez un arma de bajo su almohada y la apuntaba hacía mí. Me quede paralizado, el pareció volver a la realidad y arrojó el arma a un costado.
- Tom, nunca, nunca vuelvas a hacer eso. Pude haberte hecho daño, pude hasta matarte- se cubrió los ojos con las manos y reclino su cabeza hasta dejarla descansar sobre su pecho.
- Franz, ¿no crees que es tiempo de hablar, dime qué sucedió?
- No, no me hagas revivir todo eso.
- ¿Alguien sabe lo que paso?
- Solo el capitán Jackman, fue él quien me rescato. A él le debo la vida y su leal silencio... ni siquiera Clare sabe a ciencia cierta lo que me ocurrió, solo tiene sospechas, pero ninguna certeza.
- Amigo mío, ya has probado mi lealtad y el gran... - no sabía cómo definir lo que sentía por Greene, así que pronuncie lo que pensé era más coherente - aprecio que te tengo, deja de atormentarte. Sabes que haría lo que fuera por librarte de esos malos recuerdos. Confía en mí.
- ¡Confiar!, el confiar me llevó a algo peor que la misma muerte.
- Entonces de nada han servido estos meses de conocernos - me aparte de su lado con una tristeza que me era imposible ocultar.
Volvió a cerrar los ojos, no sabía si para ordenar sus recuerdos, o para buscar las palabras con las que negarse a hablar sin dañar nuestra amistad.
- Tráeme algo de beber, algo fuerte, muy fuerte.
Le serví un wisky, al menos era lo más fuerte que encontré en el bar. Le tendí el vaso y se bebió el contenido de un solo trago.
- Prométeme que lo que le te voy a contar se ira contigo a la tumba. Y después, no harás alusión alguna a nada de esto nunca más. Su rostro adopto un gesto severo y sombrío; era como cuando la naturaleza se sume en un completo silencio antes de desatar la tempestad.
- Arthur era mi compañero en el departamento de policía, siempre salíamos juntos para hacer las investigaciones. Era en apariencia el mejor camarada que se podía tener; ameno, inteligente, siempre dispuesto a hacer justicia. Sabíamos de una conocida discoteca donde las drogas; desde la cocaína hasta el éxtasis circulaban entre los adolescentes. Las sospechas sobre el distribuidor estaban plenamente comprobadas, yo me había encargado de cerrar muy bien las redes alrededor de él para que no tuviera forma de escapar. Era un hombre astuto y no fue fácil acorralarlo, con todo el dinero que tenía podía comprar el silencio o la complicidad de quién quisiera; sabíamos que uno de los nuestros era su informante. Pero Tom -Franz se estremecía tan visiblemente que empecé a reprocharme el haberle casi obligado a recordar - yo con toda la inteligencia de la que me jacto, no vi, o no quise ver... que el enemigo se sentaba todos los días a mi lado a charlar y beber café.
Aquel día fuimos al lugar donde se haría el canje, soy muy bueno adoptando disfraces, lo hago al punto de transformarme en cuerpo y alma en lo que quiero representar. Yo me había infiltrado como un proveedor importante, y estoy seguro que nunca hubieran descubierto el ardid... si Arthur - sus ojos adquirieron tal odio que por un instante sentí temor de Greene; qué Furias vivían dentro de él, agazapadas, listas a tomar venganza - si ese maldito no me hubiera delatado. Por supuesto no estábamos solos, teníamos el apoyo de la policía anti-drogas, pero Arthur repentinamente se volvió contra mí y me tomo como rehén, les gritaba a todos que si se atrevían a acercarse acabaría conmigo. Yo les pedía que dispararan... pero no me hicieron caso. Me arrastro hasta el fondo del almacén abandonado, allí me sentí sujetado por otras manos, no tenía escapatoria, sentía el olor a podredumbre pegarse a mi nariz, aquel sitio debía servir de basurero. Seguíamos corriendo, siempre con el arma hundida en mi espalda. Por unos instantes salimos de nuevo a la calle, debimos atravesar todo el almacén. Un auto nos esperaba con el motor encendido, sentí un golpe fuerte en la cabeza y luego nada - Greene se levanto repentinamente de la cama donde había estado sentado y comenzó a dar vueltas por la habitación.
- Ya no sigas Franz, te estas alterando demasiado, Dios mío, como he podido llevarte a esto.
- No, tú querías saberlo todo, pues lo vas a saber, vas a escucharme hasta el final. Sírveme más wisky, o mejor trae toda la botella, y coge otro vaso para ti, puede que necesites beber algo antes que termine.
Si había conocido lo mejor de Greene ahora me estaba mostrando su lado más oscuro, ese que nunca hubiera querido ver.
Traje la botella y el vaso adicional, aunque no sentía ningún deseo de beber.
- Sírvete Tom, sírvete y bebamos a la salud de la traición, de la crueldad, de lo más ruin que se esconde en el alma del hombre.
Era tal la desazón que me envolvía que ni siquiera tenía fuerzas para levantar la botella, fue él mismo quien lleno mi vaso hasta el borde.
- Vamos, bebe, bebe que lo mejor de la historia viene ahora - su voz sonaba terrible, en ella se mezclaba el odio y el dolor- bebe por mi muerte, porque en esos días una parte de mí murió.
Cuando desperté estaba echado sobre un piso duro, todo estaba a oscuras, pero me bastaron algunos pasos para medir las escasas dimensiones de mi prisión. Todo hedía a tierra húmeda. El aire que entraba junto con un hilillo de luz por sobre mi cabeza era muy escaso, apenas si podía respirar. ¿Acaso me habían enterrado vivo?, la única salida que tenía estaba fuera de mi alcance, las paredes eran lisas, no había bordes de los cuales asirme. La desesperación empezó a adueñarse de mí, recordé las oraciones que alguna vez me enseño mi madre y las musite. De pronto se abrió una puerta que ni siquiera había notado por la pesada oscuridad, y de nuevo me vi arrastrado por un pasadizo. Me llevaron hasta una habitación pequeña y mugrienta, las ventanas estaban sucias de polvo, allí me esperaba el mismo hombre al que estuve a punto de atrapar junto a otros tres que reconocí como los mismos que estaban en el almacén.
El guapo teniente Greene, vaya, ahora no luces tan bien. Sabes, me has fastidiado por mucho tiempo, una y otra vez has metido tus sucias manos en mis asuntos. He perdido mucho dinero por tú culpa, pero no siempre se gana. Y yo tendré el enorme placer de oírte gritar y ver cómo te arrastras pidiendo piedad, pero nadie la tendrá. No dijo nada más, pero mientras sus hombres me sostenían, me golpeo hasta cansarse Estuve preso tres días, por tres días me torturaron... - mi pobre amigo se había arrinconado en una esquina de la habitación, sus brazos rodeando con fuerza sus rodillas, el rostro escondido sobre sus piernas - durante cada día fui forzado por ellos, hasta sentir que ya no tenían nada más que envilecer. Luego me abandonaron en aquel inmundo hueco, cuando vi cerrarse la pequeña abertura por dónde me entraba un poco de luz y aire me resigne a morir. No sé cuánto tiempo paso pero ya empezaba a experimentar los horrores de la asfixia, en vano trataba de asirme a la paredes, me arrancaba las uñas en mis intentos. Iba a morir y de qué forma - Greene levantó la cara, la tenía encendida e inundada de lágrimas, se limpió el rostro y siguió con su terrible relato - fue allí que llegó Jackman, él fue el primero en descender, yo le rogaba que me sacara de allí, comprendió la situación y escuche su voz autoritaria pidiendo una ambulancia, me acomodo las ropas y me cubrió con su abrigo. Nadie sabrá de esto Greene, le doy mi palabra. Ya no recuerdo más, desperté en el hospital, con el buen capitán a mi lado. Renuncie a mi cargo y desaparecí para el mundo.
La idea de la muerte se instaló en mi mente, una y otra vez la ejecutaba en mi imaginación con todo detalle, nada podía fallar. Si iba a pegarme un tiro, ahorcarme, o abrirme las venas; todo debía ser perfecto, no debía quedar ni la más mínima posibilidad de salvarme. Careciendo de familia, todo cuanto poseía lo dejaba a Clarise.

"Existe algo de grande y espantoso en el suicidio. Las caídas de muchas personas no son peligrosas, son como la de los niños que caen tan cerca del suelo que no se hacen daño; mas cuando un gran hombre se estrella, ha de venir de muy alto, haberse elevado hasta los cielos... ¿Cuan implacables han de ser los huracanes que le fuerzan a pedir la paz del alma a la boca de una pistola?" 1

El arma descansaba sobre mi sien, había quitado el seguro y mi dedo estaba a punto de presionar el gatillo, cuando sentí un tirón a mis espaldas, la bala fue a incrustarse en la pared. De un manotazo Jackman me obligo a soltar la pistola y la lanzó lo más lejos que pudo. ¿Pero qué haces Franz, qué haces? me grito agitándome como si durmiera y quisiera despertarme. Durante días no dejo de vigilarme, me obligó a ingresar a un programa de terapia y cuando no podía tenerme cerca me ponía al cuidado de Clare. Poco a poco salí de ese otro agujero más negro y más hondo que aquel otro. Pero sabes Tom, no se sale ileso de algo así. El olvido no existe, quedan las huellas para recordártelo.
Estaba como en un trance, se quitó las ropas. Tenía parte del torso cubierto de cicatrices. Cerré los ojos y empecé a sollozar. Yo mismo lo había obligado a recordar todo ese horror y ahora estaba pagando el precio. Sentía que las piernas no podían sostener mi peso, pero hice un esfuerzo y arranque de la cama una de las sábanas, me acerque a él y lo cubrí.
- Perdóname Franz, perdóname- le pedía entre sollozos - nunca más repetirás esto a nadie, ni escucharas nada de mis labios mientras viva.
Lo ayude a vestirse de nuevo, como si fuera un niño pequeño. A pesar del daño que le habían causado, Franz seguía siendo hermoso. La belleza de su desnudez me turbaba los sentidos. Tal vez fuera infame de mi parte pensar esto en medio de tanta tragedia, pero no debo omitir nada.
Permanecimos unos instantes eternos abrazados en silencio, luego se soltó suavemente, se dirigió a su cama y se dejo caer sobre ella, agotado y sudoroso, como si hubiera corrido un gran trecho; y en cierta forma lo había hecho, una carrera a lo más lóbrego de sus recuerdos.
- Me quedare contigo, no voy a dejarte solo está noche- le dije, pero Greene no me contestó - ¿prefieres que me vaya? - interprete su silencio como una respuesta afirmativa y me iba a levantar de la cama donde me había sentado, cuando su mano se aferró a mi brazo.
- No te vayas.
Apoyo su cabeza en mi regazo, y yo me acomode como pude en el respaldar de la cama. Mientras observaba como se iba durmiendo poco a poco y todo vestigio de angustia desaparecía de su rostro, comprendí finalmente que mis sentimientos tenían un nombre.

1. Fragmento de "La piel de zapa" de Honoré de Balzac

7 comentarios:

Marga dijo...

¿Arthur le traicionó?

Nada hay peor que aquella persona a la que le has entregado tu alma, que le has vaciado tu corazón, tus entrañas, sea quién te apuñale por la espalda, te venda por unas pocas monedas.

¿Será el secreto de Franz al descubierto, ese punto que faltaba para el definitivo acercamiento a Tom?

Presiento que tienes más ases en la manga y eso me gusta Rosa.

Este relato es realmente fantástico
espero con ansia cómo continuará.

Besitos bella flor

un-angel dijo...

Como suponía Greene escondía una historia terrible que contar y no sé que le dolió más, si todo el sufrimiento que le inflingieron o la traición del que suponía era su amigo...pero como Marga pienso que haber sido capaz de derribar esa última barrera le acercará más a Tom y dentro de poco...aah, el amor, estoy seguro, ¿será así, mi Rosa? ¿triunfará el amor?...
Seguiremos expectantes...
Un beso grande

Dalia dijo...

gracias Rosa, una historia muy bien escrita.

El César del Coctel dijo...

Mi Rosita, me has provocado escalofrío y mucha angustia... vi un rostro con odio y dolor, vi unas lágirmas correr... sentí en medio de todo una profunda dulzura... suspiros.

Gracias Rosita, tanto sentimiento es indicador de la maravilla que esribes.

gracias por compartir

Besos

Arquitecturibe dijo...

¿Cuan implacables han de ser los huracanes que le fuerzan a pedir la paz del alma a la boca de una pistola?
JUDAS... DULCES JUDAS! por menos que un beso
Gracias... mil de ellas hermosa desde mi lejana galaxia

AnCris dijo...

Leí los tres primeros capítulos de un tirón y ahora ya me bajé los tres siguientes Y MUERO DE LA INTRIGA POR LEERLOS!!!
¿Sabés Rosi? TE ESTAS LUCIENDO! Esta montaña tiene tinta en sus venas!!! Es una bendición tener la chance de poder leer desde las locuras del ángel, tu historia tan bien narrada y/o la creatividad que está regalándonos el Vaquero... Y hablo de los que tengo la dicha de leer, cuántos más me estoy perdiendo seguramente!!!
En fin, lo tuyo, Un Privilegio de lectura.
GRACIAS.
Besos!!!

AnCris dijo...

Y ya me leí el resto mientras volvía, en el tren.
Lejos de perder el intensidad, en cada entrega nos hacés entrar más y mas, navegando en un mar de sentimientos...
¿a dónde nos harás llegar, amiga?
Un beso desde la calurosa Buenos Aires...