30 octubre, 2006

Carta a la Amada Inmortal

6 de julio, lunes, por la tarde
¡Estas sufriendo, queridísima mía! Acabo de darme cuenta que estas cartas deben darse al correo muy temprano. Los lunes y los jueves son los únicos días en los que el carruaje del correo va desde aquí hasta K. ¡Estas sufriendo tanto! ¡Ah!, donde yo estoy, allá estas tú conmigo: conmigo y contigo habré de encontrar los medios para vivir contigo. ¡¡¡Qué vida!!! ¡¡¡Así!!!, sin ti perseguido por la amabilidad de las gentes aquí y allá, mientras que lo que yo deseo no es nada más que lo que realmente merezco -la humildad del hombre hacia los hombres- todo esto me duele- y cuando me considero en contacto con el universo, ¿qué es lo que soy, quién soy y quién es capaz de ser llamado el más grande? ¡Y nuevamente vuelve aquí a encontrarse el elemento divino de lo humano! Lloro al pensar que solo el sábado, con suerte, recibirás mis primeras palabras. Por mucho que tú me ames, mi amor por tí es más ardiente, pero que ello no vaya a alejarte de mí. ¡Buenas noches! Como un inválido recién llegado a las benéficas aguas termales, debo ir a descansar. ¡Ay Dios! !Tan cerca! ¡Tan lejos! ¿No es nuestro amor una estructura realmente celeste, firme como la cúpula del cielo?

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