24 julio, 2007

Brokeback Mountain

Esta es una promesa hecha a Marga. No pretendo escribir nada nuevo (aunque quién puede saberlo), solo recrear está historia que un día nos unio, espero que por mucho tiempo.
Mari y Carlitos mil gracias por sus palabras, he suprimido esa entrada porque lamentarse no sirve de nada. He impreso sus comentarios más que en el papel en el corazón.

Jack echo en una vieja maleta las pocas cosas que necesitaba para unos meses fuera de casa. Un par de camisas, unas mudas de ropa interior; otro vaquero, algo más raído que el que llevaba encima, una casaca gruesa y su armónica para alegrarse esas noches que se hacen tan largas. No en vano había ido al mismo lugar el año pasado; y sabía bien que la soledad se hacía a ratos tan insoportable que a menudo terminaba charlando con los caballos, los perros y hasta con las ovejas. Era un trabajo duro y mal remunerado, pero cualquier cosa era preferible a pasar otra temporada al lado de su padre. Ya estaba harto de su tiranía, de su indiferencia. Nunca nada de lo que hiciera sería suficiente para él; siempre le echaba en cara que sus pretensiones eran demasiadas para el hijo de un campesino pobre. Sueños y más sueños.... que nunca se cumplirían.
Le dio un beso tierno en la frente a su madre; una mujer madura con ese aire de tristeza y resignación que parecían un sello en ella. Su padre no dejaba de echar pestes porque lo abandonaba con las tierras a medio labrar, el cerco sin terminar; pero Jack ya estaba decidido a marcharse, le hizo un gesto de despedida con la cabeza y subió a su destartalada camioneta y se alejo dejando tras de sí una polvareda. Miró por el espejo retrovisor y veía como poco a poco la figura de su madre, con su sencillo vestido y su ajado delantal se iba diluyendo en el paisaje. Cerró los ojos y respiró hondo, sabía que siempre volvería a Lightning Flat por ella y solo por ella. Tomo camino hacía Signal, en las tierras del Servicio Forestal de la montaña de Brokeback. Tarareaba alguna canción con la mirada fija en la carretera y a los lados el paisaje de bosques y montañas. Jack era de contextura mediana; el trabajo había modelado su cuerpo a conciencia; el cabello oscuro, los labios de un rosa fuerte y algo carnosos; pero lo que hacía más atrayente su fisonomía eran sus ojos grandes y azules, velados por espesas pestañas y esa propensión casi inconsciente a sonreír.
Iba pensando en el dinero que podía ganar en la próxima temporada de rodeos, eso era lo que realmente le gustaba. Estar sobre el toro encabritado sosteniéndose con todas sus fuerzas para que no lo tirara; esa sensación de dominio sobre el animal y los gritos de la gente alentándolo, le hacía sentirse importante. La camioneta iba dando tumbos por la carretera y Jack Twist iba rogando que no lo dejara abandonado en medio de la nada.
Llego a la pequeña caseta que servía de oficina al capataz. Le sorprendió ver a otra persona esperando por el empleo, pensaba que nadie más acudiría a trabajar en aquellas condiciones. Se quedo observándole con fijeza. Era un muchacho de su edad, vestido con la misma pobreza con la que él iba vestido. Su mirada se detuvo en sus rizos claros, en su rostro ceñudo y sus labios apretados; en su cuerpo delgado, pero musculoso. El otro también lo observaba con cierta curiosidad; pero en cuando se percató que le estaba prestando más atención de la debida, empezó a patear el suelo, mientras apuraba un cigarrillo a medio fumar. Pero de rato en rato levantaba la mirada para ver lo que el otro hacía. Ennis del Mar, venía de un pequeño pueblo situado en las fronteras de Utah; acostumbrado al trato duro de su padre, mitigado apenas por la tímida ternura que su madre le prodigaba a escondidas. Su padre siempre le decía que la rudeza era "de hombres" y no había escatimado esfuerzos en hacerselo entender. Una curva en una carretera curiosamente llamada "Caballo muerto" lo dejo huérfano, y de allí en adelante vivió con sus hermanos hasta que cada uno formo su familia, y él salía sobrando. Siempre había soñado con estudiar un poco, le hubiera gustado terminar por lo menos el bachillerato y estaba seguro que lo hubiera logrado, Ennis sentía que tenía suficiente seso para los estudios; pero un día la camioneta se malogro y junto con ella sus esperanzas. Ennis del Mar era rubio; con el rubio de la cerveza fresca, ojos claros y pequeños, y los labios siempre apretados, parecía que en ellos todo se contenía antes de salir; la risa, las palabras, las confidencias.
Jack continuaba con su rutina de aseo como si el otro no estuviera allí, había salido tan de prisa que no tuvo tiempo de afeitarse, ahora lo hacia usando el espejo retrovisor. Solo que su mirada más que su barbilla, buscaba la inquieta figura de su eventual compañero; era inútil luchar contra aquello, estaba en su esencia, era parte de su naturaleza y por más esfuerzos que hiciera esa mirada suya lo delataba. Aquel muchacho le atraía más de lo que hubiera querido.
La espera no fue demasiado larga, el ruido de una camioneta los saco de sus pensamientos. Para Jack, la figura regordeta y vulgar del capataz ya le eran conocidas, por eso no le sorprendió verse cerrar las puertas casi en sus narices al entrar este a la oficina. Pero para Ennis aquello le sentó muy mal, el podía trabajar como el que mas sin rechistar, pero le gustaba ser tratado con respeto.
Al rato Aguirre asomo la cabeza y les dijo que si les interesaba el trabajo entraran de prisa. Escucharon pacientemente las condiciones de trabajo, Jack aparentaba sumisión, pero un asomo de rebeldía brillaba en sus ojos. - ¡Mierda!, si no necesitara tanto el empleo, ya te mandaría yo donde mereces - Lo que menos le gustaba de todo aquello era que no estaría junto a su compañero, uno debía quedarse en el campamento oficial, y el otro subir con las ovejas al terreno vedado por los forestales y dormir con ellas para cuidarlas de los ataques de los lobos. Aguirre le asignó la parte más pesada a él, seguramente porque ya tenía experiencia en el asunto de cuidar las ovejas.
Partirían al amanecer, tenían el resto del día antes de irse a dormir para conocerse un poco, al menos eso era lo que Jack deseaba. Así que fue el primero en acercarse a Ennis y presentarse, sonriendo. Y Twist lo llevó hasta un pequeño bar que le se antojaba aceptable; además que era el único que existía en aquel lugar. Que difícil era para Jack evitar que la mirada se le perdiera en aquellos ojos que le recordaban el tono de los pastos en verano y luego descendieran, así, sin pensarlo, hasta sus labios delgados que parecían haber olvidado la sonrisa en alguna curva del tiempo. Y quedándose unos segundos en ellos pensó que bien podría con un poco de esfuerzo enseñarles a reír de nuevo. Al menos había logrado que musitara algunas palabras y había tantos días para compartir, tantos días para ir adueñándose de ese silencio y destruirlo en su bullicio. Si Ennis estaba cercado por fuertes murallas, el tenía su ternura, su sonrisa y sus ilusiones para derribarlas. Y las cervezas que iban y venían por la barra, y notando como la mirada de Ennis poco a poco se iba quedando en la suya.
Alquilaron una habitación doble en un hotelucho, al fin y al cabo solo dormirían unas horas, además sus escasos recursos no daban para nada mejor. El alcohol hizo pronto efecto en Ennis que cayó rendido sobre la cama. Jack se acerco hasta él, y suavemente lo descalzo, no le asombro ver que no llevara calcetines. Cogió una manta y lo cubrió, le acarició los cabellos y con una sonrisa se fue hasta su cama. No era la primera vez que se sentía atraído por un hombre, pero no de aquella manera, no con esa intensidad. Se durmió con la certeza de que Ennis había despertado un sentimiento desconocido hasta entonces, pero le asustaba saber qué nombre darle a este.

8 comentarios:

Mar del Norte dijo...

Gracias, Rosa querida... Quedo rendida ante tu escrito y a la espera de que continues... Decirte gracias es poco pero...
1beso

Arquitecturibe dijo...

..... a pesar de la cantidad de "tinta" que han puesto en el tema, siempre resulta algo lindo, novedoso... agradable....
Un besote desde mi lejana galaxia, donde te espero pronto! jejejejejej

devezencuando dijo...

Haz hecho que este Ennis dibuje una sonrisa.

Mi querida Rosa, estoy leyendo el libro por primera vez. Había hecho el intento en alguna ocasión anterior pero, sabiendo lo que me esperaba, desistí.

Ahora, con este relato que recién comienzas, me animo más. Voy a estar leyendo ambos.

Muchas felicidades, te está quedando sublime. Reescribiendo nuestros sentimientos.

Un beso.

pon dijo...

Veo venir una recaída en toda regla......

un-angel dijo...

...no estoy preparado para esto. Recaidas, como dice Pon, no, por favor...como dice el angel oscuro, la forma de verlo, que no es la misma de la película ( en donde vemos a los dos desde fuera, intuyendo solo lo que pasa por su cabeza )es novedosa, vemos desde el interior de cada uno sus sentimientos. No se si mi organismo aguantará otra recaida en Brokeback, Rosa querida...
...pero está muy bello, desde luego.
Un beso grande.

Dalia dijo...

Amiga, te acabo de leer camino del trabajo, de verdad que no solo está hermoso sino conmovedor.

Que bello ver a través de esos ojos de largas pestañas de Jack Twist y ese rostro que pronto descubrirá las sonrisas de Ennis del Mar.

Gracias Rosa.

El César del Coctel dijo...

mmmmmmmmm quiero besar a Jack....... y también a Ennies :)

Anónimo dijo...

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