13 junio, 2007

Un viaje

Un Hada del Sur me pidio un relato sobre un viaje.

Una breve introducción

La Reserva Nacional de Lachay fue establecido el 21 de junio de 1977 mediante Decreto Supremo Nº 310-77-AG. Esta Reserva está ubicada en el departamento de Lima, provincia de Huaral. Se extiende sobre un área de 52 070 hectáreas.

Las lomas son el resultado de una combinación de factores climáticos propios de la costa, condicionados por una geografía peculiar. Se originan en el punto de contacto de las nubosidades que cubren la zona durante gran parte del año, y las primeras estribaciones de los andes. En Lachay se distinguen dos estaciones muy marcadas: la estación húmeda, que dura aproximadamente de junio a noviembre y que es la más importante; y la estación seca de diciembre a mayo. La primera se caracteriza porque la vegetación reverdece y atrae a la fauna del lugar, y la segunda se distingue por presentar un proceso de desecamiento que termina con la llegada de las primeras nieblas del otoño.
En las Lomas de Lachay se han registrado 74 especies de plantas, 25 de ellas en vías de extinción. .
Los mamíferos más abundantes son los roedores, aunque pueden encontrarse también otras especies como el zorro costeño, el zorrino, el ratón de monte y la vizcacha.
En la Reserva existen aproximadamente 55 especies de aves pertenecientes a 16 familias, entre ellas: la lechuza de los arenales, la perdiz ,el cernícalo americano y diversas especies de picaflores.
En la Reserva también se encuentran pinturas rupestres y restos arqueológicos de culturas precolombinas. Asimismo, pueden apreciarse grandes rocas de granito y diorita a las que el paso del tiempo ha desgastado produciendo curiosas concavidades y contornos suaves y redondeados de gran interés geológico.

En aquella época una amiga y yo andabamos de voluntarias en una Institución de ayuda a los animales. A la presidenta se le ocurrió organizar un viaje; para estrechar lazos entre los empleados, voluntarios y demás miembros del equipo. El lugar elegido, por su cercanía y por su belleza fue: las Lomas de Lachay; yo había oido hablar del lugar y la excursión me pareció estupenda, doblemente estupenda, porque andaba yo entre nubes por uno de los veterinarios.
Partimos de Lima, en un omnibus alquilado para la ocasión y tomamos ruta por la Panamericana Norte, ibamos charlando y mirando...el asfalto y la arena, porque la costa es una delgada franja desértica, vencida en algunos tramos; a veces por la naturaleza, a veces por el ingenio del hombre. A la altura del kilómetro 105 tomamos un desvío y de allí... fin del asfalto, el resto solo es camino asentado.
Un trecho largo, que no puede hacerse más que a pie y luego.. aquella explosión de verdor, toda la superficie cubierta de hierba suave. Una niebla tenúe, como un delicado tul lo envolvía todo... aquel lugar parecía un sueño. Y arriba el cielo azul y despejado, sin ese tono ceniciento, tan carácterístico de la ciudad.
Yo solo ansiaba subir y subir a lo más alto, quería ver los zorros y las vizcachas (que son como un hamsters gigantes). Pero tal vez ellos no querían vernos a nosotros, debo confesar que nunca ví ni a los unos ni a los otros. Muchas aves, eso sí. Pero cuando finalmente alcance a los más alto que me llevarón mis piernas (ya había dejado atrás a mi pobre amiga) aún ahora no sé explicar que ansia me arrastraba... pero al llegar... jamás he experimentado esa sensación de nuevo. Era de una libertad absoluta, todo ese verdor extendiéndose ante mis ojos; esos declives, las flores silvestres, la fria niebla subiendo desde el fondo; en fin, el sonido de la vida llenándo mis oidos. Entonces, todo desapareció de mi mente, era la naturaleza y yo en una unión perfecta. En verdad, no quería moverme de allí; no sentía frío, ni hambre y apenas me daba cuenta que el tiempo pasaba. La voz de María Esther me saco de mi ensueño, y tuve que descender.
Luego vino la merienda, el charlar con las otras personas; y de rato en rato, mirándo de reojo por dónde andaba el dueño de mis suspiros. Nunca he sido muy comunicativa, solo escribiendo es como me revelo a los demás... así que nunca cruze más de dos palabras con el susodicho.
El viaje hubiera sido una maravilla completa, a no ser porque ya entrada la tarde, cuando nos disponíamos a volver... pués que el bus no daba para atrás ni para adelante. El pobre chofer y su ayudante hacían pericias en el motor, pero sin ningún resultado; nos habíamos quedado varados en medio de la nada. No pasan con frecuencia autos por la zona, salvo los que van expresamente de excursión. La noche empezaba a deslizarse por el lugar... y en verdad... lejos de la eléctricidad, la noche es noche en toda su majestad. El bus jamás arranco, y tuvimos que decidir si quedarnos y pasar la noche en este, o echar a andar hasta la autopista más cercana para que algún bus comercial nos recogiera. La presidenta decidió que un par de chicos se quedaran con los encargados del bus y otro grupo marcharamos con ella.
Creo que nunca he andado tanto en mi vida... finalmente alcanzamos la autopista y tuvimos que aguardar varias horas, hasta que finalmente paso un omnibus interprovincial y nos recogio a todos.
Así termina este viaje accidentado, pero ni siquiera este inesperado final pudo borrar aquella sensación... abrir los brazos, respirar hondo, sentir... la vida.
Introducción: perú.guía.com

7 comentarios:

Mister yo dijo...

Saludos.

Me gusta cuando se habla de naturaleza. En lo natural esta la vida y la felicidad

besos

Ana desde el Sur del Mundo dijo...

Ya te imprimo y te leo tranquila... qué bonito que te gustara la idea... Sin leer YA TE DOY LAS GRACIAS!!!

Un beso ENORME ROSA!

Dalia dijo...

ah que viaje tan agradable, con todo y su incidente pero un viaje sin aventura no es viaje jejeje

Javier dijo...

Dan ganas de emprender ese viaje, y bueno yo creo que me hubiera encantado pasar la noche viendo ese maravilloso cielo.

Arquitecturibe dijo...

...Buena historia... pero aun sigue siendo mi favorita aquella que escribiste para mi!!! seré presumido? no se, pero me encantó aquella!.....
Se te disfruta mucho por esta galaxia lejana!

devezencuando dijo...

¡Qué precioso lugar!...¡tan verde!. Debió de ser toda una aventura mi querida Rosita.

¡¿Qué tendrán las montañas que nos fascinan tanto?!

Un beso.

Ana desde el Sur del Mundo dijo...

Un viaje a tu tierra, descripta desde el corazón y desde el pensamiento... y con "historia romántica"!!! Pero Rosa... siempre podrías haber fingido que te torcías el tobillo, que "oh, no llego ¿me ayudas a subir la cuesta?" ja ja ja!!! Venga Rosa... en la próxima excursión que encuentres... aplicá estos tips de "chica en dificultades", al menos es un comienzo...

TE MANDO UN BESO ENORME y muchísimas gracias por darme ese regalo con tus palabras...