06 agosto, 2007

BBM: Asi, justo asi...siempre

Ennis se levanto de un salto de la cama, aquella pesadilla había sido tan real, casi parecía una premonición. Era esa sensación inexplicable que en ocasiones golpea el pecho y es como el negro heraldo que anuncia que algo malo se avecina.
Miro al cielo, la luz del alba teñía el cielo de tenues colores, pronto saldría el sol. Hoy no quería ir al trabajo, en realidad, por esos días no había mucho que hacer; solo era cosa de inventar una buena excusa para Stoutmire. Se sirvió un café aguado y mordisqueo un trozo de tostada que guardaba desde hacía algún tiempo; últimamente comía tan poco, que a menudo el mismo se asombraba de seguir en pie. Las horas pasaban lentas, estaba decidido a telefonear a casa de Jack, de hecho ya lo había llamado hace mucho tiempo, aquella vez en que lo hizo para decirle que se había divorciado de Alma. Por fin dieron las nueve, sí, esa era una hora conveniente. Tomo su camioneta y enrumbo hasta el pueblo, avanzo hasta la caseta y cerro la puerta, a pesar de nunca llamaba se sabía el número de memoria, pero aún dudaba un poco. Al final trago saliva, respiro hondo y marco los números rápidamente. Sintió timbrar el teléfono tres veces antes que alguien levantara el auricular, una voz femenina le respondió del otro lado.




- ¡Buenos días!, por favor podría comunicarme con Jack Twist.
- ¿Quién quiere hablar con él?
- Soy Ennis, Ennis del Mar, un buen amigo de Jack.
Se produjo un largo silencio. Aquel nombre había golpeado a Lureen haciéndole perder todo su aplomo. Ese era el nombre que siempre se había levantado entre su esposo y ella como un fantasma y ahora volvía de nuevo a atormentarla.
- El ya no vive aquí.
- Señora, es muy importante para mí saber dónde esta.
- Realmente no lo sé. Me imagino que usted no debe estar enterado, pero él y yo nos separamos hace un par de meses.
Ahora era Ennis el que se quedo en silencio, por qué Jack no le había dicho nada.
- Lo siento señora, no sabía nada de eso.
- Solo me dijo que regresaba donde sus padres. Es todo lo que sé.
- Bien señora, gracias...
- No tiene importancia
Ennis colgó sintiendo que había un tono de rabia reprimida en la voz de aquella mujer. Se dirigió al restaurante de Sam; le esperaban algunas horas de viaje y debía desayunarse bien. Comía más porque necesitaba hacerlo, que porque realmente sintiera deseos de comer.
Condujo sin parar, solo cuando estuvo cerca a Lightning Flat, se detuvo a descansar un poco. La camisa se pegaba húmeda a su espalda, se recostó unos instantes sobre el volante, el corazón le latía tan rápido que tuvo que respirar unos instantes por la boca. El paisaje era desolado, algunos ranchos abandonados, cercos derrumbados. El rancho era pequeño, las tierras estaban descuidadas y llenas de mala hierba; hasta la pequeña casa blanca que se alzaba en medio, parecía contagiada de tristeza. Salto de la camioneta y camino




despacio hasta la casa, sus nudillos golpearon la puerta suavemente primero, pero al no obtener respuesta alguna lo hizo con más fuerza, nada. Desconsolado se apoyo en la puerta y tuvo que hacer un esfuerzo para no perder el equilibrio; esta solo estaba entrecerrada y había cedido a su peso. La habitación era de medianas proporciones, igual servía de recibidor, comedor y cocina. Una mesa cubierta de un mantel de hule destacaba en el conjunto. Todo estaba ordenado y limpio; Ennis sonrió, ahora recordaba las cosas que a menudo Jack le contaba sobre su madre. Llamo repetidas veces pero nadie acudía a sus llamados, de pronto sus ojos repararon en unos papeles que estaban sobre la mesa, los examino más de cerca, era el principio de una carta. La letra era pequeña y desgarbada; las líneas se caían, como si el peso de lo escrito las venciera. Sabía que era incorrecto leer la correspondencia ajena, pero hacía un buen rato que se había saltado la valla de lo correcto.
El asombro se estampo en su rostro, aquella carta estaba dirigida a él, y era la madre de Jack quien la escribía. Aparto una silla y dejo que sus ojos devoraran aquellas líneas una tras otra.

Querido Ennis:
Él sabe que tú lo amas, pero sufre por la imposibilidad de que puedan vivir juntos. No sé por qué tengo deseos de contarte acerca de él, recordar muchas cosas de su carácter: su dulzura, su lealtad, la hermosa capacidad de hacer parecer fáciles las cosas más complicadas de la vida. Es por ello, quizá, que su padre siempre le dice que sus ideas nunca llegaran a buen fin. Pero él esta tan lleno de amor y de buenos sentimientos que deja pasar sin más las cosas feas de la vida y cada vez que John le echa en cara sus fracasos, le responde: “Vas a ver, Pá, como mi amigo Ennis va a venir un día a ayudarme y pondremos el rancho en forma, entonces no tendrás nada que decir”. Y se echaba a reír. A reír y soñar, porque es un soñador. Ya de niño se subía en los terneros pequeños y comenzaba a gritar: “Soy el mejor jinete del mundo; las chicas me saludan, los chicos me aplauden; no hay bestia que me pueda tumbar”. Solía jugar sólo y se apartaba a las colinas cercanas, donde pastaban algunos rebaños de ovejas, a mirar el trabajo de los pastores. Decía entonces que quería construir un gran rancho, con vacas, caballos y ovejas, donde vinieran los mejores vaqueros a trabajar. Con el paso de los años se fue dando cuenta que esta es una tierra difícil y al final sólo quería irse a cualquier parte que no fuera Lightning Flat. Sin embargo, nunca olvida sus raíces ni su origen pobre. Cada vez que viene le echa una mano a su padre con el rancho, repara portones, le ayuda a segar, un poco de todo.
Pero debo decirte que su vida cambió bruscamente hace unos veinte años. Se volvió mucho más taciturno, como ensimismado, lo veía suspirar continuamente y a veces reía sólo, sin saber por qué. Comenzó a beber y a fumar mucho y con frecuencia no venía a casa por meses; iba de rodeo en rodeo, según decía, siempre con poco dinero y una expresión tan triste en el rostro que jamás supo explicar. Yo le preguntaba: “¿Te sucede algo, hijo?” Y, casi siempre sonreía y me respondía: “nada que tu no sepas, má”. Pero, ¿qué sabía yo? Nada, sólo suponía que algo o alguien le hacía sufrir mucho y él no era capaz de soportar esa pena.Por eso, y porque no le conocíamos ninguna novia, nos sorprendió que de la noche a la mañana resultase casado con Lureen, a la que nunca llegamos a conocer. Pero no era feliz en su matrimonio, ahora sé a ciencia cierta por qué, pero entonces sólo suponíamos que se había casado sin amor, quizá sólo por el embarazo de la chica. Lo cierto es que comenzó a lamentarse del suegro, ya desde la primera visita que nos hizo después de la boda. En esa ocasión trajo unas camisas y las colgó en aquella percha, que fue convirtiéndose poco a poco en su refugio personal. Cuando quise lavarlas no me dejó y sólo me pidió que las deje así porque representaban un momento muy importante de su vida y que algún día me explicaría. Las había llevado con él por varios años, de rodeo en rodeo, y sólo cuando se caso venía a guardarlas aquí.Sin embargo, un día llegó feliz, algo más de un año después de la boda. Era una fiesta: cantaba, me abrazaba, me besaba; ¡qué hijo mío!, nunca le había visto tan feliz; me hizo bailar con él. John decía que estaba más desquiciado que de costumbre. Lo único que Jack nos dijo es que por fin Dios se había acordado de él y le había dado todo lo que necesitaba para vivir. Y luego comenzó a hablar de ti. Nos dijo que había vuelto a encontrarse con un amigo que desde hacía varios años no veía, que se llamaba así, que montaba a caballo así, que se reía así, que hablaba así, que era un gran vaquero, un gran tipo y que un día vendrían juntos a trabajar en este rancho. La historia que ya conoces.Por entonces comencé yo a atar cabos y a entender no sólo su alegría sino además los profundos momentos de desolación que le hacían huir de su casa y venir a refugiarse aquí, a descargar en mis brazos o en esas dos camisas todos sus sufrimientos.Ay, Ennis, cuántas veces quise tocarle directamente a mi hijo el tema y consolarle, pero la presencia del padre o sus propios temores y respetos sólo le permitían decir medias palabras y dar a entender cosas, que gracias al cielo, siempre yo captaba al vuelo y con una mirada o una sonrisa cómplice, bastaba para que él supiera cuánto le comprendía y le amaba.
Ahora esta aquí con nosotros, se ha separado de la mujer, lo veo tan triste. Nos comentó secamente que habían estado los dos acampando unos días. Pero esta sombrío, apenas come y no le he visto sonreír ni una vez. Parece que hubiera envejecido diez años en unos días. Su voz, siempre tan sonora, ahora esta apagada. En las noches, lo siento caminar por la casa hasta bien avanzada la madrugada. Un día le oí maldecir y gritar afuera en la planicie. Una noche, después de cenar, mientras me ayudaba a lavar los trastos, me dijo que la vida era una porquería, que lo del amor era un bonito cuento, que nadie estaba dispuesto a sacrificarse por nadie. Esa noche bajó de su cuarto las dos camisas y las tiró sobre una de las sillas y me dijo: “Haz lo que quieras con ellas, Má; bótalas, quémalas, regálalas. A mí ya no me sirven, ya no significan nada”. Se quedaron sobre aquella silla. Yo no las toque. A la mañana siguiente ya no estaban allí. Subí a su cuarto y las vi sobre su cama. Quise tomarlas para cumplir con sus deseos, pero él me detuvo con un abrazo. “Má, lo último que se pierde es la esperanza”, me dijo: “Déjalas ahí, como siempre y no permitas nunca que las destruya, ni en los momentos más oscuros de mi vida”. En el fondo de mi alma, yo sabía que sería así siempre, él no podía desprenderse de algo que había significado tanto en su vida durante tantos años, del único motor que le permitía vivir. Hace unos días trajo a un amigo, Randall creo, y nos ha dicho que va a poner todo en marcha junto con él y sonríe... pero su mirada dice otra cosa...


Allí terminaba la carta, o al menos allí se había detenido la señora Twist. La carta estaba llena de manchones, no era conciente en qué momento había empezado a llorar. Apretó la carta contra su pecho y se reclino sobre la mesa, mientras los sollozos lo ahogaban. De pronto una mano se poso sobre su hombro, levanto los ojos anegados en lágrimas. Una mujer de ojos grandes y dulces le miraba con ternura.
- ¿Ennis verdad?
- ¡Señora Twist!, perdone... yo no debí.
- Claro que sí, esa carta era para ti.
- ¿Dónde esta Jack?, por favor dígame dónde esta.
- El salio con Randall hace un rato, me dijo que iba a ver cómo estaba la tierra y el ganado. Quería saber....
Las últimas palabras se perdieron en el aire. Ennis ya no escuchaba nada, solo corría a través de el campo en busca de Jack... había caminado un trecho cuando tropezó con el cuerpo de un hombre, tenía el rostro desfigurado; se inclino sobre este, mientras sus ojos aterrorizados buscaban alguna seña con la que pudiera identificar a su amigo. A pesar de lo terrible de la escena una breve sonrisa curvó sus labios; aquel hombre tenía barba rubia, ¡no era Jack, no era Jack!
Siguió corriendo, sentía la sangre latir en sus sienes. Unos cuatro o cinco hombres rodeaban a Jack, todos tenían palos y uno de ellos, el que estaba a punto de descargar el golpe estaba armado de un gato de cambiar neumáticos. Ennis se lanzo sobre ellos sin pensar. El hombre del gato sufrió el primer embate, no se esperaba aquella intromisión, y Ennis logro desarmarlo rápidamente. Se paro frente a ellos blandiendo el pesado instrumento, sus ojos echaban chispa de ira; avanzo hacía ellos, el arma cayo pesadamente en la espalda de uno de los hombres. Uno de los tipos escupió al piso con desprecio y les hizo una seña a los otros para que se retiraran. Ennis siguio de pie, como un escudo frente a su amigo caído hasta que los vio desaparecer por entre los maizales. Entonces tiro el arma y se arrodillo junto a Jack, tenía un golpe en la frente y sangraba un poco, lo palpo por todos lados, no parecía que tuviera ningún hueso roto. Pero seguía sin abrir los ojos. Ennis lo levanto en brazos y camino lentamente hacía la casa. Antes de que llegaran la señora Twist ya corría en dirección a ellos con la mirada angustiada; ayudo a Ennis a subir a Jack hasta su pequeña habitación.
- Señora, traiga algo de agua limpia y algunas toallas, hay que atender esa herida. Y si tiene algo de whisky, no le vendría mal.
Y mientras la mujer bajaba presurosa a traer lo que Ennis le pedía, este se inclino sobre el cuerpo inerte; con dulzura le beso la frente herida, los ojos que tanto amaba y luego los labios.
- ¡No te mueras, no te mueras!
Fue entonces cuando sus ojos cayeron en una cavidad recorrida de lado a lado por una barra de madera, un lugar que hacía de armario. Se acerco hasta el, allí colgados de unas perchas estaban unos vaqueros perfectamente planchados, una vieja casaca que recordaba bien.Una saliente en la pared creaba un escondite y allí estaba la camisa de Jack envolviendo la suya, las viejas camisas que usaban en aquel verano en Brokeback. Las estrecho contra su pecho, mientras las lágrimas volvían a inundarlo.


- Nunca hubiera podido deshacerme de ellas Ennis... lo intente pero no pude.
Del Mar volvió la cabeza, sus ojos resplandecían como un cielo despejado de verano. Corrió hacía la cama y lo estrecho con fuerza entre sus brazos, sus labios se fundieron; ambos tomándose de la cabeza y mirándose como si temieran que todo acabará de pronto. Ennis se reclino en su pecho y dejo que el sonido de su corazón lo embriagara por completo.
- Todo esta bien Ennis, todo esta bien
- Sí, ahora todo esta bien.

FIN

Me he tomado una licencia, que probablemente algunos crean imperdonable. Pero por estos días y a través de mis relatos; Ennis y Jack han sido parte de mi vida. Unos amigos queridos, y esto es lo que siempre desee para ellos; no queria quedarme con el sabor amargo de la eterna infelicidad de Ennis. Creo que se merecía una segunda oportunidad y yo he querido dársela.
De nuevo debo dar las gracias a Abel Bea; a él pertenecen íntegramente las palabras que la madre de Jack escribe a Ennis, solo he alterado los tiempos, porque el escribía en pasado, de un Jack ya muerto.
Gracias a todos y cada uno de los que hicieron de la Hoguera Azul, el lugar más hermoso donde he estado. Tan lleno de sentimientos, ternura, revelaciones...Brokeback fue el inicio de muchas cosas y ojala siempre lo sea.

Y gracias por siempre a Annie Proulx, Ang Lee, Heath Ledger y Jake Gyllenhaal.

14 comentarios:

Dalia dijo...

pues lo hiciste con todo el derecho del mundo, pues esta historia no es ya de Annie o de Ang Lee sino de todos.

Ojala hubiera sido así...

gracias Rosa.

Anónimo dijo...

Es incrible que a pesar del tiempo transcurrido, esta historia sea capaz de inundarnos de tanto sentimiento.. me fue imposible no llorar..

Muy lindo, y realmente ojala hubiera sido asi siempre.. ellos lo merecían...

Mar del Norte dijo...

Gracias Rosa, gracias a ti por tu escrito, por seguir sintiendo, por no dejar de sentir, por todo...
1beso

devezencuando dijo...

La llama de esa hoguera sigue ardiendo en nuestros corazones.

La tragedia de Jack Twist y la soledad de Ennis Del Mar ya no existen más.

Mil gracias Rosa por esta segunda oportunidad.

pon dijo...

Podría haber sido así, justo así...siempre.


Gracias.

Anónimo dijo...

He leido y te felicito tienes mucha imaginacion.
Pero hay algo que no me cuadra,en tu perfil sale que eres mujer, pero me parece muy extraño que una chica escriba sobre ese tema y tan bien...me quede con la impresion de que eres hombre...
solo es una duda que me vino a la mente

Rosa dijo...

Anónimo, soy una chica. Me ha hecho gracia tu comentario. Y te agradezco tú visita, visitame siempre que quieras.

un-angel dijo...

Jo... es cierto, y yo te permito esa licencia porque es lo que todos habríamos deseado...
Un beso muy grande.

AnCris dijo...

Rosi, cada uno de nosotros hizo su propio BBM, algunos creyendo en el reencuentro en la otra vida... otros curvando el destino en algún instante, haciendo que la realidad fuera otra... Lo importante es que has armado tu propio BBM y allí, tal como pusiste en el título de este capítulo, la historia de ambos puede ser "así, justo así... SIEMPRE".

Un beso y FELICITACIONES... me encantó!!!

Unknown dijo...

Oooooooo ojala fuese así, muy bonito de verdad me a vuelto a recordar todo de nuevo, ese final es el que debia tener, pero en nuestros corazones ellos siguen estando juntos para siempre..... besos Rosa .........

JfT dijo...

Me ha tomado más tiempo del que pensaba, pero finalmente he conseguido leerte de un tirón, y esta parte, con el corazón en vilo.
Soberbia manera de relatar este final que reconcilia, salva, tuerce y celebra.
Gracias, Rosa, gracias por mantener el espíritu de Brokeback.
Espíritu que, afortunadamente, acompañará el resto de mis días.

Un abrazo fuerte, vaquera.

JfT

El César del Coctel dijo...

Hola mujer. Soy muy nuevo en esto y hasta hoy tengo el perivilegio de leerte. Y por su puesto seguiré haciéndolo... claro, primero lode Brokeback.

Te cuento que me hiciste subir y bajar, llorar y enternecer, me llenaste de anisedad y de ganas de abrazar.... ah!, qué hermoso es poder encontrar cosas sobre Brokeback...

Gracias

El César del Coctel dijo...

Mi Rosa de Fuego.... son las 4:30 am en Bogotá y hasta ahora termino de leer toda tu vesión de la Montaña. Me ha gustado mucho, me devuelve lindos recuerdos, me llena de nostalgia, pero aún más de fuerza y felicidad... tengo más ganas de abrazar y besar a quien amo... le diré de nuevo cuánto lo quiero y lo mucho que me hace falta cada noche helada...

Por ahora estoy tranquilo y se que ahora si iré a dormir... cumplí con mi misión de volver a vivir la Montaña. Espero volver por tu casa y encontrar a Ennis aferrado a Jack como un naufrago perdido, perdido de amor.

Gracias.

Besos y abrazos para tí.

Anónimo dijo...

me vas a colgar Rosa Linda por que hasta apenas hoy terminé el relato completo...

Mira que cuando vi la Pelicula, no sabía si reir o llorar o no sé... y no solo por Erin y Jack si no por todos, por que mira que la esposa de Erin me parece muy linda jejeje...

Pero que bien, bonito final, y retomaste la escena donde abraza la casaca, esa es classica...

Un Tributo PostMortem a Heat Leadhtger... corrijanme el nombre please.